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Sotelo, gracias K. Cross 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
THE LOYAL GROOM 
ALEXA RILEY 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
A Julie M... 
Gracias por compartir tu historia e inspirar esta. Les deseamos a ti y a tu 
esposo una vida de amor, 
Lea y Mel 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
 
 
 
The Loyal Groom 
By Alexa Riley 
 
 
Rosy procede de una familia acomodada que espera que siga un 
determinado camino. Pero cuando el nuevo chico de la escuela 
acude a su rescate, ella se descarrila. Lo deja todo para seguir su 
corazón, y aunque pasan apuros económicos a lo largo de los 
años, su amor nunca flaquea. 
Darian trabaja todo el tiempo para darle a su esposa la vida 
perfecta que él cree que se merece. Pero, ¿podría ser eso lo que 
los está separando? Cuando sus cimientos empiezan a 
tambalearse, él empieza a ver las cosas bajo una nueva luz. 
Advertencia: Los romances de pareja son los MEJORES y este 
no es la excepción. El amor de juventud puede ser duro cuando 
se trata de llegar a fin de mes, pero ¿qué pasa cuando se consigue 
todo lo que se soñaba...? ¿Puede durar en los malos y en los 
buenos tiempos? ¡Averigua lo leal que es este novio! 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 1 
ROSY 
 
Cómo se conocieron.... 
Saco mi libro de química de mi casillero antes de dejar algunos 
otros dentro. Por suerte, el primer día de Kingswood Prep ha sido 
aburrido. La gente dice que en la escuela intermedia se da el peor 
acoso escolar, pero espero que no sea así. 
La escuela primaria privada a la que iba antes era solo para 
niñas. Es un poco extraño tener chicos en mis clases ahora, pero las 
cosas parecen más tranquilas. Tal vez sea porque todos estamos 
tratando de averiguar dónde encajamos, pero me siento mejor de lo 
que pensaba. 
Vuelvo a comprobar mi horario, buscando el número de 
habitación antes de dirigirme a la clase. 
—Oh, mierda. — oigo decir a una voz antes de chocar 
directamente con alguien. 
Mi cabeza se levanta de golpe cuando dos manos firmes se posan 
en mis hombros, impidiéndome caminar. Cuando levanto la vista, veo 
a un tipo mucho más alto que yo y con el pecho ancho. Pensaría que 
es un estudiante de magisterio del instituto si no fuera por la camisa 
polo blanca que tiene el nombre de la escuela bordado. Aunque los 
uniformes apestan, amo esta forma más que la última. Allí todos 
teníamos que llevar vestidos y aquí las chicas pueden elegir entre 
llevar la falda de cuadros o los pantalones caqui. 
—Lo siento. No te había visto. — se disculpa, y miro sus ojos 
grises. 
Nunca había visto ese color, y me doy cuenta, mientras sigo 
mirando, de que hay pequeñas vetas marrones y doradas dentro del 
gris. Me quedo parada sin poder formar palabras mientras lo observo. 
Me resulta familiar, pero sé que lo recordaría si nos hubiéramos 
Sotelo, gracias K. Cross 
conocido. El corazón se me acelera en el pecho y el calor florece en mi 
interior. 
— ¿Estás bien? 
Esos ojos buscan en mi cara y abro la boca, pero no sale nada. 
La cierro al verle a él y a sus manos sobre mis hombros. Tiene el pelo 
corto y negro, una mandíbula cincelada, labios carnosos y una nariz 
con un pequeño chichón, como si se hubiera lesionado en algún 
momento. La protuberancia no hace más que aumentar su atractivo 
perfecto, y su piel aceitunada también es impecable. Entonces va y 
sonríe, mostrando unos dientes blancos y rectos, e inconscientemente 
me paso la lengua por el aparato. 
—Puedo llevarte a la enfermería. No sé dónde coño está, pero lo 
averiguaré. 
Al darme cuenta de que no he dicho nada y de que 
probablemente piensa que me ha lesionado el cerebro, me apresuro a 
explicarle. —Estoy bien. — Doy un paso atrás, dejando que sus manos 
se alejen. —Tengo que irme. — Me escabullo alrededor de él y casi 
tropiezo con alguien más. 
—Mira por dónde demonios vas, Violet. 
Ignoro a Cara y el nombre que me llama mientras sigo 
caminando hacia mi aula. 
Juro que todavía puedo sentir al chico caliente detrás de mí, y 
no tengo que darme la vuelta para comprobarlo. Intento ignorarlo y 
concentrarme en el hecho de que no dejarán pasar ese tonto apodo. 
Me presenté a un viernes de diversión en cuarto curso con un 
vestido morado. Siempre he sido un poco gordita, y aunque he 
adelgazado un poco, no es nada comparado con las otras chicas. Me 
apodaron Violet de Charlie y la fábrica de chocolate porque se come un chicle 
y se convierte en un arándano gigante de color morado. 
Es tan estúpido, y han pasado tres años, pero nadie lo dejará 
pasar. Especialmente viniendo de las Cuatro Fabulosas, como se 
llaman a sí mismas. Esta fue la primera vez que me encontré con una 
de ellas hoy. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Estaba segura de que todas se habían transferido a Kingswood 
Prep, que es uno de los mejores del país. Es raro que alguien que salga 
de este lugar no pueda entrar en la universidad que quiera. Habrá 
muchos estudiantes con becas y aún más basados en sus apellidos. 
Es probable que yo entre en ambas categorías. 
También hay un puñado de estudiantes que vienen aquí con 
becas. Puede que no provengan de dinero o tengan un nombre, pero 
son brillantes de una u otra manera, y Kingswood los busca. 
Cuando encuentro mi clase, me meto en uno de los pupitres del 
aula y luego meto la mano en mi mochila y saco lo que pueda 
necesitar. Le envío un mensaje de texto a mi mejor amiga Lily, que 
solo tiene un par de clases conmigo este año. Somos mejores amigas 
desde que éramos pequeñas porque nuestras madres son muy unidas. 
Solo lo llamo unidas porque en mi mundo no creo que mucha gente lo 
sea de verdad. Los amigos son productos básicos por aquí. 
Lily y yo somos la excepción. La pongo al tanto de las Cuatro 
Fabulosas y le digo que me recuerde al chico que vi. No es que vaya a 
olvidarlo. 
—Violet. — Una voz familiar llena mis oídos, y el chico sexy del 
pasillo se eleva sobre mí antes de tomar el asiento justo al lado del 
mío. —Soy Darian. 
Me tiende la mano, y parece tan sincero que la cojo. Cuando me 
toca, el calor se extiende por mi brazo y por todo el cuerpo mientras 
agacho la barbilla para ocultar mi rubor. 
—En realidad es Rosy. — le corrijo, soltando su mano, pero antes 
de que la suelte siento su pulgar recorrer el dorso de mi palma. 
Me pregunto si puede oír los latidos de mi corazón con el poco 
espacio que nos separa. 
—Oh, pensé...— Sus cejas se fruncen, pero luego se sacude de 
encima. —No importa. — Cuando me sonríe de nuevo, no puedo evitar 
devolverle la sonrisa. 
—Hola, Violet. — Mindy ocupa el asiento detrás del mío y Darian 
la mira. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Espero que se quede mirando a Mindy y se fije en lo guapa que 
es, pero para mi sorpresa sus ojos se entrecierran con fastidio. No le 
respondo, pero veo que se inclina hacia delante. 
— ¿Por qué no te apartas un poco, bombón?— La oigo decir a 
Darian. 
Se me revuelve el estómago y trato de ignorarlo. Odio sentirme 
invisible, y en la escuela secundaria esperaba alejarme de las chicas 
que siempre me hacían sentir pequeña. 
—No, estoy bien. — le dice a Mindy y luego me devuelve la 
mirada. Abre la boca para decir algo más, pero la profesora empieza a 
hablar en su lugar. 
Durante toda la clase, tanto Darian como yo nos robamos 
miradas, y me sorprende no sentirme más tímida. Normalmente soy 
la peor con los chicos, pero él tiene algo. 
Mindy suelta un resoplido al no conseguir la atención de Darian, 
así que decide dar una patada al respaldo de mi silla, haciendo que 
me sobresalte. Se detiene un momento y vuelve a hacerlo, esta vez con 
tanta fuerza que hace que mi libro se caiga. 
La mano de Darian cae con fuerza sobre su escritorio. — ¿Tienes 
algún problema?— le pregunta a Mindy. 
—Upss. — se pavonea y su tono está lleno de sarcasmo. 
—Ya basta.— dice la profesora, y mi estómago vuelve a sufrir un 
calambre. 
Me levanto del pupitre para coger mi libro, pero Darian llega a él 
un segundo antes que yo. 
— ¡Dios mío, Violet! Tienes la regla por todo el pantalón. — grita 
Mindy antes de estallar en carcajadas. 
Es entonces cuando siento la tela húmeda de mis bragas y 
pantalones caqui contra mi piel y el horror trepa por mi cuerpo. Oh, 
Dios, aún no me ha venido la primera menstruación, pero debe ser 
por eso por lo que tengo calambres. 
Sin pensar ni agarrar mis cosas, salgo corriendo del aula antes 
de que pueda romper a llorar. Hay un cuarto de baño al final del pasillo 
Sotelo, gracias K. Cross 
y me meto en una cabina justo cuando las lágrimas empiezan a correr 
por mi cara. Ya no hay forma de detenerlas, y no puedo pensar más 
allá de qué demonios voy a hacer. Salí corriendo de la habitación sin 
mi bolso, así que no puedo llamar a nadie. Quiero que el mundo se 
abra y me trague entero. 
Asomo la cabeza por la cabina y veo que no hay nadie conmigo, 
y al echar un vistazo al cuarto de baño, se me vuelve a caer el corazón. 
No hay nada que pueda utilizar para limpiarme o evitar que empeore. 
Vuelvo a entrar en la cabina y lloro un poco más mientras intento idear 
un plan. ¿Puedo quedarme sentada aquí todo el día hasta que el 
colegio se despeje? 
— ¿Rosy?— La voz de Darian dice mi nombre, y miro la puerta 
cerrada del cubículo en estado de shock. —Voy a entrar. 
—Eso no está permitido. — siseo mientras miro a mi alrededor 
como si algo fuera a darme la respuesta. ¿Qué demonios está haciendo 
aquí? 
—Qué pena. — Veo sus pies en el fondo del cubículo y luego mi 
mochila cae al suelo junto a él. 
Veo que coloca su chaqueta encima y luego un bloc de notas 
encima, junto con unas cuantas chocolatinas que guardan en la 
máquina expendedora. —He ido a la enfermería del colegio y te he 
traído algunas cosas. Puedes atarte la chaqueta a la cintura o algo así 
hasta que llegues a casa. 
Hay una pausa de silencio y luego veo que sus pies se retiran del 
cubículo y la puerta del baño se abre y se cierra. Me quedo mirando el 
montón y luego lo atraigo hacia mí como si fuera un chaleco salvavidas 
en medio del océano. 
Lo primero que hago es enviar un mensaje a la asistente de 
nuestra casa, Elsa, diciendo que es una emergencia y que tiene que 
venir a buscarme. Luego agarro la almohadilla y me la pongo mientras 
me limpio lo mejor que puedo. Ni siquiera tengo tiempo de pensar en 
lo mortificante que es esto porque estoy muy aliviada de que haya 
aparecido. 
Cuando termino de lavarme las manos, vacilo antes de atarme 
la chaqueta a la cintura. Me siento fatal, pero la vergüenza de salir de 
Sotelo, gracias K. Cross 
aquí mostrando mi periodo es peor que arruinar una chaqueta que 
puedo reemplazar. 
Una vez cubierta y con mis cosas, abro lentamente la puerta para 
ver a Darian. Su rostro está lleno de preocupación y amabilidad, y 
aunque hay una parte de mí que sigue avergonzada, la gratitud que 
siento por él la aparta. 
—Gracias. — empiezo a decir y luego tropiezo con las palabras. 
—No estaba preparada, y Dios, todo esto es muy dulce de tu parte. — 
Sostengo la barra de chocolate, dejando escapar una pequeña risa 
antes de apartar la mirada y encogerme de hombros. 
—No pasa nada. Tengo hermanas mayores. — Cuando dice esto, 
miro sus ojos grises, que son tan amables y gentiles. —Además, no me 
importa hacer mi trabajo. 
— ¿Tu trabajo?— Pregunto confundida. 
—Cuidar de ti. — Lo dice como si fuera obvio. 
Aunque parezca una locura, se siente bien. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 2 
DARIAN 
 
—Hace frío, ¿dónde está tu chaqueta?— pregunta mi hermana 
adoptiva mayor, Lindsey, dispuesta a regañarme por olvidarla. Este 
año está en el último curso, pero siempre ha actuado como mi madre. 
—La dejé en el colegio. — Me acurruco contra la puerta del coche 
y espero que no se dé cuenta de la mentira. Cuando miro mis caquis, 
gimo interiormente porque odio este uniforme. Supongo que es mejor 
que llevar mi propia ropa y que los chicos del colegio hagan bromas 
porque no tengo las etiquetas adecuadas. 
—Sabes que no vas a tener una nueva si lo has perdido. — 
Amber, mi otra hermana adoptiva, que es dos años mayor que yo, se 
cruza de brazos y frunce los labios en desafío. Su hermana gemela 
Allison está sentada en el asiento delantero y se gira para hacer lo 
mismo. 
—Gina ya dijo que estamos peleando hasta el tercero, así que 
será mejor que la encuentres. — interviene Allison, no queriendo 
quedarse fuera de la pila de perros. 
Gina es nuestra madre de acogida, y hace lo mínimo para 
mantener al Estado contento. Lo que básicamente significa que nos 
mantiene vivos y sin problemas. Aunque, si solo estuvieran mis tres 
hermanas mayores a cargo, pasaría lo mismo. Su pasatiempo favorito 
es decirme lo que tengo que hacer, pero estoy acostumbrado y no me 
opongo a ello. 
—La llevarás a casa hoy, ¿verdad?— pregunta Lindsey desde el 
asiento del conductor, con los ojos puestos en mí por el espejo 
retrovisor. Asiento y deja de lado el tema. —Voy a dejar a Darian 
primero. 
Amber y Allison empiezan a quejarse, pero Lindsey habla por 
encima de ellas. Pase lo que pase, todos nos ponemos en fila cuando 
Lindsey habla. Puede que no sea la madre, pero está al mando. Solía 
Sotelo, gracias K. Cross 
pensar que es porque no abusa de su poder, pero cuanto más crecía, 
más descubría su pasado y los hogares de acogida de mierda en los 
que había estado antes de Gina. Lindsey sabía cómo eran las cosas en 
otras situaciones, y aunque Gina solo está en ello por un cheque, es 
mejor que la alternativa. 
— ¿Tu lujosa escuela no envía un Rolls a recogerte?— Amber se 
burla. 
—Solo para las excursiones. — respondo, mordiendo el anzuelo. 
—Basta. — dice Lindsey, y Amber me saca la lengua. 
—Que seas tan inteligente no significa que seas mejor que 
nosotras. — El comentario de Allison hace que el coche se quede en 
silencio, y mis ojos vuelven a encontrarse con los de Lindsey en el 
retrovisor. 
Lindsey rellenó mi solicitud para Kingswood Prep sin que yo lo 
supiera. Vio mis notas en la escuela primaria y pidió a uno de mis 
antiguos profesores que me hiciera un test de inteligencia. No me lo 
dijo ni a mí ni a Gina hasta que entré porque necesitaba un coche. El 
colegio no ofrecía transporte ni tenía autobuses, y Gina no estaba 
dispuesta a salir de la cama antes del mediodía para llevarme a ningún 
sitio. Lindsey accedió a llevarnos a mí y a las gemelas al colegio y a 
hacer todos los recados que Gina no quería hacer si conseguía el 
dinero suficiente para comprar un coche viejo. No sé cómo consiguió 
que Gina estuviera de acuerdo, pero Lindsey fue al depósito de 
chatarra ese fin de semana y volvió a casa con la batidora oxidada que 
llamamos la bestia verde. Es una auténtica mierda, pero con ella viene 
la libertad, y me di cuenta enseguida de que eso era lo que quería. 
Mis pensamientos se dirigen a Rosy y a su uso de mi abrigo en 
la oficina ayer. No volvió después de eso, porque no la vi el resto del 
día. Le advertí a Mindy que si decía una palabra de ello, la haría 
lamentar. 
Hasta donde yo sé, no ha salido a la luz, porque ese es el tipo de 
chismes que se esparcirían como la pólvora. Miro hacia el asiento 
delantero, donde Lindsey le pasa un tampón a Amber, y tal vez estoy 
insensibilizado, pero ¿a quién le importa? 
Sotelo, gracias K. Cross 
Rosy estaba muy agradecida, pero lo de cuidar de ella iba en 
serio. No sé cómo, porque no tengo nada, pero pienso cumplir mi 
palabra. Hay algo especial en ella, algo que no ha visto el lado oscuro 
del mundo ni ha estado rodeada de suficientes imbéciles como para 
oscurecer su brillo. Ella es pura y dulce, y no quiero que nadie le quite 
eso. 
—Volveré a las cuatro y media. — dice Lindsey mientras gira la 
bestia verde hacia el estacionamiento,y enseguida las cabezas se 
giran. 
Lo ignoro igual que el día anterior, porque estoy usando esta 
escuela tanto como ellos me están usando a mí. Los chicos con 
puntuaciones tan altas como las mías les hacen quedar bien, y esta 
escuela es mi billete para la universidad. Si todo lo que tengo que 
hacer es soportar comentarios sobre ser pobre durante mi estancia 
aquí, que así sea. No se equivocarían; somos pobres. 
Lindsey se detiene en el estacionamiento de estudiantes y Amber 
baja la ventanilla mientras los estudiantes pasan y giran la cabeza en 
nuestra dirección. 
— ¿Estos chicos ricos saben comer coños?— pregunta en voz 
alta al grupo de deportistas que pasa mientras hace una V con los 
dedos y pasa la lengua entre ellos. 
—Están demasiado ocupados contando su dinero. Dame un 
chico malo del lado oeste al que le guste el culo. — dice Allison, y ella 
y su gemela chocan los cinco. 
—Vigila tu espalda, Darian. — dice Lindsey en voz baja mientras 
levanta la barbilla en el espejo, y salgo del coche. 
—Ve a ser inteligente. — dice Allison con su acento de Boston 
mientras la bestia verde se aleja, dejando un rastro de humo tras de 
sí. 
Mientras atravieso el terreno, oigo mi nombre y me giro para ver 
a Rosy. Su cabello rojo está trenzado sobre un hombro y está envuelta 
en una chaqueta color canela con piel alrededor del cuello. Es tan 
perfecta que parece de película. Siento que mi sonrisa coincide con la 
suya cuando voy en su dirección y me encuentro con ella a mitad de 
camino. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Hola, quería alcanzarte antes de la clase. — Me tiende el 
abrigo. —Lamento no poder reemplazarlo, pero lo hice limpiar anoche. 
—Esto es genial, gracias. — Probablemente no pudo 
reemplazarlo porque no compra en Goodwill. Pero huele a limpio y a 
vainilla, lo que me recuerda a ella. Me lo pongo rápidamente y luego 
camino al ritmo de ella. — ¿Te va bien? 
—Sí, gracias a ti. — Se mira los pies, pero puedo ver el rubor en 
sus mejillas. 
— ¿Estás en la banda?— Pregunto mientras señalo el pequeño 
maletín que lleva. Me doy cuenta de que está deseando cambiar de 
tema, y no me importa. 
—Oh, sí, toco la flauta. — La sostiene como si pudiera ver a 
través del estuche. 
—Yo también. — Sus ojos se posan en los míos y me encojo de 
hombros. —Quiero decir que no toco la flauta, pero estoy en la banda. 
Toco la percusión, pero soy terrible. — Esta vez sonríe tanto que puedo 
ver sus aparatos. Debe darse cuenta al mismo tiempo que yo porque 
los esconde y mira hacia delante. —Hoy me toca a mí primero. ¿Y tú? 
—A mí también. — Se muerde el labio inferior mientras subimos 
la colina y entramos en el auditorio de la banda. 
Kingswood Prep requiere que sus estudiantes becados tengan 
una actividad extracurricular. Cuando Lindsey me apuntó a la banda 
podría haberla matado, pero ahora pienso que debería agradecérselo. 
Ella dijo que los chicos que tocaban la batería eran geniales, y yo no 
necesitaba que mi costoso cerebro fuera golpeado en un campo con 
un grupo de imbéciles. 
— ¿Quieres sentarte a mi lado?— Rosy pregunta cuando 
entramos en la sala de música. 
—Siempre que puedo. 
Cuando la miro, intento pensar si alguna vez me he sentido tan 
bien, y no puedo recordar un momento en el que me haya sentido tan 
bien. El simple hecho de tener mis ojos en ella hace que todo el dolor 
desaparezca, y siento que todo va a estar bien. 
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Capítulo 3 
ROSY 
 
