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95 Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” “LA TEORÍA DE LA TIPIFICACIÓN COMO FUNDAMENTO DE LA CONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO COMÚN” Weber, Schutz y Bauman Martha Casanova La raíz fundamental que une a estos autores es la preocupación por la acción humana, el interés por desmenuzar el sentido de los actos humanos supone una confrontación con la escuela positivista de la sociología francesa (Comte, Durkheim). El origen de esta mirada debe buscarse en las fuentes de la tradición filosófica neokantiana que cuestionaba la posibilidad de equiparar las ciencias sociales a las ciencias naturales. A fines del siglo XIX Alemania transita la discusión en torno a la legitimidad de aplicar los métodos de las ciencias naturales al estudio de la vida humana. Surge así la distinción entre ciencia de la naturaleza y ciencia del espíritu, que se corresponden con la distinción kantiana entre Razón Pura y Razón Práctica y las oposiciones clásicas de cuerpo y alma, física y moral o espíritu y materia. El representante más importante de esta brecha entre “las ciencias del espíritu” y las ciencias naturales fue Wilhelm Dilthey (1833-1911), el cual sostenía que los hechos de la vida humana sólo pueden ser intuidos, y para lograrlo es necesario estar impregnado del espíritu de la época. Cada acontecimiento de la historia es único e irrepetible y por lo tanto es inútil buscar leyes que transciendan la cultura propia de cada pueblo. Para Dilthey intuir es “comprender”, o sea, reconstruir en mí los estados psíquicos de los otros. El problema que plantea este método para la sociología es el de la subjetividad, pero subjetividad no es en el sentido de como acceder a la subjetividad de otro, sino en el sentido del investigador, es decir, plantea el problema de la imposibilidad de reconstruir reglas que permitan a dos investigadores unificar criterios de comprensión de un mismo fenómeno. La comprensión diltheiana no permite esto y depende de la pura intuición de cada investigador, con lo cual cualquier proyecto de ciencias sociales encuentra un escollo insalvable desde sus primeros pasos. El primer intento por superar esta imposibilidad fue el de Max Weber. Casanova, Marta. Dra. en Filosofía. Ex-profesora de la Carrera de Sociología de la UBA. Profesor del Curso de Formación en Psicología Social. Fac. de Psicología. UNC. en 1998. Notas para una Psicología Social 96 Weber participa desde sus inicios en la discusión entre positivistas y comprensivistas y propone una salida que es una síntesis. Por un lado Weber valoraba profundamente la capacidad explicativa, valoraba la rigurosidad metodológica, pero a diferencia de Durkheim, Weber coloca en el centro de la sociología a la “acción”, y para hablar de la acción humana necesitaba introducirse en las dimensiones subjetivas de los individuos, es decir, a la cuestión de las intenciones y para ello el positivismo no tenia herramientas, y recurre al comprensivismo. Veamos la conceptualización que hace de acción social. La definición que da Weber de acción, es la de toda conducta subjetivamente significativa, es decir, toda conducta que, para el propio actor tiene un significado. Si un individuo realiza una acción y no tiene idea de porque la realiza, en términos weberianos esto no es una acción sino una conducta, para que haya una acción el actor debe reconocer el motivo, por ejemplo debe poder decir “yo hice esto porque era la mejor manera de obtener tal fin”, estaríamos entonces frente a una acción racional con arreglo a fines, pero también podría decir el actor “yo hice esto porque siempre se hizo así”, entonces estaríamos frente a una acción tradicional. Pero en cualquiera de los dos casos los actores conocen el motivo de sus acciones, por lo que podemos decir que una acción es “subjetivamente significativa” cuando el actor conoce el motivo que lo llevó a realizarla. En el desarrollo hecho hasta aquí tenemos los elementos para ir definiendo el método de la sociología comprensivista. ¿Qué es comprender?, dijimos que comprender es tratar de reconstruir el motivo que tuvo un individuo para actuar. Recordemos que la manera en Weber lleva a cabo tal reconstrucción es mediante el método de los tipos ideales. En este punto Weber se separa del método comprensivista de Dhilthey que pretende comprender la acción y producción de los individuos mediante la pura intuición. Los tipos ideales son modelos de acción donde hay un individuo ideal, puramente racional, que se mueve dentro de dichos modelos según las mejores opciones, así por ejemplo, en economía, el tipo ideal: Homo Economicus, supone un individuo que actúa maximizando las ganancias y minimizando los costos, y permite construir un modelo de acciones típicas. El tipo ideal weberiano no es una ley que pueda y deba corroborarse, sino que es una