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© 2018, Mercedes Bermejo Boixareu
© 2018, Editorial Desclée De Brouwer, S.A.
Henao, 6 – 48009
www.edesclee.com
info@edesclee.com
EditorialDesclee
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ISBN: 978-84-330-3834-0
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación
de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción
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Agradecimientos
A mis pacientitos, por su valentía, por todo lo que me han enseñado, por su gran
capacidad de superación, y su cariño. Y a sus papis, por confiar en mí. Gracias de todo
corazón.
A mi pareja, Edu, mi inestimable compañero de vida, aventuras y proyectos de vida. Por
ayudarme a hacer realidad mis sueños. Por creer en mí.
A mis hijos, Martina y Marcos, por ser, por existir, por enseñarme lo apasionante que es
descubrir la vida.
A mis padres, por brindarme el amor incondicional que tanto me ha permitido crecer con
amor y salud.
A mis hermanos, mis compañeros de vida más longevos, por ser, estar, compartir, y
ayudarme en los momentos difíciles. Y a mis amadas y maravillosas sobris (Marta y
Paula), y cuñados (Franco, Gabriela, Gustavo, Inés, Mica, y Paco). Por hacerme tan feliz
al existir.
A mi familia de Argentina, que a pesar de la distancia ocupan un lugar muy grande en mi
corazón.
A mi familia de Barcelona, por haberme dejado los mejores recuerdos de mi infancia.
A Pili, por hacer posibles todos mis proyectos, cuidarme, cuidarnos a todos. Por ser parte
de la familia.
A mis queridos calis, por hacerme reír y llorar durante más de 25 años. Por seguir
acompañándome y apoyándome a pesar de mi dedicación plena en mi proyecto familiar
y profesional.
A mis compañeros y compañeras de Psicólogos Pozuelo, por crear y cuidar nuestro
subsistema familiar. Por vuestra implicación, dedicación, y profesionalidad.
A mis amigas de la facultad, y todas las personas que sabéis que me habéis acompañado
a lo largo de mi trayectoria, que habéis confiado en mí, y sois parte de mi vida.
A Loretta Cornejo, por sus valiosas aportaciones en el desarrollo de mi trayectoria
4
formativa y profesional, por su cercanía, humildad, y extraordinaria generosidad. Gracias
por haberme brindado la oportunidad de elaborar este libro.
Como autora concienciada y comprometida con la igualdad de
género, y por lo tanto con el uso de un lenguaje igualitario, quiero
aclarar que el uso del artículo neutro en la redacción de este libro
obedece a la finalidad de ofrecer una lectura más ágil y fácil para
todos y todas.
5
 
Prólogo
Juan Luis Linares
Mercedes Bermejo, en este bonito libro, es convicta y confesa de trasgredir dos de las
limitaciones históricas de la terapia familiar al ocuparse tanto de las emociones como de
los niños. Que lo haga simultáneamente de ambos temas la sitúa de pleno en el campo de
una fecunda y estimulante heterodoxia.
De que esos límites, rayanos a veces en el tabú, existieron, querría dar testimonio
personal, especialmente en lo que a las emociones se refiere. Cuando, en 1981, estuve en
el Mental Research Institute (M.R.I.) de Palo Alto en el curso de un programa de
formación, pude detectar un explícito escepticismo respecto a la utilidad de la
focalización y el manejo de aspectos emocionales en terapia. No había motivos para
sorprenderse, puesto que Watzlawick no dudaba en referirse a ello, tanto por escrito
como verbalmente, manifestando lo inadecuado de aludir a lo que las personas “sienten”
en vez de a lo que “piensan”. También Minuchin mostraba sus preferencias por lo que se
“hace” en detrimento de lo que se “siente”. Y es un lugar común en la historia de la
terapia familiar que Bateson consideraba a las emociones un concepto dormitivo, en lo
que para él constituía el colmo de la descalificación. A este respecto, y en honor a la
complejidad de estos temas, hay que hacer constar que Nora Bateson asegura que su
padre nunca afirmó tal cosa y que tal creencia se debe al sesgo intelectualizante
introducido por Watzlawick,
En cualquier caso, me considero testigo directo del relativo descrédito que, en el M.R.I.
de los años 80, afectaba a una figura como Virginia Satir, precisamente por su
espectacular y desacomplejado trabajo con las emociones. Por eso constituyó para mí
una revelación cuando, en el congreso de Praga de 1987, pude verla personalmente como
animadora de la ceremonia inaugural. En el imponente escenario del palacio de
congresos, presidido por rígidos miembros de la nomenclatura checa, Virginia Satir
introdujo un divertidísimo deshielo, premonitorio de la revolución de terciopelo,
6
haciendo interactuar en clave corporal y emocional a aquellos formales burócratas con
sus informales colaboradoras californianas.
Y como, afortunadamente, la historia de las trasgresiones es tan densa como la de la
humanidad, ya en los años 90 del pasado siglo se celebró en Sorrento, Italia, un congreso
de terapia familiar, organizado por Andolfi y en el que yo participé, bajo el sugestivo
título de “Sentimenti e Sistemi”. De hecho, la terapia familiar europea ha sido siempre
más sensible al discurso reconocedor de la importancia de las emociones que la
americana, sumida aún hoy en los excesos intelectualizantes del postmodernismo. Y es
en esa tradición donde se sitúa la autora, lo cual la aproxima inevitablemente a las
terapias humanistas, para cuya integración en el universo sistémico el presente libro
puede ser considerado un significativo aporte.
Mención especial merece la cuestión de los niños.
Es evidente que, si la terapia familiar tiene un sentido, es precisamente para tratar a los
niños. Así se reconoció desde los orígenes, cuando los menores problemáticos y sus
aparentemente caprichosos intercambios de síntomas, inspiraron algunas de las primeras
teorizaciones y especialmente las que tenían que ver con la cibernética. ¿Cómo no iba a
estimular la reflexión sobre la familia observar que el hermano de un niño curado
individualmente de una fobia escolar desarrollaba, por ejemplo, una enuresis? Y, sin
embargo, una vez promulgados los primeros dogmas de la terapia familiar, resultó difícil
sustraerse a ellos, incluyendo el que ordenaba trabajar con la familia en su conjunto y,
ciertamente, no con alguno de sus miembros.
En cualquier caso, el posicionamiento de los pioneros en este asunto no fue monolítico, y
la terapia estructural, con Minuchin a su cabeza, escribió muy pronto páginas sublimes
de intervenciones terapéuticas con niños.
En esta tradición se sitúa también la autora cuando manifiesta su interés por el niño
como objeto de aproximación terapéutica, pero sin renunciar a ocuparse de la familia.
Contrasta así con las estereotipadas declaraciones que, desde ámbitos burocráticos de
protección infantil, hacen bandera de la atención al “interés superior del menor”, a la vez
que, lastimando burdamente a la familia, lo revictimizan sin consideración alguna.
En este libro emociones y niños son los dos ejes conductores de una reflexión compleja
que transcurre a través de múltiples vías, alternando teoría y práctica. Una teoría que
recala en una importante revisión bibliográfica de la que se extraen originales
conclusiones, y una práctica que desciende al detalle de numerosas sugerencias concretas
7
de gran utilidad. Estoy seguro de que el lector sabrá apreciarlo.
8
Terapia Emocional Sistémica (T.E.S.)
Vi una flor en el desierto y sorprendido
tiré de sus raíces para descubrir de dónde venía,
entonces comprendí que estaba conectado
con el resto del universo.
Salvador Minuchin
En primer lugar, me gustaría, como lectores de esta guía, personas que creéis en la
familia, agradeceros formar parte del maravilloso grupode personas preocupadas por los
problemas de la infancia, de la adolescencia, por las relaciones humanas, y de cómo
estas afectan a las familias, y repercuten directamente en el bienestar de los menores. En
definitiva, gracias por vuestro interés, implicación, esperanza de cambio y promoción del
buen trato hacia la infancia.
Este libro, va dirigido tanto a profesionales familiarizados con el campo de la
psicoterapia sistémica, como a los que ya forman parte de ella, a los interesados en
conocerla, a los profesionales de la salud, de la educación, incluso para padres y madres.
Ha sido escrito desde los conocimientos teóricos y la experiencia profesional de la
aplicación clínica desde el paradigma sistémico ultramoderno1, unido a la influencia
humanista y relacional.
No es un manual técnico ni académico, sino una hoja de ruta para profesionales, y que a
su vez pretende hacer una reflexión, concienciación, y conexión con los niños, niñas,
adolescentes, padres y madres de la actualidad. A través de estas líneas quiero proponer
un patrón de trabajo que incorpore, entienda, respete y tenga en cuenta al menor a partir
de intervenciones tanto individuales como familiares, considerando las diferentes
tipologías familiares, las características de la historia moderna, así como los factores
socioeconómicos de la actualidad. Incorporando, a su vez, aspectos emocionales y
relacionales a través de un modelo de intervención sistémica-emocional-relacional
(Modelo SER) de la Terapia Emocional Sistémica. Este modelo enfatiza en el respeto y
cuidado a los niños, niñas y adolescentes, considerando que el niño no es un adulto en
miniatura. Por lo tanto, en oposición a la tendencia al adultismo que con frecuencia
9
encontramos en nuestra sociedad, defendiendo la relevancia de la normatividad y
afectividad como principios básicos de la educación, pero sin necesidad de ejercer
ningún tipo de violencia o abuso sobre los menores.
Con este libro quiero transmitiros mi metodología de trabajo con la finalidad de ampliar
vuestros conocimientos sobre la psicoterapia, crear nuevas raíces profesionales,
estableciendo relaciones simétricas con las familias, con el objeto de poder buscar
nuevas fuentes, así como otros caminos adaptados a vuestro estilo que os ayuden a
acoplaros a la danza de la familia. En definitiva, a través de estas páginas, espero
ayudaros a crecer, personal y profesionalmente.
Toda la población tenemos una función que desempeñar para asegurar que los niños y
niñas disfruten de su infancia. A pesar de que hemos avanzado mucho en este sentido en
los últimos años, aún queda mucho por hacer, por crear un mundo más apropiado para
ellos. Cierto es que la crisis mundial, los vertiginosos ritmos de vida de la sociedad
actual, las amplias jornadas laborales, los avances en unas áreas, como la tecnología, el
papel de la mujer en nuestra sociedad, y retrocesos en otras, como los valores, las
dificultades de conciliación familiar… Todo ello nos ha obligado a modificar nuestra
manera de funcionar, de relacionarnos, por lo tanto, también ha requerido un cambio en
el contexto terapéutico, y una adaptación en el modelo de intervención desde el
paradigma sistémico.
Asimismo, la educación en nuestro país ha sufrido constantes cambios sin lograr una
estabilidad, sin haber un consenso político, ni un análisis coherente del origen de este
fracaso. Del mismo modo tampoco se considera la relevancia que tiene la psicología en
los aspectos relacionados con el ámbito educativo, lo que ha generado un estancamiento
en la educación tradicional, mayor presencia de pedagogías alternativas, a veces no
eficaces, un desconocimiento y desorientación por parte de los padres, además de las
resistencias del sistema general hacia un avance de la educación. Todo ello requiere de
una concienciación social, una mayor participación de la comunidad educativa en las
escuelas, una reflexión general, así como una inversión y relevancia al cuidado y
bienestar de las familias.
El bienestar infanto-juvenil, es el resultado de un proceso, que es más que la suma
de los aportes y las responsabilidades individuales de los padres y de los miembros
de una familia. Los buenos tratos infantiles son el resultado de las competencias que
las madres y los padres tienen para responder a las necesidades del niño, y también
10
de los recursos que la comunidad ofrece a las familias para apoyar esta tarea. J.
Barudy (2005).
Es importante reconocer la tediosa labor que padres, madres y cuidadores primarios,
asumen a diario con el cuidado de su familia, y en la educación de sus hijos teniendo en
cuenta las presiones sociales, profesionales y estéticas que con frecuencia no permiten
educar adecuadamente, o mantener y aplicar valores. Llegando a repetir patrones
disfuncionales de sus familias de origen, cayendo con frecuencia en la sensación de
supervivencia, más que una sensación de vivir con calidad. Por consiguiente, ante el
pesimismo y exasperación con que llegan a menudo las familias a consulta es importante
transmitir esperanzas, teniendo en cuenta que el ser humano, si no dispone de ciertas
habilidades puede llegar a adquirirlas. Cuando una familia llega a consulta por primera
vez no conozco nada de su historia ni de su problemática, pero hay algo que ya sé sobre
esa familia sin habernos ni siquiera conocido. Sé que es una familia valiente, que sufre,
con ganas de generar cambios para sentirse mejor, que sabe pedir ayuda, que dispone de
una parte sana que quiere estar bien, y que es consciente de la necesidad de construir
vínculos familiares distintos. Y eso es muy meritorio y digno de rescatar y reforzar, ya
que al mismo tiempo florecen sentimientos de culpa, frustración, malestar,
incapacidad… que, como profesionales, es importante que podamos redefinir.
La familia es la institución social donde conviven las personas mayor tiempo, y esta
constituye, con frecuencia, una fuente de apoyo y en ocasiones, por el contrario, una
fuente potente de tensiones psicológicas. Por ello conviene normalizar la necesidad de
revisar el “estado actual de la familia”. Al igual que nuestros coches se revisan
periódicamente, o los niños asisten a sus revisiones médicas, ¿por qué no revisar la
institución social más antigua y permanente de nuestra sociedad? Con frecuencia nos
encontramos que padres o tutores nos traen a consulta a los niños como quien deja su
coche en el taller y espera que le avisen cuando ya esté “reparado”. Ponderar la
importancia que supone la implicación familiar resulta clave en el éxito del tratamiento,
por ello es relevante poder transmitir la importancia del “trabajo en equipo” desde el
encuadre inicial.
Como cualquier corriente centrada en aspectos relacionales, la Terapia Emocional
Sistémica (T.E.S.) no sigue un método rígido y predeterminado de tratamiento, ni un
patrón único de intervención, ya que se trata de una orientación abierta, y flexible a
introducir cambios en su desarrollo, respetando en todo momento los aspectos éticos y
11
deontológicos2 de la práctica clínica.
12
1.1. Introducción a la Terapia Emocional Sistémica (T.E.S.)
Cuando no somos capaces de cambiar
una situación nos encontramos
con el desafío de cambiarnos
a nosotros mismos.
Viktor Frankl
La Terapia Familiar Sistémica tradicional se ha basado, fundamentalmente, en un
enfoque orientado hacia los adultos, haciendo uso de la oratoria, el discurso adulto, y las
narrativas familiares, dejando, por lo tanto, al menor en un segundo plano; bien por
evitar etiquetarle, o bien, frecuentemente, por la inexperiencia del profesional con
menores, o bien sí se ha incorporado al menor en las sesiones, pero desde una postura no
tan considerada con su etapa evolutiva. Es frecuente que en estas sesiones familiares con
menores, se haga uso de un lenguaje adulto, en el que el menor con frecuencia se
desconecta a los pocos minutos del inicio de la sesión. Por no hablar de su nivel de
adherencia al tratamiento en estos casos, donde muchos profesionales, desde sus
dificultades para vincularsecon los menores, optan por no convocar a los menores a
pesar de presentar síntomas severos, no entender lo que ocurre, y sin disponer de un
profesional que le acompañe en la búsqueda de recursos más funcionales para su vida.
¿Por qué tratamos a los niños, o a los animales, de una forma que nunca
haríamos con adultos?
Cuando trabajamos con familias con menores de edad, el terapeuta debe asegurarse de
que su práctica esté enmarcada en el ámbito terapéutico teniendo en cuenta las
características y ciclo evolutivo del niño o adolescente, evitando exponer al menor a
riesgos o situaciones que pudieran ser perjudiciales para este. Por ello, es fundamental
ofrecer al niño un espacio de seguridad, respeto y confianza, entendiendo que nuestra
labor como terapeutas requiere, no solo de una base teórico-práctica, sino de una
implicación ética a lo largo de todo el proceso terapéutico, de afecto y empatía con los
menores, así como, por supuesto, de un espíritu de entusiasmo e ilusión.
Por todo ello, a través de este libro se exponen teorías, modelos y métodos de trabajo
adaptados a diferentes etapas de desarrollo del niño, ciclo vital de la familia, planteando
un abordaje inclusivo que permite estudiar los sistemas emocionales más significativos
13
para el ser humano, como la familia nuclear, la familia extensa, el contexto social,
educativo y económico, ofreciendo un modelo de intervención que incluya al menor y le
permita disponer de su espacio terapéutico individual. Además, que recoja y acompañe a
la familia, convocándola con regularidad, y que incorpore estructuras emocionales en su
intervención.
Es importante resaltar el reconocimiento científico que la Terapia Familiar Sistémica
Individual (TIS) está adquiriendo en los últimos años. Maestros tan relevantes como
Bowen3, Canevaro4 o Selvini Palazzoli y Viaro, entre otros, resaltan la necesidad de
poder dar esos espacios individuales a los miembros del sistema que con frecuencia lo
necesitan, con la convicción de que, al cambiar a uno de los miembros de la familia, se
modifica a todo el sistema familiar. No obstante, esta aproximación sistémica5, en el año
1.989, establece entre sus criterios que el demandante haya superado la fase de
desvinculación en el momento de inicio de la terapia, es decir, que esté confirmada la
existencia de alguno de estos índices6: existencia de relaciones externas estables y
duraderas, capacidad de economía económica y física, capacidad de una vida externa al
núcleo familiar. No contemplando, por lo tanto, el abordaje terapéutico individualizado
con niños o niñas.
En muchos casos, los terapeutas de familia especializados en infancia y adolescencia,
nos vemos obligados a hacer terapia de pareja, con hermanos, individual con uno de los
progenitores, y en los últimos tiempos es frecuente encontrarnos trabajando con otros
miembros cercanos, como pueden ser: la cuidadora, la pareja del padre o de la madre que
convive con el menor, o los abuelos. Igualmente, hay otros sistemas que afectan a
nuestros niños y que también debemos tener en cuenta. Estos son: el sistema escolar,
sanitario, deportivo o recursos locales, la familia extensa, la comunidad de vecinos, y por
supuesto, el sistema político. Por ello no podemos abordar exclusivamente el núcleo
familiar, sino que debemos coordinarnos con los diferentes sistemas implicados para
lograr mayor objetividad y precisión del motivo de consulta. Además de hacerlo desde
una perspectiva más humanista y relacional, que garantice la perdurabilidad del
tratamiento, evitando quedarnos en niveles de intervención superficiales e inestables en
el tiempo.
En definitiva, a través de este libro quiero hablar en nombre de todas esas voces que
aún no pueden hablar, o que no encuentran las palabras para expresar lo que les
ocurre, lo que necesitan, lo que les genera malestar. Me refiero a aquellos niños y niñas
14
que interiorizan tensiones familiares, que requieren de un espacio donde poder entender,
expresar y canalizar todo aquello que les hace sufrir. Y que a su vez requieren de
recursos y estrategias para poder afrontar los conflictos que puedan estar viviendo. Por
todo ello, a partir de la Terapia Emocional Sistémica (T.E.S.) quiero transmitir la
relevancia de que niños, niñas y adolescentes dispongan de su espacio terapéutico.
En este sentido, el contexto terapéutico supone un espacio donde poder entender, en
primer lugar, donde poder decidir, donde aprender alternativas, recibir acompañamiento
en la elección y apoyo en el desarrollo de dichas elecciones. No obstante, es fundamental
incorporar a los padres, o tutores del menor, en este proceso. Ya que ellos también
necesitan su espacio para entender, para buscar alternativas más sanas, para aprender a
desarrollar una parentalidad positiva, así como un acompañamiento en el ensayo o error.
Por ello es importante que las familias encuentren las soluciones que más encajen con su
cultura, sus tradiciones, sus valores, su forma de ser, de estar, de comunicarse, y que
estás no sean impuestas por un profesional externo.
Asimismo, es frecuente que el menor represente a través de un síntoma aquello que la
familia no está pudiendo elaborar, que pueda poner palabras a aquello que los adultos no
están pudiendo decir, o que busque acciones de compensación como consecuencia de la
carencia de nutrición afectiva que necesita para crecer. Los niños, desde su riqueza
interior, suelen utilizar diferentes canales para comunicarse y expresar su malestar, por
lo que es importante no hacer uso exclusivo de canales verbales en la interacción con
ellos. Los dibujos, juegos, el uso de la imaginación y de la fantasía pueden ser útiles para
permitir a los niños comunicar sus ideas, sentimientos o pensamientos, dándole un
significado relacional a su estado emocional. El problema no debe etiquetarse en el niño,
pero la solución sí está en la familia. Por eso es importante implicar a la familia a lo
largo de todo el proceso de terapia.
15
La incorporación de aspectos emocionales en la Terapia Familiar Sistémica con niños ha
sido un tema poco discutido hasta la actualidad, basada principalmente, en dar un
discurso más amplio a las problemáticas y patologías individuales, originadas en la
comunicación deficiente del sistema familiar, buscando su naturaleza y origen en
aspectos intergeneracionales, con un terapeuta orientado a producir cambios a través de
diferentes técnicas y estrategias. El terapeuta sistémico clásico suele ser directivo,
plantea objetivos a corto plazo, prescribe tareas sobre la conducta, con la finalidad del
cambio, con el posible riesgo de encontrarse con las resistencias de la familia, el miedo
al cambio, la negación, la confrontación, o llegando a entrar en una escalada simétrica.
Si bien es cierto, algunos autores del paradigma sistémico han incorporado aspectos
afectivos en su práctica clínica con adultos. Como es el caso de Carl Withaker, a partir
de su modelo simbólico-experiencial, aplicado principalmente con familias
profundamente afectadas por acontecimientos como la guerra o la presencia de un
miembro psicótico, a través de una participación emotiva por parte del terapeuta.
En 1959 surge el constructo de la EE (Emoción Expresada), concepto desarrollado por
George Brown (Institute of Social Psyquiatry: Medical Research Council), donde se
establece una correlación entre las variables crítica, hostilidad, y sobreimplicación
familiar, como índice indirecto de recaídas en pacientes con esquizofrenia, identificando
que las relaciones familiares son un buen factor de pronóstico del curso del trastorno.
16
Son numerosos, y de gran interés, los estudios que se han llevado a cabo a posteriori.
Relevantes también las aportaciones de Murray Bowen7, psiquiatra norteamericano,
creador de la Teoría Familiar Sistémica que ve a la familia como una unidad emocional,
con una perspectiva emocional sistémica, usando el pensamiento sistémico para describir
las interacciones que se dan dentro de esta unidad familiar. Igualmente Jim Framo, quea
su llegada a Italia desde EEUU, en 1971, sorprendió con sus recursos afectivos en el
contexto terapéutico, mostrando calidez, una inmensa empatía y cercanía con sus
pacientes. Maurizio Andolfi también recoge en “Historias de la Adolescencia”8, su
última publicación, la convicción de que en torno al problema de un menor están
implícitos los sentimientos y emociones de todo el sistema familiar. O como propone
Juan Luis Linares en el trabajo con familias multiproblemáticas9, destacando la
importancia de tener en cuenta los espacios emocionales, cognitivos y pragmáticos,
generando espacios donde se compartan emociones, sin cuestionar directamente valores
ni creencias, propiciando el desarrollo de ritos familiares conjuntos.