Unos años después... 
—Ese no es el vestido que elegimos. — Me giro del espejo al oír 
la voz de mi madre, y me sorprende porque no sabía que estaba en 
casa. 
Una pequeña parte de mí esperaba que se olvidara de que el baile 
era hoy, ya que ella y mi padre pasan casi todos los fines de semana 
en la ciudad. Cuando era joven me molestaba que siempre estuvieran 
fuera, pero ya no tanto. 
—Fui con otra cosa. — Me encojo de hombros, esperando evitar 
la confrontación. 
No habíamos elegido ningún vestido. Ella envió un enlace a un 
vestido en un mensaje de grupo entre su estilista y yo. Estuvieron de 
acuerdo en que era perfecto y lo enviaron. Me lo probé y lo odié, y 
cuando me miré en el espejo no me vi a mí misma. Todo lo que vi fue 
a mi madre, alguien en quien nunca quiero convertirme. Odio tener 
esa sensación, pero es la verdad que llevo dentro. 
Cuando era más joven me perdía muchas cosas porque estaba 
protegida. En los últimos dos años, Darian y sus hermanas me han 
abierto los ojos a un mundo más allá del mío y me han enseñado 
lecciones que mi cara escuela nunca me enseñaría. 
—Es hogareño. 
—Creo que quieres decir hippie. — Aunque yo lo llamaría 
bohemio, no quiero desglosar eso para ella. 
Se caería muerta si le dijera que compré el vestido en una tienda 
de segunda mano. Pero después de desanimarme al probarme vestidos 
de diseño la semana pasada, les pedí a las gemelas y a Lindsey que 
me acompañaran de compras. Estuvieron de acuerdo si podían elegir 
los lugares que visitáramos. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Cuando llegamos a la tienda de segunda mano estaba un poco 
nerviosa por si no encontraba nada. Lindsey dijo que si no 
encontrábamos nada, iríamos al centro comercial, pero que lo 
intentáramos y que podría sorprenderme. Así fue, pero debería 
haberlo sabido porque Lindsey es un alma vieja que de alguna manera 
puede ver el futuro. Al menos eso es lo que digo cuando me burlo de 
ella, pero creo que todos sabemos que es porque tiene más inteligencia 
de calle que nadie. 
—Feo. ¿Es una palabra mejor para ti?— Mi madre resopla y 
frunce la nariz ante mí. En otro tiempo me habría lanzado a arreglar 
lo que la irritaba, pero el caso es que nunca deja de estar irritada. 
Creo que el vestido es perfecto, aunque nunca la convenceré de 
ello. La espalda está desnuda, con un suave encaje que sube por el 
lateral hasta anudarse a mi cuello. Muestra una hermosa línea en V 
hasta mis pechos, con flores decorativas que caen hasta el suelo. Una 
fina cinta de seda atada alrededor de mi cintura hace que mis caderas 
parezcan redondeadas y muestra la figura de reloj de arena que he 
adquirido con los años. Por suerte, las pequeñas insinuaciones de mi 
madre sobre mi peso han disminuido desde que se dio cuenta de que 
eran inútiles para mis oídos. 
Además de mí, solo hay otra persona cuya atención quiero en mi 
cuerpo, y es Darian. Y para mi gusto, le cuesta mucho apartar las 
manos de mí. Incluso con lo excitados que estamos cuando estamos 
solos, no hemos ido muy lejos. Realmente espero que esta noche sea 
la noche. Nunca ha sido el momento ni el lugar adecuado para que 
hagamos algo más que caricias pesadas, pero esta noche será 
diferente. 
— ¿Cuándo te vas? No te irás con ese chico, ¿verdad?— me 
pregunta, sacándome de mis pensamientos. 
—Tiene un nombre, y lo sabes. 
Darian y yo somos algo desde que me robó el corazón aquel 
primer día de clase. Todo el mundo lo sabe, y todo el mundo lo ha 
superado a estas alturas. Han pasado años, por no mencionar que nos 
estamos acercando a la graduación y todos van a empezar un nuevo 
camino. Apuesto a que no volveré a ver a la mitad de esta gente, y 
estaré muy feliz de salir de esta ciudad. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Por suerte, Darian y yo vamos a la misma universidad. Habría 
sido horrible hacer lo de la larga distancia. Mi madre se va a volver 
loca cuando se entere de que vamos a la misma universidad, pero no 
tengo pensado decírselo pronto. 
— ¿De verdad sigues con este chico? Tu padre y yo esperábamos 
que fuera una fase de chico malo. 
—No es un chico malo. — Levanto las manos. 
Puede que haya amenazado a unos cuantos chicos en el colegio 
a lo largo de los años, pero solo a imbéciles que hacían estúpidos 
comentarios sexuales en mi dirección. El mismo tipo de chicos con los 
que mi madre estaría encantada de que fuera al baile. Me hace falta 
todo lo que hay en mí para no explotar, pero es inútil porque ella 
nunca lo entenderá.— ¿Por qué nos haces esto? Sabes que no nos interesa el chico. 
Sus palabras me quitan el aire de los pulmones y mis ojos arden 
de lágrimas. Odio que mi familia sea así. Siempre juzgan a Darian por 
cosas que no puede controlar, y me duele el corazón que sean tan 
abiertamente groseros con él cuando solo ha sido amable con ellos y 
no trata a su hija más que con dulce amabilidad. Deberían alegrarse 
de que haya encontrado a alguien como Darian, porque creo de verdad 
que es una raza rara de hombres. 
—Lo amo. — digo con firmeza, y mi madre baja la cabeza. 
—Eres una niña tonta, y voy a poner fin a esto ahora. 
—Soy una adulta. No puedes decirme con quién puedo o no 
puedo salir. 
—Puedo hacerlo mientras estés bajo este techo. — arremete, y 
cojo el bolso de la cama y saco el teléfono. Darian está a punto de 
llegar, y cuando estoy a punto de enviarle un mensaje, me agarra del 
brazo. Puede que esté enojada, pero sé que no me va a echar. Si se 
corriera la voz, perdería prestigio, y eso es lo único que nunca 
sacrificaría. 
—No me hagas elegir, mamá. No te gustará la respuesta. — Me 
libero de su brazo y salgo de mi habitación. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Cuando llego a la puerta principal, la abro justo cuando Darian 
está a punto de llamar. Salgo rápidamente, cierro la puerta tras de mí 
y le sonrío con demasiada intensidad. 
—Estás muy guapo. — me apresuro a decir. Estoy tan 
acostumbrada al uniforme del colegio que es agradable ver algo 
diferente. 
—Me lo pondré todos los días si vienes corriendo hacia mí así. — 
Entrelaza sus dedos con los míos antes de inclinarse para darme un 
rápido beso en los labios. —Estás preciosa. 
Todavía recuerdo la primera vez que vi a Darian, e incluso 
entonces no creí que pudiera crecer más. Sigue creciendo y, de alguna 
manera, siento que yo solo me he vuelto más baja mientras él se eleva 
sobre mí. 
—Gracias. — Me inclino hacia él mientras caminamos hacia el 
viejo Bronco que compró hace unos meses. Estuvo haciendo todo tipo 
de trabajos extraños para ahorrar y, cuando por fin lo consiguió, me 
subí a él con sus hermanas mientras nos llevaba por la ciudad. Fue 
un día tan feliz para él... y para todas nosotras, en realidad. Darian es 
imparable cuando se propone algo. 
— ¿Supongo que no voy a ver a tus padres?— Trata de 
disimularlo como si no le importara, pero sé que le importa. Puedo 
verlo en sus ojos, y me dan ganas de volver a entrar y gritarles. 
—No. — Sacudo la cabeza y miro hacia otro lado. 
—Oye. — Darian pone su dedo bajo mi barbilla hasta que vuelvo 
mis ojos a los suyos. —No te sientas mal por la mierda que hacen. No 
tienes control sobre eso. 
—Lo sé, no voy a dejar que arruinen esto. — Coloco mi mano en 
su pecho mientras sonrío suavemente. —Siempre te elegiré a ti. 
Me abre la puerta para que entre, y realmente ya no quiero ir al 
baile. Quiero estar a solas con él, y quiero que sepa que lo quiero. 
—Te prometo que nunca te arrepentirás de haberme elegido. — 
dice, y no es solo una promesa, es un juramento. 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 4 
DARIAN 
 
Después de que Lindsey se graduara en el instituto, convenció a 
Gina para que la dejara quedarse siempre que pagara el alquiler. Las 
gemelas hicieron lo mismo hace dos años cuando se graduaron, y 
siempre me pregunté si era porque no querían dejarme atrás. Nunca 
tuve el valor de preguntar, sobre todo porque me gustaba creer esta 
versión. 
Las cosas cambiaron desde que el estado le pagaba a Gina para 
que nos mantuviera al día hasta que todos le pagamos a ella para que 
no tuviéramos que separarnos. Cuando cumplí dieciocho años hace 
dos meses, como regalo de cumpleaños, mis hermanas pagaron el 
alquiler hasta que me vaya a la universidad este verano, así que no 
tuve que preocuparme por el dinero mientras terminaba la escuela. 
No sabía qué decir, pero sé que de alguna manera, algún día, les 
devolveré el favor. Las tres me echan mierda las veinticuatro horas del 
día, pero también sé que creen en mí y me empujan a ser lo mejor que 
puedo ser. Incluso han rellenado las solicitudes de la universidad y el 
papeleo de las becas por mí. 
Por suerte, Kingswood Prep abrió todas las puertas que dijo que 
abriría, y conseguí una beca completa. No solo me cubrieron el 
alojamiento y la comida durante los cuatro años, sino que obtuve una 
beca para cubrir todo lo demás mientras estudiaba. Lindsey lloró el 
día que le di la carta, y las gemelas saltaron en el sofá con tanta fuerza 
que se partió por la mitad. A Gina no le hizo ninguna gracia porque 
sabía que eso significaba que nuestro tiempo con ella llegaba a su fin. 
Lindsey lleva un par de años trabajando como subdirectora en 
el restaurante local. Trabaja todas las horas que el restaurante está 
abierto, pero le gusta el lugar y es un dinero decente. Sé que ha estado 
ahorrando para comprar una casa para que Amber y Allison puedan 
mudarse con ella, ya que yo me encargaré de la escuela. El otro día 
me dijo que espera convertirse pronto en gerente, y no me cabe duda 
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de que estará dirigiendo ese lugar antes de que sepan lo que les ha 
pasado. 
Las gemelas trabajan como camareras en uno de los mejores 
hoteles de la ciudad. Por lo que me han contado, parece que les 
encantan los cotilleos del hotel, y las propinas son mejores que en 
cualquier otro trabajo que hayan tenido. Una de las ventajas es que 
obtienen descuentos en las habitaciones y me consiguieron una suite 
para el baile. 
Mis tres hermanas cruzaron los brazos sobre el pecho y me 
dieron “la charla” antes de salir a recoger a Rosy. Al ser mayores y 
estar metidas en mis asuntos, saben que todavía soy virgen y que Rosy 
y yo no hemos tenido relaciones sexuales. No tengo ninguna duda de 
que le dieron a Rosy la misma charla, solo que estoy seguro de que fui 
yo el que recibió la versión extendida que incluía sacarla y no ser un 
imbécil egoísta. 
Ellas fueron los que llevaron a Rosy al departamento de salud 
para que tomara la píldora el año pasado porque eso fue lo que hizo 
Gina con ellas. Podría haber sido la cosa más inteligente que había 
hecho con la forma en que las gemelas pasan por los chicos. 
Mientras llevo a Rosy de la mano en mi Bronco de camino al 
baile, pienso en cómo mis hermanas han contribuido a mantenernos 
unidos. Los padres de Rosy no me quieren; lo han dejado claro cada 
vez que he estado en su presencia. Aunque Rosy no me dice lo que 
dicen a mis espaldas, lo veo en la forma en que me miran y en las 
preguntas que me hacen. Por mucho que intenten apartarme, nada de 
eso importa porque sigo aquí, donde siempre estaré. Pero a pesar de 
que intentan separarnos, mis hermanas han conseguido acercarnos. 
Solo por eso, estaré siempre en deuda con ellas. 
—Parece que no quieres entrar. — digo mientras saco la llave y 
me giro para mirarla. Rosy se encoge de hombros y se mira las manos. 
—Oye. — digo, y sus ojos encuentran los míos. —También es mi baile 
de graduación, ya sabes. 
—Como si te importara. — Pone los ojos en blanco, pero veo la 
sonrisa que se dibuja en sus labios. 
—Me importa tener un baile contigo. 
Sotelo, gracias K. Cross 
— ¿De verdad?— pregunta, levantando las cejas en señal de 
desafío. 
—De verdad. — Me llevo su mano a los labios y le beso los 
nudillos. —Tenemos que poder decirles a nuestros hijos algún día que 
en realidad bailamos en nuestro baile de graduación. 
Se muerde el labio inferior para ocultar la sonrisa mientras me 
inclino y la beso. Sé que le encanta que le hable de nuestro futuro, y 
a mí también. Tenemos nuestras vidas planeadas, y estoy listo para 
dejar esta escuela y llegar a ella. Pero antes de eso, quiero asegurarme 
de que vivimos todas las experiencias, incluidas las que no nos 
entusiasman demasiado. 
Entramos y nos hacemos una foto, y luego bailamos lentamente 
un par de canciones. No hay nadie más aquí esta noche con quien 
queramos pasar el rato,y cuando Rosy me dice que está lista para 
irse, asiento. Tal vez deberíamos haber hecho más por hacer amigos, 
pero después de años en los que la gente intentaba meternos en cajas, 
decidimos crear la nuestra y dejar a todo el mundo afuera. 
—Amber me ha dicho que nos ha conseguido una suite esta 
noche. — menciona Rosy despreocupadamente mientras nos alejamos 
del baile y nos dirigimos al centro. 
—Sí. — Le tomo la mano, pero no me mira mientras sigue 
hablando. 
—Me ha dicho que nos vamos a quedar esta noche. 
— ¿Te parece bien?— Pregunto, y asiente, con las mejillas 
sonrojadas. Después de un momento, le aprieto la mano. —Te tengo 
algo en la parte de atrás. — se da la vuelta y coge la pequeña bolsa 
negra que tengo colocada en el asiento detrás de nosotros. 
— ¿Qué es?— rebota en su asiento, y por eso me encanta hacerle 
regalos. Dice que siempre está muy contenta porque los míos son los 
mejores, pero tal vez no tenga mucho que hacer. Sus padres siempre 
se limitan a regalarle cosas caras en lugar de cosas que realmente le 
gusten. 
—Mira dentro y verás. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Abre la cinta y mete la mano. Saca varias cosas y chilla de 
emoción hasta que levanta el último objeto. 
—Darian. — dice suavemente mientras mira la seda y el encaje. 
—La ropa y los zapatos cómodos son para mañana cuando 
salgamos del hotel. No creí que quisieras volver a ponerte el vestido, 
por muy fantástico que te quede. 
— ¿Y esto?— pregunta ella, tocando la lencería. 
—No estaba seguro de cómo te sentirías esta noche, así que te 
traje otra opción. — Rosy nunca ha sido tímida con su cuerpo, pero 
tampoco hemos estado nunca desnudos juntos. —Nunca he hecho 
esto antes... quiero decir, ninguno de nosotros lo ha hecho, así que 
pensé, no sé, que tal vez sea algo incorrecto... 
—Es perfecto. — me interrumpe y pone su mano en mi muslo. 
—Todo, es perfecto. 
Mi corazón se acelera cuando llegamos al hotel y ella vuelve a 
meter todos sus regalos en la bolsa. Me sonríe y salgo y le hago señas 
al valet para que me deje abrir la puerta. 
Nos quedamos callados mientras nos registramos y en completo 
silencio en el ascensor mientras subimos al último piso. No es que esté 
nervioso, es que no sé qué hacer y no quiero decir nada malo y 
arruinar la noche. Rosy es tan perfecta y especial, y se lo merece todo. 
Al llegar a la puerta doble del final del pasillo, me quita la llave 
cuando no consigo que funcione el lector de tarjetas. En cuanto se 
pone en verde, abrimos las puertas y nos quedamos de pie mientras 
contemplamos el espacio. La vista de la ciudad es increíble, pero eso 
no es lo que tiene nuestra atención. Porque por todo el suelo y en todas 
las superficies, la sala ha sido decorada con pétalos de rosa y flores. 
—Dios mío, Darian. — Rosy mira a su alrededor y ve a lo lejos la 
cama con pétalos de rosa en forma de corazón encima. —Esto es 
demasiado. 
Se vuelve hacia mí con lágrimas en los ojos mientras salta a mis 
brazos. La beso antes de que pueda explicarle que probablemente mis 
hermanas hayan preparado esto, pero quizá no lo admita en este 
momento... ni nunca. 
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Con sus labios sobre los míos y la puerta cerrada, es como si 
estuviéramos en nuestro propio mundo. Un mundo en el que solo 
estamos nosotros dos y en el que nosotros ponemos las reglas. Sus 
piernas me rodean la cintura y, sin pensarlo, mis manos se dirigen a 
su culo y la llevo al dormitorio. 
La coloco encima de los pétalos de rosa mientras me levanto y la 
miro. Es como un ángel con su vestido, y no puedo evitar pensar que 
la han puesto en esta tierra para salvarme. Me desabrocho la corbata 
del esmoquin alquilado y me quito la chaqueta y los zapatos. Se sienta 
sobre los codos mientras me ve despojarme de la ropa hasta que solo 
tengo los calzoncillos. 
— ¿Debería?— hace un gesto hacia el baño y niego. 
—Deja que te desnude. — Mi voz es tan baja que apenas la 
reconozco mientras me arrodillo en el suelo a los pies de la cama y le 
desprendo las sandalias. 
Cuando se las quito de los pies, beso las líneas rojas que han 
hecho en la parte superior y alrededor de los tobillos. Sigo besando 
sus suaves pantorrillas porque no puedo evitarlo. Todo lo que hemos 
hecho en el pasado han sido algunas sesiones de besos en las que he 
deslizado mi mano bajo su camisa y ella me ha cogido por encima de 
mis vaqueros. Pero ya he fantaseado con este momento y no quiero 
precipitarme. 
Rosy se sienta y me coge la cara antes de apretar sus labios 
contra los míos. De alguna manera, ambos sabemos que este 
momento es especial y que ninguno de los dos está dispuesto a 
apresurarse. 
Nos tomamos nuestro tiempo mientras sus manos recorren mi 
pecho desnudo, y me estremezco al sentirlo. En nuestra familia no hay 
mucho afecto físico por razones que nunca he explorado, así que sentir 
su piel sobre la mía es como una droga. Toda la sangre de mi cuerpo 
se precipita hacia el lugar donde sus dedos se conectan con mi piel, y 
soy como un imán al seguir cada uno de sus movimientos. 
—Te amo tanto, Rosy. — le digo, mirándola a los ojos, y mis 
dedos tocan el cierre de su vestido. 
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—Yo también te amo, Darian. —. Asiente y, con un rápido tirón, 
la tela del vestido se desprende de su cuello y se enreda en su cintura. 
Sonríe suavemente mientras se levanta y se desata el lazo de las 
caderas. Sigo arrodillado en el suelo cuando el vestido cae a sus pies 
y se queda solo con unas bragas de encaje de color crema. Parecen 
tan delicadas, como si un soplo de aire las hiciera disolver, y quiero 
hacer precisamente eso. 
Cuando me levanto, siento el calor de su cuerpo desnudo contra 
el mío, y es casi suficiente para hacerme perder el control. Ella es 
suave y tersa, y yo soy duro y áspero, y me pregunto si me siento tan 
bien con ella como ella conmigo. 
— ¿Qué pasa con la lencería?— pregunta, colocando sus manos 
en mis caderas y jugando con la cintura de mi ropa interior. 
—Más tarde. — Una vez más, mi voz es baja y autoritaria como 
si hubiera sido tomado por alguien mucho más seguro de sí mismo. 
—Ahora mismo, quiero saborear cada centímetro de ti. 
Chilla mientras la levanto y luego me pongo encima de ella en 
medio de la cama. —Eres mía. 
—Tuya. — asiente, y me abro paso lentamente por su cuerpo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 5 
ROSY 
 