herramienta que permite comparar la realidad, para darle un orden y para generar hipótesis interpretativas sobre situaciones reales y ver si hay un comportamiento más o menos desviado con respecto al tipo ideal y ver por qué es así. Según Weber, para que una acción sea acción social, su significado o sentido debe estar orientado por la conducta de otros y 97 Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” para definirla dice: “Por relación social debe entenderse una conducta plural que por el sentido que encierra, se presenta recíprocamente referida, orientándose en esa reciprocidad” y más adelante agrega: “La relación social consiste, pues, plena y exclusivamente, en la probabilidad de que se actuara socialmente en una forma (con sentido) indicable; siendo indiferente, por ahora, aquello en que la probabilidad descansa”. Si bien Weber nos brinda criterios metodológicos para definir acción social (la acción que se realiza pensando en la acción de otros) y la relación social (la probabilidad de un conjunto de acciones sociales recíprocamente referidas), para Schutz este planteo continúa encerrado en el individuo (piense en la critica de N. Elías a la dicotomía individuo- sociedad) y por lo tanto en el agregado de individuos con “un mínimo de recíproca bilateralidad”, basado en una probabilidad económica, política o lo que fuera, es decir, “con mínimo de intereses comunes”, y que por lo tanto carece de un fundamento que permita explicar esa probabilidad de que los individuos actúen por intereses comunes y que respondan adecuadamente a las expectativas de los otros. Para superar la ausencia teórica que dé cuenta de la inter-subjetividad, Schutz desarrollará la teoria de la tipificacion como generadora del conocimiento del sentido común y por lo tanto como categoría fundamental de la socialización. Para comprender mejor la propuesta teórica de Schutz debemos situar su proyecto como la búsqueda de una fundamentación filosófica a la sociología de Max Weber, discípulo de Husserl Schutz, encuentra en la fenomenología los elementos para superar la concepción de acción social de Weber, ya que para nuestro autor Weber, no logra explicar cómo logra el actor representarse a los otros como personas separadas con sus propias experiencias subjetivas. Husserl emprende una dura critica al positivismo ya que éste pretende naturalizarlo todo, incluso el mundo social que para este es una formación espiritual en nosotros y en nuestra vida histórica “es un contrasentido considerar la naturaleza del mundo circundante como algo de por sí ajeno al espíritu y querer cimentar la ciencia del espíritu sobre la ciencia de la naturaleza”, hasta aquí Husserl no difiere de la postura de Dilthey, pero extiende su critica al psicologismo y al historicismo ya que para él no están capacitados para dar sostén metodológico al conjunto de las ciencias sociales, sólo la fenomenología puede dar esta base que permita construir un objeto propio y permanente a las ciencias humanas. Este carácter permanente implica liberarse de las variaciones históricas, que impide al historicismo plantear, empíricamente, la formulación de leyes universales. Este objeto propio, de las ciencias humanas, no es otra cosa que la esenciade los hechos, según Husserl “Un hecho puede no corresponder exactamente a su esencia a causa Notas para una Psicología Social 98 de ciertas disposiciones contingentes, pero es por ejemplo imposible hacer una investigación empírica en la historia del arte si no sabemos previamente que es arte”. Para apreciar el valor artístico de una obra, nos dice, tenemos que tener una idea de arte, saber cuál es la esencia del arte, y así con todas las cosas que forman el mundo de la cultura, la posibilidad de acceder a las esencias pertenece a la fenomenología y sólo diremos aquí, que para Husserl esta clara determinación, de las esencias del mundo de la vida, proporciona una tipología permanente para estudiar las individualidades y las producciones históricas de los individuos. Para Schutz el problema de la fenomenología husserliana de cómo hago yo, desde mi conciencia, para entender al otro como individuo y no como un simple objeto que es imaginado por mí, se traduce en cómo hago yo para saber que ese individuo no es sólo una representación de mí conciencia, sino que además es un sujeto que tiene conciencia, y con el que puedo interactuar. La solución de Schutz no es trascendental, es empírica, busca el origen de tal tipología, no en la esencia inmutable de la cosa, sino en la interacción de los individuos; sólo podemos construir el sentido de la cultura juntos a otros sujetos sociales. No somos individuos si no hay otros individuos, sean estos nuestros padres, maestros, amigos, etc. Para realizarnos como individuos, para conformar nuestra conciencia, tenemos que ingresar a la construcción social del sentido, es decir, socializarnos y por lo tanto, concluye Schutz, la intersubjetividad es la condición necesaria de la subjetividad individual. Introduzcámonos ahora a la categoría fundamental de su formulación: la TIPIFICACION. Para Schutz, la interpretación del mundo se da mediante las experiencias previas, propia o recibidas, a las cuales él denomina “conocimiento disponible”. Mediante tal interpretación distinguimos en el mundo los objetos que lo conforman, así como sus cualidades. Veamos al comienzo de Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, cómo podían los habitantes de Macondo interpretar al objeto hielo, sobre el cual no tenían conocimiento previo alguno y cuya cualidad de “frío extremo” desconocían totalmente. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Estaban obstinados en que su padre los llevara a conocer la portentosa novedad de los sabios de Memphis, anunciada a la entrada de una tienda que, según decían, perteneció al rey Salomón. Tanto insistieron, que José Arcadio 99 Buendía pagó los treinta reales y los condujo hasta el centro de la carpa, donde había un gigante de torso peludo y cabeza rapada, con un anillo de cobre en la nariz y una pesada cadena de hierro en el tobillo, custodiando un cofre de pirata. Al ser destapado por el gigante, el cofre dejó escapar un aliento glacial. Dentro sólo había un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo. Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio Buendía se atrevió a murmurar: - Es el diamante más grande del mundo. - No –corrigió el gitano-. Es hielo. José Arcadio Buendía, sin entender, extendió la mano hacia el témpano, pero el gigante se la apartó. “Cinco reales más para tocarlo”, dijo, José Arcadio Buendia los pagó, y entonces puso la mano sobre el hielo y la mantuvo puesta por varios minutos, mientras el corazón se le hinchaba de temor y de júbilo al contacto del misterio. Sin saber qué decir, pagó otros diez reales para que sus hijos vivieran la prodigiosa experiencia. El pequeño José Arcadio se negó a tocarlo. Aureliano en cambio, dio un paso hacia adelante, puso la mano y la retiró en el acto. “Esta hirviendo”, exclamó asustado. Pero su padre no le prestó atención. Embriagado por la evidencia del prodigio, en aquel momento se olvidó de la frustración de sus empresas delirantes y del cuerpo de Melquíades abandonando al apetito de los calamares. Pagó otros cinco reales, con la mano puesta en el témpano, como expresando un testimonio sobre el texto sagrado, exclamó: - Este es el gran invento de nuestro tiempo”. El único modo de interpretar aquello totalmente desconocido es mediante las experiencias previas directas e indirectas, que a sus ojos implicará alguna similitud con lo nuevo: así hielo = diamante, lo mismo ocurre con su cualidad más evidente, es por eso que el padre de Aureliano cuando toca el hielo dice: Está hirviendo. Los objetos no se presentan a nuestro conocimiento en forma aislada, sino formando parte, con otros objetos, de conjuntos más amplios. Las relaciones que enlazan a los diferentes objetos en una configuración determinada, no están visibles en los objetos mismos, por el contrario, constituyen un proceso mental que realizamos Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” Notas para una Psicología Social 100 mediante nuestro “conocimiento disponible”, así cuando vemos un poste en el borde de la acera, con un cartel en su extremo donde están escritos, un número y una serie de calles y avenidas, sabemos que se trata de una parada de colectivos y también sabemos que si extendemos el brazo justo allí, el colectivo que lleva el mismo número en su letrero se detendrá, también sabemos que si junto al poste hay otras personas, antes que nosotros, debemos ubicarnos detrás de ellas y subir al colectivo después que ellas. Este conjunto de actividades e interpretaciones, obvias de nuestra vida cotidiana, supone un conocimiento previo que las enmarcan en los modos habituales de detener y ascender a un vehículo de pasajeros. Esta configuración funciona como clave de interpretación anticipada para situaciones similares posibles en el futuro. Los modelos de acción que se activan frente a estas situaciones similares y que nos permiten movernos eficazmente en la vida cotidiana constituyen lo que Schutz denominaba “tipificaciones”. Las tipificaciones se extienden plenamente en el lenguaje, para Schutz el lenguaje es el medio más importante que posee la sociedad para darle al individuo una identidad de permanencia, en sus propias palabras: “El medio tipificador por excelencia a través del cual se trasmite el conocimiento socialmente derivado, es el vocabulario y la sintaxis del lenguaje diario”. ¿No ha visto, acaso? La palabra, ese símbolo bifronte como el dios Jano; por un lado puente imprescindible para la comunicación, que siempre es imposible justamente por la palabra. La palabra muestra y oculta al mismo tiempo. Es por