Alfredo Canevaro10, psiquiatra argentino radicado en Italia, propone “elevar la
intensidad emocional” en las sesiones familiares, abordando temas emocionales que
despierten emociones profundas, fomentando la proxemia (disciplina que estudia la
percepción de la distancia física y emocional dentro de la comunicación, verbal o no
verbal) en la expresión de sentimientos, y así fomentar una comunicación más auténtica.
Pero sin duda, la terapeuta familiar que más ha abordado en sus investigaciones y
trayectoria profesional las estructuras emocionales ha sido Virginia Satir11, reconocida
mundialmente como una de las pioneras de la terapia familiar. Satir ha estudiado a fondo
las relaciones familiares, proponiendo un modelo de cambio sustentado en la reflexión
sobre las relaciones humanas. Conocida por su especialización en la comunicación
humana y autoestima, promoviendo y favoreciendo el encuentro físico, a través de la
presentación de ejercicios donde la persona encuentre nuevas alternativas en su
comunicación; como la introducción de la representación de las esculturas familiares,
método de exploración de emociones más profundas e inconscientes, teniendo en cuenta
que las emociones mantienen los patrones patológicos en la familia.
No quiero dejar de aprovechar la ocasión para mencionar a uno de los pioneros de la
Terapia Familiar Sistémica, Salvador Minuchin, que falleció hace tan solo unos días, y
muchos sistémicos aún estamos apenados por su ausencia. Creador de la escuela
17
estructural, que comento más en detalle en el capítulo 5, sobre historia de la Terapia
Familiar Sistémica, y uno de los terapeutas familiares más famosos e influyentes, que
propuso hacer un trabajo con las familias restaurando y estableciendo jerarquías y límites
claros12.
Sin embargo, la Terapia Emocional Sistémica (T.E.S.) supone un cambio de perspectiva
aportando una visión epistemológica y metodológica amplia, con una orientación en el
entrenamiento e implementación del trabajo terapéutico con niños, niñas y adolescentes,
adaptando el espacio terapéutico al menor, acompañando a la familia, tomando como
referencia la historia y pilares básicos del paradigma sistémico. Desde una visión
terapéutica circular y neutral13, donde ya desde la entrevista inicial se generan cambios
a través de preguntas circulares, donde además entendemos el síntoma o conductas
disfuncionales, dentro de un contexto familiar. En un momento de ciclo vital, junto con
otros factores contextuales, como un sistema complejo de relaciones y vínculos que
influyen en la aparición o mantenimiento de dicho síntoma que presenta el paciente
identificado, siendo con frecuencia el niño, niña o adolescente. De este modo, a través de
estas líneas, se incorporan nuevos desarrollos conceptuales enriquecidos con una mirada
sistémica más humanista, que consiste en el uso de técnicas orientadas hacia un cambio
emocional profundo, y dejando espacio y flexibilidad para la expresión de la propia
creatividad.
Desde hace más de diez años, en colaboración con mi equipo, venimos implementando,
y desarrollando un modelo de referencia en nuestra práctica clínica: el Modelo de
intervención SER (Sistémica-Emocional-Relacional), enmarcado dentro de la Terapia
Emocional Sistémica (T.E.S.), publicado a su vez en la revista científica Mosaico14. Se
trata de un modelo basado en una metodología de trabajo que tiene una mayor
consideración por el niño, niña o adolescente, incorporándole en las sesiones, adaptando
dichas sesiones a la etapa evolutiva del menor, dedicándoles asimismo un espacio
individual, tan valioso para poder ayudarle, e implicando a la familia a lo largo de todo
el proceso. En el capítulo 2 presentaré con más detalle el modelo de intervención SER, a
través de sus fases, técnicas y herramientas prácticas para la aplicación en el contexto
terapéutico.
Finalmente, concluyo este apartado recordando que al trabajar con niños y niñas estamos
interviniendo directa e indirectamente con todos los representantes del sistema familiar,
con sus emociones, creencias, mitos familiares, esquemas vitales, legados familiares…
18
Las personas estamos capacitadas para crecer y cambiar, y por ende las familias. Por
ello, el trabajo coordinado y conjunto con el sistema familiar es fundamental, de tal
manera que los cambios que vayan sucediendo debemos procurar que encajen y sean
respetados en el sistema al que pertenece. El niño necesita tener una sensación de
pertenencia, para así sentirse seguro en la familia y, con ello, en la vida.
19
1.2. Las emociones desde la Terapia Familiar Sistémica. Entenderlas y
promoverlas como herramienta de cambio
La libertad se aprende ejerciéndola.
Clara Campoamor
En nuestra cultura, controlar emociones se ha considerado con frecuencia un mérito,
fomentando la baja expresión emocional, sobre todo de cara a la educación de los hijos.
Ha sido en los últimos años cuando la psicoterapia ha dado un giro volviendo hacia una
psicología más humanista, recuperando las emociones y los sentimientos como parte
integral de la interacción humana, ampliando recursos específicos relacionados con el
manejo consciente del mundo afectivo interpersonal.
Desde la ortodoxia sistémica se ha evitado el abordaje de las emociones, llegando a
calificarlo como “proceso dormitivo” según Bateson (1973), o directamente han sido
ignoradas por la teoría de la comunicación, o no tenidas en cuenta por la Escuela
Estructural de Minuchin. Según afirma el doctor Juan Luis Linares, psiquiatra y
psicólogo sistémico:
Intervenir en el campo emocional significa un serio desafío para el terapeuta
sistémico formado en el culto de la prescripción y, sobre todo, de la reformulación y
la narrativa, cuando no, explícitamente, en el desprecio doctrinario de las
emociones. Sin embargo, estas poseen en el lenguaje analógico un refinadísimo
instrumento, capaz de singularizar su expresividad hasta extremos inimaginables en
cualquier otro canal comunicacional. La persona que moviliza y pone en juego su
inteligencia emocional tiene mayor poder de convicción, resulta más creíble y
aumenta considerablemente su capacidad de influir a los demás. Cualidades todas
ellas preciosas para un terapeuta.
En algunas corrientes terapéuticas existe el interés por parte de los profesionales de
generar cambios, en la conducta, eliminando conductas disfuncionales, trabajando sobre
los pensamientos y comportamientos humanos, sin entender ni tener en cuenta las
estructuras emocionales subyacentes, necesarias para poder acompañar a la familia en su
sufrimiento. Algunos terapeutas suelen cambiar de tema cuando sus pacientes se
emocionan o hablan de emoción. Es necesario entender que el cambio no se produce
20
solo desde la voluntad de cambio, hay que establecer la conexión con las estructuras
emocionales de base, para poder entender, elegir, cambiar, y para prevenir recaídas. Lo
que supone que, si no cambiamos las estructuras emocionales de fondo, por más que
cambiemos las creencias, la tendencia a la acción natural se impondrá. Hay que trabajar
con la experiencia emocional, y así activar los circuitos emocionales inmersos.
Desde la Terapia Familiar Sistémica se abordan las dinámicas preferentemente desde lo
cognitivo y conductual, a través de las interacciones y acciones, y apenasse ha teorizado
la parte emocional. Desde la Escuela de Palo Alto se habla de la secuencia de
comunicaciones, pero nos perdemos las emociones que sustentan dichas conductas y
pensamientos. Algunos autores del paradigma sistémico, como Murray Bowen, Carl
Whitacker, o Virginia Satir sí centraron más sus investigaciones en las emociones y el
efecto de estas sobre las interacciones familiares, entendiendo la cognición como función
codeterminada por el conjunto de emociones primarias y secundarias. Whitacker, daba a
sus pacientes guantes de boxeo, bates de baseball y espadas, para gestionar las
emociones primarias. Satir hacía esculturas, dinámicas creativas y corporales, trabajaba
la autoestima a través del contacto, entre otras de sus técnicas.
Como sostiene el profesor Esteban Laso, de la Universidad de Guadalajara (Méjico), las
emociones son la melodía que sostiene la danza patológica familiar. Por lo tanto, para
realizar cambios profundos y permanentes en el tiempo dentro del sistema familiar es
importante el contacto con emociones más profundas. Las emociones hacen posible el
proceso de normalización, olvidando la etiqueta psicopatológica del paciente, buscando
en la historia de la familia comprender el mundo interior de cada uno de sus miembros.
Y de este modo reconstruir los vínculos afectivos más auténticos.
Conviene tener en cuenta la complejidad y multidimensionalidad del fenómeno
emocional, ya que, el sistema emocional dirige el sistema de las relaciones humanas. Las
emociones acompañan al proceso de aprendizaje y de cambio, entendiendo que conocer
el sistema emocional propicia a buscar alternativas, más eficaces y permanentes en el
tiempo. Por ello la narrativa de la familia es el resultado del significado que hace de la
experiencia relacional.
A partir del esquema de funcionamiento humano que probablemente todos conocéis:
Conducta/ Pensamiento/ Emoción, explico a las familias, alumnos, docentes y maestros,
el funcionamiento básico de las personas en sus relaciones sociales, tomando conciencia
de su manera de vincularse con el otro.
21
Marcelo R. Ceberio y Juan Luis Linares15 lo denominan “un juego de tres planos de
recursividades que se sinergizan: el racional o de pensamiento, el cibernético o
pragmático, y el emocional. Tales recursividades se producen en el proceso narrativo:
observamos lo que nosotros mismos construimos y construimos los que estamos
observando”.
Experiencia relacional humana
El terapeuta debe tener en cuenta estos tres planos de actuación, legitimando las
experiencias emocionales de las personas con las que estamos interviniendo, así como
conectando y dando sentido a cada uno de ellos (ver esquema en la página 34). Estos
son:
Conducta: Todas las personas estamos continuamente desarrollando conductas, o bien a
través del lenguaje, o bien a través de actitudes o comportamientos, o bien a través de
nuestro cuerpo, como pueden ser los síntomas psicosomáticos.
Pensamiento: Dichas conductas, normalmente, tienen su origen en pensamientos. Es
decir, lo que habitualmente conocemos como “pienso y entonces actúo”. Pero en algunos
casos, las conductas son más impulsivas, más frecuentemente en menores, donde aún no
está desarrollado el córtex prefrontal y es más difícil lograr una adecuada
autorregulación. Aunque a todos nos vendrá a la cabeza algún adulto, incluso nosotros
mismos en algún momento, donde se haya dado la situación de no pensar antes de actuar
o decir algo.
Emoción: Las emociones son innatas y universales, y poseen diferentes niveles de
intensidad. Esta es un área que, principalmente en adultos, en muchas ocasiones está
desconectada de las dos anteriores. Socialmente tenemos interiorizados algunos
mandatos sociales que es frecuente escucharlos en consulta: “Los hombres no lloran”,
“Las personas fuertes no les afectan estas cosas”, “Ya llevo un año, ya debería estar
bien”, “La gente normal no se preocupa por estas cosas”, “No llores que te pones feo”,
“Cuando sonríes estás más guapa”, a través de los cuales subyace la idea de “no
permiso” a sentir y expresar emociones “negativas”.
Una de las cosas que más valoro del trabajo con menores es que esta “barrera” con el
mundo emocional, salvo algunos casos, no existe. No tienen tantos prejuicios,
resistencias ni mecanismos de defensa. Lo cual permite un trabajo terapéutico más fácil,
22
directo y natural. En el trabajo con niños es preciso conectar con sus estados
emocionales y descubrir su capacidad para conectarlo con sus conductas de manera tan
espontánea. El trabajo terapéutico muchas veces está centrado en el área del pensamiento
y procesamiento de la información. Fomentar la emoción primaria es positivo per se.
Esto debe hacerse en terapia en un entorno protegido y con una alianza terapéutica
afianzada.
Teniendo en cuenta la plasticidad cerebral, la integración de la emoción y la cognición,
dentro de la complejidad de la relación, las emociones se trasforman en sentimientos.
Los sentimientos dependen de un aprendizaje en la relación con el otro. Según Joseph
Ledoux16 (1999): “Una vez que tu sistema emocional aprende algo no lo olvida jamás”.
A través de la psicoterapia se enseña al neocórtex a inhibir la amígdala autorregulando la
emoción. El sistema límbico continúa enviando señales de alarma mientras la corteza
prefrontal ha aprendido una respuesta más sana.
En términos generales, dentro de todas las emociones que pueden existir, suelo destacar
las más básicas para posteriormente poder analizar el funcionamiento familiar
emocional. Pero antes conviene destacar que no existen emociones buenas o malas,
positivas o negativas ya que como seres humanos necesitamos sentir las diferentes
emociones, siendo lo más importante saber cómo gestionarlas, pero no evitarlas. Un niño
que no siente enfado o miedo puede tener muchos inconvenientes adaptativos.
Necesitamos vivir con todas las emociones, son respuestas adaptativas químicas, y como
dijo Darwin, gracias a ellas podemos evolucionar. Las principales son:
Alegría. Es la emoción socialmente más agradable, que invita a compartir con el otro.
Socialmente es la más aceptada, incluso la más respetada, y en algunas ocasiones
impuesta. Tenemos que mostrarnos contentos, si no podemos exponernos al rechazo del
otro. Al mismo tiempo, el niño, con el paso del tiempo, va perdiendo libertad cada vez
antes, su vida deja de ser creatividad. Los niños pierden antes su capacidad de jugar, de
simbolizar y expandir su fantasía y, por lo tanto, su alegría. A los adultos cada vez nos
cuesta más permitir a los niños gritar, saltar, cantar y bailar, quizás porque puede
romperse algo, quizás porque molesten, o porque probablemente deberían estar haciendo
otras cosas, como hacer los deberes, comer rápido, ir al colegio, lavarse los dientes o
meterse en la cama. El niño obediente es elogiado por los padres, profesores, y
familiares, en cambio el niño juguetón es etiquetado como “revoltoso”, “malo”, o
incluso en los últimos tiempos como “hiperactivo”. Pero al mismo tiempo la felicidad
23
debe ser una búsqueda, no un estado. Con frecuencia escucho en consulta el deseo de los
padres de que su hijo sea “feliz”, evitando al mismo tiempo que se caigan, sufran, se
equivoquen, se enfaden, o se hagan daño. Es fácil caer en la “sobreprotección” de los
hijos, evitando situaciones vitales necesarias para estar preparados para afrontar el día a
día, y por ende la vida.
Enfado. Como decía Aristóteles, cualquiera puede enfadarse, eso es muy sencillo, pero
enfadarse con la persona adecuada, en el momento oportuno, en el grado exacto, con el
propósito justo, y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo. El enfado
es una respuesta a la frustración o a un sentimiento de invasión del self. Puede
combinarse para producir sentimientos de odio, amargura, resentimiento o irritación…
Es probablemente la emoción más asociada al género masculino y, en ocasiones, menos
aceptada en el femenino. Con frecuencia, cuando llega un papá a sesión y se muestra
muy enfadado y poco colaborador,tiendo a “acompañarle” a un nivel emocional más
profundo, y le pregunto: “¿Qué te tiene tan triste para que lo exteriorices con tanto
enfado?”. Suelo disponer de un dibujo donde en el centro hay una cara dibujada del
enfado, y alrededor aparecen otras caras mostrando otras emociones, que son las que
podrían estar detrás del enfado (frustración, miedo, vergüenza, celos, decepción, culpa,
…), y les pido que me indiquen realmente cuál es la que están sintiendo, y que a través
de la máscara del enfado están encubriendo. Poder poner palabras a las emociones
conlleva una reestructuración cognitiva, con una función organizativa y adaptativa del
comportamiento, tanto a nivel individual como a nivel relacional, que a su vez afecta
directamente en la conducta de los miembros del sistema. El autoconcepto permite tener
una mejor autoconciencia de mis emociones, y por lo tanto permite conocer la reacción
cognitiva y en consecuencia poder gestionar de una manera más saludable nuestro
comportamiento.
También es importante el efecto del enfado, como lo percibe el otro. Ante el enfado nos
sentimos atacados y la reacción adaptativa es contraatacar, pero de este modo corremos
el riesgo de entrar en una escalada sin fin. Cuando esto ocurre con los diferentes
miembros del sistema, respetando la jerarquía familiar, en el marco terapéutico, tiendo a
recordar a los adultos que les corresponde a ellos frenar dicha escalada. La capacidad de
autocontrol está muy vinculada a la corteza prefrontal, cuyo desarrollo se extiende hasta
la tercera década de la vida. Es por ello que en niños y adolescentes los mecanismos de
procesamiento de las emociones son distintos a los de los adultos.
24
Tristeza. Se trata de una respuesta universal a la pérdida. Como emoción básica se
puede combinar con otros aspectos de la experiencia para producir sentimientos de
angustia, pena, falta de esperanza o soledad. Sirve para reestablecerse de los motivos que
generan tristeza, por lo que tiene una función adaptativa. En procesos de duelo, la
tristeza es una fase “sine qua non” para poder elaborar una pérdida o trauma. A su vez,
suele ser una emoción más “aceptada” en el género femenino, por ello, en algunos casos,
conviene subir un escalón hacia arriba para darle palabras, y permiso, a ese enfado que
quizás no está pudiendo exteriorizar.
Miedo. Consiste en una reacción adaptativa para escapar del peligro. De manera sencilla,
podría catalogarse como la emoción más profunda, siendo el miedo más subyacente el
miedo al abandono, o a la invasión.
Por ello, debajo de muchas de nuestras conductas, hay pensamientos, respaldados en
emociones que, a un nivel más profundo, tienen su origen en el miedo al abandono. En
definitiva, miedo al rechazo, a no ser validado, reconocido.
Como terapeutas reguladores de las emociones es fundamental que conozcamos y
detectemos las emociones básicas (alegría, tristeza, miedo, enfado) de la familia, con una
actitud acompañante en sintonía con dichos estados emocionales. Y que a su vez
25
diferenciemos las emociones “negativas” de las positivas, entendiendo que las negativas
(enfado, miedo, rechazo) inducen a comportamientos negativos con pocas alternativas,
mientras que las positivas (alegría, orgullo, satisfacción, bienestar) posibilitan una
activación generalizada que permite la apertura y búsqueda de contacto social. No
obstante, también conviene dar espacio y permitir aquellas emociones “negativas”
enquistadas que muchas veces no han tenido el espacio para poder ser liberadas, y
sustituidas por otras más funcionales.
Los miembros de un sistema familiar se influyen mutuamente con base en sus conductas,
pensamientos y emociones, y a veces surge lo que llamamos interdependencia emocional
familiar, que a menor diferenciación de sus miembros, mayor malestar individual. Con
frecuencia los miembros del sistema más dependientes del sistema absorben en mayor
medida la ansiedad del sistema, convirtiéndose en el miembro más vulnerable a sufrir
problemas como adicciones, accidentes, separaciones… y siendo, habitualmente, el
paciente identificado quien asume ese rol.
26
Desde la Terapia Emocional Sistémica, en el trabajo con niños, así como en sesiones con
adultos y en sesiones familiares, trabajamos en base en estas emociones, ayudándoles a
poner nombre a esas sensaciones, acompañándoles, valorando y validando los
sentimientos y pensamientos que puedan ir apareciendo, creando un espacio de
tolerancia y permiso a las emociones, por ello es importante ofrecer una buena
contención. Aquí cabría mencionar los procesos circulares emocionales, abordados por
una de las pioneras en Terapia Familiar Sistémica, Virginia Satir17, describiendo los
cuatro estilos de comunicación básicos, y narrando nuestro teatro interno con la
escenificación de todas nuestras posibles caras.
El niño, a diferencia del adulto, a medida que madura moldea y determina su existencia.
Si estas influencias exteriores son captadas como dañinas, el niño puede que restrinja sus
sentidos, bloquee sus emociones, se dificulten funciones de su cuerpo, e inhiba su
intelecto. Por ello debemos validar sus sentimientos, que en ocasiones son ignorados por
los adultos, permitiendo la expresión de sus emociones “negativas”.
En cambio, los niños que han vivido traumas; ya sea la pérdida de un ser querido, abuso
sexual o maltrato, bloquean sus emociones y no saben bien qué les ocurre ni cómo
expresarse, reprimiendo cualquier tipo de emoción, llegando a culpabilizarse sobre
cualquier acontecimiento externo ajeno a su responsabilidad.
Como forma de optimizar y promover los canales de comunicación en el seno familiar,
para poder cambiar una relación, es necesario modificar la estructura emocional
subyacente a la relación. Desde el modelo transgeneracional es lo que se conoce como el
proceso de pertenencia-diferenciación. Por ejemplo, en niños maltratados, estos quieren
mantenerse con sus familias maltratadoras. Esa manera de vincularse es interpretada
como amor. Razón por lo que es difícil hacer cambios, pero cuando logramos hacer
cambios desde la emocionalidad estos se sostienen en el tiempo. El encuentro emocional
favorece el proceso de diferenciación-individualización. Surge de la necesidad de
permitir volver para poder partir mejor. Solo se puede separar algo que ha estado
previamente unido.
Según Virginia Satir, centrada en el crecimiento personal y salud, en vez de enfermedad
y patología, define la resiliencia familiar cuando esta logra afrontar las transiciones
naturales y eventos catastróficos, crecer a través de ellos, lo que no logran otras familias
que se rinden y se bloquean ante las dificultades.
Leslie Greenberg18 plantea una clasificación de emociones:
27
• Emociones instrumentales
• Emociones primarias
• Emociones secundarias
Las emociones primarias son emociones que conectan directamente con nuestras
necesidades. Para saber lo que estamos sintiendo tenemos que darnos una narrativa de la
emoción primaria. La experiencia y expresión de las emociones primarias comporta una
información biológica que ayuda a la resolución de problemas, y a la construcción de
una definición de la realidad. Legitimar las emociones primarias ayuda a sanar.
Las emociones secundarias esconden nuestras verdaderas emociones y tienen que ver
con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Consisten en una capa protectora de la
identidad, que enmascara la emoción primaria. Suelen ser más intensas, aunque las
primarias son más profundas. Por ejemplo, “estoy triste, pero estoy harto de estar triste y
eso me enfada: emoción secundaria”. Las emociones secundarias son parte de una
estrategia defensiva, suelen generar malestar, pero a veces son adaptativas.
Las emociones instrumentales tienen una finalidad interpersonal, más o menos
consciente con una finalidad relacional. Por ejemplo, la expresión de tristeza y dolor que
puede comunicar un deseo de protección, o la rabia o resentimiento que ayudan a tomar
distancia y definir las fronteras interpersonales.