El corazón me late cuando Darian me besa el cuello y la 
clavícula. Nunca en mi vida algo se había sentido tan bien, sin 
ninguna duda. Este es el hombre con el que voy a pasar el resto de mi 
vida. Juntos, vamos a crear una vida propia donde todos nuestros 
sueños se hagan realidad. 
—Eres tan suave. — Sonrío porque siempre dice eso cuando me 
pone las manos encima. —Dulce también. 
Siempre he sido un poco tímida, pero nunca con Darian. No sé 
si es porque mi alma y mi corazón reconocieron quién era él para mí 
cuando nos conocimos, o por cómo me trata. Tal vez sea un poco de 
ambas cosas. 
Su boca cubre mi pezón, y jadeo ante la sensación. Nunca me 
había dado cuenta de que podían ser tan sensibles y dolorosos 
mientras su mano me acaricia el otro pecho. Su áspero pulgar roza el 
apretado pico y me arqueo para acercarme. Me pesan los pechos y me 
froto los muslos para intentar encontrar alivio. Mi clítoris palpita al 
ritmo de mi corazón y estoy tan excitada que noto cómo se me pegan 
las bragas mojadas. Mi cuerpo se agita sin que le diga lo que tiene que 
hacer, y Dios, el peso de Darian encima de mí es tan pesado y 
maravilloso. 
Clavo los dedos en su espalda, queriendo acercarlo de algún 
modo. Cuando me suelta el pezón para ir a por el otro, grito. Se está 
tomando su tiempo, algo que me encanta y que odio, pero me alegro 
de que por una vez no tengamos que preocuparnos de que nadie nos 
interrumpa. Sé que queremos saborear el momento, pero lo necesito 
demasiado para tomarme una eternidad. 
Me sueltael pezón y me besa con la boca abierta por el estómago. 
Todo mi cuerpo arde y lo único en lo que puedo pensar es en su boca. 
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—Darian. — le suplico mientras me besa la parte superior de las 
bragas y luego justo en el lugar donde más lo necesito. Ya me había 
excitado antes con él hasta el punto de pensar que no podría 
soportarlo más, pero esto va más allá. —Me duele. 
— ¿Duele?— Darian levanta la cabeza. 
—Por favor. — gimoteo, y mis dedos empujan las sábanas. 
—Se supone que debo ir despacio y tomarme mi tiempo. — Su 
voz es tan profunda, y puedo ver en la línea tensa de los músculos 
cómo se está conteniendo. No me cabe duda de que él también tiene 
que estar dolorido, pero su preocupación por mí le hace ir despacio. 
—Despacio después. Necesito correrme ahora. 
Ante mi petición, Darian agarra la banda de mis bragas y en un 
rápido movimiento me las quita. Su boca caliente cubre mi clítoris 
palpitante, y cuando chupa, me corro al instante. Es muy rápido, pero 
no me importa. Estaba demasiado al límite y fuera de mí. 
Darian no se detiene mientras me lame y sigue. Siento cómo 
mete y saca los dedos mientras gime contra mí. El sonido de su 
necesidad recorre mi cuerpo y me excita tanto como su boca. Es 
agresivo y a la vez tierno, y sus bajos gemidos de deseo me hacen 
sentir necesitada. Siento que he cubierto el interior de mis muslos con 
mi deseo, y él sigue frotando su cara en él. Tal vez sea así para todo el 
mundo, pero Dios, nunca imaginé que se sentiría tan bien. 
—Tan jodidamente apretada. — Empuja sus dedos con más 
fuerza, y gimo de placer. Quiero sentirlo dentro de mí mientras su 
cuerpo se mueve sobre el mío y tener por fin a mi Darian en todos los 
sentidos. 
Su lengua se arremolina alrededor de mi clítoris y voy a correrme 
de nuevo. Casi me daría vergüenza lo rápido que me estoy corriendo, 
pero ahora mismo no me importa. No hay barreras entre nosotros 
mientras abro más las piernas y grito su nombre. Este orgasmo es tan 
intenso como el anterior, y siento que el sudor resbala por mi piel. 
—Darian, no puedo...— Ahora estoy suplicando mientras su 
lengua sigue lamiendo y mi sexo se aprieta alrededor de sus dedos. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Lentamente los saca de mí y me besa el interior de los muslos. 
Me tumbo en la cama con los ojos cerrados mientras la necesidad de 
mi interior aumenta una vez más. Soy adicta a sus caricias, y en el 
momento en que desaparecen estoy desesperada por tener más. 
Puede que me pase algo. ¿Es normal estar tan mojada y 
excitada? No tengo control sobre mi propio cuerpo porque todo lo que 
quiere es más Darian. Esto no puede ser normal, porque se siente 
como algo más que amor. Lo consume todo, ¿y qué voy a hacer si no 
puedo tener esto todo el tiempo? 
—Fuera de esa cabeza, dulce niña. — Darian baja sobre mí, 
presionando su cuerpo contra el mío. Es pesado y duro, y su peso me 
reconforta. 
—Lo siento. Fue tan rápido y...— Me interrumpe con su boca, y 
envuelvo mis piernas alrededor de él. 
El sabor de mi deseo está en su lengua, y me recuerda que 
Darian me pertenece. Tal vez eso me haga ser posesiva, pero quiero 
marcarlo como mío. A veces sigue siendo difícil creer que Darian me 
quiera, incluso con nuestras diferencias. 
Oigo los murmullos por la escuela de que nadie cree que 
vayamos a durar. Creen que soy una chica rica que sale con el chico 
malo para llamar la atención, o que él es un chico malo que intenta 
corromperme. La gente se pregunta por qué otra cosa saldría conmigo, 
pero todo es mentira. Sabrían la verdad si alguna vez lo conocieran o 
sintieran el tipo de amor que compartimos. 
—Que te corras tan rápido me hace sentir como un maldito rey. 
— Me río, y como siempre, Darian hace que me relaje. — ¿Segura que 
quieres hacer esto? Podemos parar aquí y esperar. 
Suelto mis manos de alrededor de sus hombros y las deslizo por 
su espalda hasta su ropa interior. —Me vas a hacer creer que no 
quieres hacer esto. 
Esta vez se ríe mientras sacude la cabeza. —He estado preparado 
más tiempo del que debería, nena. 
Engancho mis dedos en sus calzoncillos y los empujo hacia abajo 
todo lo que puedo. Me ayuda a bajar el calzoncillo hasta el final antes 
de soltarlo de una patada y quedarnos los dos desnudos. Estar piel 
Sotelo, gracias K. Cross 
con piel con él es como volver a casa mientras se acomoda encima de 
mí. 
—Nunca te comportas como tal. — Dejo de moverme cuando su 
polla desnuda roza mi sexo. Oh, mierda, esto está pasando. 
—Intento ser un caballero. 
—Lo sé. — Cuando inclino la barbilla hacia arriba, sus labios se 
posan en los míos. 
Darian siempre es respetuoso y amable cuando estamos solos o 
delante de la gente. A veces me pregunto si lo hace porque intenta 
demostrar a los demás o a sí mismo que es lo suficientemente bueno 
para mí. Me encanta que pueda ser tan bueno, pero no hay ningún 
lado de Darian que no me interese. Se ha convertido en el hombre que 
es por lo que ha pasado, y no cambiaría nada. 
Puedo sentir que todo su control se desvanece a medida que el 
beso se vuelve más hambriento. Los dos empezamos a mover nuestros 
cuerpos juntos, y cada vez su polla se desliza más contra mí. Cuando 
siento la cabeza de su polla en mi abertura y que empuja para entrar, 
relajo las rodillas e inclino las caderas hacia arriba. 
—Tómala, Darian. Es tuya, te elijo. — Aspira mientras sus ojos 
se fijan en los míos. 
—Te amo. — dice antes de introducirse por completo dentro de 
mí, y el aire abandona mis pulmones. Mis uñas se clavan en su 
espalda y cierro los ojos con fuerza, intentando respirar a través del 
dolor. —Joder. Joder. Joder. 
El pellizco que sentí se desvanece rápidamente, y mi cuerpo 
empieza a disfrutar de la plenitud dentro de mí. Mi sexo se aprieta 
alrededor de su polla, y Darian suelta otra retahíla de maldiciones 
mientras los músculos de su pecho y cuello se tensan. 
—Cariño. — gime, enterrando su cara en mi cuello. 
—Estoy bien. — le aseguro, porque sé que a veces se preocupa 
demasiado por mi seguridad. —Hazme el amor. 
—No sé qué he hecho para conseguirlo, pero... 
Sotelo, gracias K. Cross 
Lo beso, interrumpiéndolo. La afortunada soy yo. Trajo el 
verdadero amor a mi vida, y no me dejó ir porque se suponía que debía 
hacerlo. Simplemente me amó como soy, sin ataduras ni reglas. No 
estaba lleno de condiciones sobre lo que podía hacer por él, y por 
primera vez en mi vida alguien me vio. 
Es duro y grueso cuando se retira y luego se apresura a empujar 
de nuevo adentro. Al principio es lento, hasta que le clavo los talones 
en el culo y se mueve. Llega a un punto profundo dentro de mí que me 
hace gemir con fuerza. Los gemidos de ambos llenan la habitación 
cuando él toma el control. 
—Rosy. — grita. —Córrete. 
Su orden es tajante, y es un tono que nunca antes había usado 
conmigo. Me hace sentir algo en lo más profundo de mi ser, y lo único 
que quiero hacer es obedecer. Estoy tan excitada y él es tan grande 
dentro de mí que el sonido de su dominio es todo lo que necesito. 
Grito su nombre cuando llego al clímax y, poco después, siento 
su cálida descarga en mi interior. Empuja un par de veces más antes 
de desplomarse sobre mí, y hago lo que puedo para envolverle con mis 
miembros flácidos y abrazarle. 
Todo mi cuerpo zumba como si se hubiera electrocutado, y no 
sabía que podía sentirse así. No sabía que podía ser tan feliz. Quiero 
reír y llorar al mismo tiempo porque es una ola de emociones para la 
que no estaba preparada. 
—Te amo. — Sus palabras son musitadas mientras me besa el 
cuello. 
—Me encanta sentirte encima de mí. 
—Eso es bueno porque lo vas a sentir el resto de tu vida. — Dejo 
escapar una risita, y Darian gime mientras su polla se agita dentro de 
mí. —Te deseo de nuevo. 
—Entonces tómame. — le desafío, apretando a su alrededor. 
—No debería. Se supone que debo ponerte en un baño caliente y 
cuidarte. 
—Darian, ¿has leídosobre esto? 
Sotelo, gracias K. Cross 
Levanta la cabeza y frunce las cejas. — ¡Claro que sí! 
Suelto una carcajada más fuerte por lo serio que parece, pero no 
me sorprende. Cuando se trata de mí, Darian siempre intenta 
asegurarse de que está haciendo lo correcto. 
—Me estás matando. — Se retira un poco y vuelve a introducirse. 
—Sí. — Mi risa se convierte en un gemido cuando el placer 
empieza a aumentar. 
Es todo el estímulo que necesita antes de volver a penetrarme. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 6 
DARIAN 
 