ello que desde la tribuna política se puede arengar por la “patria” o por la “democracia” a condición de no explicitar que hay para cada interlocutor detrás de esos términos. Si yo digo piensen en una casa, surgirán tantas casas como personas estén leyendo este texto, sin embargo todos entendemos en qué debemos pensar, ¿Cuál es el misterio de la palabra?, para Schutz detrás de la palabra, se erige el complejo social de las tipificaciones que orienta su uso de manera invisible, ubicándola en un contexto en el que previamente hemos sido ubicados nosotros frente a los otros. Volvamos a la frase “piensen en una casa”, pero ahora piensen en pensar, palabra que paso desapercibida como la casi totalidad de las palabras en la vida cotidiana: ¿Qué es pensar? A simple vista parece que todos sabemos lo que es. Ante la pregunta ¿Qué piensa de tal persona, o de tal cosa? todos podemos responder, siempre que estemos familiarizados con la persona o con el tema. Si vemos a una persona resolviendo ecuaciones, sabemos que debe estar pensando. Pensar es una palabra simple de uso corriente y 101 parece que se corresponde con una actividad simple. Entonces pensar, ¿es una actividad? Decimos “correr mejor”, y correr es, sin duda, una actividad.En UBA XXI nos dicen, “hagan un esfuerzo para pensar mejor”. ¿Qué hacemos entonces? Si fruncimos el ceño y nos ponemos serio, ¿significa que estamos pensando mejor?”. ¿Cuál es la diferencia entre tratar de hacer un esfuerzo para correr mejor y tratar de hacer un esfuerzo para pensar mejor?. El pensamiento parece simple hasta que reflexionamos acerca de él. Nos referimos a muchas actividades distintas cuando nos referimos a “pensar”, por ejemplo: hablar pensativamente hablar sin pensar pensar antes de hablar pensar mientras se habla pensarse hablándose a sí mismo pensar en alguien pensar la solución para un rompecabezas dejar que un pensamiento se nos cruce por la mente silbar una tonada pensando y luego silbar sin pensar y ahora sólo piensen Pero podemos seguir utilizándola como si nos refiriésemos sólo a una actividad. Y eso es así porque aprendemos la palabra “pensar” en ciertas situaciones y sin embargo no aprendemos a describir las tipificaciones que atraviesan nuestro discurso para usarla correctamente en una nueva situación. Los objetos que nos rodean contienen infinidad de cualidades, pero para formar parte de una tipificación, sólo algunas de ellas son importantes, las demás desaparecen del campo de visión y por lo tanto son inexistentes, para continuar con nuestro ejemplo de la parada de colectivos a los fines de nuestro propósito: detener el vehículo adecuado para que nos traslade a nuestro destino, poco y nada importa si el poste es de metal o madera, si está pintado de azul o de negro, si contiene una publicidad o no. En el fragmento de Cien Años de Soledad que transcribimos a continuación, podemos ver qué sucedería si la memoria de los Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” Notas para una Psicología Social 102 individuos no guardara las tipificaciones que engarzan las palabras y las cosas, la palabra y la identidad: “Fue Aureliano quien concibió la formula que había de defenderlos durante varios meses de las evasiones de la memoria. La descubrió por casualidad, insomne experto, por haber sido uno de los primeros, había aprendido a la perfección el arte de la platería. Un día estaba buscando el pequeño yunque que utilizaba para laminar los metales, y no recordó su nombre. Su padre se lo dijo: “tas”. Aureliano escribió el nombre en un papel que pegó con goma en la base del yunquecito: tas. Así estuvo seguro de no olvidarlo en el futuro. No se le ocurrió que fuera aquella la primera manifestación del olvido, porque el objeto tenía un nombre difícil de recordar. Pero pocos días después descubrió que tenia dificultades para recordar casi todas las cosas del laboratorio. Entonces las marcó con el nombre respectivo, de modo que le bastaba con leer la inscripción para identificarlas. Cuando su padre le comunicó su alarma por haber olvidado hasta los hechos más impresionantes de su niñez, Aurelio le explicó su método, y José Arcadio Buendía lo puso en práctica en todo el pueblo. Con un hisopo entintado marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta, pared, cama, cacerola. Fue al corral y marcó los animales y las plantas: vaca, chivo, puerco, gallina, yuca, malanga, guineo. Poco a poco estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones pero no se recordara su utilidad. Entonces fue más explícito. El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuesto a luchar contra el olvido: Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita. En la entrada del camino de la ciénaga se había puesto un anuncio que decía Macondo y otro más grande en la calle central que decía Dios existe. En todas las casas se habían escrito claves para memorizar los