En términos evolutivos,Piaget se dio cuenta de que el niño no nace sabiendo sino que
aprende a pensar, aprende a saber. Por lo general los niños son más capaces de
aventurarse en la exploración del juego y relatos, algo que para los adultos puede resultar
algo más complejo. Normalmente nuestras reacciones suelen ser responder con amenaza
o castigo, pero estas son contraproducentes en la construcción del cerebro y no ayudan a
la cooperación. Por todo ello conviene valorar diferentes factores al intervenir con
familias, y hacer uso de técnicas emocionales adaptadas a cada caso: la edad,
temperamento, contexto, etapa evolutiva, fase de desarrollo…
Por otro lado, según Siegel19, hay un proceso del niño donde primero se establece
conexión con su mundo emocional para luego redirigir y generar cambios. Para ello el
adulto debe acompañarle en la integración de las funciones básicas de ambos
28
hemisferios. Durante los primeros años del niño, los padres ejercen de “espejo”,
interpretando su comportamiento, y en algunos casos sin tener en cuenta sus capacidades
motrices, perceptivas y de desarrollo. Por lo que el niño interioriza dicho juicio
bloqueándose cualquier proceso de sanación, sin permitir que las emociones sean
expresadas, que en muchas ocasiones derivan en síntomas que el niño asume, representa
y refleja como propio, a pesar de tratarse de los sentimientos del adulto que no está
siendo capaz de resolver.
En esta línea, desde el punto de vista transgeneracional es interesante poder explorar con
las familias, en concreto con los padres: cómo recuerdan ser consolados cuando eran
pequeños, por qué figuras de sus familias de origen o familia extensa, y cuánto de este
método sienten que lo están repitiendo con sus hijos. Esta sería una cuestión interesante
para valorar, y reflexionar con ellos, cómo les gustaría hacerlo distinto, o incluso darles
cierta información acerca de la parentalidad positiva y sus efectos sobre la salud de los
menores. Así como buscar alternativas y estrategias, adaptadas a las características de la
familia que permiten desarrollar ese maternaje, o paternaje deseado, y probablemente
ansiado por el subsistema filial.
También es interesante recoger el trabajo realizado por Daniel Goleman20, en su libro
“Inteligencia Emocional”, donde Goleman establece 5 competencias emocionales
básicas necesarias para lograr una mayor confianza y seguridad en nuestras capacidades:
autoconciencia (habilidad para reconocer nuestras emociones y sus consecuencias),
autorregulación (nos permite autocontrolarnos y no dejarnos llevar por nuestros
sentimientos), automotivación (que nos permite dirigir nuestras emociones hacia un
objetivo y establecer metas), empatía (capacidad cognitiva de percibir lo que sienten los
demás),y, habilidades sociales (arte de relacionarse con los demás). Estas competencias
pueden abordarse y reforzarse desde el contexto terapéutico para mejorar la calidad de
vida de las familias.
La autora y terapeuta familiar Virginia Satir establece 8 niveles que representan la salud:
Niveles de salud según Virginia Satir:
1. Físico
2. Intelectual
29
3. Emocional
4. Sensorial
5. Interaccional
6. Nutricional
7. Contextual
8. Espiritual
En los casos donde la familia acude a consulta aludiendo al síntoma del menor como
motivo de consulta, para que el terapeuta pueda obtener información real de las
relaciones del sistema, de las reglas habituales, los secretos familiares, y la familia
escenifique la secuencia de interacciones disfuncionales entre los miembros, en un
primer momento de la terapia, no conviene retirar el síntoma. En los casos donde el niño
es el paciente identificado el síntoma será su mecanismo de defensa, su protección y
única herramienta que tiene para enfrentarse al mundo o de expresar su angustia. Por ello
es prioritario detectar a nivel individual cómo son expresadas estas reacciones afectivas
complejas, pero por supuesto también sus procesos cognitivos, así como su forma de
expresión corporal, somática y/o conductual. A nivel sistémico conviene identificar
además de las creencias intergeneracionales, los legados familiares, las funciones del
síntoma así como los factores mantenedores del mismo. Con frecuencia los niños
expresan conflictos que sus padres no son capaces de expresar o conectar con las
emociones devenidas de dichos conflictos, por lo que, no solo el niño sino también la
familia, necesita apoyo para expresar las emociones bloqueadas, y eso requiere de un
aprendizaje emocional, que en muchos casos se trata de un nivel de autoconciencia
totalmente desconocido para la familia.
Ejercicios en terapia
• Preguntar al inicio de la sesión cómo vienen cada uno de los
miembros. O, incluso, a través de preguntas circulares, preguntar
cómo creen que se siente otro de los miembros del sistema.
• Preguntar al finalizar la sesión cómo se van, qué se llevan de esta
30
sesión. O, incluso, preguntar, circularmente, cómo creen que se va
otro de los miembros del sistema.
• Explicar el esquema de “Experiencia relacional humana” y valorar
cómo tiende a relacionarse esta familia, recorriendo los tres modelos
de procesamiento para lograr una “conciencia” del funcionamiento
familiar.
• Clasificar el nivel de intensidad emocional que trae el paciente,
cuantificándolo y explorando sus variaciones con base en
acontecimientos externos, o reacciones de otros miembros del
sistema.
• Detectar indicadores previos a la emoción negativa resultante, así
como estrategias de prevención familiar.
• Evaluar la experiencia emocional familiar cuando se producen
situaciones de crisis, asignando roles alternativos a cada uno de los
miembros que respeten la estructura y homeostasis familiar.
• Dibujar la “línea emocional familiar” en una cartulina o pizarra,
enumerando las emociones más frecuentes y reacciones por parte de
los miembros.
• Establecer una reestructuración de los esquemas emocionales con
base en la modificación de cogniciones o conductas resultantes.
• Explorar las competencias emocionales de la familia, destacarlas y
reforzarlas.
• Valorar las competencias emocionales más insuficientes y establecer
objetivos comunes para reforzarlas.
• Establecer una reestructuración de los esquemas emocionales con
base en la modificación de cogniciones o conductas resultantes.
• Establecer “hipótesis sistémicas emocionales” de lo que puede estar
ocurriendo, dotando de circularidad al síntoma, sin señalar con dedo
acusador a un miembro del sistema. Ejemplo, “parece que cuando
papá y mamá están más enfadados Luis se pone más triste
haciéndose pis por la noche”.
• Asociar las emociones a la reacción que ejerce el cerebro, y el
cuerpo, a partir de estas, conectando las emociones con las
cogniciones, conductas y expresiones corporales.
• Escenificar a través de los famores (bloques de madera), Playmobil,
31
u otros objetos cómo se siente cada miembro de la familia, qué le
diría o pediría al otro, qué siente al alejarse o acercarse al otro… en
función del síntoma y/o motivo de consulta.
32
1.3. El apego desde una perspectiva sistémica-emocional-relacional
La autoestima puede ser remodelada
a cualquier edad. 
Virginia Satir
El interés profesional por la teoría del apego sigue creciendo a lo largo de los años,
trasladándolo a cada una de las corrientes epistemológicas de la psicología. Andolfi
(1989), considera que las necesidades insatisfechas en las relaciones con los miembros
significativos de la familia de origen quedan impresas en cada persona. Lo que conlleva
una demanda de satisfacción incompleta que permanece a lo largo del tiempo, generando
la búsqueda de dicha carencia emocional en otras relaciones, buscando así la
compensación de la ausencia original. Pero todos sabemos que buscar imitaciones nunca
logrará suplir al original, debido a que solo existe una similitud parcial de aquellas
personas que debían satisfacerlas.
Madres, padres y/o tutores legales tenemos un papel fundamental a la hora de establecer
un vínculo de apego seguro. Los vínculos de cuidado, afecto, y protección quetenemos
desde pequeños permanecen como señales que quedan grabadas para toda la vida en
nuestra memoria profunda, y a las que recurrimos continuamente como una forma de
repetición a la hora de vincularnos. La teoría del apego explica que estos modos de
relación y vinculación son transmitidos por padres e hijos, de generación en generación,
de tal modo que una vez que somos adultos solemos buscar compañeros, amigos o
parejas que reproduzcan este tipo de vínculos.
Llamamos vinculación a la cualidad de la relación afectiva bilateral y recíproca entre
madre, o cuidador primario, e hijo, que se desarrolla gradualmente en el primer año de
vida. Bowlby, uno de los más reconocidos psicólogos del desarrollo, plantea la
existencia innata de la conducta de apego en el recién nacido.
Cuando el apego ha sido conflictivo las emociones son difíciles y se pueden poner en
marcha mecanismos de defensa. El trabajo terapéutico busca crear experiencias
correctivas, buscar otra manera de relacionarse y de estar. Por esto el trabajo terapéutico
no es solo intelectual ni del conocimiento de la historia familiar, sino que incluye la
vivencia emocional, asumiendo, en algunas ocasiones, el vínculo sustitutivo del paciente,
siendo en ocasiones el terapeuta su “tutor resiliente”.
33
Framo (1996), a partir de la teoría de las Relaciones Objetales de Melanie Klein, indica
que “en las relaciones íntimas del presente ejercen una influencia decisiva en las fuerzas
transgeneracionales ocultas”. Es decir que, las dificultades familiares, parentales y
conyugales se consideran fundamentalmente, deseos de reparación, tendentes a afrontar,
corregir, dominar, revivir o anular paradigmas relacionales perturbadores procedentes de
las familias de origen. Como decía Haley, cuando hay coaliciones intergeneracionales
siempre hay disfuncionalidad, por ello la importancia de que haya una diferenciación
intergeneracional.
A través de las relaciones íntimas intentamos dar solución interpersonal a los conflictos
intrapsíquicos no resueltos. Muchos son los trabajos que han estudiado las dificultades
en el establecimiento de un vínculo seguro, así como las consecuencias que las
separaciones tempranas, o pérdida de un referente primario, pudieran originar en el
menor y en su manera de vincularse.
En relación al vínculo que se establece entre la persona cuidadora y el
niño, la Asociación Attachment Parenting International (API) establece
8 principios para asegurar un apego sano, conocidos como los 8
mandamientos de la Crianza con Apego:
1. Preparación para el embarazo, el parto y la crianza.
2. Alimentar con amor y respeto.
3. Responder con sensibilidad.
4. Practicar el contacto físico.
5. Facilitar un entorno física y emocionalmente seguro para el
descanso.
6. Proporcionar cuidados constantes con amor.
7. Usar la disciplina positiva.
8. Alcanzar un equilibrio entre la vida personal y familiar.
En gran medida, nuestra capacidad para reflexionar sobre la experiencia y nuestra
34
habilidad narrativa para contar historias coherentes sobre nuestras vidas está moldeada
por nuestras experiencias de apego familiares (Main et al., 1985; Crittendenn 1998).
Podemos describir los estilos de apego como modelos de comunicación “abiertos” o
“cerrados” en las familias, o como un conjunto de reglas comunicacionales (Minuchin,
1974), estableciendo diferentes modelos de apego familiar, que muestro a continuación:
Modelo familiar con apego seguro:
• La comunicación en la familia es aceptada.
• Estilo de comunicación asertiva en la comunicación.
• Aceptación en la expresión de emociones y sentimientos.
• Mayor nivel de empatía con el resto de miembros del sistema.
• Entorno seguro, de amor y respeto.
Modelo familiar con apego inseguro ambivalente o preocupado:
• Elevada intensidad emocional, dificultades para autorregularse.
• Estilo de comunicación agresivo o autoritario.
• Escala simétrica de acusaciones y agresiones entre sus miembros.
• Dificultades para tolerar emociones negativas en la comunicación
con otros miembros del sistema.
Modelo familiar con apego inseguro evitativo o negligente:
• Anulación de la expresión emocional, dificultades para identificar
y nombrar emociones.
• Comunicación más cerrada.
• Estilo de comunicación más permisivo, llegando a un nivel más
indiferente y negligente.
• Actitud evitativa o de rechazo entre sus miembros.
• Falta de empatía y detección de las necesidades del otro.
No obstante, no todos los trastornos aparecen frente a separaciones prolongadas o
pérdidas totales: de hecho ha habido muchos estudios sobre las consecuencias de
35
hospitalizaciones breves en el niño pequeño, de ellas cabe destacar los estudios de
Robertson. La teoría del Apego nos permite comprender los modelos de comunicación
del niño y su familia, describir un conjunto de reglas comunicacionales, y establecer
unas pautas con base en la tipología de apego.
Según el tipo de apego, algunas de las técnicas más comunes en terapia
son:
• Apego seguro: expresión de las necesidades y los sentimientos
positivos y negativos, aceptados reaccionando con reflexión y
comprensión.
• Apego evitativo: dado que la comunicación puede dar lugar a
distorsiones, por lo que la dramatización, el role-playing, el manejo
del conflicto y disminución de escaladas simétricas pueden facilitar
las relaciones familiares.
• Apego ambivalente: nombrar emociones, ponerse en el lugar del
otro, el autocuidado y relajación, contemplar narrativas alternativas,
o mediante preguntas circulares pueden promover un modelo de
comunicación más sano, fomentando la consciencia sobre uno
mismo
y de otros en interacción.
Arelene Vetere y Rudi Dallos21 muestran la aplicación de la terapia narrativa vincular,
un enfoque integrador, que surge de la relación de tres sistemas de pensamiento de la
psicoterapia: la teoría de los sistemas, la teoría del apego y la teoría narrativa,
proporcionando un marco de cuatro fases o escenarios de la práctica:
Fases de intervención desde la terapia narrativa vincular*:
1. Crear una base segura, conectando de manera cálida con todos los
36
miembros familiares. Explorando a fondo los problemas apoyando lo
que funciona bien, procesando la experiencia emocional.
2. Explorar narrativas y experiencias de apego dentro de un marco
sistémico, fomentando la socialización y empatía. Contextualizar las
historias dentro de las tradiciones de apego generacionales.
3. Considerar alternativas y decidir acciones, contemplando narrativas
alternativas y respuestas emocionales, animando a los miembros del
sistema a tomar riesgos emocionales, por ejemplo, a través de
dramatizaciones. Reconocimiento de las heridas como oportunidad
para la curación.
4. Mantener la base terapéutica y explorar el futuro, consolidando los
cambios deseados, promoviendo una comunicación más satisfactoria,
y un continuo apoyo a todo aquello que funcione bien. Realizando un
trabajo preventivo frente a posibles recaídas y elaboración de
posibilidades en el futuro.
*Según el modelo integrador de Arelene Vetere y Rudi Dallos
No todos los vínculos de apego son iguales, existen tipologías de estilos de apego como
personas, teniendo en cuenta que no se crean de forma automática, sino que se van
estableciendo poco a poco, principalmente entre los dos o tres primeros años de vida.
Los niños que han establecido apegos inseguros tienen una mayor probabilidad de
experimentar problemas y desajustes en su desarrollo físico, cognitivo, emocional y
social.
Por lo tanto, como terapeutas debemos detectar el estilo de apego familiar de cada caso
que atendemos, establecer las pautas adecuadas para que la terapia sea una base segura
en la que se pueda desarrollar la confianza y desde la cual el niño o familiar pueda tomar
los riesgos emocionales para llegar a interacciones más saludables y satisfactorias.
De este modo, a través de la terapia, se trata de acompañar a las familias con modelos de
comunicación de apego inseguro para generar nuevos vínculos más seguros, creando un
ambiente de confianza,teniendo en cuenta la premisa de que el contexto terapéutico
sirve de modelo para establecer relaciones funcionales que posteriormente se
reproducirán en otros contextos fuera del entorno de terapia. Es por ello, que el
37
profesional debe evitar que se repitan los patrones de conducta habituales que generan
conflicto en los miembros del sistema, para poder reparar y ofrecer a sus miembros
alternativas para desarrollar estrategias afectivas sanas.
38
1.4. Etapas emocionales del niño, niña y adolescente
No hay causa que merezca más alta prioridad
que la protección y el desarrollo del niño,
de quien dependen la supervivencia,
la estabilidad y el progreso de todas las naciones y,
de hecho, de la civilización humana.
Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia
Como afirma Laura Gutman: “Todo anhelo de felicidad depende de nuestras
experiencias primarias. Aquello que hemos sentido siendo niños –cuando el bienestar y
el placer deberían ser recibidos por parte del adulto que nos cuidaba porque no lo
podíamos generar por nuestros propios medios– va a condicionar la calidad de todo
nuestro abanico de percepciones. Durante la niñez se organizan las sensaciones básicas,
que luego van a ser el soporte de toda nuestra organización psíquica posterior: nuestras
creencias, opiniones, pensamientos, órdenes amorosos, sexualidad, seguridad interior,
libertad y despliegue.
Por ello la terapia debe estar adaptada a las circunstancias y características de cada
familia, así como a su etapa de ciclo vital. Cuando hablamos de un menor es
fundamental tener en cuenta sus diferentes áreas de desarrollo: como es el físico,
cognitivo, emocional y social, ya que, existen diversas teorías que explican el desarrollo
humano, y que no pueden ser explicadas desde una misma disciplina.
Aún se menciona principalmente a Piaget22 cuando hablamos del niño. Pero existe poca
literatura científica acerca del desarrollo emocional del niño, o de la inteligencia
emocional en la infancia. A pesar de que muchos eruditos de la psicología infantil siguen
defendiendo el conductismo como único paradigma efectivo. No obstante este libro no
trata de hacer una crítica, sino una reflexión, así como de ofrecer otras alternativas,
efectivas, aplicables en el terreno de la psicología infantil, así como destacar la
importancia de la incorporación de la familia en las intervenciones.
Conviene tener en cuenta los hitos de desarrollo de cada etapa evolutiva del niño,
considerando los diversos logros de acuerdo al vínculo con sus referentes primarios, así
como algunas variables culturales, de género o familiares, respetando la variabilidad e
individualidad de cada niño. Ya que, con frecuencia, me encuentro en sesión a padres
39
que exigen a sus hijos que procesen, entiendan y adquieran actitudes y habilidades que
aún no están capacitados para ello. Parte de mi labor profesional consiste en indicarles la
etapa evolutiva de su hijo y las actitudes más esperadas, teniendo en cuenta, además, de
la incoherencia o la tendencia que tenemos los adultos a exigir actitudes que luego
nosotros no respetamos, por ejemplo, cuando pedimos a nuestros hijos que no griten al
mismo tiempo que estamos haciéndolo en un tono elevado.
Para ello en el presente capítulo expongo algunas claves que nos permitirán valorar si el
desarrollo emocional del niño, niña o adolescente se encuentra ajustado a su momento
evolutivo de acuerdo a algunos indicadores claves en su desarrollo afectivo.
En alguna ocasión he visto a padres reclamando a sus hijos que les entiendan, o que
incluso se pongan en su lugar, cuando apenas habían cumplido los cuatro años. O
molestos porque sus hijos siempre quieren ganar o hacen trampas en el juego, o porque
mienten, o porque no recuerdan lo que han comido en el colegio, o porque son muy
egocéntricos… En casos de padres separados, también me encuentro con frecuencia que
uno de los padres se muestra molesto porque el menor no le cuenta lo que ha hecho con
el otro progenitor. Es importante que los adultos sepamos identificar en qué fase se
encuentra el niño o adolescente, tanto a nivel intelectual como emocional, así como
cuáles son sus capacidades básicas, los mensajes que deber recibir del adulto, qué ayudas
necesita para poder dar el paso a la siguiente fase, y qué tipo de recomendaciones o
prácticas tanto terapéuticas como pedagógicas son las más habituales en la interacción
con ellos.
Cuando hay una carencia de las necesidades fundamentales de la infancia, la nutrición y
protección, cuando estas no han sido o no están siendo cubiertas, con el objeto de
avanzar a etapas posteriores, surge la búsqueda de una compensación de la esencia
original. Se produce una vuelta al origen del vínculo más primitivo. Dicha regresión se
desarrolla para poder volver, para el progreso, y no tenemos por qué temer que se
perpetúe en el tiempo, sino acompañar al niño en dicho proceso regresivo, que
posteriormente le permitirá avanzar de manera más saludable.
Conviene tener en cuenta que, según Piaget, el criterio moral no se adquiere hasta los 5 o
6 años del niño. Previamente se produce una imitación, lo que les llega es la emoción
con la que el adulto le está hablando. El primer estadio de Kohlberg, psicólogo
estadounidense que profundizó en la teoría del desarrollo moral de Piaget, que llama
heteronomía, abarca un periodo en que la ley moral es impuesta por otros, y comprende,
40
normalmente, entre los 4 y los 10 años de vida. La norma es concebida como algo
exterior y coercitivo. El mundo se divide en grandes categorías: bueno-malo, mentira-
verdad, correcto-incorrecto.
Por otro lado, la conciencia empática está en constante desarrollo a través de la infancia,
adolescencia y edad adulta, pero su desarrollo en la infancia dependerá, en gran medida,
del vínculo con sus figuras de referencia. El proceso de captar del otro, estados
emocionales, mensajes verbales y no verbales, y ejecutar las conductas apropiadas, es un
proceso tan complejo, que muchas veces ni siquiera los adultos somos capaces de
gestionar.
Como sostenía Murray Bowen: “Los niños desarrollan ciertos rasgos de personalidad
fijas según la posición que ocupan entre sus hermanos. El conocimiento de estos rasgos
es importante a la hora de determinar la parte que le toca a cada hijo en el proceso
emocional familiar, y determina los patrones familiares de la generación siguiente,
siendo indicadores relevantes a la hora de ayudar a una familia a reconstituirse en la
terapia”.
Para poder valorar a una familia con menores como integrantes de la misma, es
fundamental, previo a un abordaje familiar, conocer su capacidad cognoscitiva,
emocional y física. Como referencia, de manera sencilla, basándonos en la clasificación
de Pamela Levin23, a continuación, resumo las diferentes edades de desarrollo, en
términos afectivos, así como los mensajes o variables a tener en cuenta en la vinculación
con el niño, niña o adolescente:
Etapa 1. El poder de existir. (0-6 meses)
En esta etapa el bebé desarrolla su potencial de SER, sus capacidades básicas de
supervivencia son: llorar, succionar y ser tocado. Teniendo en cuenta que se trata de una
etapa simbiótica, las necesidades del bebé son: confiabilidad, rutinas, humores de la
figura de apego, quietud, ser acunado. Para ello el cuidador o cuidadores primarios
requieren de una intuición y atención por su parte.
Los mensajes que, de manera directa o indirecta, consciente o inconsciente necesita el
bebé en esta etapa de su referente primario son:
41
• Está bien que seas alimentado, tocado y cuidado. Tienes derecho
a estar aquí.
• Me alegro de que seas niño o niña.
• Para mí está bien que tengas necesidades.
• Me gusta abrazarte, estar cerca de ti, tocarte.