—Estás sudando, ¿por qué estás sudando?— Allison se vuelve 
hacia Amber y me señala con el pulgar por encima del hombro. — ¿Por 
qué está sudando? 
— ¿No estarías aterrada si estuvieras a punto de tener un solo 
coño para el resto de tu vida?— Amber responde como si no estuviera 
en la habitación. 
—Es cierto. Pero creo que el coño de Rosy es probablemente 
bastante grande. — Allison parece que se lo está pensando, y pongo 
los ojos en blanco. 
—Ya está bien. — dice Lindsey, y Amber le susurra algo a Allison 
para darle la razón. —Luces bien. — Lindsey me arregla la corbata y 
me pasa las manos por la camisa para alisar las arrugas. 
—Gracias por venir. — Miro con nerviosismo la puerta del 
juzgado, lamentando la decisión de encontrarme con Rosy aquí. 
Deberíamos haber venido juntos, pero dijo que quería que su vestido 
fuera una sorpresa. 
Lindsey me mira durante un largo rato hasta que mis ojos se 
encuentran con los suyos. —No me habría perdido esto por nada. — 
Su voz es solemne mientras me agarra el hombro con fuerza. —Eres 
el mejor de todos y estoy orgullosa del hombre en el que te has 
convertido. — Veo que las lágrimas se acumulan en sus ojos mientras 
me asiente. —Eres bueno, Darian, y serás bueno con nuestra Rosy. 
— ¿Creías que podías ir a casarte sin nosotras?— Amber se burla 
mientras se cruza de brazos. —No voy a perder mi oportunidad por el 
pastel. 
— ¿Hay pastel?— Allison mira a su alrededor y una sonrisa se 
dibuja en mis labios. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Tengo el comedor para la noche. — me dice Lindsey 
encogiéndose de hombros. —Es nuestro regalo para ti. No es mucho, 
pero hemos planeado una pequeña cena, y he hecho una tarta. 
— ¿En serio?— Estoy tan abrumado por la gratitud hacia mi 
hermana que extiendo la mano y la atraigo en un abrazo. Ahora es 
más baja que yo, y su cabeza apenas sobrepasa mi hombro. —Gracias. 
— ¿Viene alguno de ellos?— pregunta Amber, y todos sabemos 
que se refiere a la familia de Rosy. 
Suelto a Lindsey, y sacude la cabeza. —No lo creo. 
Sabíamos que esto pasaría, pero no puedo imaginar que Rosy se 
lo esté tomando bien. Cuando se enteraron de que Rosy y yo vivíamos 
juntos en nuestro primer año de universidad, la dejaron sin dinero. 
Por suerte, le quedaba suficiente dinero en su fideicomiso para pagar 
los estudios, y no pudieron tocarlo. Pero cuando nos graduamos, el 
dinero había desaparecido y habíamos terminado nuestras carreras. 
La semana pasada conseguimos un estudio de una habitación 
después de vivir con Lindsey durante unos meses. Tuvimos que 
ahorrar para el depósito con el dinero que obtengo de la pasantía en 
el laboratorio de biometría. No me contrataron de inmediato ni 
siquiera con las cartas de recomendación de mis profesores y la 
graduación con honores. La única manera de poner el pie en la puerta 
era entrar como becario o trasladarme al otro lado del país. Rosy y yo 
no queríamos contemplar esa opción porque sabíamos que mi familia 
no podría venir con nosotros y no queríamos estar tan lejos de ellas. 
Rosy se licenció en finanzas pensando que sería fácil conseguir 
un trabajo, pero su padre le ha hecho imposible conseguir una 
entrevista. Es amigo de casi todos los propietarios de bancos 
influyentes de la ciudad, y casi la han dejado en la estacada hasta que 
me deje. Sabía que intentarían separarnos, pero no sabía que lo harían 
tan difícil. 
Ahora Rosy está sirviendo mesas en el restaurante que Lindsey 
administra, y el dinero no es terrible. Odio que tenga que trabajar 
tanto por tan poco cuando se supone que yo debo cuidar de ella. 
El laboratorio en el que estoy trabajando tiene tanto potencial 
que sé que todo lo que tengo que hacer es trabajar duro y nos llevará 
Sotelo, gracias K. Cross 
a dónde queremos ir. Solo va a llevar tiempo. Mientras tanto, estamos 
ahorrando cada centavo y haciendo lo que podemos para llegar a fin 
de mes. Por eso nos vamos a casar un miércoles en el juzgado de la 
ciudad en lugar de tener la boda que Rosy se merece. 
No le dije que antes de pedirle que se casara conmigo, llamé a su 
padre. Cuando le conté mis intenciones, me dijo que no quería volver 
a hablar con ninguno de los dos nunca más y que habíamos arruinado 
su buen nombre. Colgó antes de que pudiera responder, así que lo 
dejé pasar y no le dije ni una palabra. 
No teníamos dinero para un anillo, pero cuando le pedí a Rosy 
que se casara conmigo, apenas me dejó terminar la frase antes de 
tirarse encima de mí. Así que aquí estamos, sin anillos, y yo con mi 
ropa de trabajo mientras espero que llegue mi novia. 
—Ya está aquí. — dice Amber después de mirar por la ventana y 
luego se coloca en su sitio en la parte delantera. 
Rosy ha pedido a las gemelas que sean sus damas de honor y yo 
he pedido a Lindsey que sea mi padrino. Cuando las puertas se abren 
al final del pasillo y veo a Rosy de pie, con un sencillo vestido blanco, 
sosteniendo un ramo de narcisos, se me hincha el corazón. No importa 
que no podamos permitirnos algo mejor, porque la forma en que me 
mira es suficiente. Nuestro amor es suficiente. 
Sin pensarlo, me precipito hacia ella entre las filas de asientos y 
la tomo en mis brazos. No puedo dejar que camine sola por ese pasillo, 
y como su marido me aseguraré de que nunca vuelva a estar sola. Así 
que, cogidos del brazo, nos acercamos al juez, que empieza a leer el 
papel. Después de que ambos decimos “sí, quiero” y el juez pide los 
anillos, le digo que se salte esa parte. 
—Espera. — dice Allison mientras rebusca en sus vaqueros y 
luego saca una simple banda de oro. —Tenemos estos ya que estás sin 
blanca y todo eso. 
—Gracias. — Rosy sonríe mientras se lo quita y luego me mira. 
Parece que va a llorar, y estiro la mano para acariciar mi pulgar sobre 
sus mejillas. No solo juro amarla hasta el fin de los tiempos, sino que 
juro darle todo lo que su corazón sueña. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Gracias. — le digo a Allison mientras Rosy me pone el anillo 
en el dedo. 
—Y uno para ti. — dice Lindsey y luego se encoge de hombros. 
—El padrino tiene literalmente un solo trabajo. Dar el anillo. 
Sé que intentan quitarle importancia a la situación, pero tenerlas 
aquí, mi familia improvisada, para querernos y apoyarnos significa 
más que una capilla llena de desconocidos. 
Mientras repito las palabras del juez, deslizo sobre la sencilla 
banda de oro que le queda perfectamente. La miro, y aunque es 
pequeña, contiene todas las promesas de mi corazón. 
—Ya puedes besar a tu novia. — declara el juez, y mis hermanas 
empiezan a vitorear. 
Estoy tan lleno de amor que tomo a Rosy en mis brazos y nos 
hago girar en círculos, besándola con todo el amor que tengo. Es un 
momento del que nunca me arrepentiré y que nunca olvidaré. Sobre 
todo porque más tarde, esa misma noche, las gemelas beben 
demasiado champán en nuestra recepción y nos obligan a hacer un 
karaoke en la barra. Rosy y yo cantamos a pleno pulmón “You're the 
One That I Want” de Grease y somos más felices que nunca. 
Nunca pensé que tendríamos un mal día entre los dos, pero 
éramos jóvenes y quizá un poco ingenuos para lo que nos esperaba. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 7 
ROSY 
 
Compruebo los números una vez más antes de cerrar el sistema 
contable y bostezo. Es hora de salir de aquí y volver a casa con mimarido. Cada vez que pienso en Darian como mi marido, sonrío, 
porque me encanta poder llamarle así. Sin pensarlo, me froto el dedo 
por la banda de oro de mi dedo, un recordatorio de lo que importa. 
Darian cree que debería tener una roca gigante no solo para 
advertir a los demás hombres, sino porque cree que me merezco una. 
Cuando saca el tema, le explico que el hecho de que sus hermanas 
formen parte de él significa que mi anillo vale más que cualquier 
diamante. 
—Dr. Pepper con hielo extra. — Lindsey deja el vaso en el 
escritorio a mi lado. —Le he echado unas cuantas cerezas. 
—Eres un santo. — logro decir entre tragos mientras disfruto del 
ardor. 
—Tú eres la santa. Tardo cinco veces más en hacer esos 
números. — Pone los ojos en blanco. 
—Por eso los hago por ti. Tengo que hacer algo con ese elegante 
título universitario. — bromeo, aunque se trata de un trabajo de 
contabilidad. No está muy lejos de las finanzas, y la contabilidad aquí 
es un juego de niños. 
No estoy amargada por mi título, aunque las finanzas no eran 
uno de mis sueños. Cuando llegué a la universidad, nada me atraía, 
así que elegí algo sensato. Lo más loco es que gano mucho más dinero 
sirviendo mesas que en cualquier otro trabajo que he encontrado. 
Bueno, en los que mi padre no se aseguraba de que me sacaran a la 
fuerza. Por ahora, seguiré sirviendo mesas y recogiendo pequeños 
trabajos de contabilidad aquí y allá. 
—No tienes idea de cuánto me quita esto de encima. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Eso hace que valga más que la pena. — Lindsey siempre ha 
estado ahí para Darian, y ahora también suele estarlo para mí. Si hay 
algo que pueda hacer para facilitarle la vida, lo haré sin dudarlo. Solo 
tiene un puñado de años más que yo, pero a menudo le pido consejo 
como figura materna. Todos lo hacemos, en realidad, porque es un 
alma vieja que te dice la verdad. 
La otra camarera nocturna, Nikki, llama a la puerta antes de 
asomarse a la oficina de atrás. —Rosy, hay un hombre que quiere 
verte. 
— ¿Es un habitual?— pregunta Lindsey mientras me pongo de 
pie, sabiendo ya de quién se trata. 
—No, he quedado con alguien. — Echo un vistazo y veo que 
Lindsey levanta una ceja. 
— ¿Un hombre? 
—Sí, un hombre. — Sacudo la cabeza, intentando no reírme. —
Pensé que lo mejor era encontrarme con él aquí. 
Mi turno ha terminado, pero no hay prisa por llegar a casa. Vivo 
a poca distancia, pero Darian tiene un viaje más largo y no llegará a 
casa hasta dentro de una hora. Es mejor que lo haga y luego le cuente 
a Darian lo que he hecho aunque ya me siento culpable. 
—Enseguida sale. — le dice Lindsey a Nikki mientras cierra la 
puerta y sé que están a punto de interrogarme. 
—Es un hombre que me triplica la edad y que tiene una 
fascinación por los relojes. — me apresuro a explicar para poder 
acelerar el inminente interrogatorio. 
—Espera, ¿qué? 
Me río porque es casi imposible sorprenderla. Si las gemelas 
estuvieran aquí, a estas alturas estarían hablando de sugar daddies. 
—Compra relojes de época. — Me acerco a mi bolso y cojo la 
bolsa en la que lo guardo. —Estoy vendiendo el reloj de mi abuelo. 
—No le has dicho a Darian que estás haciendo esto, ¿verdad? 
Niego y ella me mira. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Sé que va a ser una pelea, pero va a ser una pelea después de 
que haga lo que hay que hacer. — digo con firmeza. No me voy a echar 
atrás en esto. Darian siempre se encarga de las cosas por nosotros, y 
quiero hacer lo mismo. 
Lindsey abre la puerta y me hace un gesto para que me adelante. 
El trato ya está fijado, así que cuando salgo a su encuentro, es 
solo una rápida inspección antes de hacer nuestro intercambio. Me da 
su tarjeta por si me encuentro con algún otro reloj, y me lo tomo como 
algo amable, porque éste es el único que tengo. 
Después de despedirme de la cafetería, hago el corto camino a 
casa. El miedo empieza a crecer en mi estómago de inmediato porque 
sé que va a haber una pelea. Quiero a mi marido más que a nada en 
el mundo, pero hay algunos demonios con los que lucha. Uno de ellos 
es que cree que tiene que demostrar que puede cuidar de mí. Ya lo 
hace, y nunca he sido más feliz en mi vida que ahora. 
Cuando llego a casa, tiro las llaves sobre la pequeña mesa del 
comedor que Darian y yo pasamos el fin de semana pasado 
restaurando. Vimos reposiciones de The Office y comimos comida 
china en el suelo mientras reíamos y lijábamos. Fue maravilloso. 
Me meto en la ducha y me quito el olor del comedor. Cuando 
acabo de salir de la ducha, suena mi teléfono y es un mensaje de 
Darian diciéndome que ha perdido el tren y que va a llegar quince 
minutos más tarde de lo normal. Me llega otro mensaje y me dice que 
va a traer pizza a casa, y sonrío. 
Un rato después, estoy sentada en el sofá con el dinero del reloj 
en la mesita de café frente a mí. Cuando oigo la llave en la puerta me 
acerco, con la bola de nervios apretándome el estómago. Sonríe al 
verme mientras deja la pizza en la mesa y se acerca para estrecharme 
entre sus brazos. Se toma su tiempo, sus manos recorren cada curva 
mientras me besa hasta que ambos nos quedamos sin aliento. 
—Te he echado de menos. — murmura contra mis labios. 
—Yo también te he echado de menos. — Le doy un beso más y 
me suelta. — ¿Cerveza?— Le pregunto. 
—No, creo...— Sus palabras se interrumpen cuando ve el dinero 
en la mesita, y entonces todo su cuerpo se pone rígido. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Vendí el reloj de mi abuelo. — suelto antes de que pueda 
preguntar. 
— ¡¿Qué?!— Es muy raro que Darian levante la voz, así que el 
impacto no se me escapa. — ¿El abuelo al que querías y adorabas? 
Trago saliva y asiento, porque sí lo amaba ferozmente. Si aún 
estuviera en esta tierra, habría repudiado a mis padres por la forma 
en que han tratado a Darian. Pienso un poco en por qué me enamoré 
tan rápido de Darian, y es porque me recuerda a mi abuelo en algunos 
aspectos. Nunca he dudado de que mi abuelo le hubiera recibido con 
los brazos abiertos si estuviera vivo, y Darian lo sabe. 
—Si estuviera aquí me diría que debería haberlo hecho hace 
mucho tiempo. — Esa es la verdad. Mi abuelo se hizo un hombre muy 
rico. Más tarde se dio cuenta de lo que era realmente importante, y se 
aseguró de enseñarme esas cosas. Lástima que no pudo deshacer lo 
que se hizo con mi padre. 
—Lo vamos a recuperar. — Coge el dinero de la mesa y, por su 
mirada, me doy cuenta de que ya tiene una misión. Es la misma 
mirada que tiene cuando se le ocurre una idea brillante. 
—Darian. — Le pongo la mano en el pecho. —Escúchame, y 
luego si quieres recuperar el reloj, te daré la tarjeta que tengo en el 
bolso para hacerlo. — Se relaja un poco bajo mi contacto. 
—De acuerdo. — acepta, dejando escapar un profundo suspiro. 
—Nuestro tiempo juntos es lo más valioso para mí, y sé que 
también es el tuyo. — No crecí en el sistema como él, pero sé lo que se 
puede sentir al estar solo. —Tienes que pasar dos horas más al día 
yendo y viniendo al trabajo porque hay que arreglar el coche. Lo odio 
y es un desperdicio. Al igual que el reloj es un desperdicio sentado en 
una caja debajo de nuestra cama sin hacer nada. 
— ¿Has terminado?— Veo el tic en su mandíbula. Sigue enojado 
e intenta no perder los nervios. 
—Arreglamos el coche, y lo que quede, lo invierto. — Podría 
poner este elegante título a trabajar. —He hecho las cuentas. En cinco 
años recuperaré todo el dinero si hago inversiones seguras, pero sí... 
Sotelo, gracias K. Cross 
—No. Arreglaré el coche y te daré el dinero que quieres invertir. 
Conseguiré un trabajo de fin de semana. — Ya está cogiendo algunos 
sábados, aunque su trabajo es asalariado y no paga las horas extra. 
Él y su equipo están en algún nuevo proyecto que lidera, y ya se come 
cada momento que está fuera de casa. 
—No entiendes nada. — le digo en voz baja cuando se aleja de 
mi contacto y suelto la mano. 
—Ya somos dos. — dice antes dedarse la vuelta y volver a salir 
por la puerta. 
Pasan dos horas cuando Darian vuelve a casa, pero en el 
momento en que nos miramos, me acerco a él. Me abraza y respiro su 
aroma mientras siento que todos los músculos de mi cuerpo se 
relajan. 
—Tienes razón, Rosy. Siento haberme enojado. Solo quiero darte 
todo. 
—Lo sé. — murmuro contra su pecho. 
—Y lo haré. Un día recordaremos esto y nos reiremos. — Se echa 
hacia atrás y, cuando le miro, me aparta el pelo de los ojos. —Por muy 
duro que sea para mí ver cómo te sacrificas por nosotros, sé que era 
lo que tu abuelo habría querido, y sobre todo lo que tú habrías 
querido. — Asiento y deja escapar un suspiro. —Pero la próxima vez 
me lo dices antes. 
—Lo prometo. — respondo, y lo digo en serio. Me sentí mal todo 
el día ocultándole esto, y no me imagino queriendo volver a pasar por 
ello. El fin justifica los medios, pero somos un equipo y él merece 
saberlo todo. 
—Te amo, mi dulce niña. 
—Yo también te amo. — Cuando me pongo de puntillas, él ya 
está allí esperando para recibir mi beso con el suyo. —Has hablado 
con Lindsey, ¿verdad? — Sonrío contra sus labios mientras asiente. 
—Deja de regodearte y quítate los pantalones. — bromea, 
empujándome hacia el dormitorio. 
Resulta que vale la pena luchar por el sexo de reconciliación. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 8 
DARIAN 
 