objetos y los sentimientos. Pero el sistema exigía tanta vigilancia y tanta 103 fortaleza moral, que muchos sucumbieron al hechizo de una realidad imaginaria, inventada por ellos mismos, que les resultaba menos práctica pero más reconfortante. Pilar Ternera fue quien más contribuyó a popularizar esa mistificación, cuando concibió el artificio de leer el pasado en las barajas como antes había leído el futuro”. Aquí aparece el otro elemento fundamental para que las tipificaciones puedan aplicarse y este es “el propósito inmediato”, Schutz lo dice de este modo: “Es el propósito inmediato el que define aquellos elementos que, entre todos los presentes en la situación, son pertinentes para tal propósito”. Imaginemos una escena: en una de las mesas exteriores de una confitería se reune un grupo de amigos a tomar café, un físico, un químico, un sociólogo y un economista, en un momento determinado pasa cerca de ellos a toda marcha un suntuoso auto importado, el grupo de amigos detiene su atención en el auto. Es posible que el fisico considere el movimiento del auto en términos de los principios físicos que lo gobiernan, él sabe que bajo el capot una secuencia acompasada de explosiones controladas está transfiriendo energía en forma de cadenas de hidrocarburos a los pistones y que mediante engranajes y barras de transmisión, el movimiento de los pistones es transmitido a las ruedas para superar la inercia gravitatoria. El químico, por su parte, posiblemente se detenga a evaluar los gases despedidos y en los efectos del plomo y otros aditivos sobre los gases producidos. Es probable que el sociólogo reflexione sobre el papel del automóvil en la estructura de la sociedad moderna, o que lo tome como índice del status social de sus ocupantes. Finalmente el economista reflexionará sobre los factores que influyen en la decisión del comprador del automóvil, podría pensar que, por ejemplo, el comprador ha maximizado su satisfacción, o utilidad por peso gastado. En este ejemplo cada tipificación implica una perspectiva distinta sobre el mismo fenómeno y que la sumatoria de las perspectivas constituye la complejidad significativa del fenómeno y esa complejidad puede ser captada por cualquier individuo que comparta ese mundo de significados, del cual el mismo forme parte y por el cual se reconoce y reconoce a los demás gracias a la reciprocidad de las perspectivas integrando un mundo intersubjetivo. La reciprocidad de perspectivas, en cuanto capacidad de ponernos en el lugar del otro y desde ese lugar entender la realidad compartida, es posible, como ideal, por el origen y la distribución Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” Notas para una Psicología Social 104 social del conocimiento. Y como hemos visto en los ejemplos anteriores la existencia de los otros nos ubica de hecho en un mundo de significados compartidos, seamos o no conscientes de ellos, así el artista revolucionario que cree vestir naturalmente con unos jeans gastados y un sueter viejo responde a un conjunto de tipificaciones socialmente construídas y tan significativas como la del funcionario conservador con su traje gris, camisa blanca y corbata formal . Si tipificar es tomar un aspecto del “otro” y definirlo a partir de dicho aspecto, de tal forma que para el quiosquero de la esquina soy el cliente y para el encargado del edificio soy un inquilino debemos concluir que cuando tipificamos, también al mismo tiempo nos autotipificamos. La experiencia más importante que se hace de los otros se produce en la situación cara a cara y todos los otros tipos de encuentro social deriva de esta experiencia. Yo como individuo sólo puedo descubrir al otro a partir de mi propio “yo”. Pero el otro también es un “yo”, que mi punto de vista separa y distingue de mí: yo estoy aquí y los otros están allí. Incluso las tipificaciones más anónimas reproducidas como tradición tienen origen en las relaciones cara a cara, conel fin de identificar un nosotros diferenciado de un ellos, es el caso de los tabúes, por ejemplo la abstención de cerdo por parte de los judíos fue uno de los signos por el cual los antiguos israelitas se distinguían de la tribus que los rodeaban, así como la prohibición islámica de alcohol, fue un medio por el cual los seguidores de Mahoma se diferenciaban de los cristianos para los cuales el vino tiene un uso consagrado por conformar la sustancia del primer milagro, la trasformación del agua en vino en las bodas de Cana de Galilea. Puedo pensar en ese “otro”: A) Como una abstracción de la que todos los individuos formamos parte, siempre somos otro para alguien, es decir, una parte de nuestra identidad es ser otro para otros y B) Puedo pensar en los otros, en términos concretos como un grupo social diferente al nosotros al cual yo pertenezco, por ejemplo, los hombres para las mujeres, los ricos para los pobres o los locos para los “normales”.