• No tengas prisa, puedes tomarte el tiempo que necesites.
En el próximo apartado comentaremos las actividades, ejercicios o prácticas pedagógicas
a través de las cuales podemos reforzar y fomentar cada una de estas etapas de
desarrollo.
Etapa 2. El poder de hacer. (6-18 meses en niñas,a 24 en niños)
En esta etapa aparece una mayor movilidad del bebé, a través de conductas de gateo,
mirar, tocar, oler, llevarse el mundo a la boca. Comienza un proceso de diferenciación de
la figura de referencia, aunque muestre preferencia clara por él o ella. Implica vigilancia
mientras explora, mayor iniciativa y curiosidad por todo lo que le rodea, por
experimentarlo. Comienza a captar el espacio y sus conceptos (suave, duro, cerca, lejos,
tamaño grande, pequeño…). Aparece la intuición sobre las cosas y las personas, lo que
le permite manipular con sus encantos o sus lloros para conseguir lo que quiere en el
momento. Inicia el aprendizaje de la separación física de la figura vincular de referencia.
Requieren de cariño, amor y reconocimiento por lo que son. Puede que no sean capaces
de hablar o reivindicar sus derechos, pero aman, y necesitan ser amados.
Mensajes que, de manera directa o indirecta, consciente o inconsciente necesita el bebé
de sus figuras de referencia:
• Está bien que te muevas, explores, que sientas tus sentimientos,
y que seas cuidado mientras lo haces.
• Está bien que explores y experimentes.
• Puedes hacer cosas y conseguir apoyo al mismo tiempo.
42
• Puedes ser curioso e intuitivo.
• Puedes conseguir atención y aprobación además de actuar de la
forma que realmente sientes.
Etapa 3. El poder de pensar. (2-3 años)
En esta fase hay una mayor separación, diferenciación del otro. Ya pueden aprender a
esperar. Incorporan mejor el NO, responden a límites, con afecto. Mayor presencia del
lenguaje adquirido: ya pueden pedir en vez de llorar.
Mensajes que, de manera directa o indirecta, consciente o inconsciente, necesita recibir
del adulto en esta etapa:
1. Está bien presionar y probar, descubrir límites, decir no y que te
separes de mí.
2. Puedes pensar por ti mismo. No tienes por qué cuidar de otros
43
pensando por ellos.
3. No tienes por qué estar dudoso, puedes estar seguro sobre lo que
necesitas.
4. Puedes pensar sobre tus sentimientos y sentir sobre tus
pensamientos.
5. Puedes dejar que los otros se enteren cuando estés enfadado.
6. Me alegro de que seas mayor.
Etapa 4. El poder de construir su identidad. (3-6 años)
A lo largo de este periodo existe una mayor capacidad e interés por saber quién es, qué
clase de persona es. Aprende las reglas, normas, acerca del mundo y a estructurar su
tiempo. Aparece el maravilloso mundo de la fantasía. Mayor capacidad para elaborar y
entender un duelo, que además será el modelo de cómo elaborará futuros duelos a lo
largo de la vida. Sigue necesitando que el adulto le acompañe en el pensamiento, ya que
aún no entiende ni comprende las leyes de la responsabilidad, ni tiene un pensamiento
reflexivo, por lo que tenderá a repetir sus comportamientos. Así que, adultos, no nos lo
tomemos como algo personal, aún no disponen de la madurez cognitiva para razonar
adecuadamente todo lo que les pedimos o decimos. Por lo que tienden a expresar más
con su cuerpo que con su palabra, por lo que conviene que también los adultos seamos
capaces de entender lo que nos están pidiendo a través de su conducta.
Por ejemplo, en esa tendencia actual que hay de llevar a los niños al “rincón de pensar”
cuando el niño aún no tiene la capacidad de pensar por sí mismo sobre lo que está bien o
mal, sino que requiere que el adulto le explique y acompañe en dicho aprendizaje.
Los mensajes que, de manera verbal o no verbal, el niño o la niña necesita recibir en esta
fase de desarrollo:
1. Está bien que tengas tu propia visión del mundo, ser quien eres
y probar tu poder.
2. Está bien imaginar cosas sin tener miedo de que se harán realidad.
3. No tienes por qué asustarte, enfermarte, entristecerte o enfadarte
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para ser cuidado.
4. Puedes ser poderoso y tener necesidades.
5. Está bien saber las consecuencias de tus actos.
6. Está bien que explores quién eres tú.
7. Es importante para ti sacar consecuencias sobre quién eres.
Etapa 5. El poder de hacerse amigos. (6-12 años)
Esta etapa es muy amplia, ya que abarca muchos cambios en el desarrollo, pero se
caracteriza, principalmente por la influencia del contexto educativo y la socialización. Es
una etapa de asentamiento del equilibrio socio-afectivo. El niño está más centrado en el
mundo exterior y hacia el juego colectivo, pasa más tiempo con sus iguales. Surgen
conflictos, y son positivos, ya que les ayudan a madurar, mientras no perduren en el
tiempo, pero siguen requiriendo de la supervisión, con mayor distancia, y refuerzo del
adulto. Aparece el poder de logro, fomento de las expectativas, objetivos, metas… que
influirán en la consolidación de su autoestima.
En esta etapa, necesitan: pertenecer a un grupo, elegir a sus amigos con libertad,
desarrollar su autoestima, fomentar su pensamiento crítico, y que este sea respetado por
el adulto, cometer errores, experimentar nuevas vivencias, descubrir el mundo que le
rodea… En el próximo apartado comentaremos con más detalle cómo fomentar cada uno
de estos conceptos.
Etapa 6. El poder de regenerar. (12 a 18 años)
Se podría identificar con la adolescencia. La OMS define la adolescencia como el
periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes
de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años. Es una etapa que se caracteriza por una fase
de crecimiento y desarrollo acelerado añadido a diversos cambios biológicos. La
segregación de hormonas sexuales en este periodo genera diversos cambios físicos y de
comportamiento. El adolescente está más centrado en el mundo exterior y hacia los
pares, ya que pasan más tiempo con sus iguales. Tras haber tenido una mayor
dependencia del adulto durante la infancia pasa a una mayor independencia en la
adolescencia, pero sigue necesitando del adulto. De hecho, cuanto más necesita al adulto
mayor necesidad tiene que conflictuar con él. Es la fórmula para poder adquirir la
45
seguridad e identidad que necesita, a través del adulto, de poder separarse
progresivamente. Cuanta mayor dependencia hay por parte del adolescente, mayor
percepción de riesgo hay en la separación, que a veces manifiesta a través del conflicto y
enfrentamiento con las figuras de autoridad.
En esta etapa existe una mayor influencia del contexto educativo y la socialización, con
un asentamiento del equilibrio socio-afectivo, lo que lleva en ocasiones a sufrir una
tormenta emocional. Suelen surgir conflictos, pero son positivos, ya que les ayudan a
madurar, mientras no perduren en el tiempo.
La mitad de los adolescentes duermen menos horas de las que deberían, bien porque
aprovechan la noche para conectarse a la tecnología, porque es su momento de soledad
sin que se sientan controlados por un adulto y se acuestan tarde, a pesar de que una etapa
de crecimiento donde el organismo requiere de más horas de descanso. Esta falta de
sueño conlleva a desarrollar somnolencia matutina, síntomas de irritabilidad, estrés y
depresión, incluso puede afectar al crecimiento del menor, ya que por la noche es cuando
más se segrega la hormona del crecimiento. Para ello los padres también deben fomentar
desde la infancia la adquisición de una higiene del sueño adecuada.
En la adolescencia aún no se ha madurado por completo el cerebro, siendo la corteza
prefrontal la estructura cerebral en desarrollo. Esta zona está vinculada directamente con
la impulsividad, donde hay una mayor tendencia a la exposición al riesgo en la
adolescencia. Algo similar ocurre con el procesamiento de las emociones, donde hay
funciones cognitivas en proceso de maduración, como son la atención, la capacidad de
planificación, la memoria a corto plazo, la capacidad de concentración… Esto justifica
muchas de las actitudes propias de la adolescencia como es la falta de orden, los cambios
de humor, la falta de motivación, así como la impulsividad.
Etapa de reciclar
Puede aparecer en cualquier momento de la etapa adulta. Nuestro desarrollo en una
época de la vida está conectado con otras etapas de la vida anterior y esto puede generar
regresiones y repeticiones.En estos reciclajes de etapas anteriores podemos darnos de
nuevo la oportunidad de completar, acabar o rectificar etapas de desarrollo anteriores.
46
1.5. Dinámicas para reforzar cada etapa emocional desde la familia
El niño y la niña tienen derecho al descanso y el esparcimiento,
al juego y a las actividades recreativas propias de su edad,
y a participar libremente en la vida cultural y en las artes.
Artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño
A lo largo de cada fase de crecimiento existen diferentes retos individuales, y familiares,
pero también podemos encontrarnos niños o niñas que se encuentran en una etapa
anterior o posterior a lo esperado. Como mencionábamos previamente, en algunos casos,
los niños, y algunos adultos, necesitan “regresar” a aquella etapa vital “no vivida” para
poder seguir avanzando en el “aquí y ahora”. Como profesionales de la psicoterapia
familiar, debemos disponer de las herramientas necesarias para acompañar al menor, y a
la familia, en dicho proceso.
Por ello, dentro del contexto de la intervención, quiero compartir algunas prácticas útiles
para reforzar y consolidar cada una de las etapas que establece Pamela Levin24.
Enumero en orden:
Etapa 1. El poder de existir. (0-6 meses)
Se pueden realizar diversas prácticas a través de contacto físico, como pueden ser
masajes, como forma de transmitir la aceptación corporal. Por ejemplo, mediante
caricias, besos, abrazos, acercamiento con habla, lenguaje, sonidos, canciones…
Especialmente en esta etapa conviene no meterles prisa, que respiren un clima relajado,
sin agobios en todos los aspectos: baño, comida, sueño… La música calmada de fondo
suele ser un estímulo relajante y estimulante en muchos casos.
Etapa 2. El poder de hacer. (6-18 meses en niñas, a 24 en niños)
Las prácticas más comunes en esta fase de desarrollo son:
• Estimulación de los sentidos: a través de canciones, juegos de discriminación de
sonidos, tactos, de sabores…
• Establecer muestras de cariño recíprocas.
• Permitir que exploren, jueguen e interactúen como los demás: primeras relaciones
sociales. Empiezan a mostrarnos objetos o a participar en juegos de turnos, como el
47
cucú-tras, nos piden objetos a los que no alcanzan, para compartir con nosotros en el
juego de dar y tomar…
• Fomentar el desarrollo del juego simbólico, a jugar como si… y con el tiempo esta
ficción cada vez se irá complejizando más.
• Psicomotricidad: descubrimiento de su propio cuerpo, no tener miedo
y sentirse seguros con el paso del gateo a la marcha autónoma.
Tanto en esta etapa como en posteriores es conveniente la presencia de la “hora de juego
familiar”, donde se incorpora la figura paterna, la fraterna, u otras. El juego irá adaptado
a cada etapa, pero es muy recomendable que la familia no deje de buscar ratos para jugar
a lo largo de todo su ciclo vital.
Etapa 3. El poder de pensar. (2-3 años)
Prácticas y ejercicios basados en el fomento de hábitos y límites:
• Potenciar autonomía (ir al baño, beber agua, recoger juguetes).
• Estimular para que sean creativos: cuenten experiencias, hagan producciones propias,
dibujos…
• Reforzar cualquier logro.
• Dar oportunidad de que expresen, tanto ante sucesos positivos como negativos, sus
sentimientos al adulto y al resto del grupo. Crear un espacio para ello.
• Permitir que “otros” den posibles soluciones a los conflictos y emociones del niño que
cuenta.
• Interesarse y prestar atención ante lo que exprese.
Etapa 4. El poder de construir su identidad. (3-6 años)
Ejercicios o dinámicas que pueden usarse en diferentes contextos:
1. Poner en común lo que piensan sobre un tema o un conflicto. Dando la importancia a
todas las opiniones. Refuerzo verbal positivo, reforzar cuando un niño actúa de
acuerdo a lo que piensa sin dejarse influir por otros.
2. Representaciones en el teatro, juegos de psicomotricidad para sacar sus miedos.
Dibujar o simbolizar.
miedos. Dibujo.
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3. Refuerzos positivos a través de las expresiones afectivas diarias, para no dar lugar a
que el niño necesite llamar la atención.
Desde etapas tempranas es importante fomentar el momento de la comida como
agradable, placentero, tranquilo, y así evitar la asociación del conflicto o rechazo con la
comida.
4. Saber que, aunque puede ser el líder tendrá necesidades y los demás le pueden ayudar.
5. Fomentar la magia de la fantasía para desarrollar múltiples juegos, como, por ejemplo,
a través del animismo, donde el niño percibe como vivientes cosas inertes.
Durante años con mis hijos he simulado que mis manos eran dos arañitas, llamadas
“miñis”, que hablaban y jugaban con ellos. No imagináis las horas que hemos disfrutado
de ese juego. Y aquello que no querían contarle a mamá, se lo contaban a las “miñis”, y
cuando no querían hacer caso a mamá para comer o ir al baño, enseguida obedecían a las
“miñis”. Es importante que los adultos tampoco perdamos nuestra creatividad, no
olvidemos nuestro mundo de fantasía, ni perdamos la capacidad de soñar, y podamos
colocarnos en situación de iguales a través del juego con los menores.
6. Por medio de la reflexión y el diálogo establecer normas claras, y saber que si se
infringen transmitir la seguridad de que existen consecuencias de esos actos cuando
49
ocurren.
7. Organización de espacios y tiempos que permiten al niño actuar libremente sin
directrices del adulto y experimentando materiales. Permitir el juego libre.
8. Recibir por parte del adulto caricias positivas, pero ajustadas a la realidad. Valorar la
diferencia.
Etapa 5. El poder de hacerse amigos. (6-12 años)
Algunas prácticas pedagógicas que favorecen el crecimiento emocional en esta etapa
serían:
• Pertenecer a un grupo: trabajando por grupos variables, o a través
del aprendizaje cooperativo.
• Elegir sus amigos: con libertad, invitar al juego en diferentes
momentos.
• Amarse a sí mismo: dando reconocimiento a los trabajos, alabanza
en momentos concretos, reforzando su autoestima.
• Pensar por sí mismos: dar ideas que expresen su opinión respecto a
diversos aspectos. Insistir en que lo que él hace tiene valor y que lo
de los demás no tiene por qué estar mejor. Provocar el diálogo.
Reflexionar sobre sus actos, comportamiento…
• Experimentar: proponiendo actividades y ejercicios en los que
pueda manipular, gustar, potenciar sus sentidos.
• Cometer errores: aprendemos cuando nos equivocamos. Lema:
hay que intentarlo, no se puede decir “no sé…” sin intentar hacerlo.
• Descubrir: adivinanzas, vivencias, a través de salidas.
Etapa 6. El poder de regenerar. (12 a 18 años)
En esta etapa, principalmente, necesitan del adulto información, un espacio de desahogo,
y apoyo. Conviene ejercitar su capacidad de pensar, su pensamiento formal, entrenarles
en habilidades sociales, y transmisión de valores éticos. A mayor diferenciación de sus
50
figuras parentales mayor capacidad para tomar decisiones propias (personas más
flexibles, autónomas e independientes emocionalmente). A menor diferenciación mayor
probabilidad de presencia de síntomas.
Es una etapa de cambios, donde se integran los cambios físicos y emocionales de la
pubertad. Teniendo en cuenta los cambios hormonales, corporales, sexuales,
fisiológicos… que supone esta etapa necesitan equilibrio, ya que, al mismo tiempo, es
una etapa de tormenta emocional. A su vez, este estadío es una oportunidad para resolver
cualquier cuestión no resuelta de las etapas anteriores.
En algunos casos ha habido un previo en el que los padres no han sabido, o podido,
contener al hijo, escuchar sus sentimientos y cuando llega a la adolescencia se visibiliza
en mayor medida. El adolescente también aprende de la experiencia.
Surge un proceso de diferenciación de sus familias de origen, además de un
cuestionamiento de los modelos parentales, dando prioridad a los iguales. Es un periodo
de formación de la identidad, por lo que es necesario un reconocimiento y aceptación.
Etapa de reciclar
Cuando nos encontramos con la necesidad de un paciente de “volver” a otras etapas es
fundamentalque nuestro rol como terapeutas sea flexible, facilitador de vías de cambios,
adaptativo a las circunstancias, necesidades, y tiempos de cada caso, sin dejarnos llevar
por nuestra exigencia profesional. Estos reciclajes permitirán cerrar, completar o corregir
asuntos pendientes de etapas previas.
51
1.6. La familia de acuerdo a su etapa de ciclo vital
Todo vivir humano ocurre en conversaciones,
y es en ese espacio donde se crea
la realidad en que vivimos.
Humberto Maturana
Según la Real Academia Española, la familia es un grupo de personas emparentadas
entre sí que viven juntas. Existen multitud de definiciones en torno a la palabra familia,
ya que, actualmente no existe un modelo de familia único, sino que ha variado mucho en
los últimos años, y con la certeza de que no hay un modelo de familia mejor que otro.
Existen multitud de tipologías familiares: tradicionales, monoparentales, reconstituídas,
homoparentales, adoptivas, familias de técnicas de reproducción asistida, de partos
múltiples, familias interculturales…
La familia constituye la institución social más importante de la sociedad, en constante
cambio y evolución, con diversos tipos y modelos, por lo que conviene conocer sus
características, así como las diferentes etapas que suelen atravesar. Se considera el ciclo
vital de la familia como el proceso conformado por diversos momentos que van
atravesando los miembros de la familia compartiendo una historia común. Al margen de
la diversidad de familias, al igual que la plasticidad cerebral permanece a lo largo de
nuestra vida, la familia también cambia constantemente a medida que avanza su ciclo
vital. Sus miembros crecen, maduran, la abandonan, envejecen, es decir, toda una serie
de duelos y fases que crean en sus integrantes una necesidad de cambiar y adaptarse a
sus necesidades, intereses, tipos de apoyo y cuidado que requieren.
La concepción de la familia, desde un enfoque estructural, se entiende como un sistema
que tiene tres elementos específicos, según explica Salvador Minuchin25, pionero de la
terapia familiar sistémica. En primer lugar, la estructura de una familia es la de un
sistema socio cultural abierto en proceso de trasformación. En segundo lugar, la familia
muestra un desarrollo desplazándose a través de un cierto número de etapas que exigen
una reestructuración. En tercer lugar, la familia se adapta a las circunstancias cambiantes
de modo tal que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de cada
miembro (Minuchin 1984).
Hay que tener en cuenta los cambios que ha experimentado la familia en las últimas
52
décadas, de acuerdo a factores sociales, culturales y sociodemográficos. La vida es cada
vez más longeva, lo que hace que se pasen más años en pareja, y, por lo tanto, que se
tenga más en cuenta a la pareja, y no como objetivo único de criar hijos. También se
retrasa la edad de emancipación de los hijos, lo que en algunos casos desencadena en
diferentes problemáticas familiares, la repercusión en la familia de la crisis económica de
los últimos años…
Para Minuchin26 la familia se desarrolla en el transcurso de cuatro etapas a lo largo de
las cuales el sistema familiar sufre variaciones. Los períodos de desarrollo pueden
provocar transformaciones al sistema y un salto a una etapa nueva y más compleja. Las
cuatro etapas son:
1. Formación de la pareja. Esta etapa supondría la constitución de la pareja, es decir, la
elección de la pareja, cohabitación, matrimonio. También conocida como la etapa
prefilial.
2. La pareja con hijos pequeños. Supone la extensión de la familia, a través de hijos
pequeños. Sería la etapa filial.
3. La familia con hijos en edad escolar o adolescentes.
4. La familia con hijos adultos. Entendida también como la etapa de la contracción, o
reducción de los miembros del sistema familiar a través de la emancipación de los
hijos, con el consecuente duelo del nido vacío, aparición de la vejez en pareja, y la
figura de los abuelos.
Las familias tienden a crecer, cambiar, y retroalimentarse positivamente, pero no
siempre la familia es capaz de adaptarse a los cambios, y es cuando aparecen los
síntomas a través de uno de los miembros del sistema, el paciente identificado, o chivo
expiatorio, como se conoce desde otros enfoques.
Hay personas, que, por diversos motivos, presentan dificultades a la hora de adaptarse a
nuevas etapas del ciclo vital, influyendo dichas dificultades en la familia y produciendo
un estancamiento general del sistema. Ya que las nuevas etapas suponen un cambio en
las relaciones, no solo de la familia nuclear, sino con el exterior, ya sea la familia
extensa u otros contextos donde se desenvuelve la familia, estableciendo nuevas reglas
de interacción. Conviene valorar la capacidad de adaptación de la familia a los periodos
de cambio, y acompañarles en dichos procesos de duelo desde el marco terapéutico.
Hay un ritual terapéutico para favorecer la diferenciación y redefinición positiva entre
53
padres e hijos: la técnica de la mochila, difundido por A. Canevaro27 (1999), psiquiatra
argentino radicado en Italia; que consiste en poner a los padres enfrente del hijo, primero
un progenitor y luego el otro, tomándose las manos, mirándose de frente. El terapeuta
explica el largo viaje de la vida y lleva consigo una mochila. La idea es elegir 2-3 cosas
de su carácter, de lo que se sienta orgulloso que le entrega a su hijo en su viaje. El
terapeuta recapitula y sintetiza los 3 conceptos mencionados por el progenitor. El hijo
también decide qué cosas decide dejarle a su progenitor. El terapeuta les pide que se
abracen y despidan. Es importante las palabras elegidas por el terapeuta, y que logre
crear un ambiente de calidez, y participación, con calma y seguridad.
También se pueden realizar otros rituales de despedida, como una carta, un objeto, o
incluso, un dibujo que represente dicha etapa, como forma de despedirse de una etapa,
así como realizar otros rituales de bienvenida a la nueva etapa. Por ejemplo, imaginarnos
junto al paciente quién quiere que esté en esta nueva fase, simbolizarlo a través de
personajes o figuras, cómo le gustaría que fuera, qué dificultades cree que va a encontrar
en la nueva etapa del ciclo vital, cómo cree que las resolverá… transmitiendo en todo
momento apoyo, cuidado y validando la complejidad de las etapas del ciclo vital, y las
particularidades de cada uno de los miembros del sistema a lo largo de todo el proceso.
1 . Véase LINARES, Juan Luis (2012). Terapia Familiar Ultramoderna. Barcelona: Herder.
2 . Código Deontológico del Psicólogo. Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. 1993.
3 . Psicoterapia Familiar con un solo miembro de la familia. Bowen.
4 . CANEVARO, Alfredo (2015).Terapia Individual Sistémica con la participación de familiares
significativos. San Sebastián de los Reyes (Madrid). Editorial Morata.