Dos años después... 
Es domingo y tengo un raro día libre. El sol brilla, el verano está 
cerca y tengo a mi mujer bajo el brazo mientras paseamos por el 
parque. 
No estamos donde pensaba que estaríamos hace dos años, pero 
lo estamos consiguiendo. Seguimos en nuestro pequeño estudio cerca 
de la cafetería, y Rosy sigue trabajando allí sirviendo mesas y llevando 
la contabilidad. Parece feliz, pero hay más cosas que necesita, más 
cosas que quiero darle. 
Sé que no necesito mucho para llenar mi corazón, porque estar 
junto a ella es suficiente. Pero siempre hay una parte de mí que sabe 
que puedo hacer más por ella, y esa es la parte que no me deja 
conformarme. 
— ¿Por qué no dejas que te lleve a hacerte las uñas hoy?— Miro 
el esmalte de uñas desconchado, y es un recordatorio de lo mucho que 
trabaja. Se merece que la mimen. 
— ¿Por qué? Se me caerá y tendré que volver a hacerlo. — Se 
apoya en los dedos de los pies y me besa la mejilla. —Parece un 
desperdicio de dinero. 
Suspiro mientras la acerco y caminamos por el sendero curvo 
del parque. Es una de nuestras actividades favoritas cuando tengo 
tiempo libre en el trabajo, sobre todo porque es gratis. También es un 
lugar tranquilo para hablar, lejos de casa y del trabajo, y de mis 
hermanas, a las que les gusta robarme a Rosy cada vez que pueden. 
— ¿Qué quieres hacer para cenar esta noche?— pregunta Rosy 
mientras nos ponemos en marcha. —Podría hacer espaguetis, o 
espaguetis, o tal vez espaguetis. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Los espaguetis estarían bien. — bromeo, y nos reímos justo 
cuando alguien pasa y choca con mi hombro. —Oh, hombre, lo siento, 
yo... 
—Darian. — dice el tipo mientras me mira a mí y luego a mi 
mujer. —Oh, hola, Rosy, he oído que se habían casado. 
—Hola, Colt. — dice Rosy, y puedo decir por el tono de su voz 
que no es un reencuentro feliz. Tardo un segundo, pero entonces 
recuerdo que Colt era uno de los imbéciles del instituto que ya había 
olvidado hace tiempo. 
— ¿Y cómo les va?— Sonríe entre nosotros y mi brazo se desliza 
hasta la cintura de Rosy. — ¿Viven por aquí?— Mira detrás de 
nosotros hacia el edificio de apartamentos de mala muerte que es 
exactamente donde vivimos. 
—Estamos bien. ¿Tu?— Me salto a propósito la segunda 
pregunta para intentar alejarme de Colt lo antes posible. 
—Estoy muy bien. Mi novia está paseando a su perro por el lago. 
— señala con el pulgar por encima del hombro, y no me pierdo cómo 
sus ojos se mueven por el cuerpo de Rosy cuando cree que estoy 
distraído. 
Mi mujer se puso unos pantalones cortos y una camiseta 
recortada para nuestro paseo, y ahora siento que está mostrando 
demasiada piel. Piel que me pertenece. 
— ¿Dónde trabajas ahora, Darian? He oído que te has graduado 
pero no mucho desde entonces. 
—Está en el laboratorio de biometría del Wharf. Va a ser famoso 
algún día. — Rosy se pavonea mientras coloca una mano en mi pecho. 
— ¿Ah, sí?— Colt nos sonríe con indulgencia y me dan ganas de 
reventarle la boca. —Me aseguraré de estar atento. Si estás en el 
centro deberías pasarte por el bufete de mi padre. Han añadido mi foto 
al exterior del mismo ya que ahora soy socio. 
—Bien por ti. — Consigo decirlo sin sonar amargado. 
—Sí, incluso me han dado un yate como premio. Lo vamos a 
sacar más tarde, si quieres venir. — Esta vez cuando sus ojos se 
mueven por el cuerpo de Rosy, es con intención. 
Sotelo, gracias K. Cross 
— ¿Qué...? 
—No, gracias. — me interrumpe Rosy mientras tira de mi brazo. 
—Tenemos planes. 
— ¿Todavía estás trabajando en ese pozo de grasa al final de la 
cuadra?— Colt hace un ruido y no espera a que ella responda. —
Nunca pensé que vería el día en que una graduada de Kingswood Prep 
acabaría sirviendo patatas fritas. 
—Siempre es bueno que nos recuerden por qué estábamos tan 
ansiosos por irnos. — La voz de Rosy es uniforme, pero mi cuerpo 
tiembla de rabia. Quiero clavarle en el suelo y romperle los dientes. 
—Me imaginé que era porque estabas embarazada. — Cuando 
doy un paso hacia él, Colt se echa las manos a la cabeza. —Hey, whoa, 
whoa, lo siento. Pensé que solo estaba jugando con viejos amigos. No 
hay daño, Darian. 
—No éramos amigos entonces, y ciertamente no lo somos ahora. 
Pero veo que sigues sin poder apartar los ojos de lo que tu padre no 
puede comprarte. — La mandíbula de Colt se tensa mientras da un 
ligero paso atrás. Tomo aire y me enderezo antes de forzar una sonrisa 
tranquila. —La próxima vez que nos veas en el parque, hazte un favor 
y finge que no nos ves. 
No le doy tiempo a responder mientras Rosy y yo nos alejamos 
de Colt y de todo lo que representa: mi fracaso como marido para 
proveer, la falta de lazos familiares que necesitaría para llegar más 
rápido y la capacidad de dar a Rosy todo lo que se merece. 
—Hey. — Rosy me tira del brazo y me doy cuenta de que tiene 
que dar pasos de dos en dos para seguirme el ritmo. Ya casi estamos 
de vuelta al apartamento, así que reduzco la velocidad, dándome 
cuenta de que he conseguido que cubramos una larga distancia 
demasiado rápido para sus cortas piernas. —He dicho hey. 
Me tira una vez más y me detengo antes de enfrentarme a ella. 
Mi corazón está cargado de culpa y vergüenza. Si no se hubiera atado 
a mí, su familia podría haberle dado la vida que tiene Colt. Podrían 
haberle abierto puertas y haberle abierto un camino que le fue 
arrebatado cuando me eligió a mí. Cuando siento sus suaves dedos en 
mi cara, me inclino hacia su tacto. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Nunca quise esa vida. Incluso antes de ti. — siempre puede 
leer mis pensamientos perfectamente. — ¿Y verle a él?— Mueve la 
cabeza. —Demuestra lo que veo todos los días. 
— ¿Que estamos arruinados?— Le ofrezco, y una sonrisa se 
dibuja en sus labios. 
—Que he tomado la decisión correcta. Que mi brillante marido 
cambiará algún día el mundo y entonces todos los demás verán por 
fin por qué lo dejé todo. 
—Te amo. — La atraigo contra mí, y antes de que pueda 
responder, mis labios están sobre los suyos. 
Con ella en mis brazos, prácticamente corro hacia el 
apartamento. Una vez dentro, cierro la puerta de una patada y la 
empujo contra ella. No puedo superar el recuerdo de los ojos de Colt 
sobre mi mujer, y la única forma de mejorarlo es follar mi propiedad 
dentro de ella. 
Le desabrocho los pantalones cortos y se los quito bruscamente. 
Con un brazo en su cadera y el otro en su trasero desnudo, la veo 
buscar a tientas la parte delantera de mis pantalones cortos. 
—Sácalo. — le digo, lamiendo y mordiendo su cuello. —Te 
necesito. 
Susdedos rodean mi pene y siento que lo aprieta una vez antes 
de deslizarlo por sus húmedos pliegues. Tan pronto como la cabeza de 
mi polla roza su abertura, empujo dentro y me enfundo en su calor. 
Gruño cuando estoy completamente asentado, y me quedo así, con 
mis dientes en la tierna piel de su hombro. Como un animal, dejo que 
mi cuerpo reclame el suyo antes de que la naturaleza se imponga y me 
acorrale contra ella. 
—Darian. — gime, sus rodillas se ensanchan y sus brazos se 
aferran a mí. —Más fuerte. 
La puerta golpea contra las bisagras oxidadas, pero me importa 
una mierda si los vecinos lo oyen. Que escuchen a mi mujer decir mi 
nombre, porque es el único nombre que dirá. 
—Eres mía, maldita sea. — Le subo la media camiseta y le bajo 
la suave copa del sujetador. Cuando su pezón está libre, me aferro a 
Sotelo, gracias K. Cross 
él y siento cómo su coño se aprieta en respuesta. Está tan cerca, tan 
rápido, y me hago más grande dentro de ella. 
—Justo ahí, justo ahí. — canta, inclinando sus caderas, y 
empujo contra ese punto una y otra vez. 
Es caliente y rápido, pero cuando se corre, la sigo hasta el límite 
en una llamarada de fuego. No hay parte de ella que no me ame, y ese 
poder es como una droga. Llena todos los vacíos que intento crear y, 
antes de que me dé cuenta, me cura. Cada vez que nos conectamos, 
me siento como nuevo, y todo gracias a nuestro amor. 
Me pregunto si alguna vez recordaré esta época y la echaré de 
menos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 9 
ROSY 
 
En la actualidad… 
Me tiro de la parte superior del vestido hecho a medida 
preguntándome por qué demonios está tan jodidamente apretado. 
Esta va a ser una larga noche, y aún no hemos salido. Solo con 
ponerme esta cosa ya estoy lista para la ropa cómoda y el sofá. Me 
encantaba vestirme para una cita nocturna, pero ahora la tarea puede 
ser desalentadora. No estamos solos Darian y yo en la ciudad, sino 
que hay mucha gente y estoy haciendo un papel. ¿Cómo he caído en 
la rutina, o más bien cómo hemos caído en esto? 
Todos estos años después y mi corazón sigue revoloteando 
cuando pienso en casarme con Darian. Es solo en los últimos dos años 
que todo ha cambiado. Es como si nos hubiera tocado la lotería, solo 
que esto no fue suerte. Fue todo Darian y su mente brillante y años 
de trabajo que finalmente dieron sus frutos. Desde el instituto sabía 
que mi Darian haría algo grande, y por fin ha ocurrido para los dos. 
La mayoría de las personas que lo conocen saben que no solo es 
increíblemente inteligente, sino también increíblemente motivado. Si 
Darian se propone algo, no hay quien lo pare. Es una de las cosas que 
más me gustan de mi marido, porque así es como me consiguió. 
Vuelvo a mirar el teléfono para ver si tengo alguna llamada o 
mensaje perdido, pero debe de haber estado muy ocupado hoy. No he 
sabido nada de él desde esta mañana, cuando me ha despertado con 
su boca. Después de enviarme a un sueño lleno de placer, me he 
despertado con la casa vacía. 
Sus días están siempre llenos porque todo el mundo quiere un 
trozo de él. No les culpo, pero estoy empezando a sentir celos de la 
gente que se lleva la mayor parte de su tiempo. Diablos, hace un año 
el Pentágono quería una reunión con él. Eso es lo que pasa cuando 
creas un software que no solo puede identificar las caras de las 
personas, sino que también puede leer el lenguaje corporal. Darian 
Sotelo, gracias K. Cross 
creó un software que no solo puede evaluar a las personas en 
segundos, sino determinar lo que probablemente sienten y lo que van 
a hacer a continuación. 
Todo el mundo quería tener en sus manos esta tecnología. Desde 
los militares, pasando por las compañías telefónicas, hasta la gente 
que diseña juguetes. Ni siquiera entiendo del todo cómo funciona, pero 
sigue creciendo. Tanto es así que Darian ha estado trabajando con el 
gobierno como consultor la mayoría de las veces. 
Sonrío cuando suena el teléfono en mi mano y veo que es 
Lindsey. —Hola. ¿Qué pasa? 
—Todavía se me hace raro cuando veo salir el nombre de mi 
hermano mientras veo la televisión. Juro que me entero más de lo que 
pasa en su vida por las noticias que por él. — Lanzo una carcajada 
porque es gracioso y cierto. 
— ¿Qué dicen hoy? Por favor, no digan que le han pedido que 
haga Dancing with the Stars o algo así. — Esta vez Lindsey se ríe. 
—No, alguna aplicación de citas. Supongo que la vinculas con 
tus redes sociales. Te empareja con la gente que se supone que es más 
compatible basándose en las cosas que te han gustado o los lugares a 
los que vas a menudo. No sé, esta mierda siempre me supera. 
—Te escucho. ¿Vas a probar la aplicación? 
—Tal vez. Con las gemelas siempre fuera podría darme algo que 
hacer con mi tiempo libre. — dice, sorprendiéndome. Creo que Lindsey 
podría estar experimentando el síndrome del nido vacío. En un abrir 
y cerrar de ojos hemos pasado de llegar a duras penas a tener más 
dinero del que podríamos gastar si tuviéramos diez vidas. 
Hace un mes, las gemelas se fueron de viaje y Lindsey no quiso 
acompañarlas. Comprendí que era una oportunidad para que vivieran 
su vida, pero parece que Lindsey se queda de brazos cruzados. 
—Necesitas algo para llenar los días. Al menos así es como me 
he sentido. 
Allison y Amber han recorrido todo el mundo y no muestran 
signos de volver pronto. Están viviendo su mejor vida, que es lo que 
Darian siempre ha querido. Su misión ha sido cuidar de las mujeres 
Sotelo, gracias K. Cross 
que ama, pero no sé si alguna vez entenderá que ha estado haciendo 
eso todo el tiempo. 
—Puedes venir con Darian y conmigo esta noche. Apuesto a que 
habrá muchos solteros. En realidad podría hacer esto divertido si 
vienes conmigo. 
—Paso de la dificultad. 
—Sí, me lo imaginaba. — suspiro. 
—Solo llamaba para ver cómo estaba. 
—Lo mismo de siempre, o supongo que todo es nuevo, pero se 
siente viejo ir a todos estos eventos. No estoy segura de qué se trata 
esta noche, ya que todos se mezclan. 
Nos perdemos en el teléfono hablando de fiestas y luego de las 
gemelas y de lo que están haciendo. Cuando colgamos, me doy cuenta 
de que han pasado más de treinta minutos y Darian aún no ha llegado 
a casa. Antes se apresuraba a llegar a casa, y ahora sus noches de 
trabajo son cada vez más tardías. 
Me debato entre llamarle, pero no quiero ser la esposa que 
regaña a su marido para que pase tiempo con su mujer. No dudo de 
que quiera estar conmigo aunque me muerda el labio inferior entre los 
dientes. 
Si se retrasa un poco quizá pueda salir de esta fiesta esta noche. 
Podría desmaquillarme y ponerme la sudadera. Podríamos pedir 
demasiada comida china y tumbarnos en la cama, y mientras la 
imagen viene a mi mente suena como un sueño. 
Ese sueño muere cuando oigo el sonido de la puerta principal 
abriéndose y a Darian llegando a casa. Ya no tiene corbata y tiene las 
mangas de la camisa arremangadas. Lleva el pelo desordenado y sus 
ojos parecen tan cansados que se detiene de repente al verme. 
—Lo siento. La reunión se alargó. — Me tiende la mano para que 
la coja y lo hago. —Estás preciosa. — Cuando me pone de pie, me besa 
rápidamente. —Dame diez minutos. — Se apresura a ducharse y a 
cambiarse, y diez minutos después baja las escaleras vestido de 
esmoquin y con un aspecto magnífico. Odio lo fácil que es para él. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Me recuerda, después de que la limusina se detenga en la acera, 
que la fiesta de esta noche es el evento de Global Needs. 
—Este vestido va a hacer que sea una noche muy corta para 
nosotros. — dice Darian mientras entramos, y me besa en ese punto 
del cuello que me vuelve loca. 
—Nada me gustaría más. — Su sonrisa sexy es suficiente para 
calentar mi cuerpo, y abro la boca para preguntarle si podemos irnos 
ya. Pero antes de que pueda pronunciar las palabras, un senador se 
presenta a Darian.Mis ojos flotan por la sala mientras hablan. Reconozco muchas 
caras y no solo por los acontecimientos de los dos últimos años. 
Algunas de las personas son las mismas familias con las que crecí, las 
que nos miraron de reojo a Darian y a mí cuando nos casamos. 
He oído a algunos de ellos llamarme loca por alejarme de mi 
familia, pero yo no me alejé. Me cerraron la puerta en las narices sin 
mirar atrás, así que ¿qué opción me dejaba eso? Ahora estoy aquí 
codeándome de nuevo con esta gente que pretende preocuparse por la 
caridad. Supongo que no quedará suficiente dinero después de que se 
pague este evento para donar un centavo. 
No quiero estar aquí, pero sonrío y asiento porque sé que Darian 
sí quiere. Su sueño de probarse a sí mismo ha dado sus frutos, y no 
quiero ser como ellos y poner mala cara. Por fin ha llegado al lugar de 
su carrera por el que ha estado trabajando, y ahora es el momento de 
que le ofrezca apoyo, no de que lo arrastre lejos de él. 
Mientras me agarro a su brazo mientras habla de negocios, 
observo la sala. Se me cae el estómago cuando veo a una mujer a lo 
lejos, y me doy cuenta de que es mi madre. 
—Necesito el baño. — le susurro a Darian. 
—Yo te llevaré. — Me mira fijamente, y capto la cara que pone el 
senador como si le molestara que Darian se apartara de su 
conversación. 
—Está bien. Volveré pronto. — Aprieta los labios, pero asiente 
mientras me aprieta la mano. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Puedo ver el baño a lo lejos, y acelero mis pasos, pero justo 
cuando estoy casi allí siento que me tiran del codo, y casi tropiezo con 
mis propios pies. 
—Rosy. — Sabía que me encontraría en cuanto me alejara de 
Darian. 
—Mamá. — Me doy la vuelta para mirarla, y el frío de sus ojos 
es como una cuchilla. 
—Tienes buen aspecto. — Parece que le duele admitir incluso ese 
pequeño cumplido. 
Había una parte de mí que se preguntaba si se acercarían a 
nosotros una vez que se enteraran del éxito de Darian, pero su orgullo 
era mucho más grande que su posición social, y nunca lo hicieron. 
—Gracias. — El momento es incómodo, y hay un tiempo de 
silencio. —Como tú. 
Mi madre tiene el mismo aspecto que el día en que ella y papá 
me dijeron que me iban a dejar. No se referían solo a lo económico, 
sino a cualquier cosa que pudieran hacer. Nunca conseguí un buen 
trabajo por su culpa, y eso aún me duele, pero nada me arderá más 
que la forma en que trataron a Darian, un chico que me amó desde el 
momento en que nos conocimos y que estuvo a mi lado en más 
aspectos de los que ellos nunca estuvieron. 
—Creo que es hora de que tú y tu esposo vengan a cenar. ¿El 
domingo?— Me quedo en shock porque es una bofetada en la cara. 
Eso fue lo último que pensé que saldría de su boca, y me quedo atónita 
por un momento antes de sacudir la cabeza. 
—No. 
La única palabra hace que su cara se tense y sus labios se 
frunzan. —La gente está hablando. — Lo dice como si fuera a 
convencerme de que me enmiende, y no puedo evitarlo. Me río. —No 
es gracioso. — dice entre dientes apretados. 
—Déjame adivinar, madre. ¿La gente se pregunta por qué no 
estás cerca de Darian? ¿Los amigos le piden a papá que los presente? 
¿Estoy entendiendo bien esto? ¿Estoy leyendo correctamente tu 
mierda de invitación a cenar? 
Sotelo, gracias K. Cross 
Mueve la cabeza hacia mí, con la cara llena de decepción. No sé 
por qué cree que funcionará conmigo. No funcionó entonces cuando 
intentaron hacerme elegir, ¿por qué iba a funcionar ahora? 
Sería una mentirosa si dijera que no deseo una disculpa en 
algún nivel y una admisión de lo que ha hecho mal. Tal vez entonces 
y con el tiempo podríamos sanar. Pero sé que es la jovencita que hay 
en mí la que busca su aprobación aunque sepa que no la necesito. Es 
la parte de mí que los dejó ir hace años, y aunque fue duro, fue la 
decisión correcta. 
—Te crees mejor que yo. Crees que has salido de esta vida y has 
elegido el amor, pero ¿adivina qué? Aquí estás. — mira alrededor de la 
habitación llena de toda la gente bonita y las cosas que desprecié 
durante tanto tiempo. —Estás del brazo de tu marido como una 
esposa trofeo. Eres una de nosotros, te guste o no. 
Se pasa la mano por una arruga invisible del vestido y sonríe 
mientras se aleja. 
Cuando miro a la multitud, veo a Darian rodeado de gente. Eres 
una de nosotros. No quería ser uno de ellos. Le había elegido a él. 
¿Pero él los está eligiendo a ellos? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 10 
DARIAN 
 
