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1 Algunas breves consideraciones de tanatología para la Asesoría Universitaria según el pensamiento de Elisabeth Kübler- Ross Autor: Magdalena Hambleton Mercado1 La muerte siempre ha sido desagradable, siempre ha sido causa de ansiedad y temor para el hombre y probablemente siempre lo será. Desde el punto de vista de la psiquiatría, esto es muy comprensible y se explica a través del conocimiento básico de que, en nuestro inconsciente, la muerte nunca es posible con respecto a nosotros mismos. Para nuestro inconsciente, es inconcebible imaginar un verdadero final de nuestra vida aquí en la tierra, y si esta vida tiene que acabar, el final siempre se atribuye a una intervención del mal que viene de fuera. Para decirlo de otra manera, en nuestro inconsciente sólo podemos ser matados; nos es difícil aceptar morir por una causa natural o por vejez; de tal suerte que a la muerte por sí misma la asociamos a un acto de maldad que se transforma en un acontecimiento aterrador, algo que exige pena y castigo. Desde nuestro papel de asesores universitarios desgraciadamente, y con cierta frecuencia nos topamos con situaciones mediante las cuales nuestros alumnos viven la experiencia de la muerte de algún ser querido; motivo por el cual nos parece de suma importancia –si lo que se pretende es ser un verdadero preceptor –conocer un poco acerca de las reacciones más comunes tanto de los pacientes que están en fase terminal como de los familiares que viven la experiencia del duelo por la pérdida de algún ser querido; con la finalidad de apoyar y canalizar en caso de ser necesario, a nuestros asesorados. Para sus investigaciones en el campo de la tanatología, Elisabeth Kübler-Ross2 pasó cientos de horas junto a enfermos moribundos, observando los comportamientos de éstos de forma minuciosa; situación que le permitió posteriormente resumir las diversas reacciones conductuales en cinco fases. Etapas del duelo3: 1 La autora es Coordinadora de Asesoría Universitaria en la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana; quien ha realizado estudios en materia de Ciencias de la Familia. 2 Elisabeth Kübler-Ross, MD., nació en Zürich Suiza el 8 de julio de 1926 y murió el 24 de agosto del 2004 en Arizona, Estados Unidos; fue psiquiatra y autora de numerosos libros, es autora del libro pionero " Sobre la muerte y los moribundos " donde se debatió por primera vez lo que ahora es conocido como el modelo Kubler- Ross ( las 5 etapas del duelo ), reconociendo un patrón de etapas, la mayoría o la totalidad de los cuales la gente tiende a pasar, no siempre en secuencia, después de que se enfrenta con la tragedia de su muerte inminente. Las cinco etapas del duelo, en orden secuencial, son la negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Las cinco etapas desde entonces han sido adoptados por muchos como la aplicación a los supervivientes de un ser querido de la muerte. 3 Kübler-Ross, Elisabeth, Sobre la muerte y los moribundos, Debolsillo, México, 2008, p. 360. 2 1) Negación y aislamiento: la negación permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisoria que pronto será sustituida por una aceptación parcial: "no podemos mirar al sol todo el tiempo . Se manifiesta al principio del diagnóstico o del evento traumatizante. 2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; es la etapa en la que surgen todos los porqués. Es una fase difícil de afrontar debido a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Las personas suelen quejarse por todo; todo les viene mal y es criticable. Posteriormente pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. Quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente. 3) Pacto: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, aunado al enojo con la gente y con Dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para intentar superar la traumática vivencia. Si Dios ha decidido sacarnos de este mundo y no ha respondido a mis airados alegatos, puede que se muestre más favorable si se lo pido amablemente . El pacto es un intento de posponer los hechos; incluye un premio a la buena conducta , además fija un plazo de vencimiento impuesto por uno mismo (por ejemplo sólo para el nacimiento de mi nieto , sólo para mi boda , etc.); y la promesa implícita de que el paciente no pedirá nada más si se le concede este aplazamiento. Es una fase que se presta para intentar ayudar al que sufre a racionalizar el sufrimiento, pues el enojo ya no es tan intenso como en la etapa anterior. 4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la realidad, el sufriente se debilita, su ira y su rabia serán pronto sustituidos por una gran sensación de pérdida. Adelgaza, disminuye la concentración, se presentan alteraciones del sueño, etc., se verá invadido por una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporal y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. No resulta adecuado decirle que no piense en su duelo, y por lo mismo sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecido de que se lo acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite con un gesto de empatía o cariño, o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo; es conveniente como asesores estar disponible cuando quiera hablar, pero 3 esta etapa se concreta más en una especie de acompañamiento, en el que se le hace saber a la persona que no está sola, que cuenta con alguien para hablar, dialogar y desahogarse. 5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos, su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la rabia por la pérdida y la depresión, contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor, la vida se va imponiendo. Esta etapa es ideal para retomar con el que sufre nuevos proyectos, que poco a poco le resultarán atractivos si se logra mostrar la utilidad e impacto que tendrán en su vida los mismos. Esta es la etapa en la que nosotros como asesores podemos retomar los planes suspendidos. Conviene señalar que la esperanza es un elemento que podemos encontrar presente en todas las etapas y que suele ser una herramienta de gran ayuda para transitar por este duelo; es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido; permite poder sentir que la vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno; en cierto modo es, a veces, una racionalización de su sufrimiento. Buscar y encontrar una misión que cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza. Hay que permitir que el pariente hable, llore o grite si es necesario. Dejémosles compartir y expansionar sus sentimientos y estemos disponibles. Si toleramos su rabia, tanto si va dirigida contra nosotros, contra el muerto o contra Dios, les estamos ayudando a dar un gran paso hacia la aceptación sin culpabilidad.Si les reprochamos que se atrevan a airear esos pensamientos tan mal considerados socialmente, somos culpables de prolongar su dolor, su vergüenza y su culpabilidad, que a menudo provocan enfermedades tanto físicas como psíquicas.