5 . CANEVARO, Alfredo (2015).Terapia Individual Sistémica con la participación de familiares
significativos. San Sebastián de los Reyes (Madrid). Editorial Morata.
6 . LORIEDO, Camillo; ANGIOLIARI, Chiara y DE FRANCISCI, Adriana. “Terapia Individuale Sistémica”. En
Revista Terapia Familiare num. 31. 1989.
7 . BOWEN, Murray. La terapia familiar en la práctica clínica. Georgetown Family Center. 2016. Págs.
334-339, 400-406.
8 . ANDOLFI, M.; MASCELLANI, A. (2012). Historias de la adolescencia. Experiencias en terapia familiar.
Barcelona: Editorial Gedisa.
9 . COLETTI, Maurizio y LINARES, Juan Luis (1997). La intervención sistémica en los servicios sociales ante
la familia multiproblemática. La experiencia de Ciutat Vella. Barcelona: Paidós Terapia Familiar. Pág.
43.
54
10 . CANEVARO, Alfredo (2012). Terapia Individual Sistémica con la participación de familiares
significativos. San Sebastián de los Reyes (Madrid). Editorial Morata.
11 . SATIR, Viginia. Conjoint Family Therapy. Epi. 1971.
12 . MINUCHIN, S. y FISHMAN, H.C. (1984). Técnicas de Terapia Familiar. Barcelona: Paidós Ibérica.
13 . M. Selvini Palazzoli (1980).
14 . BERMEJO BOIXAREU, M. y TORRESCELDRÁN, E. (2017) “Crisis y Terapia Familiar”. Revista Mosaico.
Número 68. Revista de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar.
15 . LINARES, J. L.; CEBERIO, Marcelo R. (2005). Ser y hacer en terapia sistémica. La construcción del estilo
terapéutico. Barcelona: Paidós Terapia Familiar. Pág. 23.
16 . LEDOUX, J. (1996). El cerebro emocional. Barcelona: Planeta.
17 . SATIR, V. (2011). Todas tus caras: pasos para amar y ser amados. Editorial Los libros del comienzo.
18 . GREENBERG, L. (2000). Emociones: una guía interna. Bilbao: Desclée De Brouwer.
19 . SIEGEL, D.J.; BRYSON, T. (2012). El cerebro del niño. Barcelona: ALBA Editorial.
20 . Goleman, D. (1996). Inteligencia Emocional. Kairos.
21 . VETERE, A. y DALLOS, R. (2012). Apego y terapia narrativa: un modelo integrador. San Sebastián de
los Reyes (Madrid). Editorial Morata.
22 . BERMEJO FDEZ., V. (1994). Desarrollo cognitivo. Madrid: Editorial Síntesis.
23 . LEVIN, P. (1992). Les cycles de l´identité. Comment se développent nos compétences tout au long de
notre vie. París: InterEditions.
24 . LEVIN, P. (1992). Les cycles de l´identité. Comment se développent nos compétences tout au long de
notre vie. París: InterEditions.
25 . MINUCHIN, S. y FISHMAN, H. Ch. (1984). Técnicas de terapia familiar. Barcelona: Paidós Ibérica.
26 . MINUCHIN, S. (1986). Familias y terapia familiar. Barcelona: Editorial Gedisa.
27 . CANEVARO, A. (2015). Terapia Individual Sistémica con la participación de familiares. San Sebastián
de los Reyes (Madrid). Editorial Morata.
55
Modelo de intervención S-E-R (Sistémico-
Emocional-Relacional)
A ser feliz, se aprende.
Pero hay que practicar.
Martin Seligman
Tomando como marco de referencia el paradigma sistémico, con sus diferentes escuelas
y modalidades de intervención, desde hace más de diez años llevamos trabajando con un
modelo de intervención sistémico con menores y sus familias, teniendo en cuenta las
estructuras emocionales de las familias ultramodernas de la actualidad, así como
adaptándonos a la pluralidad y diversidad de familias.
El modelo SER (Sistémico-Emocional-Relacional) consiste en un ejemplo de trabajo,
flexible y adaptado a las características, ciclo vital y tipología familiar, ajustado a su vez
a la particularidad de cada uno de los miembros del sistema, tanto de la familia nuclear
como de la familia extensa, u otros posibles sistemas implicados. A partir de los
principios del respeto, cuidado, adaptabilidad, y de acuerdo a una ética profesional, este
modelo se ha constituido como marco de referencia en nuestras intervenciones. En los
últimos cuatro años, desde enero de 2014, hemos registrado de manera más rigurosa
nuestras intervenciones. Obteniendo una muestra total de 424 familias, de las cuales 225
eran niños y niñas los pacientes identificados, 176 eran adolescentes, y en 23 casos los
progenitores solo tenían uno o dos bebés.
El modelo, publicado recientemente en la revista científica Mosaico1, y presentado en el
último Congreso de Terapia Familiar Sistémica, celebrado en Cartagena, y organizado
por la FEATF (Federación Española de Asociaciones de Terapeutas Familiares), ha sido
revisando anualmente, actualizado, y supervisados los casos atendidos con supervisores
externos acreditados, así como por parte del equipo de profesionales del centro con una
periodicidad semanal. Por tanto, realizando las actualizaciones y adaptaciones
pertinentes para que el modelo sea un marco de referencia válido y eficaz para
psicólogos-psicoterapeutas que trabajan con niños, niñas y adolescentes.
56
Por todo ello, entendemos al menor dentro de un todo, un sistema, no solo familiar sino
educativo, social, incluso deportivo, político y económico; ya que son sistemas que
conviene tener presentes a lo largo de todo el proceso psicoterapéutico. Asimismo, desde
la Terapia Emocional Sistémica con niños, niñas y adolescentes, pretendemos dar un
discurso más amplio, y no hablar tanto del problema del niño, sino en ofrecer hipótesis
circulares del problema, que le sirvan a la familia, a todos los miembros del sistema, y
lograr una solución a través de la familia. La terapia familiar es más compleja, pero no
complicada, que otros enfoques, porque no es lineal en su discurso e hipótesis, sino
circular, teniendo en cuenta más posibles variables implicadas.
57
2.1. Consideraciones previas en la intervención con niños, niñas y adolescentes
desde diversos contextos
La educación precisa un baño de ternura y cariño.
José Antonio Luengo
Los profesionales de la salud abarcan todas las ocupaciones relacionadas con el cuidado
de las personas, desde los diferentes ámbitos: educativo, social, sanitario, clínico, tanto
públicos como privados. Por ello cabe destacar la relevancia, labor e implicación de
diversos profesionales de la salud en la intervención con menores, con un nivel de
profesionalización y rigor en su trabajo que ofrecen a las familias una intervención
multidisciplinar para garantizar la mayor calidad de vida. Con ello me refiero a
trabajadores sociales, educadores, pedagogos, enfermeros, médicos, maestros,
orientadores… Profesiones que nos aportan información relevante, perspectiva a la
situación de la familia, herramientas de cambio, contribuyendo en el tratamiento, y que
sin duda desarrollan una inestimable labor.
Como profesionales de la salud debemos tener en cuenta las heridas con las que las
familias viven, y en algunos casos, “sobreviven”. De una forma u otra, todas las familias
son resilientes, por lo que no debemos buscar culpables, sino soluciones, y trabajar desde
las capacidades de las familias. Asimismo, sea cual sea nuestra ocupación, es importante
hacer comprensibles nuestras palabras, o recomendaciones, evitando los tecnicismos y
complejidades, a través de un lenguaje claro y específico. La efectividad, la claridad, y la
novedad en la intervención son necesarias.
“La resiliencia es la capacidad del ser humano para reponerse de un
trauma y, sin quedar marcado de por vida, de ser feliz”.
Boris Cyrulnik
Evidentemente la prevención de la salud mental es la mejor medicina en todos los
ámbitos, teniendo en cuenta la revisión bibliográfica realizada por la doctora Ángel
58
Ardiaca2 en el año 2016 acerca de los distintos estudios realizados en torno a los
trastornos interiorizados en la infancia (ansiedad y depresión), que constituyen factores
de riesgo para desarrollar trastornos psiquiátricos en la edad adulta. Así, por ejemplo,
Lewinsohn et al. (2008) realizaron un estudio retrospectivo con una muestra de 816
sujetos menores de 30 años, en el que encontraron que el trastorno de ansiedad por
separación (TAS) aumenta la probabilidad de desarrollar trastornos mentales en la
adultez temprana en el 78,6%, señalando como conclusión que la detección y prestación
de una intervención preventiva en la infancia y en la adolescencia podría reducir el
riesgo de presentar una psicopatología en el futuro.
Desde el contexto educativo
Conviene tener en cuenta que la educación debe prevalecer sobre cualquier otro
planteamiento, por lo que Magisterio debería ser la carrera universitaria más difícil y a su
vez la profesión mejor remunerada, reconocida, y respaldada, para garantizar su
motivación, reconocimiento y profesionalización. Con el acceso a la información sobre
el funcionamiento cerebral sabemos que puede lograrse una mejor educación desde el
respeto, la tolerancia, el afecto, y que las situaciones de conflicto pueden ser una
oportunidad para madurar, mientras estas no perduren en el tiempo. Debemos reconocer
que el sistema educativo actual funciona mejor para los niños mejor integrados, pero,
¿qué pasa con los que tienen dificultades, o maltratados, abusados, con TEA, TDA, TGD
altas capacidades o con capacidades alternativas…? Sin defender las pedagogías
alternativas, pero teniendo en cuenta la ineficacia demostrada de la educación
tradicional, basada en la repetición y aprendizaje memorístico, es importante desarrollar
y promover en los contextos educativos la educaciónemocional, el aprendizaje
cooperativo, el pensamiento alternativo (búsqueda de varias soluciones posibles a un
mismo problema), el pensamiento crítico, el fomento de la creatividad… tan necesarios
para la vida y que requiere que el adulto acompañe al menor en estos procesos de
aprendizaje.
Teniendo en cuenta la variabilidad interindividual en el rendimiento cognitivo cabe
destacar el trabajo realizado por Howard Gardner3, en 1983, que defiende la teoría de
las inteligencias múltiples, y que ha ido adquiriendo relevancia en algunos ámbitos
educativos, defendiendo una estructura múltiple de la inteligencia. Gardner propone 8
capacidades cognitivas humanas, recomendando atender a las estructuras más
59
especializadas en cada caso para lograr un mayor rendimiento escolar.
Como ya indicaba el psicólogo suizo Jean Piaget en los años 70: “el protagonista del
aprendizaje es el propio aprendiz, y no sus tutores ni sus maestros”. Este planteamiento
es llamado enfoque constructivista, y enfatiza la autonomía de la que disponen los
individuos a la hora de interiorizar todo tipo de conocimientos. Su discípulo, el doctor
Bermejo4, destacó durante años la premisa de que “el protagonista del aula debe ser el
alumno”, aclarando que hay patrones de aprendizaje comunes de acuerdo a edades
cronológicas similares, a partir de los cuales se establecen las etapas de desarrollo
cognitivo, y es importante tenerlas en cuenta.
Sin embargo, cabe reconocer que las instituciones educativas han perdido respeto,
60
prestigio, autoridad… viendo su trabajo cuestionado, y con unas exigencias curriculares
inalcanzables. Por ello destacar uno de los principales problemas de la educación en
nuestro país, en relación a las ratios de alumnos por clase, que incapacitan
completamente la labor del docente, al margen de su implicación y/o profesionalidad,
que finalmente termina viéndose mermada.
No obstante, conviene asignar adecuadamente las responsabilidades de cada una de las
partes, teniendo en cuenta que la labor principal del profesor es formar al alumno, y la de
los padres la educación de sus hijos. La maternidad y paternidad no olvidemos que es
una elección en la gran mayoría de los casos, y la mayor de las responsabilidades vitales.
Aunque en la actualidad, debido principalmente a la falta de conciliación, y dificultades
por parte de los progenitores para pasar tiempo con sus hijos, conlleva necesidades
emocionales insatisfechas que nos están llevando a un desastre ecológico en nuestro día
a día en el que estamos inmersos, y que además no nos permite ser conscientes de su
gravedad.
Conviene recordar que la educación principalmente corresponde a los papis, aunque cada
vez se delega y externaliza más dicha responsabilidad a otros profesionales (profesores,
psicólogos, cuidadores, profesores particulares…). Es cierto que es muy frecuente que el
menor pase más horas al día con su profesor que con sus padres, pero no podemos
normalizarlo porque sea común o frecuente, al margen de las circunstancias, exigencias
y/o necesidades de la vida actual.
Con mayor regularidad nos encontramos en consulta a niños con sintomatología ansiosa
o depresiva, con el origen en los niveles de estrés, exigencia y presión del entorno
(extraescolares, deberes, idiomas, deporte, etc.), además de las jornadas escolares, a
veces superiores a una jornada laboral de un adulto. Pero, sobre todo, sin tiempo libre.
Con frecuencia vemos a niños con 3-4 años que ya tienen su bici, patinete, patines,
triciclo, moto, van a inglés, francés, kumon… Sin ánimo de cuestionar el beneficio de
estas actividades, pero conviene plantearnos si, ¿les queda tiempo para jugar? ¿para
aburrirse? ¿para no hacer nada? ¿para estar en familia? ¿en qué conviene invertir su
tiempo cuando estamos hablando de etapas tempranas? ¿tenemos la garantía de que su
necesidad básica de recibir afecto incondicional de sus referentes primarios está
cubierta? El juego aporta al niño una infinidad de beneficios físicos, mentales y sociales
necesarios para su desarrollo.
En relación a los deberes, en noviembre de 2016 se llevó a cabo la primera huelga de
61
padres en contra de los deberes, a través de la Confederación Española de Padres y
Madres del Alumnado (CEAPA), alegando que España es uno de los países de la Unión
Europea que más deberes pone. En este sentido, la evidencia científica, señala que hacer
más deberes no necesariamente mejora el rendimiento académico. Los deberes en la
escuela primaria francesa, de manera oficial, están prohibidos desde 1956. Por otro lado,
¿es más beneficioso para un niño de primaria hacer deberes, con frecuencia basados en la
repetición, o memoria de datos que a los pocos días olvidarán, que practicar el juego
libre, un deporte, o tiempo en familia? ¿benefician los deberes a nivel de convivencia
familiar? En muchas ocasiones vemos en consulta que los padres terminan renunciando a
su rol como padres asumiendo el de profesor, o que las cuestiones académicas deterioran
la relación entre padres e hijos generando a corto o medio plazo otro tipo de
problemáticas más severas o crónicas a nivel de desarrollo individual.
Por otro lado, es cierto que estamos ante una cultura digital que también conviene tener
en cuenta e incorporar desde la perspectiva educativa, y que comentaremos más en
detalle en el capítulo 3.
Una característica común a todos los ámbitos es la importancia de crear un espacio
seguro para el niño y su familia, creando una conexión con todos los miembros del
sistema, basado en el respeto, cuidado y no-culpabilización. Las siguientes
recomendaciones constituyen una recopilación de algunos conceptos básicos que
considero oportuno mencionar en la práctica profesional con niños y sus familias,
asentando aspectos teóricos no solo de la intervención, sino también de la evaluación.
Recomendaciones generales
• Respeto y cuidado.
• No juzgar, criticar ni decir lo que tienen que hacer.
• Sensibilidad y empatía.
• Coherencia entre lo que se piensa y lo que se dice, y entre lo
que dice y lo que se hace.
• Comportamiento optimista y uso del humor.
• Actitud promotora de la comunicación y conciliación.
• Fomento de un clima de seguridad e intercambio emocional.
• Promover un clima que permita un encuentro.
62
Trabajar con el niño es trabajar con su self, respetar su ser, su sentir. Es importante
valorar y analizar con padres, cuidadores y educadores la mirada que ponemos en el
niño, y garantizar que sea una mirada de cuidado, respeto y afecto. Esto implica observar
al niño con amor; a él y a todo lo que para él sea importante (padres, hermanos, colegio,
profesoras, entorno…). El adulto debe escuchar y explicar, no juzgar ni ocultar. Cuando
el paciente se siente juzgado desconfía, se siente indefenso, y esto afectará a la relación,
ya que los niños no poseen la habilidad cognitiva para discriminar entre lo verdadero y
lo falso; más cuando ese mensaje viene de uno de sus referentes; inhibiendo un sano
crecimiento e integración de su visión de sí mismo. Por ello es fundamental que exista
una buena relación entre profesor y padres, donde ambos respeten, defiendan y
reconozcan la labor del otro.
Asimismo, considero fundamental el trabajar por especialidades dentro de la psicología,
teniendo en cuenta la idiosincrasia de cada problemática, y que cada especialista requiere
de una formación y actualización concreta en su área. También quiero transmitir la
importancia del trabajo en equipo, teniendo en cuenta la soledad que con frecuencia
acompaña al psicoterapeuta en su día a día. Igualmente, la figura del supervisor externo
supone un apoyo para todos los profesionales de la salud, y que conviene tener presente,
sobre todo cuando el ejercicio profesional se desarrolla de manera individual.
63
2.2. Principios básicos desde la Terapia Emocional Sistémica
Podemos afirmar que cuanto
más abundante y variada es la narrativa,
más rica y sana es la personalidad.
Juan Luis Linares
La terapia familiar ha llegado a ser uno de los modelos de mayor popularidadno solo
entre los psicoterapeutas, sino también en el campo de la asistencia y bienestar social, la
organización, contexto educativo, ámbito sanitario… El terapeuta de familia debe ser un
agente de cambio, facilitador de emociones, formando junto con la familia un sistema
terapéutico, siendo parte del sistema, y adquiriendo un rol con base en las necesidades de
cada familia. El terapeuta, en ocasiones puede establecer un rol más directivo, marcando
objetivos o pautas al subsistema parental, o más observador, o pasivo, por ejemplo,
cuando la familia avanza de manera autónoma y sana, o como investigador, formulando
preguntas desde la curiosidad para entender la idiosincrasia familiar, o como cómplice,
generando alianzas con algunos de los miembros, o incluso llegando en ocasiones a
ejercer el rol de “poli malo”, a través de la confrontación con alguno de los miembros.
La terapia funciona como guía para diseñar los objetivos de cambios a través de
diferentes técnicas, como las preguntas circulares, estratégicas y reflexivas; a partir del
mundo del significado de las personas y enmarcado en un enfoque colaborativo, basado
en la segunda cibernética. Por consiguiente, la relación debe ser simétrica y horizontal,
sin juegos de poder que sitúan al profesional en una situación de superioridad. Es
conveniente acoplarnos a la danza de las emociones familiares, ya que las familias se
van a oponer a cualquier cambio que resulte amenazante para su “homeostasis familiar”,
que corresponde al mito fundacional de la familia.
Sabemos que en el día a día de nuestro trabajo a veces podemos llegar a tener un
desgaste a lo largo de nuestro propio ciclo vital como terapeutas. Las personas que lo
habéis vivido podréis entenderlo, y reconocer, que alguna vez, habéis tenido la típica
familia o miembro de la familia que “nos cae mal”, o el típico paciente que nos quita el
sueño, o que tememos ese día de la semana en que vamos a ver al paciente X. O los
típicos padres que nos cuestionan constantemente, o, incluso, el paciente que nos
gustaría que dejara de venir, o el que apenas habla, o cuando sentimos que estamos
trabajando más que nuestros pacientes… En estos casos están ocurriendo muchas cosas
64
que no solo tienen que ver con ellos, sino que también tiene que ver con nosotros, y con
nuestra propia historia. Por ello es fundamental la supervisión (directa e indirecta) con
supervisores cualificados, no solo en los inicios, y además es fundamental realizar
nuestra propia terapia personal y análisis de nuestra familia de origen (FOT). Debido a
que hasta la actualidad en nuestro país no existe una regulación legal de la figura del
psicoterapeuta, en algunos casos no se ha podido garantizar la profesionalización de
dicha figura. Es cierto que existen entidades que realizan acreditaciones basadas en el
cumplimiento de diversos criterios, pudiendo acreditarse con diferentes categorías, a
partir de formaciones, supervisiones y terapias personales realizadas, principalmente, a
través de centros privados. Por ello, desde el ámbito público, regulador y académico, es
fundamental garantizar el rigor de los terapeutas y psicoterapeutas familiares de nuestro
país.
Con frecuencia, los terapeutas de familia tienden a vincularse, e incluso aliarse, con los
hijos, creando una coalición con los padres, y esto es un error común, pero mayúsculo.
Es importante que queramos a nuestros pacientes, a todos, y los padres también son
nuestros pacientes, y si no estamos pudiendo conviene que lo revisemos con un equipo
reflexivo. Detectamos con mayor facilidad la influencia que tienen los padres sobre los
hijos, que viceversa, cuando, en muchas ocasiones el síntoma otorga un nivel de poder al
menor que muchas veces no es capaz de gestionar ni sostener. La mayoría de los padres
tienen en la mente y en el corazón los intereses y necesidades de sus hijos, pero, su
propia historia, desesperación o limitación no les permite darles lo que pueden estar
necesitando. Cualquier persona que conozca la dura, extenuante, y constante labor
parental estará de acuerdo conmigo en lo compleja y difícil que puede llegar a ser en
ocasiones.
Para poder ayudar a una familia es adecuado no dejarnos atemorizar por la negatividad
de los padres, su nivel de frustración, sus miedos o su culpa. Cuando vemos sus
capacidades y posibilidad de cambio es cuando podemos realmente ayudar a la familia y
transmitirles la esperanza para abrir nuevos caminos.
La familia moldea nuestros valores, actitudes y creencias sobre nosotros mismos, los
demás y nuestras vidas, por lo que es importante recoger las emociones que experimenta
el profesional en esta tarea implicadora. Mony Ekaïm habla de “reacciones emocionales”
haciendo alusión a la contratransferencia que ocurre en nuestro trabajo con familias. Hay
emociones que podemos sentir los profesionales inevitablemente: angustia, rabia,
motivación, desmotivación, deseo de protección…
65
Transversalmente, desde los diferentes ámbitos de intervención con familias, el
profesional también debe tomar en consideración el género, respetando y colocando en
situación de igualdad tanto a mujeres como a hombres, a niños como a niñas, valorando,
incluso, cómo afecta a cada uno de sus miembros el género con base en sus creencias,
mitos, valores, situación personal, laboral, familia extensa y red de apoyo. La
perspectiva de género inevitablemente nos envuelve a todos, y organiza los conflictos,
patologías, las dificultades relacionales, las relaciones de poder, etc., en definitiva, la
identidad como hombres y mujeres. A pesar de algunos avances aún existe ese techo de
cristal que mantiene barreras para las mujeres en diferentes ámbitos. Son interesantes las
narrativas en relación al género que se establecen dentro de la familia, ya que
constituyen las creencias en la familia de origen respecto al destino de la mujer.