—Nos encantaría que viniera a hablar en la conferencia del mes 
que viene en Suiza. 
—Parece una oportunidad increíble, pero tendré que discutirlo 
con mi mujer. 
— ¿Qué hay que discutir?— el director de Biometría Europea 
presiona, pero retrocedo. 
Esta reunión ya se ha prolongado bastante, y he llegado tarde 
todas las noches de esta semana. —Como he dicho, tendré que 
hablarlo con mi mujer antes de comprometerme. Sé que se 
decepcionaría si llamara mañana y tuviera que cambiar mis planes. 
—Por supuesto. — Su sonrisa es tensa en el video-chat, y asiento 
antes de terminar la llamada. 
Suspiro mientras me recuesto en la silla y me froto los ojos con 
el talón de las manos. Dios, este ha sido un día largo y un año aún 
más largo. Creía que las cosas empezarían a ir más despacio a estas 
alturas, pero parece que se aceleran a cada paso. 
He hecho mi parte con la creación del programa y el software, 
pero todos quieren más. Al principio solo se trataba de presionar para 
que esto se hiciera con mi equipo de la forma más perfecta posible, y 
sucedió más rápido de lo que todos preveíamos. De la noche a la 
mañana explotó, y lo siguiente que supimos fue que estábamos 
recibiendo llamadas de líderes mundiales y de nuestro propio 
gobierno. No tenía intención de que todo esto llegara tan lejos, tan 
rápido, pero aquí estamos. 
Mi teléfono vibra en mi escritorio y veo un mensaje perdido de 
Amber. Deslizo el dedo para ver una foto de ella y Allison en una isla 
de Grecia, y se me encoge el corazón. Parecen tan felices descorchando 
botellas y riendo, que me hace echar de menos nuestras sesiones de 
karaoke de los sábados por la noche con los cuatro. Rosy no ha 
Sotelo, gracias K. Cross 
preguntado por eso últimamente, pero no es que haya estado en casa 
lo suficiente como para tener esa conversación. 
Con un fuerte suspiro, les respondo que espero que se diviertan 
gastando mi dinero, y Allison me contesta que Amber está haciendo 
todo lo posible para llevarnos a la quiebra en verano. Me río porque 
eso sería imposible. 
Me doy cuenta de que Rosy no ha enviado ningún mensaje desde 
esta mañana diciéndome que tenga un buen día. La dejé en la cama 
saciada y durmiendo, pero debió de despertarse. Después se me ha 
ido el día y no he podido llamarla. Tengo que tomarme un día libre, 
pero primero tengo que averiguar cómo diablos es posible. Con mis 
asistentes llenando mi agenda con cada momento del día ocupado por 
reuniones, es imposible. 
Me pongo de mal humor mientras me meto en la parte trasera 
del coche que me espera fuera del laboratorio. Suena mi teléfono y 
contesto sin ver quién es. 
—Estás jodiendo esto. 
— ¿Qué demonios, Lindsey? 
—Ya me has oído. 
—De acuerdo. — Hago una pausa mientras espero que continúe, 
pero no lo hace. — ¿Vas a decirme qué estoy jodiendo? Por lo que sé, 
las gemelas se están volviendo amigos de un par de miembros de la 
realeza en Grecia y tú estás viviendo en el regazo del lujo en tu ático 
con vista al parque. Rosy está en casa, probablemente tomando un 
baño de burbujas... 
—Es su cumpleaños, idiota. 
Todo el aire de mis pulmones abandona mi pecho y mi corazón 
se detiene. El pánico y el calor suben por mi cuello mientras alejo el 
teléfono de mi oreja para ver la fecha. 
—Joder. — susurro porque tengo la boca tan seca como el 
desierto. —Joder, Lindsey. 
—Sí. — dice confirmando, y siento que mi alma se parte porla 
mitad. —Fui allí y estaba llorando. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Oh Dios, no. — Esto no está sucediendo. ¿Cómo pude 
olvidarlo? —Lo siento mucho... 
—No te disculpes conmigo. — Su acento bostoniano es más 
marcado cuando está enojada. —Será mejor que hagas esto bien, o 
que Dios me ayude. 
—Lo sé, lo haré. Joder. — Aprieto los ojos y deseo poder patear 
mi propio culo. 
—Niño, sabíamos que siempre serías el tesoro. Sabíamos que 
serías el que lo lograría y el que haría bien a la familia. Pero ahora 
mismo, estás jodiendo algo muy bueno. Lo mejor que tienes. 
—Lo sé. — Las lágrimas me queman los ojos porque tiene razón 
y ambos lo sabemos. — ¿Cómo puedo arreglar esto? 
Lindsey suspira y hay una larga pausa. —Mira, ella no sabe que 
te has olvidado. Al menos no está segura. Fui a dejar la tarta que hice 
y me dijo que no estabas en casa, entonces se puso a llorar. 
—Maldita sea. — Me siento tan mal. 
—Le dije que llegabas tarde porque tenías algo grande planeado. 
Así que, nene, planea algo jodidamente grande. 
—Lo tienes. — Mi mente empieza a correr con lo que puedo hacer 
para compensar esto. 
—No tienes mucho tiempo, así que no voy a quedarme al teléfono 
para echarte mierda al respecto. Pero llámame mañana porque tengo 
más cosas que decir. 
—De acuerdo. 
—Lo digo jodidamente en serio. — Su voz es severa y definitiva. 
—Lo haré, lo prometo. 
—De acuerdo, hablamos mañana. 
Cuelga, y miro la pantalla negra preguntándome cómo demonios 
voy a arreglar esto cuando casi no queda tiempo. Mi mente se precipita 
ante las posibilidades, y entonces se me ocurre una idea. 
— ¿Puede tomar la siguiente salida?— Llamo al conductor y éste 
asiente. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Una hora más tarde tengo un plan y estoy de vuelta a casa. Nada 
más aparcar, veo que las luces están apagadas y me siento como una 
mierda de perro. No puedo creer que me haya olvidado de su 
cumpleaños, pero pienso compensarlo, empezando ahora. 
Cuando entro, voy a la cocina y veo el precioso pastel que 
Lindsey ha preparado y que probablemente le ha llevado todo el día. 
Es un golpe en las tripas, pero intento que no me frene mientras vuelvo 
a meter la tarta en la caja y la dejo junto a la puerta principal. 
Subo al dormitorio por unos momentos antes de ir en busca de 
mi esposa. Cuando la encuentro en la sala de estar, las luces están 
apagadas y está dormida en el sofá. Me acerco, me siento a su lado y 
la observo por un momento. Tiene los ojos cerrados y las pestañas 
desplegadas sobre las mejillas como un ángel. Sigue siendo y siempre 
será la mujer más bella del mundo. 
—Hey. — le digo mientras le paso el pulgar por la mejilla. —
Despierta, cariño. 
Parpadea un par de veces antes de centrarse en mí y entonces 
sus ojos se abren de par en par. —Oh, estás en casa. ¿Qué hora es? 
—Las siete. — Sus ojos caen y le toco la barbilla. —Siento llegar 
tarde, pero tenía que ocuparme de algunas cosas. 
— ¿El trabajo está bien? 
—No para trabajar. — Me levanto y tomo su mano entre las mías. 
—Ven conmigo. 
— ¿A dónde vamos? 
—Afuera. 
Se mira los Leggings y la sudadera. —No estoy vestida. 
—Estás perfecta, como siempre. 
Llegamos a la puerta principal y ve las bolsas y me mira. — ¿Qué 
es esto? 
—Una sorpresa. 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 11 
ROSY 
 
— ¿De verdad no vas a decirme a dónde vamos?— Me aprieto 
contra el costado de Darian y ya me siento mucho mejor. 
Mis emociones se apoderaron de mí y, para ser sincera, no estoy 
segura de sí Darian se olvidó de mi cumpleaños o estaba ocupado 
haciendo cosas por él y por eso había llegado a casa tan tarde. 
En cualquier caso, no he preguntado ni quiero saberlo. Ahora 
está aquí y parece que nos vamos a ir unos días. Tengo que recordarme 
que es un hombre ocupado y brillante y que parte de la tecnología que 
ha creado ha salvado vidas. 
— ¿Qué gracia tendría eso?— Me atrae hacia su regazo, con una 
sonrisa sexy en los labios. Me encanta que aún pueda sorprenderme. 
— ¿Vamos al aeropuerto?— Me muevo en su regazo, 
asegurándome de apretar su polla. Pasa de estar medio dura a estar 
completamente erecta al instante. Dos pueden jugar a este juego. 
—Sí. — La mano en mi cadera se flexiona y sus dedos se clavan 
en mí. 
— ¿Estará caliente? 
—Sí. — Desliza su mano bajo mi jersey de gran tamaño. —El 
plan es mantenerte desnuda. — No me había dado mucho tiempo para 
prepararme, así que lo único que pude hacer fue coger un jersey y 
ponerme unas chanclas antes de salir por la puerta. 
—Esto ya me encanta. — Podríamos habernos quedado en casa 
por lo que me importa, porque más que nada quiero unos días solo 
con nosotros dos. Quiero desconectar del resto del mundo y perderme 
en el otro. 
Recorre mi piel con sus dedos antes de que sus ojos se desvíen 
hacia la parte delantera del vehículo, comprobando cómo están el 
conductor y el guardia de seguridad en el asiento del copiloto. Ya sé lo 
Sotelo, gracias K. Cross 
que está pensando. Quiere introducir su mano en mis bragas para 
sentir lo excitada que estoy. Sus dedos están deseando hacerlo 
mientras recorre la parte superior de mis pantalones de yoga. 
—Me quedaré callada. — Me inclino más hacia él, apoyando mi 
cabeza en su hombro. —Lo prometo. — Siento que su respiración se 
acelera mientras le beso el cuello para animarle. Sonrío contra él 
porque es el primero en emitir un sonido mientras su mano acaricia 
mi sexo. 
—Siempre te sientes tan condenadamente bien. Podría tener el 
peor de los putos días, y una vez que te toco, nada más importa. — 
dice Darian, separando los labios de mi coño mientras su dedo se 
dirige a mi clítoris. 
Me muerdo el interior de la mejilla para no gritar. El lenguaje 
sucio de Darian puede ser desde sucio y sonrojante hasta dulce, lo 
que me recuerda por qué solo quiero sus manos sobre mí. Ahora 
mismo, su ritmo es lento y constante. Quiere excitarme, pero no tan 
rápido como para que me olvide de que hay otros dos hombres al 
alcance del oído. Mis gemidos son solo para sus oídos. Es realmente 
un juego peligroso el que estamos jugando mientras mi marido tiene 
su propia batalla interior. Necesita hacer que su mujer se corra, pero 
sus celos también lo están acosando. No quiere que nadie escuche los 
sonidos que saca de mí porque le pertenecen solo a él. 
—Darian. — Para mí, la idea de ir a escondidas en la parte 
trasera de un coche con mi marido solo me excita más. 
—Jódeme. — grita Darian. Empiezo a mover las caderas, pero su 
agarre como una vara me mantiene quieta. —Salgan del coche. — 
ladra. 
Abro los ojos cuando oigo que las puertas se cierran de golpe, 
dejándonos a Darian y a mí solos en el coche. Lo siguiente que sé es 
que Darian me tiene inmovilizada en el suelo del todoterreno y me baja 
los Leggings. 
—Estás tan jodidamente mojada. Necesito probarlo. — gruñe 
antes de enterrar su cara entre mis muslos. Su boca me hace olvidar 
a todos y todo lo que hay más allá de este momento. 
Sotelo, gracias K. Cross 
El primer orgasmo es rápido, demasiado rápido. No quiero que 
se detenga, y él tampoco, mientras introduce y saca sus dedos de mí. 
Su lengua acaricia mi clítoris y juro que conoce mi cuerpo mejor que 
yo. 
— ¡Darian!— Grito cuando el segundo orgasmo estalla en mi 
cuerpo. Me tiemblan las piernas y mi piel es sensible a cualquier 
contacto. Levanta la cabeza y, cuando sus ojos se encuentran con los 
míos, se lame los labios. 
Me quedo tumbada intentando recuperar el aliento, sin querer 
moverme. Darian empieza a ponerme los pantalones, pero lo quiero 
dentro de mí. 
— ¿Y tú?— Me incorporo y empujo los Leggings para que no 
estorben. 
—No es ojo por ojo, cariño. Sabes que comerte el coño es lo que 
más me gusta. 
Todos estos años y todavía puede hacer que me ruborice. Suelta 
una risa profunda mientras sostiene los Leggings y le permito que me 
ayude a ponérmelos. Una vez que estoy decente, abre la puerta y me 
doy cuenta de que ya estamosen el aeropuerto. Un avión privado nos 
está esperando en la pista. Me coge de la mano y me lleva hacia él, y 
no puedo creer que esta sea nuestra vida ahora. 
—Deberíamos comprar nuestro propio avión. — sugiere Darian 
como si fuera una mesa auxiliar y pudiera ir a buscar uno o encargarlo 
y que estuviera aquí mañana. Supongo que podría, y la idea me hace 
estallar de risa. 
— ¿Pensaste que alguna vez dirías esas palabras? 
—No. — Esta vez se ríe conmigo. 
—No creo que necesitemos nuestro propio avión. Realmente no 
viajamos mucho. — Me encojo de hombros. Darian está demasiado 
ocupado para las vacaciones. 
La mano que sostiene la mía se aprieta, y sé que mi comentario 
fue un poco malicioso. Deja de caminar y se gira hacia mí. Me mira 
durante un largo rato antes de inclinarse y besarme lentamente, sin 
importarle quién lo vea. Su mano va a mi pelo y me echa la cabeza 
Sotelo, gracias K. Cross 
hacia atrás mientras lo profundiza. No se detiene hasta que los dos 
nos quedamos sin aliento, y puedo sentir lo mucho que me necesita. 
Realmente espero que haya una cama en este avión. 
—Lo haré mejor. — promete mientras se inclina y coge mi bolso. 
No me había dado cuenta de que se me había caído cuando me estaba 
besando. 
Asiento porque espero que tenga razón y que las cosas mejoren. 
Subimos las escaleras del avión y Darian me lleva al paraíso en 
más de un sentido. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 12 
DARIAN 
 
Dos meses después... 
Es tarde cuando llego a casa y Rosy no ha respondido a mis 
mensajes. La casa está a oscuras, pero no es raro que llegue a casa 
cuando ya está en la cama. Mientras abro la puerta y dejo caer mi 
maletín, pienso en cómo voy a despertarla y en cómo voy a hacerle el 
amor. 
Algo me llama la atención de camino a las escaleras, y me 
detengo al ver una carta sobre la mesa cercana. Al acercarme, veo mi 
nombre escrito con la hermosa letra de Rosy, pero no entiendo por qué 
la ha dejado aquí. 
Con un encogimiento de hombros, la abro y ojeo la única página. 
Se me revuelve el estómago y se me hiela la sangre al leerlo una y otra 
vez. 
 
Querido Darian: 
Te amo, pero ya no puedo hacer esto. Creía que nuestro viaje a las islas era un 
punto de inflexión para nosotros, pero dos meses después volvemos a la misma rutina 
de siempre. No sé cómo arreglar esto por mi cuenta, pero sé que no puedo sentarme en 
esa gran casa vacía a esperar que vuelvas a casa cada noche. 
Voy a quedarme en casa de Lindsey unos días para despejar mi mente. Por 
favor, dame el espacio que necesito. Volveré a casa, lo prometo. Solo necesito resolver... 
no sé, todo. 
Rosy. 
 
Antes de darme cuenta de lo que está pasando, mis rodillas 
ceden y caigo al suelo. ¿Cómo puede estar pasando esto? Las semanas 
Sotelo, gracias K. Cross 
transcurridas desde que nos fuimos para su cumpleaños se 
confunden. He tenido más exigencias en el trabajo, gente que tira de 
mí en diferentes direcciones, y no me queda tiempo para estar en casa. 
¿Cómo he podido ser tan estúpido? ¿Cómo pude dejar que lo 
mejor de mi vida cayera al fondo del montón? ¿Cómo pude dejarla 
como sobras? Estaba tan ocupado tratando de construir una vida, que 
no la estaba viviendo. Hay una cosa que me queda clara en este 
momento, ahora más que nunca. No hacemos espacio, y estar 
separados es lo que nos trajo aquí en primer lugar. 
Levantándome del suelo, me apresuro a ir al garaje y cojo las 
llaves de mi vieja camioneta. Me salto algunas leyes de tráfico en mi 
camino a través de la ciudad, pero cuando llego al edificio de Lindsey, 
le doy las llaves al portero, que asiente como si me estuviera 
esperando. 
El ascensor hasta el ático es más lento de lo normal, y me 
pregunto si es porque estoy ansioso por llegar arriba y me está 
torturando. Cuando se abren las puertas del último piso, salgo a la 
pequeña entrada con su puerta principal al frente. Miro las llaves en 
mi mano y me maldigo por no haber traído el otro juego que tiene la 
llave de su casa. Así que hago lo que cualquier marido normal haría 
en este momento: Empiezo a golpear la puerta con los puños mientras 
la pateo y grito el nombre de mi mujer como un loco. 
— ¡Rosy, saca tu culo de aquí ahora mismo, o que Dios me 
ayude, voy a destrozar este edificio! 
Hay un clic en la puerta, y luego se abre lentamente para revelar 
a Lindsey de pie con los brazos cruzados sobre el pecho. —Vas a pagar 
por esos daños. 
—Te haré un cheque. — digo, intentando pasar por delante de 
ella. 
Me sorprende poniendo un brazo contra el marco de su puerta y 
bloqueándome. — ¿Puedo ayudarte? 
—Quiero a mi mujer. — Tengo los dientes apretados y sé que 
podría estar al borde de un ataque de nervios. 
—Deberías saber que no debes venir a mi casa exigiendo nada. 
— estrecha sus ojos hacia mí mientras da un paso adelante. —No me 
Sotelo, gracias K. Cross 
importa lo grande y loco que estés, hermanito, no vas a pasar sobre 
mí. 
—Lindsey, esta no es tu lucha. 
—Tú eres mi lucha, ella es mi lucha, mi familia siempre será mi 
lucha. — Veo que el fuego se enciende en sus ojos. —Creo que uno de 
nosotros ha perdido de vista eso últimamente, y no soy yo. 
Parte de la ira que burbujea en mi interior se desinfla. 
— ¿Crees que alguna de nosotras habría cambiado nuestras 
antiguas vidas por esto?— Hace una pausa, esperando que no esté de 
acuerdo. —Nos habríamos quedado con gusto en esa cuneta si eso 
significara que seguimos juntos. — Me da un puñetazo en el pecho, y 
me escuece casi tanto como sus palabras. —Ella es el corazón de esta 
familia, Darian, y tú lo has roto. 
—Joder. — Pongo la cabeza entre las manos mientras los 
recuerdos de los últimos años me llegan de golpe. Son imágenes de 
Rosy y de cómo su luz se ha ido alejando poco a poco de ella. He 
intentado darle todo lo que quería, y en el proceso, le he quitado lo que 
más quería. A mí. 
—Creo que deberías irte. — dice Lindsey en voz baja, y me niego. 
—Por favor. — Se me quiebra la voz. —Por favor, necesito verla. 
—Darian. — La voz de Rosy viene de detrás de Lindsey, y mi 
corazón se tambalea hacia el sonido. 
Lindsey cierra los ojos un momento y luego los abre antes de 
enderezarse. —Arréglalo. — dice en voz baja. —Por todas nosotras, 
será mejor que lo arregles. 
Se aleja de la puerta, y detrás de ella está Rosy con los ojos rojos 
como si hubiera estado llorando. La visión de sus lágrimas me debilita, 
pero no me muevo, temiendo que si lo hago salga corriendo. 
Nos quedamos en silencio mientras nos miramos y entonces una 
sonrisa se dibuja en la comisura de sus labios. —Debería haber sabido 
que no me darías espacio. 
—Nunca. — Me encojo de hombros, sin sentirlo en absoluto. 
—Darian, quise decir lo que dije. Te amo... 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Yo también te amo. — la interrumpo, y sacude la cabeza. 
—Pero quizá no sea suficiente. — Mira al suelo y suspira. —Sé 
que lo que haces es importante, pero yo también lo soy. — Cuando 
sus ojos vuelven a encontrarse con los míos, veo las lágrimas. 
—Tú eres la razón por la que hago el trabajo. Por nosotros. — No 
puedo soportar más la distancia que nos separa y doy un paso más. 
—Rosy, tú eres la razón por la que me despierto cada día. Sin ti, todo 
no significa nada. 
Sacudo la cabeza mientras ella empieza a hablar. 
—Por favor, déjame decir esto. — duda y luego asiente mientras 
aprieta los labios. —Pensé que al darte tu antigua vida de lujo, estaba 
compensando de alguna manera el haberte alejado de ella. Todas las 
veces que me dijiste que estabas feliz de renunciar, pensé en todo lo 
que tenías que sacrificar, todo lo que teníamos que sacrificar cuando 
no teníamos dos centavos para frotar juntos.— Me pongo la mano en 
el pecho mientras siento que el dolor hueco se aprieta. —Aquellos 
fueron nuestros mejores tiempos, no por el dinero, sino porque nos 
teníamos el uno al otro, y eso lo he perdido de vista.Me acerco un paso más, y casi puedo extender los brazos y 
tocarla. 
—Después de leer tu nota, solo pude pensar en una cosa, y fue 
la primera vez que me miraste. Fue la primera vez en mi vida que sentí 
que podía hacer cualquier cosa. Con una sola mirada tuya podía 
conquistar el mundo y convertirme en el hombre que estaba destinado 
a ser. Me diste el valor para hacerlo, y luego, sin darme cuenta, te dejé 
atrás. — Sacudo la cabeza y me acerco un pequeño paso. —Perdí de 
vista mi propósito, y ese siempre ha sido amarte. 
—Darian. — dice suavemente, y esta vez es su turno de dar un 
paso hacia mí hasta que nos separa un suspiro. 
— De camino aquí esta noche, renuncié a mi control de la 
empresa. Tienen todo lo que necesitan para que mi trabajo siga 
adelante, y he nombrado a Lindsey jefa de operaciones. 
— ¿Qué?— gritó ella desde el pasillo. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Dios mío, ¿hablas en serio?— Los ojos de Rosy se abren de par 
en par con incredulidad. 
—Tú eres mi vida, no mi trabajo. Y siento haber necesitado que 
me lo recordaras. 
—Um, ¿podemos volver a la parte en la que estoy a cargo de algo 
de lo que sé absolutamente una mierda?— dice Lindsey, pero la ignoro 
porque Rosy me sonríe. 
—Prométeme algo. — digo mientras atraigo a Rosy contra mí y 
acojo su mejilla. 
—Cualquier cosa. — levanta la mano y me toca la cara como si 
estuviera comprobando que soy real. 
—Prométeme que la próxima vez que quieras irte, me lo dirás 
primero. Me ahorrará mucho dinero. — Miro hacia atrás a la puerta 
destrozada y escucho a Rosy reír. 
—Trato. 
Con esa única palabra, miro a mi mujer a los ojos justo antes de 
besarla con todo el amor que llevo dentro. Sus brazos me rodean el 
cuello y me aprieta mientras la levanto del suelo. Cada parte de mí se 
aferra a ella, y ahora mismo lo único que quiero es encontrar una 
superficie plana para poder hacer el amor. 
—Llévala a tu casa. Tengo que encontrar un reparador de 
medianoche. — dice Lindsay, aunque no parece tan enojada como 
antes. 
—Enviaré a alguien. — le digo mientras saco a Rosy de su 
apartamento y la llevo al ascensor. 
—Sí, y luego envía a alguien que pueda explicar qué demonios 
quieres que haga para tu empresa. 
Me doy la vuelta mientras entro en el ascensor con Rosy en 
brazos. —Relájate, ahora es tu empresa. Haz lo que quieras. 
Con eso, las puertas se cierran, y Rosy y yo nos reímos antes de 
que nuestros labios se conecten una vez m 
Sotelo, gracias K. Cross 
Capítulo 13 
ROSY 
 
El sol de la mañana intenta colarse por debajo de las pesadas 
cortinas, pero todavía está oscuro en nuestro dormitorio. Estiro la 
mano, sin encontrar a mi marido en la cama conmigo, y por un 
momento se me cae el corazón. Me sacudo porque es imposible que no 
esté aquí después de la noche anterior. Incluso cuando salgo de la 
cama y siento los deliciosos dolores en mis músculos, sé que sus 
palabras eran ciertas. 
Después de coger el albornoz, retiro las cortinas y dejo que la luz 
inunde el espacio. Con la luz cayendo sobre cada centímetro de la 
habitación, me doy cuenta de que odio este lugar. Creo que me perdí 
intentando ser la esposa que creía que mi marido quería y accediendo 
a esa imagen incluso a costa de lo que yo quería. Su sueño no era solo 
triunfar, sino encajar en un mundo que le rechazaba y demostrar su 
valía. 
Mientras bajo las escaleras, oigo su voz desde la cocina. Cuando 
entro, veo que tiene el teléfono pegado a la oreja, y espero allí, 
bebiéndolo. No tarda mucho, y debe de haberme oído porque cuando 
se gira para mirarme, hay una sonrisa que le tira de los labios. 
—Espera. — dice al teléfono mientras se acerca y me da un 
rápido beso. —Las gemelas se han metido en un lío. — Sonríe contra 
mi boca antes de volver a besarme. 
No me di cuenta de que estaba tensa en los hombros hasta que 
se relajaron. Supuse que era una llamada de trabajo y me enojo 
conmigo misma por no confiar en él. 
— ¿Por qué esa mirada?— me pregunta antes de llevarse el 
teléfono a la oreja. 
Bajo la mirada, pero no me deja escapar. Me levanta la barbilla 
para que le mire y le explico. —Pensé que era una llamada de trabajo 
Sotelo, gracias K. Cross 
y me molesta no haber confiado en ti. Pero esa reacción es mía, y sé 
que con el tiempo dejará de serlo. 
—Te amo. 
Dios, realmente es perfecto. Espero no haber sido demasiado 
dura con él al dejarlo, pero la cosa es que ya no somos solo nosotros. 
Me da un apretón en el culo y luego una rápida bofetada. 
—Abre la puerta. Seguridad dice que Lindsey está en camino. 
Llego a la puerta principal al mismo tiempo que Lindsey y ella 
entra directamente, ya a mitad de una frase. 
—No puedo hacer esto. Esa Mary es una pesadilla. 
Resoplo porque nunca la había visto con pánico. —Me gusta 
Mary. — Defiendo a la mujer mayor que dirige la oficina de Darian. 
Puede ser un tiburón y le robó a mi marido más tiempo del que me 
gustaba, pero es buena en su trabajo. La respetaba porque, al menos, 
se esforzaba por utilizar su tiempo con prudencia y mantener el lugar 
funcionando de la forma más eficiente posible. 
—Me despertó a las cuatro de la mañana con preguntas. 
Preguntas que ni siquiera tienen sentido. 
—Ven a la cocina. — La agarro del brazo y tiro de ella conmigo. 
—Me va a echar. Ha dicho que no hay más trabajo. 
Me río, sabiendo lo que significaba, pero esto es diferente. —Si 
esto es algo que realmente quieres hacer entonces él te va a ayudar. 
Los dos lo haremos. — Me envuelve en un abrazo gigante y suspiro, 
sintiéndome feliz. 
Lindsey ha estado ahí para todos nosotros durante estos años. 
No hay manera de que la dejemos colgada. 
Entramos en la cocina mientras Darian pone su teléfono en la 
encimera. — ¿Qué han hecho?— pregunta Lindsey, conociendo la 
expresión de su cara. 
—Hicieron que un par de príncipes se enamoraran de ellas. 
Piden sus manos en matrimonio. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Resoplo una carcajada, pero nadie se une a mí. —Oh. — Me tapo 
la boca con la mano para intentar ocultarlo. 
—Por supuesto que sí. — Lindsey pone los ojos en blanco. 
Observo cómo Darian me prepara una taza de café como a mí 
me gusta. Se la cojo y finjo que tomo un sorbo. Por suerte, la mente 
de Lindsey está enfrascada en un millón de otras cosas y no se da 
cuenta de que me estoy saltando la cafeína. 
Tengo un pequeño secreto que estoy esperando el momento 
perfecto para revelar, pero no estoy segura de cuándo será ese 
momento perfecto. 
— ¿En serio?— Pregunto, queriendo más de esta historia. Darian 
sacude la cabeza. 
—Los hombres caen de bruces por esas dos. — se burla Lindsey 
mientras indica que ella misma no tiene un café. —Querían algo de 
emoción, y están a punto de conseguirla. 
—Lo que estaba pensando...— Darian está de acuerdo. —
Además. Tengo planes para llevar a mi mujer de luna de miel hoy 
mismo. 
Las mariposas explotan dentro de mí ante la posibilidad. — ¿De 
verdad? ¿Hoy mismo? ¿Así de fácil?— La esperanza burbujea en mi 
corazón. 
—Así de fácil. 
Corro alrededor de la isla de la cocina y salto a sus brazos. Esto 
era lo que soñaba cuando él se hiciera grande. Que el dinero que 
ganaría nos daría libertad, no lo encadenaría a un escritorio. Sé que 
incluso en este momento no se llevaría el mérito de su éxito. Siempre 
dice que sin nosotras, las chicas, nunca podría haberlo hecho. 
—Nada me gustaría más. — Lo beso rápidamente mientras me 
aprieta. 
Deberíamos viajar más pronto que tarde con mi pequeño secreto 
entre nosotros. 
— ¿Tocino y panecillos?— pregunta, sabiendo que es mi favorito. 
—Sí, por favor, y también zumo. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Lindsey me mira de reojo mientras echa un vistazo a mi café 
abandonado. Darian me prepara un vaso de zumo de naranja fresco y 
le da una taza. 
— ¿Huevos para ti?— le pregunta a Lindsey. 
—No tengo hambre. — dice ella secamente, recordándome por 
qué está aquí en primer lugar. 
—Necesita comer, así que sí, huevos. — ledigo a Darian, y él 
asiente y empieza a preparar el desayuno. —También tienes que 
ayudar a tu hermana antes de que se produzca una úlcera. 
— ¿Mary no te ha llamado?— Saca los huevos de la nevera. 
—Sí lo hizo, pero me preguntaba cinco millones de cosas que no 
entendía. 
—Lo dudo. — resoplo y sacudo la cabeza. —Eres una de las 
personas más inteligentes y capaces que conozco. Si alguien te explica 
algo, sé que lo entenderás. Solo tienes que ir más despacio y respirar. 
— Se sienta en una de las sillas altas y hace lo que le sugiero. —Mi 
abuelo siempre me decía que no tienes que ser la persona más 
inteligente de la habitación, aunque estés al mando. Solo tienes que 
ser lo suficientemente capaz para saber quién es el más inteligente. 
Entonces lo contratas. 
—Tiene razón. No estás ahí para hacer nueva tecnología, estás 
ahí para dirigir el lugar. Eres esencialmente la gestión, y si alguien 
puede hacer eso, eres tú. 
—Sí. — digo de acuerdo. 
—Y yo estaré ahí para ayudar. Solo estoy a una llamada de 
distancia. — la tranquiliza. 
Después de eso, Lindsey empieza a relajarse y pasamos la 
mañana hablando y desayunando juntos. Es agradable que estemos 
todos juntos de nuevo y que no haya prisa. Es casi como en los viejos 
tiempos, solo que estamos en una cocina que no creo que ninguno de 
nosotros haya soñado. 
—No es por poner más en el plato de nadie, pero he encontrado 
esto. — Hago clic en la propiedad que he estado mirando desde que 
salió al mercado. Nuestra agente inmobiliaria Jenna me la envió 
Sotelo, gracias K. Cross 
sabiendo que era exactamente lo que tenía en mente desde hace 
tiempo. 
— ¿Qué es esto?— Lindsey pregunta. 
—Puedo encargarme de todo. — me apresuro a decir, sabiendo 
que ella tiene bastante que hacer en este momento. 
—Podemos manejarlo. — corrige Darian mientras tira del portátil 
que tiene delante y de mí en su regazo. Giro la cabeza y le doy un beso, 
y Lindsey se aclara la garganta antes de que se le vaya de las manos. 
—Es un terreno a las afueras de la ciudad. Sé que puede parecer 
una locura, pero he pensado que podríamos construir aquí. Incluso se 
puede construir una valla gigante que lo rodee todo para que sea 
nuestra propia subdivisión. 
—Odiaste diseñar este lugar. — me recuerda Lindsey. 
— ¿Lo hiciste?— El agarre de Darian se hace más fuerte. 
—Hice este lugar como creía que debía hacerse y para estar a la 
altura de esta vida. Es decir, quiero conservarlo para cuando estemos 
en la ciudad, pero este lugar...— Hago clic en la foto del terreno. —
Sería para todos nosotros. 
—Me encanta. — dice Darian contra mi cuello. —Creo que es 
exactamente lo que todos necesitamos. 
—A mí también. — coincide Lindsey. —Y con eso, tengo que ir a 
encontrarme con Mary. — Se despide de nosotros con un abrazo antes 
de salir, con un aspecto mucho más seguro que cuando entró. Sé que 
lo tiene claro. 
—Tenemos tiempo antes de tener que coger un vuelo. — Darian 
tira del cordón de mi bata, haciendo que se abra. —Y hay algo más 
que tienes que decirme. Puedo sentirlo. — Sus manos rozan mis 
caderas de arriba abajo. 
—Lo noto. Creo que es por lo que anoche me afectó tanto. 
No sé por qué estoy tan nerviosa por contárselo. Los dos 
queremos tener hijos, y siempre dijimos que algún día. De hecho, 
habíamos dicho desde siempre que no importaba si lo hacíamos a lo 
grande o no, que empezaríamos a intentarlo cuando cumpliera 
Sotelo, gracias K. Cross 
veinticinco años. Había dejado de tomar la píldora entonces, pero no 
se lo había comentado a Darian. Tal vez debería haberlo hecho, pero 
estoy segura de que lo había olvidado. Hacía tantos años que 
estábamos tumbados en la cama hablando de nuestro futuro juntos. 
—Estás embarazada. — adivina, haciéndome soltar un grito 
ahogado. 
— ¡¿Cómo lo has sabido?! 
—Puede que haya sido un hombre ocupado, pero conozco tu 
cuerpo. Además, ya hemos hablado de ello, y has tirado las pastillas 
hace meses. — Me eché a llorar. — ¿No quieres tener un bebé?— 
Puedo oír el pánico en su voz. 
— ¡Sí quiero! Lo siento, estoy tan feliz y tantas cosas que he 
querido durante tanto tiempo por fin están sucediendo. 
—Oh, amor. — Me coge la cara. —No digas que lo sientes. 
—Anoche, cuando dije que te perdonaba, lo decía en serio. 
—Lo sé, pero necesito algo más de ti. — Besa algunas de las 
lágrimas. —Eres el corazón de la familia. Hay una dulzura que nos das 
a todos, y eso es lo que eres. Por eso todos los que te conocen se 
enamoran de ti, y es parte de la razón por la que te protegemos tanto. 
No queremos que nadie se aproveche de eso. 
—Eso es muy dulce. — resoplo. 
—Tienes que empezar a decirme cuando quieres algo. No me 
importa si crees que va a molestar a alguien más. Yo me encargo de 
eso. Cómo se sientan tú y nuestro bebé, eso es lo primero para mí. 
Siempre he sabido que Darian sería un padre y un marido 
maravilloso. Cualquier cosa que se proponga, puede hacerla. Creo 
que, de alguna manera, nos perdimos un poco en el camino hasta 
llegar a este punto, pero ambos tratamos de darle al otro lo que 
creíamos que necesitaba. 
—Puedo hacerlo. — estoy de acuerdo. Los dos vamos a hacer 
cambios. 
—Te amo tanto, maldita sea. — Me quita la bata de un empujón 
y la deja caer al suelo. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Yo también te amo. En la riqueza o en la pobreza. Siempre seré 
tuya. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Epílogo 
DARIAN 
 