Otros indicadores a evaluar y tener en cuenta tienen que ver con aspectos como la
higiene del sueño, el control de una dieta equilibrada, el hábito del deporte, la actividad
diaria, incluso el aseo personal. En muchas ocasiones me he visto trabajando con
adolescentes la higiene buco-dental, el uso del cepillo de pelo, la importancia de
practicar un deporte o del cuidado de uñas, así como pidiendo un análisis de sangre
reciente. Son numerosos los casos que me he encontrado en mi ejercicio profesional en
los que una sintomatología depresiva, o ansiosa, o problemas familiares, derivaban de
problemas de tiroides de uno de los miembros del sistema, anemia, hiperglucemia, o
ferritina baja. Es fundamental descartar previamente factores médicos, sociales o
familiares que pueden estar influyendo directamente en el síntoma.
La presencia de hábitos en niños es un factor clave a respetar, ya que les ayuda no solo a
regular sus ritmos biológicos, sino a estructurar el tiempo de forma externa, y por tanto a
tener una estructura interna. Necesitan tener sus rituales, costumbres, tradiciones
familiares, etc. También en terapia conviene que haya cierta estructura. Esto les
tranquiliza, es decir, cómo se va a estructurar la sesión, cuándo van a merendar, cuándo
pueden elegir ellos el juego, es decir, la organización temporal, así como, ser avisados
con tiempo según se vaya acercando la hora de terminar la sesión.
En el trabajo con adolescentes suelo insistir a los padres acerca de la importancia del
arte, deporte y hobbies, como alternativa a las adicciones, el abuso de la tecnología o la
violencia, como canal de creatividad para exteriorizar y desfogar sus hormonas. Otros
puntos frecuentes con adolescentes a trabajar con padres es la gestión de los castigos, los
límites, las consecuencias a sus actos, para que sean congruentes y no sean ambiguos ni
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confusos. Los estilos parentales de comunicación es otra variable a analizar y para
abordar con todos los miembros del sistema.
En niños, en cambio, hago más hincapié en la importancia de reforzar y motivar los
aspectos relacionales, en la importancia del sueño, el tiempo con papá y mamá, el tiempode juego, el tipo de juegos, que sean acordes con la edad del niño, valorando el coste de
dichos juegos.
Desde esta perspectiva, hacer un buen diagnóstico diferencial es asegurarnos un buen
tratamiento y resultado, ya que es frecuente confundir un diagnóstico infantil con el de
los adultos, por ejemplo, los síntomas depresivos en los niños no son necesariamente los
mismos que en los adultos, por lo que a veces a los mayores les cuesta identificarlos.
Síntomas como conductas disruptivas, desregulación emocional, fracaso escolar,
inactividad, cansancio persistente, pérdida de apetito, alteraciones del sueño,
desmotivación académica, entre otras, pueden enmascarar una depresión infantil.
Como terapeuta es importante lograr explicar a los padres cómo se desarrolla la
personalidad de su hijo. El tratamiento terapéutico con padres también puede darles
acceso a traumas de su propia infancia, ello permitirá que los padres puedan dirigirse a
su hijo con respeto y comprensión, y poder abordar en terapia aspectos
transgeneracionales.
Otro rasgo que singulariza y hace más competente nuestro trabajo es el empleo de las
supervisiones grupales e individuales con regularidad, como refuerzo de las
intervenciones del terapeuta, recurso fundamental e indispensable.
Conviene entender que no trabajamos con patologías, trabajamos con gente que sufre,
haciendo un encuadre familiar relacional, donde los síntomas tienen un sentido
relacional, y es una señal de crisis en una familia, que es una manera de mantener el
equilibrio de dicho sistema familiar.
Como sostiene Laura Gutman en su libro “El poder del discurso materno”5, en el que
afirma que la protección de mamá cuando fuimos niños, tendría que haber funcionado
sin condiciones. Los niños no tenemos que devolver el favor por haber sido criados.
Aquí hay un despropósito transgeneracional: las madres -infantiles y necesitadas, como
consecuencia de sus propias infancias- establecen alianzas a través de la inquebrantable
lealtad. En esas circunstancias, cualquier sentimiento autónomo que pudiera aparecer
podría ser considerado traición.
En conclusión, Laura Gutman destaca la relevancia de la aceptación incondicional,
67
aunque yo incluiría también de la figura paterna, fundamental en el trabajo con niños.
Para ello conviene dejar a un lado nuestra visión en el mundo y ponernos en el lugar que
los pequeños ocupan, ofreciendo apoyo al sistema para que pueda orientarse, ofreciendo
al niño protección y seguridad. El terapeuta infantil es un acompañante y facilitador de
emociones, que proporciona las 4Ps: presencia (sabiendo estar), la potencia (detectando
las fortalezas y recursos de la familia), la protección (no sobreprotección) y el permiso (a
ser ellos mismos); dando una visión positiva del sistema familiar. La autora Virginia
Satir, denominó las “Siete Cs”, Compromiso, Congruencia, Compatibilidad,
Competencia, Cooperación, Compasión, Conciencia y Comunidad, y hablaba de la
“autoestima familiar” desde donde se valora la disposición de cambio, esperanza, y
motivación de la familia.
Independientemente de los criterios objetivos de evaluación, son muchas las
características que podrían definir a un buen terapeuta infanto-juvenil, a continuación,
quiero mencionar algunas:
Características de un buen terapeuta infantil
• Afectuoso. A los pacientes hay que quererlos, y cuando esto no se
da, o se da en exceso, es prioritario analizar qué puede estar
ocurriendo.
• Importancia a la escucha activa, empática. Descubrir, entender al
niño, identificar qué le ocurre realmente. Entender no es permitir.
• Conciliador, no salvador. El terapeuta tiene que saber promover
interacciones que faciliten la comunicación entre los miembros del
sistema. El terapeuta debe ser promotor de la comunicación.
• Sentido común. Sin dejarse llevar por complejidades o hipótesis
ficticias.
• Protector, no sobreprotector. Es importante que el paciente, sea
menor o adulto, se sienta protegido por nosotros, sin menospreciar
sus capacidades, ni incapacitándole, confiando en él y permitiéndole
avanzar a lo largo del proceso de terapia.
• Humilde, colocándose al mismo nivel, teniendo en cuenta que son
los padres quienes mejor conocen al niño, niña o adolescentes. Las
intervenciones con los padres deben ser a modo de sugerencia, es
68
decir, el terapeuta infantil sugiere, no impone. “Yo digo… por si
acaso… ustedes lo piensan”.
• Sentido del humor; mostrando una actitud positiva, siendo un
modelo de persona esperanzada, positiva y alegre, y permitiendo
ciertos momentos en la terapia de distensión y humor.
• Da alternativas, informa, ofrece recursos.
• Observador; leer qué están necesitando, el terapeuta es un
investigador.
Igualmente, el terapeuta infanto-juvenil, de cara a su trabajo con la familia, hay algunas
preguntas, hipótesis circulares, no lineales, que debe plantearse desde un primer
momento:
Cuestiones a valorar desde el inicio
• ¿Por qué vienen ahora a consulta si el problema está presente desde
hace tiempo? (motivo desencadenante que lleva a la familia a
terapia). En términos generales se acude a terapia, no cuando es
conveniente, sino cuando hay sufrimiento, detectar qué está
generando angustia o malestar.
• ¿Por qué les preocupa? ¿En qué les afecta el síntoma? ¿A quién
afecta en mayor o menor medida?
• ¿Cómo expresan el problema? Si dan pocos datos, grado de
conocimiento del problema y de las circunstancias del niño por parte
de los padres.
• Motivo de consulta manifiesto y consciente, para delimitar hipótesis
del motivo de consulta latente.
• Fijarse en lo que los padres señalan como grave y otras cuestiones
que no lo hacen, pero deben ser atendidas.
• Teoría de los padres sobre lo que ocurre y por qué ocurre, de manera
independiente, ya que no siempre hay consenso entre los
progenitores o tutores primarios.
69
• Relación entre los diferentes miembros del sistema, y entre los
subsistemas (lo explícito y lo implícito).
• Detectar y resaltar la incongruencia que pudiera darse entre el
lenguaje verbal y no verbal, teniendo en cuenta que la comunicación
no verbal supone el 75% de la comunicación humana.
• ¿Qué función tiene el síntoma? ¿Que cambiaría en esta familia si el
síntoma desapareciese?
Desde la Terapia Familia Sistémica se sostiene que los niños, a través del síntoma,
interiorizan las tensiones familiares, llegando incluso a enfermarse. A través de la terapia
debemos lograr que el menor pueda enfrentarse al mundo sin perder su alegría,
inteligencia e inocencia. En casos más complejos, como en familias multiproblemáticas,
donde existe una falta de petición de ayuda a profesionales, suele fracasar la
conyugalidad y la parentalidad. En estos casos, el riesgo de que el niño pueda cronificar
el síntoma es más elevado. Por ello conviene realizar un trabajo combinado y coordinado
con otros agentes sociales implicados, como son los Servicios Sociales, centros de salud
mental, asociaciones… En los casos en los que existe un menor en riesgo es prioritario
un tratamiento focalizado en la intervención, o mera psicoeducación, que, en un nivel de
psicoterapia profundo, ya que la familia requiere de intervenciones más directivas. De
este modo, en una etapa inicial del proceso de terapia, el objetivo de la intervención se
basa en liberar al menor de posibles lealtades invisibles e inconscientes con alguno de
sus progenitores, o de una influencia transgeneracional dañina, o legado familiar que
enferma al menor, y por tanto, a toda la familia.
Modelo de intervención S-E-R (Sistémico-Emocional-Relacional)
A través de la aplicación de este modelo, basado en intervenciones familiares, así como
individuales con los menores, se proponen diferentes instrumentos y técnicas de
evaluación e intervención, realizando un encuadre terapéutico donde se realizarán
sesiones individuales con el niño, como hemos justificado en capítulos anteriores
sesiones. Donde el menor dispone de su espacio individual, y donde se convocan a los
familiares con frecuencia, incluso en cada una de las sesiones,principalmente al inicio o
finalización de la misma. Este modelo toma como referencia en la aplicación los
70
fenómenos relacionales, así como el abordaje de las estructuras emocionales primarias
que el profesional va detectando, basándose en los siguientes principios básicos:
Principios básicos del modelo Sistémico-Emocional-Relacional
1. Respetar y entender al niño desde su etapa evolutiva, y en su
malestar, tolerando su síntoma, y permitiéndole un espacio donde
entender y expresar su malestar.
2. Involucrar a la familia en todo el proceso. Siendo la familia el motor
de cambio y la clave para que remita el síntoma.
3. Entender el síntoma y motivo de consulta de la familia en términos
relacionales, como la manera que tiene el sistema de adaptarse a la
realidad. Sin estigmatizar al paciente identificado, ni abusar de los
diagnósticos, entendiendo la problemática desde variables y aspectos
relacionales.
4. Contextualizar y abordar las estructuras emociones que subyacen a
las creencias, mitos familiares, mandatos, actitudes, y abordando
sobre dicho plano afectivo a través de técnicas y herramientas de
carácter emocional.
5. Con un sentido relacional, dotar al niño de estrategias más
adaptativas, con el objeto de no necesitar manifestar dicho síntoma, y
adquirir así alternativas más saludables ajustadas al sistema al que
pertenece.
Después de más de diez de años difundiendo este modelo de trabajo a través de nuestras
docencias, formaciones, seminarios, ya son muchos los profesionales que lo aplican, y
que, con frecuencia, nos dan un feedback positivo de su implementación. Aparentemente
en su estructura se asemeja al procedimiento clásico de algunas escuelas de psicoterapia
como la cognitivo-conductual, pero incorpora, por un lado, la relevancia del lenguaje
emocional como recogen las escuelas más humanistas, y a su vez, integra el paradigma
sistémico, dando un sentido más amplio en términos relacionales al motivo de consulta.
Nutriéndose de la incorporación de las estructuras emocionales logra la aplicación de
71
una intervención multidisciplinar en su implementación, y más íntegra, ya que se aplica
desde el origen y desde la amplitud del problema, logrando una efectividad permanente y
evitando de este modo futuras recaídas. Ya que, cuando intervenimos sobre la emoción
primaria el cambio consecuente será más firme y estable, incorporando a su vez hipótesis
circulares, que toman en consideración los fenómenos emocionales, a través de pruebas
de psicodiagnóstico familiar, que permiten entender las dinámicas familiares de una
forma más integral. Pero principalmente, se trata de un modelo que cuenta con el
exquisito respeto y cuidado al niño a lo largo de todas las etapas del proceso terapéutico,
garantizando así una intervención más efectiva, sensible y amable.
Conviene entender el sistema familiar como objeto de análisis, donde debemos proponer
narrativas alternativas y respuestas emocionales más saludables a cada uno de los
miembros del sistema. Para ello los miembros del sistema familiar deben sentir el apoyo,
y validación del profesional, con la sensación de estar en “zona segura” donde pueden
atreverse a asumir riesgos con la confianza de que van a ser validados y reconocidos por
el profesional. Por ello es importante amar y respetar a nuestros “pacientitos”, y por lo
tanto a sus familias, evitando terminologías como “problema”, “déficit”, “enfermedad”,
etiquetaje diagnóstico, así como el cuestionamiento de la normalidad, teniendo en cuenta
que la realidad tiene múltiples niveles de explicación, que no son más o diferentes
explicaciones o factores que se influyen mutuamente, pero diferenciados por el
observador (Hoffman, 1996).
Es conveniente que los profesionales tomemos como referencia un guion u hoja de ruta
en nuestra intervención, y que la familia también merece conocer. A continuación,
quiero explicar, y detallar, el modelo de intervención que he ido elaborando a lo largo de
los años, y mejorando con la ayuda de mi equipo: el modelo SER: Sistémico-Emocional-
Relacional.
72
73
2.3. Primer contacto con la familia
La familia es la primera escuela de las emociones.
Mar Romera
Una vez que las familias recurren a nosotros, bien a través de una llamada telefónica,
viniendo directamente al centro, o bien enviándonos un correo electrónico, tenemos que
contar con las competencias y herramientas necesarias que debe tener un psicólogo o
psicóloga en un primer contacto, así como conocer todo el abanico de posibilidades o
situaciones que podrían darse desde este primer momento, además de los procedimientos
más efectivos para garantizar una buena alianza terapéutica desde el primer instante. De
esto hablaremos a continuación.
Antes de hablar sobre la llamada y qué datos recoger es importante darle el valor que
merece a esa llamada o primer contacto. Yo nunca sé cómo va a ser mi siguiente
paciente, ni suelo conocer nada de sus vidas, pero hay una cualidad que siempre está
presente en todos: la valentía. No sé si habréis pasado por la experiencia de ir a un
psicoterapeuta: una persona que no conocéis de nada, a un lugar desconocido para
vosotros, habitualmente lejos de casa, y que, además, le tienes que contar cosas íntimas
que en ocasiones ni siquiera se las has contado a nadie. Este paso requiere de un valor,
esfuerzo y motivación inmenso, y eso merece, como mínimo, nuestro reconocimiento y
atención. Por ello, conviene evitar realizar comentarios como: “ya te llamaré”, “ahora no
puedo atenderte, mejor llama mañana”, “estoy muy ocupado”, “no tengo huecos”, “no te
oigo bien, ¿puedes repetirlo todo otra vez?”… Debemos ofrecerles las facilidades que
estén a nuestro alcance y sensibilizarnos con lo difícil que ha sido para ellos dar ese
paso. Son personas que están sufriendo, que probablemente han intentado cosas que ni a
nosotros se nos ocurrirían, con una carga de culpa y frustración por no haber sido
capaces de resolverlo solos, enorme, con miedo, vergüenza, desconfianza… No se lo
pongamos más difícil.
Es necesario transmitirles desde el primer instante seguridad, confianza, esperanzas de
cambio, y ofrecerles una alianza con nosotros que les transmita que les entendemos, que
conocemos su problema, que conectamos con su dolor, que queremos ayudarles, y que,
por supuesto, contamos con las competencias suficientes para hacerlo. Aquí quiero hacer
alusión brevemente no solamente a la honestidad como principio básico para ser un
74
profesional de la salud, sino a nuestra ética profesional, y código deontológico6, que
debemos tenerlo como referencia a lo largo de todo el proceso de terapia. Por ejemplo,
en un primer instante, debemos disponer de la responsabilidad profesional de derivar el
caso si la problemática escapa de nuestras competencias, o si creemos que el paciente
vive demasiado lejos y la terapia puede resultar un trastorno añadido o se puede llegar a
interrumpir como consecuencia de dicha distancia. O tener en cuenta en casos de padres
separados cómo proceder, si podemos ver al niño, o necesitamos, como dice la ley, el
consentimiento de ambos progenitores de cara a la realización de un tratamiento con el
menor.
Los contactos iniciales con nuestros pacientes, sean telefónicos, por mail o por mensaje,
no deben ser excesivamente largos, ni cortos. Lo suficientemente largos como para poder
presentarnos y transmitir la confianza para que puedan dar el paso y venir a vernos, ni
excesivamente largos que nos veamos realizando terapia por teléfono sin las condiciones
adecuadas de un contexto terapéutico para realizarlo. Desde la terapia emocional
sistémica esta primera llamada es muy relevante, y ya desde el primer instante estamos
elaborando hipótesis circulares. Los psicoterapeutas somos profesionales a la vez que
investigadores, y desde el principio elaboramos hipótesis, que continuamente iremos
descartando, confirmando o elaborando nuevas hipótesis.
Por ello, básicamente, nos interesa registrar en una primera llamada:
1. Cómo nos han conocido. No es lo mismo una familiaque ha sido recomendada por su
pediatra, que si han anotado nuestro teléfono de un directorio de internet.
2. Quién llama. Datos básicos: el nombre, por supuesto, para poder dirigirnos a él o ella,
el nombre y edad del menor, en el caso de que llame por su hijo. No nos interesa, a
priori, el apellido.
3. Cuál es el motivo de consulta, cómo lo describe, qué síntomas menciona, pero en
ningún caso queremos hacer de esa llamada un interrogatorio.
Es importante recoger, entender, y acompañar al paciente desde que descolgamos el
teléfono, ya que, desde el primer intercambio de palabras ya estamos conectando con los
estados emocionales de nuestros pacientes, elaborando hipótesis emocionales circulares,
y lineales. En esta primera llamada hay familias que quieren darnos mucha información,
y necesitan ser sostenidos en su dolor y desahogo, otras que no les gusta dar excesiva
información, ya que no saben con quién están hablando, ni si pueden confiar, o están
75
haciendo la llamada desde su puesto de trabajo y no quieren dar ningún dato, o incluso
están haciendo un estudio de campo de centros de psicología de la zona a la expectativa
de valorar cuál es el más idóneo para ellos. Todas las opciones son muy legítimas, pero
insisto, todas ellas nos darán innumerables hipótesis de lo que puede estar ocurriendo en
esta familia.
Quiero aclarar también, que, si la llamada la realiza un menor de edad, necesitamos
confirmarla con un adulto. Si llama una abuela, amiga o vecina, necesitamos concertar la
cita directamente con la persona que demanda el tratamiento. Podemos informar a
familiares, parejas, amigos, compañeros de trabajo… pero tienen que ser los pacientes,
tutores legales o progenitores quienes realicen la llamada y soliciten la cita, que no nos
entrampen con una cita que al final nunca viene nadie, o viene uno de los miembros de la
familia, pero que no sabe ni a dónde viene, o vienen molestos y presionados sin querer
hablar con nosotros, o vienen cuestionando desde el principio nuestro trabajo. Lo más
importante para que un paciente, o familia, inicie un proceso de terapia, es que quiera
hacerlo. Que haya una motivación al cambio, y para que quieran cambiar también es
necesario, en la mayoría de los casos, que haya malestar o sufrimiento.
Tras esta llamada inicial procuramos recibirles lo antes posible, ya que cuando han
logrado dar el heroico paso de llamar a un profesional para pedir ayuda no conviene
pedirles que se adapten a nuestras complejas agendas, teniendo en cuenta que
normalmente también son familias con agendas muy repletas de compromisos, incluidos
lamentablemente, los menores. No obstante, también tiene que haber un interés y
predisposición a venir por su parte. Para lo cual debemos indicarles la información
relevante por nuestra parte desde el principio:
1. La importancia del compromiso a lo largo de todo el tratamiento, y que quizás tengan
que renunciar a otras actividades o prioridades para poder asistir a las sesiones.
2. Que, probablemente no vayan a ser solo dos o tres sesiones, como a veces creen. Que
no podemos darles una duración concreta, que varía en cada caso. Pero sí podemos
indicarles, que, de media, solemos atender los casos a lo largo de unos 12-18 meses de
duración.
3. Que trabajamos con toda la familia, no solo con el menor, por ello necesitamos la
implicación de todos en el proceso de terapia.
En relación a cuándo dar la cita, revisando nuestras estadísticas en los últimos años, en
76
relación a la temporalidad, detectamos que, cuanto más cerca fijábamos la cita mayor
probabilidad había de que asistieran. Mientras que, si dábamos la cita para después de
una semana, o más, era más improbable que acudieran. Bien porque se arrepentían, bien
porque se daban cuenta de que a lo mejor podían esperar un poco, o porque preferían
invertir el dinero en otras cosas, o, simplemente porque se les había olvidado. Por eso
también, si la cita es posterior a una semana, para esta primera sesión, es un detalle por
nuestra parte recordarles la cita, bien sea de manera telefónica, por sms, mail o
whatsapp.
Por nuestra parte, en esta breve llamada, debemos procurar transmitirles algunos estos
conceptos básicos:
1. Presentarnos brevemente: nombre, formación, trayectoria.
2. Confianza, esperanza y seguridad.
3. Brevemente incidir en nuestro procedimiento de trabajo: fase de evaluación,
devolución y fase de intervención. Necesidad de implicación de todos los miembros de
la familia.
4. Pedirles que traigan informes o aquella documentación que pudiera interesarnos para
conocer mejor el caso. Preferible que nos traigan copias, mejor no quedarnos con los
originales.
5. Concretar la cita, procurando adaptarnos a su disponibilidad.
6. Indicarles adecuadamente la dirección, con detalle de aparcamiento, tráfico o posible
referencia para que lo encuentren con mayor facilidad.
En algunos casos, conviene valorar una coordinación previa con algún profesional o
entidad que lo deriva. E incluso, si nos han facilitado su nombre completo, que por
respetar su intimidad cuando apenas nos conocen no pedimos el apellido, pero si
disponemos de ese dato, suelo consultar en Google la referencia de esa persona. Muchas
veces me ha aportado información relevante a tener en cuenta de cara a una primera
sesión informática. Por ejemplo, si se trata de una persona famosa, que yo suelo estar
bastante desconectada del mundo televisivo, conviene hacer hincapié en la
confidencialidad y respeto de la intimidad, o bien, conocer su profesión, o incluso, como
me ha ocurrido en alguna ocasión, si ha tenido problemas con la ley, y puede que no me
lo quiera comentar.