Dos años después... 
— ¡Estoy en casa!— Rosy grita, y me pongo de pie, nervioso por 
ver qué piensa. —Darian, ¿estás...?— Deja de hablar cuando sale a la 
terraza trasera y se queda mirando lo que he hecho. 
—Bienvenido a casa, amor. 
Tardamos un año en construir nuestra casa perfecta, y aún más 
en terminar el exterior tal y como queríamos. Pasamos muchas noches 
aquí cenando cuando el tiempo lo permite o jugando con nuestra hija 
mientras perfecciona su paseo. Es uno de nuestros lugares favoritos 
por las vistas y el tiempo que pasamos aquí afuera, así que sabía que 
sería el lugar perfecto para hacer esto. 
— ¿Qué estás haciendo?— Mira a su alrededor todas las velas 
que he encendido y las flores que se entregaron mientras llevaba a 
nuestra hija Megan a la casa de Lindsey para una pijamada. 
Hicimos construir nuestra casa, la de Lindsey y la de las gemelas 
al mismo tiempo, así que eso podría explicar por qué tardamos tanto. 
Estamos todos juntos en esta gran propiedad, y Allison la llama 
cariñosamente “el complejo”. Me gusta porque estamos todos cerca, y 
en cualquier momento Megan recibe el cariño de sus tías. Será aún 
mejor cuando crezca y pueda jugar con sus primos cuando quiera. 
—He tardado mucho en encontrar lo que buscaba, y quería que 
el momento fuera especial. 
—No me vas a regalar un anillo nuevo, ¿verdad?— Se lleva la 
mano al pecho y veo la banda de oro brillar a la luz de las velas. 
—No. — Sonrío mientras niego con la cabeza. 
Dejó claro que no quería mejorar o sustituir el anillo que nos 
convirtió en marido y mujer, y aunque siempre quiero darle a mi 
esposa lo mejor de lo mejor, entendí su elección. Aunque no era 
Sotelo, gracias K. Cross 
llamativo, y casi todo el mundo a su alrededor tiene diamantes y 
piedras del tamaño de pelotas de golf, ella siempre toca el sencillo 
anillo de oro con amor y reverencia. Me hace sentir lo mismo cuando 
veo el mío. 
Me acerco a la mesa de al lado y cojo la pequeña caja de madera. 
Cuando se la tiendo, sus ojos se abren de par en par y me mira con 
incredulidad. 
—No lo hiciste. — susurra, y asiento. 
—Lo hice. 
— ¿Cómo?— Se adelanta y toma la caja de mi mano, y veo que 
sus dedos tiemblan. —Intenté localizar al vendedor de relojes durante 
años, pero nada. Pensé que había desaparecido. 
Abre la caja, y dentro del terciopelo está el reloj de su abuelo. Lo 
saco y se lo tiendo para que se lo ponga. 
—Me costó mucho tiempo y muchas llamadas, pero loencontré 
en una venta de bienes inmuebles a cuatro estados de distancia. — Le 
pongo el reloj en la muñeca y le doy la vuelta para que pueda ver los 
cambios que he hecho. —Hice que un joyero hiciera algunas 
modificaciones para que se ajustara a tu muñeca. 
—Oh Darian, no puedo creerlo. — Veo que las lágrimas 
comienzan a formarse en sus ojos, y me inclino hacia delante para 
besarlas. 
—Fue la decisión correcta en su momento venderlo, pero ahora 
es el momento de tenerlo en casa con nosotros. Es hora de que lo 
saques de debajo de la cama y lo uses. 
—Sabes que te iba a regañar por no haber sacado la basura a la 
acera esta mañana, pero lo has compensado. 
—Menos mal que iba un paso por delante. — Me río y la rodeo 
con mis brazos. 
—Siempre vas un paso por delante, pero es una de las muchas 
razones por las que te amo. 
— ¿Cuáles son las otras?— Le doy un beso en la mejilla y en el 
suave lugar bajo su oreja. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—La forma en que tus labios se sienten en mí. — Mi boca baja 
por su cuello mientras mis manos se deslizan por su espalda. —La 
forma en que me agarras el culo. — Lo hago tal y como lo dice, y gime 
de placer. 
— ¿Tienes alguna opinión sobre cómo te como el coño?— Aprieto 
mi polla contra su bajo vientre, y gime. 
—Creo que deberías recordarme tus habilidades. 
—Con mucho gusto. 
La levanto en brazos y me dirijo a la veranda cubierta que hay 
cerca. Hay un gran sofá que guardamos aquí para ver a veces películas 
al aire libre. Se ríe cuando la arrojo sobre él y me arrodillo frente a 
ella, quitándome rápidamente la camiseta. 
—Me encanta lo excitado que te pones justo antes de probarme. 
— Abre las piernas y se sube el vestido. 
—Soy como un perro a punto de recibir una golosina. — Me 
relamo los labios mientras paso el dedo por el borde de sus bragas y 
luego las hago a un lado. 
Sus gemidos me llenan los oídos mientras paso la lengua por sus 
pliegues y hago círculos alrededor de su clítoris. Ya está caliente y 
húmeda, pero quiero esta primera en mi boca. Me gusta que esté 
blanda y preparada cuando mi polla la llene, así que primero tiene que 
correrse. 
Sus dedos se enredan en mi pelo mientras la agarro por el culo 
y la levanto hacia mi boca. Me doy un festín con su dulce carne 
mientras mi lengua hace el amor en su coño. Se arquea y suplica y 
finalmente grita cuando no puede resistir más el clímax. 
Así que la vuelvo a tumbar lentamente en el sofá mientras me 
desabrocho los vaqueros y libero mi polla. Se libera entre nosotros, 
dura y gruesa, hinchada por la necesidad. Hay una gota de semen en 
su extremo, casi goteando, mientras agarro la base y la deslizo por su 
seda. 
Todavía jadea por su primer orgasmo cuando la introduzco con 
fuerza y profundidad. El pulso de su orgasmo se aprieta en torno a mi 
Sotelo, gracias K. Cross 
polla, y cuando la rozo con su clítoris, la hace llegar rápidamente al 
borde de otra oleada de gozo. 
Cada vez que entro en ella, es el cielo y el hogar, todo mezclado 
en uno. Ella es perfecta y se entrega cuando abre más las piernas y 
me permite introducir mi necesidad en ella. Me entrego a ella una y 
otra vez, y grita pidiendo más. Mi propia necesidad me está 
presionando, pero tengo que tener otro. Estoy ávido de su placer, y 
necesito saber que su cuerpo está exprimido para cuando me deje 
correr. 
—Darian. — gime, levantando las caderas. —Lo necesito. 
—Para. — digo entre dientes. —Harás que me corra demasiado 
rápido. 
—Pero si te corres, me hará correrme a mí. — Se aprieta a mi 
alrededor para intentar robarlo, y que Dios me ayude, casi lo consigue. 
—Joder. — maldigo, golpeando mi puño contra el cojín. 
—Por favor. — suplica, y sabe que estoy acabado. No puedo 
decirle que no, especialmente cuando estoy metido hasta las pelotas 
en su perfecto coño. 
Con un último empujón, mi polla palpita, y el pozo de la 
liberación sale de mí. Fiel a su palabra, la sensación de mi polla 
palpitando dentro de ella la lleva al límite conmigo. 
Juntos gemimos y nos aferramos el uno al otro mientras entierro 
mi cara en su cuello. Es potente y rápido, pero no por ello menos 
perfecto, mientras recupero lentamente el aliento y vuelvo a la tierra. 
Me tomo mi tiempo para besarla lentamente y me sonríe mientras 
recorre mi mandíbula. 
—Te amo tanto. — digo porque no puedo pensar en otra cosa 
que sienta ahora mismo. Amor. Es todo lo que tengo en mi corazón 
porque cada día la tengo entre mis brazos. 
—Yo también te amo. 
Cuando volvemos a hacer el amor, esta vez es más lento, pero 
ella se las arregla para robarme la liberación como una pequeña bruja. 
 
Sotelo, gracias K. Cross 
Epílogo 
ROSY 
 
Cinco años después... 
—Nena. — Darian me aparta el pelo del hombro y me besa el 
cuello. Estoy sentada en la isla de la cocina mirando las cartas que 
tengo delante. —Todo va a salir bien. — intenta tranquilizarme. 
Debería saberlo. Darian no dejaría que esto saliera de otra manera. 
—No sé por qué estoy tan nerviosa. — Recojo todas las cartas, 
apilándolas. 
— ¿Necesitas que te calme?— Su mano se dirige a mi muslo, 
deslizándose bajo mi vestido. Dejo caer la cabeza hacia atrás, 
apoyándola en su pecho. Me aparta las bragas y sus dedos encuentran 
mi clítoris. —Siempre tan jodidamente húmeda para mí. 
Un pequeño gemido sale de mí. Intento no hacer ruido. Nuestros 
hijos están en la habitación de al lado viendo una película. Me muerdo 
el interior de la mejilla. 
—Esta noche, después de llevar a las niñas a la cama, te vas a 
sentar en mi cara. Hace demasiado tiempo que no tengo tu sabor en 
la boca. — Si no estuviera a punto de llegar al orgasmo, me reiría. Me 
ha probado esta mañana, pero Darian siempre está dispuesto a probar 
otro. El hombre es adicto a mí. También soy adicta a él. —Tienes que 
correrte para mí, preciosa. — Muerde mi hombro. 
Mi cuerpo se sacude y me corro para él. Mis ojos se cierran 
mientras el placer me recorre y me relajo. Siento que parte de la 
tensión abandona mis músculos. Darian siempre consigue que me 
relaje de una forma u otra. El hombre conoce mi cuerpo mejor que yo. 
Saca su mano de debajo de mi vestido y se lame los dedos. Le 
agarro de la camisa y tiro de él hacia abajo para darle un beso. Su 
mano se dirige al pequeño bulto que ya se ha formado. Con el primero 
y el segundo tardé una eternidad en mostrarlo. No tanto con nuestro 
hijo. Ya se está dando a conocer. Va a ser tan grande como su padre. 
Sotelo, gracias K. Cross 
—Es que no quiero que las niñas se encariñen con ellos y que 
algo salga mal. — Me encojo de hombros. Sé mejor que nadie lo 
decepcionantes que pueden ser mis padres. Pero también recuerdo 
que eran cariñosos cuando yo era pequeña. 
—La gente cambia. La vida te hace eso. — Tiene razón. La vida 
te enseña lecciones en el camino. Mis padres están envejeciendo. 
— ¿Cómo es que no estás enojado con ellos? 
—Lo estuve durante mucho tiempo. Pero solo estaba enojado por 
cómo te trataban. A fin de cuentas, no importaba si les gustaba o no. 
Te tengo a ti y a nuestra familia. Ellos son los que pierden. — Asiento. 
Tiene razón. Lo hicimos todo por nuestra cuenta. 
Mis padres enviaron regalos para Megan desde el principio. 
Nunca llamaban, pero en cada fiesta o cumpleaños aparecían regalos. 
Luego, cuando llegó Maddy, hicieron lo mismo. En el último año, las 
niñas han preguntado por sus abuelos. ¿Cómo es que nunca vienen? 
No quería mantenerlos separados si querían participar en sus 
vidas. Tenía miedo de que pudieran abandonar sus vidas como lo 
hicieron con la mía hace tiempo. 
Me encontré con mi madre hace unas semanas en un evento. Se 
derrumbó delante de mí. Lloró y dijo lo mucho que lo sentía. Reconoció 
sus errores, incluso dijo que entendía si no quería volver a verlos. Mi 
padre había hecho lo mismo. 
—Quiero seguir adelante. Sanar. Creo que a mi abuelo le habría 
gustado. 
—Creo que a él también le habría gustado. — Darian se inclinay me besa de nuevo. Clavo mis dedos en su camisa. 
— ¿Ya has hablado con mi padre?— Pregunto contra esta boca. 
Sonríe. Tengo un presentimiento. Darian es protector con todas las 
chicas de su familia. 
—Como he dicho, todo va a estar bien. Creo que han cambiado. 
—Gracias. — Oírle decir eso hace que el resto de la preocupación 
se desvanezca. Nadie es mejor para leer a la gente que Darian. Bueno, 
quizás Lindsey. 
Sotelo, gracias K. Cross 
— ¡Están aquí!— Oigo gritar a Maddy. Luego sus piececitos 
corren hacia la puerta principal. Recojo todas las tarjetas que mis 
padres me han enviado a lo largo de los años y las guardo. Darian me 
coge de la mano y me lleva hacia la puerta principal. 
Darian hace un gesto con la cabeza a Megan para indicarle que 
puede abrir la puerta. Le da la vuelta a la cerradura y abre la puerta 
de un tirón. No hay un solo hueso tímido en el cuerpo de ninguna de 
nuestras chicas. No dudan en salir corriendo hacia ellas. Mis padres 
se dejan caer para abrazarlas. 
Me inclino hacia mi marido y veo cómo luchan contra las 
lágrimas. Darian me besa en la cabeza. Mi padre se levanta con Maddy 
en brazos. Ella habla a mil por hora. Mamá sostiene la mano de Megan 
mientras caminan hacia nosotros. 
Darian me suelta para darles un abrazo a los dos. Mamá se 
aferra a mí por un momento, su mano va a mi estómago. —Te he 
echado mucho de menos. 
—Hay tiempo para cambiar eso. — le respondo. 
—No deberíamos tener esa oportunidad, pero siempre has sido 
un alma dulce. — dice ella. —Me alegro de que hayas tenido a alguien 
como Darian para proteger eso. — Observo cómo mi padre y Darian se 
dan la mano. 
—Tenemos que enseñarte nuestras habitaciones. — Megan baja 
la voz a un susurro. —Hay una puerta secreta. Puedo mostrártela 
porque eres de la familia. — Ella tira de la mano de mi madre. 
— ¡Y luego la casa del árbol!— Dice Maddy. 
—Vayan. Voy a preparar las cosas para el almuerzo. — les digo 
para que tengan un momento con las niñas. Las veo dirigirse juntas a 
la casa. Me giro en los brazos de Darian. 
—No sé cómo lo has hecho, Darian, pero te las has arreglado 
para darme todo lo que podía desear. Incluso cosas que estaba segura 
de que eran imposibles. 
—Nunca dudes de un hombre que hará cualquier cosa por la 
mujer que ama más que nada en este mundo. — Mi corazón se derrite. 
—Nunca. — Le sonrío. 
Sotelo, gracias K. Cross 
Me dio más que un felices para siempre. Me dio todo y más. 
 
 
Fin…

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