Por lo tanto, una vez que hemos establecido ese rapport inicial necesario para cerrar esta
77
primera cita: ¿a quién convocamos?
78
2.4. Primera sesión informativa, ¿solo los padres o toda la familia?
Lo esencial es invisible a los ojos.
Antoine de Saint-Exupéry
Principalmente, a esta primera sesión informativa, recomendamos que acudan los padres
o tutores, aunque conviene valorar cada caso de manera particular. Cuando se trata de
niños hasta 3-4 años, convocamos primero a los padres, ya que hay situaciones que
quizás puedan resolverse hablando los adultos. Cuando se trata de niños de hasta 11 años
consideramos recomendable que a esta primera sesión vengan solo los progenitores o
tutores legales.
Esta recomendación solemos realizarla basándonos, en primer lugar, en que los padres
suelen llegar con tanto nivel de angustia y necesidad de desahogo que es probable que el
menor escuche o se exponga a comentarios desafortunados. También puede ser que los
padres solo quieran conocer el centro, o conocer al profesional, o como puede darse,
estén valorando entre varios centros. No queremos que el niño esté yendo de un lugar a
otro, recibiendo mensajes inadecuados, o no sabemos bien que, interpretando de los
adultos sobre estas visitas, y que probablemente le esté generando desconcierto cuanto
menos. Si a los adultos nos cuesta vivir en la incertidumbre, en el desconocimiento, un
niño os puedo asegurar que aún más. Desde aquí surge nuestro primer principio a través
del cual en ocasiones los adultos puede que hablen de cosas que los niños no deban
escuchar, o que se le asignen etiquetas al menor que sean perjudiciales para él, o que se
hable delante de él como si no estuviera, y/o que el niño requiera de un espacio
individual donde poder entender y explicarle lo que está ocurriendo. Siempre desde un
planteamiento sistémico-emocional, pero sobre todo, respetuoso con el niño.
El respeto y cuidado por el menor está muy presente a lo largo de todo nuestro proceder
en la práctica clínica, desde antes incluso de que podamos conocer en persona al menor.
Esta primera entrevista también nos servirá para poder explicarle a los padres cómo
transmitirle al niño que va a venir a vernos, si así lo valoramos necesario. Llevamos
muchos años recibiendo a niños en una primera entrevista inicial con el mensaje de los
adultos, o bien que ellos han interpretado por lafalta de información sobre el motivo por
el que vienen a vernos: que somos como un castigo, o que están ahí porque se portan
mal, o porque suspenden, o con etiquetas completamente destructivas para su self, o
79
porque se hacen pis, o porque no se saben defender… No queremos etiquetar al niño, ni
victimizarle, ni culpabilizarle. Insisto en que el problema no está en el niño, pero la
solución sí está en la familia. Por ello la relevancia de que a este primer contacto directo
es preferible que vengan solo los padres, al menos cuando el menor tiene entre 3 y 11
años, y si la logística familiar lo permite.
¿En qué casos viene toda la familia?
En los casos en los que el menor tiene a partir de unos once años, por poner una
referencia cronológica, podemos convocar a toda la familia pero va a depender del
motivo de consulta, de la demanda y del nivel emocional y madurativo del menor. En
aquellos casos en que el niño ha pedido expresamente ir al psicólogo, o incluso que en la
familia hay una cultura normalizada de la figura del psicólogo, entonces sí es
conveniente poder recibir a toda la familia en una sesión informativa inicial. Aunque
probablemente haya un ratito que veamos a todos, otro solo al adolescente, o incluso otro
rato a solas a los padres. Esto va a depender del problema, características, incluso de las
sensaciones del profesional. No podemos programar cómo se va a dar una sesión.
También resulta arriesgado recibir a toda la familia, ya que con frecuencia nos
encontramos a padres muy desgastados y que pueden llevar a hacer comentarios que no
queramos que los adolescentes escuchen, al menos dentro de nuestro contexto
terapéutico. Pero también conviene lograr un buen vínculo con el adolescente desde un
principio, y si este sabe que han venido previamente sus padres suelen surgirles la
desconfianza, suspicacia o sensación de que estamos aliados con sus padres. Pero todo es
manejable y reconducible.
En los casos que por cuestiones de logística o dificultades en la conciliación familiar es
necesario traer al menor, por supuesto que nosotros también facilitamos las terribles
dificultades que la conciliación familiar de nuestro país conlleva. En estos casos, el
menor puede estar en otra sala de juego, jugando o pintando, sabiendo que en la sala
contigua estarán sus papás, con la libertad de poder acercarse siempre que quiera.
Un elemento clave a destacar, y que aporta un valor añadido a la importancia de
transmitir comodidad y bienestar desde el primer momento es el insignificante detalle de
ofrecer a la familia al llegar una infusión, té, café, galletas… Es importante crear un
ambiente hogareño entre el personal del centro, donde la decoración cobra una gran
relevancia, para lograr crear del espacio, un lugar cálido y entrañable. Al final consiste
en hacer una casa para todos y todas, donde cada uno se siente parte de ella, al mismo
80
tiempo que siente la libertad y el respeto por ser quien es. Esto no se hace solo con una
sonrisa, esto se crea, y se siente. Aunque es importante transmitir esta sensación de
bienestar, que facilitará lograr un mayor vínculo terapéutico, un mayor compromiso y
motivación con el proceso de terapia, es fundamental darles las herramientas necesarias
para trasladar ese bienestar a otras áreas de su vida, y cómo no, a su propia casa.
Haciendo de su casa un espacio seguro y confortable.
81
2.5. Si papá no puede (quiere) venir
¿Qué es un adulto?
Un niño inflado por la edad.
Simone de Beauvoir
En familias que acuden por una problemática con su hijo o hija, a lo largo de los años he
detectado que, si desde un principio implicamos a ambos progenitores, tutores o
personas de referencia, logramos una mayor adherencia al tratamiento, un mayor
compromiso y eficacia en el tratamiento, siendo en muchos casos tratamientos más
breves que si solo acude, como suele ser más frecuente, la figura materna. Me refiero al
padre en el sentido literal de la palabra porque suelen ser los más reticentes a venir a
vernos, más escépticos con nuestra profesión, y los que más se han resistido a acudir en
la mayoría de los casos. Por ello suelen ser un reto para nosotros, ya que van a constituir
una figura clave en el proceso de recuperación de la familia.
Es decir, en familias en las que hay dos progenitores, un padre y una madre, es frecuente
encontrarnos que la madre es quien lleva a los niños al colegio, es quien lleva a los hijos
al médico, y cómo no, es la que se encarga de llevar a los niños al psicólogo, bien porque
el padre viaja mucho, o porque está muy ocupado, o simplemente porque no cree en “eso
de los psicólogos”, y mejor mantenerle al margen. Nos resulta muy grato encontrarnos
casos en los que el padre sí es una figura relevante e implicada en el proceso de terapia,
que también hay que reconocer que son cada vez más, y en algunos casos, los menos,
con mayor participación paterna que materna. En cualquier caso, si desde la primera
llamada logramos transmitir la importancia de incluir al mayor número de miembros
implicados en el proceso, mayor garantía de éxito tendremos, y evitaremos situaciones
desagradables, reencuadres posteriores más complejos de implementar, y/o resistencias o
boicots por parte de los miembros no implicados en el tratamiento.
El papel de la madre ha estado ampliamente estudiado a lo largo de muchos años y por
figuras relevantes de la psicología (Bowlby, Erikson, Spitz…), mientras que por el
contrario, la figura paterna7, y su relevancia, ha sido un tema más olvidado y menos
tenido en cuenta. Tomando en consideración las estadísticas que respaldan la habitual
ausencia de la figura paterna en los procesos de terapia es importante no olvidarnos de
involucrarle desde el primer instante. Con frecuencia los padres se desentienden de las
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cuestiones de salud de sus hijos porque consideran que corresponde a las madres,
afirman que no se oponen pero que no van a participar. Pero no perdamos esta batalla, no
nos rindamos. Yo nunca dejo de insistir a pesar de que desde el principio me avisan de
esta limitación. Por ejemplo, llamo al padre, le envío un mail indicándole lo importante
que es para la terapia, y por lo tanto para su hijo y familia, le escribimos una carta junto
con mi “pacientito”, le mando mensajes a través de la familia…
Estratégicamente, insistiendo en la importancia de la figura paterna en todo este proceso
ya estamos restructurando la estructura o jerarquía familiar, incorporando a un padre
ausente, transmitiendo a la familia la importancia del rol paterno, dándole un
protagonismo que probablemente antes no tenía. Son un referente fundamental para los
niños, les necesitan para crecer, no demos por hecho que no van a venir. No es fácil,
pero es posible en la mayoría de los casos. Quizás también podamos postergar la cita y
esperar a cuando el padre pueda acudir.
Implicar a ambas figuras parentales desde el inicio del tratamiento, darles el mismo peso
de responsabilidad, y al mismo tiempo hacerles protagonistas por igual, va a ser una
clave y apoyo inestimable de cara al pronóstico del sistema familiar. Numerosos estudios
avalan su relevancia, como el realizado recientemente por Ramírez Aycart8, a través del
cual se constataba, en congruencia con investigaciones anteriores, la presencia de una
mayor adaptación escolar y satisfacción familiar para los hijos que perciben una mayor
implicación paterna.
83
2.6. Primera sesión informativa
La autoestima puede ser remodelada a cualquier edad.
Virginia Satir
Desde hace años ofrecemos a todos nuestros pacientes una primera sesión informativa,
gratuita, que siempre ha sido objeto de debate por parte de todo el equipo de
colaboradores, pero que hasta la fecha hemos considerado que es lo más oportuno.
Queremos darle la oportunidad a la familia de conocernos, conocer el centro, poder
explicarnos su motivo de consulta y explicarles nuestra metodología de trabajo, así como
realizar el encuadre adecuado. Para que se sientan libres a venir, para elegir otro sitio, o
que con la información queles demos valoren si lo más adecuado es otro tipo de
profesional, o que por diferentes circunstancias deciden que no es el momento de iniciar
un tratamiento. Esta sesión de contacto también nos permite resaltar la importancia del
compromiso, ya que una vez que inician, que viene el menor, que todo esté claro, y que
se haya realizado un encuadre correcto es fundamental la continuidad. De este modo
también evitamos futuros malentendidos, garantizando una adhesión al tratamiento más
segura. El encuadre terapéutico merecería un libro entero, ya que, en muchos casos,
suele ser el motivo de un fracaso en una terapia, o el motivo de las dificultades en lograr
una buena alianza terapéutica, pero intentaré explicarlo brevemente.
Esta fase inicial de la terapia será una situación única e irrepetible. Las sensaciones y
estado que dejemos en el paciente tras esta primera cita va a determinar su grado de
compromiso y adherencia al tratamiento. La imagen que se lleve de nosotros, los
mensajes iniciales que transmitamos, tienen una mayor fuerza y repercusión que cuando
son transmitidos más avanzado el tratamiento. No perdamos esta gran oportunidad para
ser claros y destacar lo más relevante, ya que si les damos demasiada información no van
a poder procesarla.
Antes de realizar la entrevista debemos tener claros algunos objetivos básicos:
Objetivos principales en una sesión inicial
• Establecer los límites y estructura de la terapia, que consistiría en
84
establecer el encuadre, contrato con los padres y el menor, de forma
separada. Esto es, duración, frecuencia de la terapia,
temporalización, estructuración de las sesiones, metodología de
trabajo…
• Construir un vínculo con todos los miembros de la familia, dando
confianza, pidiéndoles compromiso con la terapia, y otorgando el
permiso a mostrarse angustiados, a no entender, a cuestionar la
terapia, a ser “pesados”, a enfadarse, a contactar conmigo si lo
necesitan…
• Recoger la información que aporta la familia, recopilar datos
respecto al desarrollo del niño, niña o adolescente, al ciclo vital de la
familia, a la evolución del síntoma, a los intentos previos de
solucionar el problema…
• Recabar otras fuentes de información, pidiendo notas, informes
médicos o de otros tratamientos anteriores, informes psicosociales o
socio-familiares, coordinación con otros profesionales o personas
cercanas a la familia… Esto nos va a dar información y sentido a
posibles hipótesis circulares que podamos ir estableciendo.
• Establecer las metas y objetivos de la terapia, de cada miembro de la
familia, incluidos los menores, priorizando aquellas que generen más
angustia. Trabajar con base en el motivo de consulta expresado,
teniendo en cuenta que, igualmente, suele haber una demanda no
latente o manifiesta. Por ello, estos objetivos deben revisarse a lo
largo del tratamiento, pudiendo cambiarlos, aparecer otros nuevos, o
lograrlos, lo que implicaría que la terapia ha llegado a su fin.
Situación 1: Acuden solo los padres
Como ya he comentado en el capítulo anterior, en esta primera entrevista, cuando son
menores de once o doce años, es preferible convocar a los padres, recoger su demanda,
darles un espacio para que puedan expresarse y desahogarse, y establecer un encuadre
terapéutico. El objetivo de esta primera sesión informativa es, en primer lugar, recoger
brevemente el motivo de consulta, garantizar que realmente podemos ayudarles, e
“informar” de quiénes somos, cómo trabajamos, cuál es nuestra metodología de trabajo,
85
comentarles nuestras tarifas en función del tipo de servicio que requieran… De este
modo, sin compromiso, puedan valorar si les interesa, si pueden, quieren, o no, iniciar un
trabajo terapéutico con nosotros.
A lo largo de mi trayectoria profesional llevo viendo, ante la carga emocional con la que
suelen venir muchos papis, que con frecuencia les cuesta retener, entender o procesar
parte de la información que les facilito. Para nosotros, como profesionales de las
conductas, pensamientos y emociones, resulta sencillo entender nuestras propias
palabras, o argumentar hipótesis, o incluso explicar nuestra manera de trabajar,
aparentemente fácil de entender. Pero lo cierto es que no es tan obvio lo que les estamos
queriendo transmitir, añadido a la intensidad de su dolor, frustración, enfado, miedo o
vergüenza con la que suelen venir. Por ello, junto a mi equipo de colaboradores,
consideramos necesario hace unos años, crear un “esquema” muy gráfico y visual sobre
nuestra manera de trabajar, para que se lo pudieran llevar en una hoja. Es un documento
de: “Así trabajamos”, ya que el documento del modelo de intervención SER (Sistémico-
Emocional-Relacional) va orientado a un público más técnico.
Antes de que se vayan de esta primera cita conviene que tengan la información básica, y
clara, y que dispongan de un espacio para poder volcar sus dudas y estado emocional
86
que, con frecuencia, es intenso y requiere de una contención por nuestra parte. Dudas
traen muchísimas las familias, y con frecuencia buscan soluciones mágicas e inmediatas,
y no podemos dejarnos llevar por sus prisas. Con frecuencia me siento más una
“bombera” apagando fuegos que una psicóloga. Podemos darles alguna pauta puntual
que les permita manejar situaciones concretas de urgencia, pero cuidado con los consejos
precipitados que después tenemos que corregirnos. Los años de experiencia creo que lo
que más me han enseñado es a ser prudente en mi labor profesional. Nuestras ganas de
ayudar, de buscar soluciones rápidas, de responder a la exigencia del paciente, y a
nuestra propia exigencia, puede llevarnos a errores.
Encuadre terapéutico
En esta primera sesión es cuando realizamos el encuadre terapéutico. Es el momento más
importante del proceso de terapia. Lo que no decimos en esta sesión será más difícil
justificar, defender o argumentar a posteriori.
Temas más relevantes a mencionar:
1. Presentarnos. Como centro, si pertenecemos a una entidad, y como profesional, sin
necesidad de extendernos, ya que estamos para escucharles. Pero saber con quién están
hablando da mayor confianza y tranquilidad.
2. Explicarles nuestra metodología de trabajo, haciendo uso de herramientas lúdicas,
juegos, además de pruebas psicométricas, proyectivas… con una validez y fiabilidad
garantizada, y con el principio básico de cuidar y respetar al niño, niña o adolescente.
Detallaremos en el siguiente apartado dichas pruebas.
Por ello, les informamos del procedimiento de trabajo. De la importancia de realizar una
evaluación previa: al niño, los padres, y la familia en conjunto. Como indica en el
esquema que entregamos a los papis (“Así trabajamos”), solemos hacer una primera fase
de evaluación, que suele durar alrededor de 4-6 sesiones. Cuatro de estas sesiones suelen
ser con el niño, una con los padres, y una con la familia, suele durar un mes
aproximadamente. Después realizamos una sesión de devolución, de los resultados.
Desde el primer momento en el que estamos evaluando también estamos interviniendo y
avanzando en el motivo de consulta, pero estamos, asimismo, analizando el origen,
sintomatología e impacto de la problemática. Si queremos hacer un buen tratamiento
debemos conocer el caso a fondo, es la única manera de garantizar una intervención
87
adecuada. De este modo evitamos sorpresas, resistencias al cambio, información oculta,
y, sobre todo, equivocarnos. No se trata de hacer un diagnóstico y poner etiquetas, sino
de hacer una evaluación de la situación familiar, generar las hipótesis adecuadas y
establecer las líneas de actuación más oportunas adaptadas a cada caso. Más adelante
hablaremos en detalle de esta primera fase de evaluación, y devolución.
Posteriormente hay una etapa de intervención, aunque la evaluación nunca finaliza. El
tratamiento suele hacerse, con el niño en individual, una vez a la semana, con la
incorporación de los progenitores, habitualmente, al inicio o finalización de la sesión.
Una vez al mes nos reunimos con los padres: para explicarles lo que estamos trabajandocon su hijo, para que pueda comentarnos novedades o incidencias, y para ir trabajando
los aspectos relacionales o familiares implicados en el motivo de consulta. Además,
solemos hacer sesiones familiares, depende de cada caso, disponibilidad de la familia y
el motivo de consulta. Intentamos aprovechar la sesión del menor, para no incrementar el
gasto en la terapia, pero siempre con el consentimiento y colaboración del menor. Suelen
ser sesiones lúdicas, que previamente hemos preparado con el menor. También solemos
organizar sesiones con el subsistema fraternal, o con primos, o con amigos… depende de
cada caso y problemática concreta. Veremos el apartado de intervención más en detalle a
posteriori. Así como el cierre y despedida.
3. Resaltamos la relevancia de realizar nuestro trabajo en colaboración con la familia.
Aprovechamos para aclarar, como decimos con frecuencia, que no somos un taller
mecánico donde dejar el coche (al niño) para que lo arreglemos. Aquí no hay coche
averiado, ni ruedas que cambiar. Juntos somos un equipo, nosotros como parte de este
nuevo sistema, y entre todos vamos a buscar soluciones para esta familia que se
encuentra en un momento de crisis. No buscamos culpables, buscamos personas
capaces de gestionar su vida y tener un bienestar familiar.
Como he mencionado en otros capítulos, inicialmente no recomendamos intentar
cambiar al síntoma, ya que es la herramienta que permite sobrevivir a dicha familia, y en
ocasiones, si se altera el síntoma pueden aparecer otros síntomas más nocivos para el
menor y la familia. Actuar sobre el síntoma quiere decir intervenir en las reglas de
relación de ese sistema. (Watzlawick, 1980; Selvini et al., 1986), y tenemos que evaluar
primeramente a la familia.
4. Les informamos de que, en las sesiones individuales con el niño, probablemente
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semanales, nos gustará que se incorporen a la sesión al inicio o finalización de la
misma, ofreciendo un espacio al menor de un mínimo de 45 minutos. Nuestras
sesiones suelen durar en agenda una hora, pero de cara a la familia les comentamos
que con el niño estaremos unos 45 minutos, de tal forma que, dejamos espacio, al
inicio o finalización de la sesión para comentarios que nos quieran hacer, incidencias,
o incluso para, plantearles algunos aspectos de la terapia, información puntual de lo
que hemos tratado en esa sesión, junto con el niño, o, en algunos casos, a solas…
5. Informamos a los padres de la merienda terapéutica9 como parte de la terapia. Ritual
de terapia difundido desde hace años por la psicóloga clínica Loretta Cornejo. La
merienda terapéutica consiste en ir a la cocina con el niño y elegir una bebida y algo de
comer para merendar. No es solo merendar, ya que, es interesante ver cómo el niño
elige su bebida y comida, suele coincidir con otros iguales que están en la cocina con
otros terapeutas. Es interesante observar sus reacciones, luego vamos a la sala, y
merendamos ambos en la alfombra. Cada profesional realiza la merienda terapéutica al
principio, medio o final de la sesión dependiendo de múltiples variables (hora, grado
de concentración del niño, nivel de seguridad con el terapeuta, como refuerzo…).
6. Resaltar la importancia del compromiso con el tratamiento, sobre todo, cuando hay
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menores implicados. Aunque no solemos pedirles que cumplimenten ningún papel este
primer día, esperamos a su segunda visita para pedirles rellenar la ficha de protección
de datos, donde también nos autorizan a coordinarnos con otros profesionales que
pueden ayudar al caso (maestros, orientadores, psiquiatras, entrenadores,
cuidadoras…).
En esta sesión inicial ya podemos observar, y tener en cuenta algunos aspectos de la
familia, tales como:
• el ciclo evolutivo del menor y del sistema familiar
• las interacciones en la entrevista
• las alianzas y coaliciones familiares
• la distribución jerárquica del poder
• los límites intra y extra familiares
• la flexibilidad al cambio
• las fuentes de apoyo: familias de origen y red extensa
• estrés dentro y fuera del grupo familiar
Dentro del marco de nuestro encuadre terapéutico proponemos una sesión con los padres
para elaborar la “historia clínica”, a través de una entrevista semiestructurada, ya no solo
del menor, sino de todos los miembros del sistema. El modelo de entrevista pueden verse
en Anexos, y hablaremos sobre ello en el apartado de “evaluación inicial”. Tras esta
sesión inicial con los padres, y previo a la historia clínica, si la disponibilidad de los
padres lo permite, realizamos una sesión individual con el menor, para que también
pueda disponer de su espacio. Las sesiones posteriores se determinan en función de las
necesidades y particularidades propias de cada caso.
Aprovecho para comentar los casos, también frecuentes, en los que la figura más ausente
llega tarde y nos pide que vayamos empezando la sesión. Considero que la calma y
templanza deben acompañarnos a lo largo de todo el proceso de terapia. Creo que
podemos esperar a que venga dicha figura parental, si realmente nuestro objetivo es darle
el peso que merece en el sistema, y así hacer ver a la familia la importancia de: estar
todos juntos, saber esperar, hacer ver que la impuntualidad afecta a todos, implicar a los
miembros ausentes, bien porque se les desplaza o bien porque se sitúan en dicha
posición. Y siempre sostener como hipótesis los factores transgeneracionales de los roles
parentales y conyugales, que irán generando nuevas hipótesis a lo largo de las sesiones.
Inicialmente puede mencionarse, o aparecer físicamente, la figura de la “abuela”, o de un
90
“tío”, que ya nos aporta información e hipótesis relacionales.
También conviene que seamos realistas. Es una utopía encontrarnos con una familia, en
la que todos sus miembros estén implicados; con un niño y familia muy colaboradores,
que realizan todas las pruebas a tiempo, contestan a todo de manera clara, breve, y
transparente, que enseguida entendemos la problemática, que se corroboran nuestras
hipótesis, que responden rápido al tratamiento, que nos dan todas las facilidades para
citarles, que nunca nos llaman fuera de las sesiones de terapia, y que, además, todos nos
caigan estupendamente. Esa familia no existe.
No esperemos que las familias que vienen a vernos no tengan problemas, o que los
problemas sean muy leves o fáciles de resolver. Si no, no hubieran venido, lo hubieran
resuelto por ellos mismos. Tenemos una profesión maravillosa, apasionante,
enriquecedora, pero compleja, y que requiere mucha responsabilidad y dedicación.
Muchas veces nos vemos limitados a la hora de aplicar nuestro procedimiento de trabajo,
pero conviene, por un lado, insistir en la relevancia de seguir el procedimiento para
garantizar el éxito, pero también, que seamos capaces de adaptarnos a las circunstancias
de cada caso, de cada familia, con sus capacidades y limitaciones. Hay que tener en
cuenta la importancia de nuestra flexibilidad, y que, evidentemente cuanta más
información tengamos más objetivas serán nuestras hipótesis, más fácil será entender la
problemática, y, por ende, poder ayudarles. Pero, también hay casos, que hay que ser
sensatos a la hora de determinar que sin unos mínimos de colaboración, implicación y
motivación no podemos ayudarles. No tenemos varita mágica, ni bola de cristal, ni
leemos la mente de nadie, ni seguimos un modelo de trabajo exprés. Aunque vivamos en
un mundo en el que todo tiene que ser rápido y efectivo. No obstante, procuramos que
las terapias no se prolonguen más de un año, simplemente porque muchas veces pierden
eficacia, pero necesitamos hacer una evaluación lo más completa posible, adaptándonos
a los tiempos y ritmos del menor, y de la familia. Creo que un niño esta mejor en el
parque, o con sus padres, o con amigos… que, viniendo a terapia, por ello intentamos
que los tratamientos no se prolonguen demasiado. Pero también debemos tener cierto
rigor a la hora de aplicar nuestro método de trabajo.
Ejemplo de un niño de 12 años adoptado, que apenas participaba ni
hablaba en las sesionesiniciales. No le gustaba dibujar. Yo le decía:
91
“No importa, con calma, a mí tampoco me gusta dibujar, además
dibujo fatal, podemos jugar a lo que tú quieras, este es tu espacio, y
quiero que te sientas cómodo. No hay prisa”.
El paciente tardó un año en poder hablar de su familia de origen, de la
rabia que sentía hacia su madre biológica por haberle abandonado, y
de su miedo a que su actual familia también pudiera abandonarle.
Si yo no hubiera respetado sus tiempos, su espacio, su intimidad y
permiso a “no hablar”, quizás jamás se hubiera atrevido a contarme
sus miedos y fantasmas. En algunos casos solo “estando” ayudamos
más que presionando, forzando o haciendo preguntas incómodas. A
veces, inconscientemente, nos ponen a prueba, para saber si realmente
pueden confiar en nosotros, para saber si realmente tenemos la
paciencia para esperarles, para adaptarnos a sus ritmos. No olvidemos
que ya son unos valientes solo por estar.
Situación 2: Viene toda la familia
Cuando ya los menores son adolescentes solemos insistir en la conveniencia de recibir a
toda la familia. En este caso también nos presentamos, presentamos nuestra metodología
de trabajo, resaltamos que la solución está en la implicación de la familia, evitando desde
el primer instante etiquetas o señalar al paciente identificado, pidiendo el compromiso de
todos, e insisto que todos son importantes en la solución, y que me interesa mucho
escuchar a todos, legitimando que es normal que cada uno piense de manera distinta
(¡qué aburrido sería si todos pensaran igual!).
Cuando viene toda la familia, de manera breve, suelo hacer varias preguntas, que pueden
contestar abiertamente todos, pero, suelo dirigirme a los adultos en primer lugar, dando
paso, a posteriori a los más pequeños.
Preguntas más frecuentes
• ¿Para qué creéis que estáis aquí? ¿En qué puedo ayudaros?
• ¿Qué cosas no queréis que cambien de vuestra familia?
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• ¿Qué tendría que ocurrir para que la terapia fuera un éxito?
• ¿Qué es lo que más valoráis de vuestra familia?
Hay que tener en cuenta que se trata de una sesión corta, de toma de contacto, que es
importante que participen todos los asistentes, y que conviene que se vayan con cierta
esperanza y motivación de la sesión. Conviene hacer un feedback a la familia al final
donde cada uno se sienta reconocido, sienta que su demanda ha sido recogida, que les
hemos escuchado, rescatemos las capacidades y recursos que tiene la familia, y que, a
pesar de todo, siguen unidos, y han venido a buscar una solución.
En algunos casos, suelo quedarme unos diez minutos con el adolescente, para reforzar el
vínculo, o con los padres, según convenga. Tras terminar la primera sesión informativa
les convoco para la siguiente sesión, valorando la conveniencia según cada caso. Puede
ser:
• Sesión familiar, si valoro que podemos avanzar y trabajar bien a través de sesiones
familiares. Es lo más óptimo y efectivo, pero no siempre es lo más adecuado.
• Sesión de padres, que suele ser la opción más habitual, para realizar la historia clínica
y evaluar algunos aspectos de la parentalidad, conyugalidad, de sus propias historias o
familias de origen, de su manejo de la afectividad, y normatividad.
• Sesión individual con el adolescente, para evaluarle, darle un espacio individual donde
poder expresarse, donde no sentirse “juzgado”, donde poder entender, y adquirir
habilidades necesarias para esta etapa tan compleja.
• Sesión fraternal. Convoco a los hermanos cuando el paciente identificado no quiere
venir o no quiero que se sienta señalado, o cuando detecto un conflicto latente en el
subsistema fraternal, que está afectando a toda la familia y donde además valoro que
hay disposición por parte de los hermanos para abordarlo. Aunque es preferible
realizar estas sesiones en la fase de intervención.
93
Caso de primera informativa con toda la familia
Familia acude a consulta refiriendo que la hija mayor, adolescente de
18 años se muestra agresiva con toda la familia, confrontadora, que
“hace lo que quiere” y “estropea” el buen clima familiar. Todos van
respondiendo a mis preguntas, acusando a María de ser la responsable
del mal ambiente familiar. María se muestra de mal humor, sin
94
aparente gana de estar ahí, mirando hacia el suelo en todo momento,
sin querer responder a mis preguntas, y con gesto desafiante.
Propongo poder estar los diez últimos minutos con ella, ya que no
considero haber logrado un buen vínculo como para poder proponerle
una cita de manera individual. Cuando salen los padres y Adolfo, su
hermano, le comentó a María:
• “Qué horrible debe ser ir a un sitio que no conoces, con una persona
que no conoces, y encima estar escuchando a tu familia hablar mal
de ti. No imagino lo que debes estar sufriendo, ¿en casa también es
así? Me parece muy injusto para ti. Me pregunto si estarás sufriendo
otras injusticias fuera de aquí en las que yo podría ayudarte. Sabes
que lo que hablemos aquí es confidencial, ¿no?”.
Según iba hablando por la mejilla de María descendían lágrimas, sin
cambiar su gesto ni mirada, que permanecía en el suelo. Tras unos
segundos de silencio me comentó que no podía más con la presión de
su padre, que era mentira que él se preocupara por ella, y que unos
compañeros del colegio la habían insultado a la salida del colegio
hacía casi un año, pero que no se lo había contado a nadie.
A partir de esta sesión concerté una sesión con María, para poder
dedicarle el tiempo y espacio individual que necesitaba, y con los
padres, para realizar la historia clínica del caso.
95
2.7. Cómo explicarle al menor que va a venir a terapia
Si fomentas el amor en tu familia,
tus hijos se desvivirán por hacer felices a los demás.
Rosa Jové
Este punto merece todo un capítulo, ya que ha sido el tendón de Aquiles de muchos
psicoterapeutas infantiles, bien porque no le han dado la importancia que merece, bien
porque se le han dado diferentes mensajes perjudiciales para el niño o niña, bien porque
los padres no se han atrevido a preguntarnos cómo hacerlo, bien porque simplemente
hemos considerado que como en otras situaciones familiares, no hay por qué darle la
información al niño.
No se trata de darle detalle de todo lo que se va a hacer al niño, ni pedirle autorización en
muchos casos, pero quiero aprovechar este apartado para reivindicar que el niño tiene
derecho a ser informado, a que su opinión tenga un espacio y sea tenida en cuenta, sin
que ello implique hacer lo que ellos quieran ni convertirles en pequeños tiranos. Si
queremos verlo desde el punto de vista de la optimización del tratamiento, del tiempo e
incluso del coste, os aseguro que ahorramos muchas sesiones cuando el niño viene
motivado, sabiendo dónde va, incluso con ganas, con menos miedos o resistencias. Los
adultos también vienen con miedos, y con las defensas bien altas, pero los adultos hemos
aprendido a lo largo de nuestras experiencias a disimular, a que no se nos note, y a hacer
uso de otras emociones secundarias para encubrir estas defensas. Está bien, es nuestra
manera de protegernos y cuidarnos, pero para un niño, cuanto más seguro y tranquilo se
sienta, más auténtico y espontáneo va a ser con nosotros, y más fácil va a ser trabajar con
él.
¿Y cómo decirle al niño que va a venir a terapia?
Esta es una pregunta que nos encontramos con frecuencia. No hay una fórmula única,
sino que desde un procedimiento flexible, adaptado a cada caso y familia. Ya que, como
veremos más adelante hay niños, y más frecuentemente, adolescentes, que no quieren
venir.
Después de la primera sesión informativa con los padres o tutores recordamos a los
padres que avisen a sus hijos que van a venir a vernos. Por mi experiencia, lo decimos, lo
96
repetimos, les explico que le digan que soy muy maja, que el sitio es muy “chulo”, que
les he dado la razón en algunas cosas y que les he dicho que los papás también se
equivocan. Pero aún seguimos encontrándonos niños que vemos en sus caritas cuando
entran por la puerta que no saben ni dónde van, ni qué les vamos a hacer, quese
muestran asustados, y cuando les preguntamos por qué creen que vienen a vernos nos
dicen: “porque he suspendido”, “porque pego a mi hermana”, “porque no quiero ir al
cole”, “porque lo dicen papá y mamá”, o simplemente, levantan sus hombros mirando
hacia el suelo haciéndonos ver que no lo saben.
A pesar de estos casos, que cada vez logramos que sean los menos, seguiremos
perseverando con este apartado del proceso de terapia que consideramos relevante, ya
que además supone un modelo de respeto de cara a los padres y madres. Desde el primer
instante les estamos enseñando a tener en cuenta a sus hijos, a comunicarse con ellos, a
explicarles y escucharles; ya que los niños imitan lo que ven, y nosotros también somos
un modelo para los padres, un referente en muchas ocasiones.
Hace tiempo me dijo una mamá, que sabía que tengo dos hijos, “tú debes ser una madre
perfecta, qué suerte tienen tus hijos”. – “No”, le respondí, “yo me equivoco con mis
hijos, y mucho, claro que me enfado, incluso a veces grito, y dejo que cosas mías les
afecten a ellos. La diferencia es que soy más consciente de ello. Pero no importa, no soy
perfecta y equivocarme es un regalo para ellos, porque de alguna manera también les
estoy dando permiso a ellos a equivocarse”. Cuando nos enfadamos sin razón, o
expresamos una emoción negativa también es un modelo, un ejemplo para ellos, y les
permite, con más razón por el hecho de ser niños, a poder expresar lo que necesiten.
Conviene aclarar a los padres que no le digan a sus hijos que somos una amiga de mamá,
o una profesora, o un médico, si además no les gusta ir al médico, o mucho menos que
somos como el dentista. Quizás se podrían usar en etapas más tempranas, profesionales a
los que sí les guste acudir, como referencia para que lo entiendan. Pero la explicación
principal que necesitan escuchar es que somos personas, muy simpáticas y amables, que
ayudamos a niños y familias a ser más felices, básicamente.
Después de mucho tiempo haciendo una revisión en toda la literatura infantil, buscando
una herramienta de trabajo para este momento del proceso terapéutico, no encontré un
cuento que explicara nuestra profesión, que pudiera leerse en compañía del adulto para
que también pudiera entendernos y conocernos mejor. Por ello, durante un tiempo estuve
buscando una fuente de financiación para difundir nuestra valiosa profesión y poder
97
hacer llegar esta herramienta a los más pequeños, principalmente en edades
comprendidas entre 4 y 8 años. En el año 2016, el Colegio Oficial de Psicólogos de
Madrid se interesó por mi proyecto, financiando la edición de un cuento que explicara a
los niños quién es el psicólogo: ¿Quién es el psicólogo?10 cuya ilustradora es Mª. Jesús
Santos Heredero. Como autora de este cuento he podido explicar de manera breve y
sencilla, con unas ilustraciones extraordinarias, quién es el psicólogo, quién no es el
psicólogo, cómo me llamo (que cada profesional puede personalizarlo), dónde estoy (que
también cada profesional puede personalizar esta página en función del ámbito desde el
que trabaje o la ubicación de su despacho), cómo es mi sala, el material del que
dispongo, cómo puedo ayudarle, para qué cree que viene (que con frecuencia no lo
saben, o no tienen claro), cómo vamos a ayudarles (no solo a él, sino a toda la familia),
la importancia de la coordinación con otros sistemas, como es el educativo. Y cómo va a
ser el proceso de terapia, incluida la despedida o cierre.
Este recurso facilita la alianza terapéutica, presentando la figura del psicólogo,
anticipando el proceso de terapia, dando información relevante, reduciendo y evitando
las resistencias y temores con los que suele acudir el menor a consulta. A través de este
cuento, que podéis descargarlo de manera gratuita en la página del Colegio Oficial de
98
Psicólogos de Madrid, hemos logrado facilitar a muchos niños, y por supuesto también a
sus papás y mamás, desmitificar la figura del psicólogo, y promover una mayor
confianza y seguridad en nuestra labor. Es un recurso que nos gusta poder ofrecer en la
primera sesión, ya que se trata de una carta de presentación ilustrativa que ayuda a que
nos conozcan un poco más, y reconozcan nuestra maravillosa profesión.
Una vez que la familia se va después de la primera sesión informativa, con el cuento, les
pedimos que lo traigan el próximo día con el niño, cuando venga, ya que hay otros niños
que también lo necesitarán. Es muy bonito ver al niño en la sala de espera con el cuento,
que además ya lleva escrito mi nombre y con ojos con curiosidad. Son ojos distintos a
los que solía ver cuando no teníamos el cuento: de miedo, culpa, enfado, o
incertidumbre. Habitualmente me acerco a ellos, saludo a los padres, y después, me
agacho, me presento, sin exigir el famoso “beso de saludo” que tanto nos gusta a los
adultos recibir de los más pequeños. Con una sonrisa nuestra les basta. Y les pregunto si
les ha gustado el cuento, y, que, si quieren, me encantará releerlo con ellos.
Les presento el centro, la cocina, y la sala donde vamos a estar. Si son pequeños, a veces,
suele quedarse el progenitor en la primera sesión, o entra un rato, para que hablemos los
tres, mientras le voy enseñando los juguetes y el material tan “chuli” que tenemos. Las
reacciones son muy diversas, conviene adaptarnos a cada niño, niña, familia, situación,
problemática, pero en ningún caso “forzar” al niño a entrar, ni darle chuches para
lograrlo, ni hacerle sentir incómodo. Está bien respetar los ritmos de cada uno, os lo
agradecerán, estamos sembrando la alianza terapéutica.
99
2.8. Fase de evaluación sistémica
Siempre estamos en un estado perpetuo
de ser creados y crearnos
a nosotros mismos.
Daniel J. Siegel
Desde el instante en que descolgamos el teléfono ya estamos generando hipótesis,
estamos recogiendo datos, y por lo tanto estamos evaluando, pero, a su vez, con nuestras
palabras, silencios, tono y gestos también estamos interviniendo. La intervención está
desde el primer instante, al igual que cuando finalizamos la fase de evaluación realmente
seguimos evaluando a lo largo de la intervención. No obstante, conviene diferenciarlo en
dos fases independientes. Es necesario realizar una evaluación previa para determinar y
hacer un análisis completo del motivo de consulta, antes de intervenir. En esta fase de
evaluación se realizará, por un lado, con el subsistema parental, por otro lado, con el
niño en individual, y, por otro lado, con el sistema familiar, procurando que acudan el
máximo de miembros implicados.
A través de diferentes recursos evaluamos a la familia, con el objeto de comprender y
describir el funcionamiento relacional de la familia, entender el mito fundacional entorno
al síntoma, y así poder valorar la intervención más adecuada a cada familia.
Para ello utilizamos diferentes herramientas:
• Entrevista con los padres, tutores o progenitores. A través de nuestro modelo de
historia clínica.
• Entrevista con el niño, niña o adolescente, adaptada a su etapa evolutiva.
• Entrevista con el centro escolar al que acude; a través del tutor, profesor o psicólogo
del centro (no podemos olvidar este punto, ya que nos va a dar una visión más global
del niño, su nivel académico, patrones de conducta, y de cómo se relaciona con sus
iguales).
• Aplicación de técnicas proyectivas. Para revelar la estructura psicológica del menor tal
como se presenta en la situación de prueba. Como puede ser el HTP, dibujo de la
familia, dibujo de la persona, niño o niña bajo la lluvia, pregunta milagro o 3 deseos,
desiderativo, prueba de inteligencia como el WISC, observación, juego libre, etc.
• Entrevista con la familia, a través de una sesión de “hora de juego familiar”, o con los
100
hermanos u otras figuras relevantes.
2.8.1. Con los padres o tutores
Esta primera sesión sería como la tradicional anamnesis del caso, pero adaptada, y que
llamamos “historia clínica”. Consiste en una entrevista semiestructurada donde año tras
año actualizamos. En el anexo se encuentra la historia clínica,donde incluimos un
espacio reservado para el genograma. Carl Whitaker propone el estudio de tres
generaciones para comprender la transmisión de la cultura familiar: hijos, padres y
abuelos. (Intergeneracionalidad).
Suelo iniciar estas entrevistas valorando la relevancia de las discrepancias en los criterios
de ambos padres, ya que es importante legitimizarlo, y más cuando son padres
separados. Aunque lo preferible es realizar las entrevistas conjuntas, en algunos casos,
por diferentes motivos, realizo la historia clínica individual (debido a la existencia de
una orden de alejamiento, mala relación entre los progenitores, padre o padre
monoparental…). Cuando se trata de familias reconstituidas y no es posible convocar a
ambos progenitores conjuntamente, valoro la conveniencia de convocar a la pareja a
dicha entrevista, dependiendo de la solidez y estado de la relación, o si es preferible,
convoco a la pareja más adelante. Me interesa mucho conocer, y escuchar, a todas las
personas que tienen un papel importante en la vida de mi “pacientito”.
A través de esta entrevista recojo aspectos propios de la concepción, parto, posparto,
hitos de desarrollo del menor, pero desde un punto de vista relacional, es decir, a través
de preguntas sistémicas evaluamos cómo estaban establecidas las dinámicas familiares.
Por ejemplo. Al padre, ¿cómo crees que tu mujer vivió el posparto? A
la madre, ¿cuál era la postura de tu marido frente a la lactancia
materna? ¿Cómo participaron otros familiares durante el primer año
de vida de X?, ¿Cómo reaccionó X ante el nacimiento de su hermano?
¿Cómo te sientes cuando tu marido se enfada y castiga a vuestro hijo?
¿Cómo sueles reaccionar? ¿Cómo os afecta el “motivo de consulta” a
nivel de pareja?…
101
También es un momento para realizar la reflexión transgeneracional sobre qué estilo de
educación sienten que recibieron ellos, qué funcionó, qué sienten que falló, cuáles de
estas actitudes y valores sienten que están transmitiendo a sus hijos, y qué cosas les
gustaría poder hacer distintas… Haciéndolo con la premisa de redefinir positivamente,
ya que ello ayudará más a la exploración, reformulando que lo están haciendo mejor que
sus propios padres, legitimando los errores, empatizando con ellos…
Este modelo de entrevista recoge la adaptación del menor y la familia a lo largo de las
diferentes etapas de ciclo vital, además de la integración en otros sistemas, como es el
educativo, y la implicación de la familia extensa. Finalmente, me gusta preguntarles
cómo describirían a su hijo, por separado, así como el objetivo de la terapia, para cada
uno de ellos.
Objetivo de la terapia
Aquí es importante tener en cuenta el motivo de consulta latente, y el manifiesto,
teniendo en cuenta sus creencias, metas y expectativas de la terapia, y ajustando, en caso
necesario, el objetivo de la terapia. Por ejemplo, en los casos en que nos plantean:
“Quiero que mi hijo se porte bien”. Y yo les suelo preguntar: “¿Qué significa que un
niño se porte bien?”. Durante años he recibido respuestas muy diversas frente a esta
pregunta. Por ello conviene pedirles que nos concreten, o que nos pongan ejemplos. A
través de los ejemplos vamos a poder entenderlos mejor, o incluso, que ellos puedan
reflexionar y replantearse qué es exactamente lo que esperan de su hijo. A veces es
conveniente en esta primera sesión explicarles la etapa evolutiva en la que se encuentra
su hijo, o simplemente, las características afines a la infancia por naturaleza. Pero
conviene que tengamos un objetivo de la terapia, realista, consensuado y como
referencia de cara al desarrollo de todo el proceso de terapia.
Esta última cuestión, es decir, el objetivo de la terapia, a posteriori, una vez finalizado el
tratamiento, lo cotejaremos con ellos para ver si se ha resuelto el motivo por el que
acudieron a consulta. Es interesante registrar ciertas frases y comentarios que hacen en
esta primera sesión, y cómo van evolucionando y mejorando como familia a lo largo del
tiempo. El realizar un feedback evita al profesional juzgar un determinado
comportamiento o comentario, y ayuda a la familia a ver la evolución de su proceso, a
tomar conciencia de su mitología familiar, creencias, etc.
Esta última pregunta también se la haremos al menor, ya que queremos tener en cuenta
su objetivo de la terapia, es decir, en qué quiere que le ayudemos, que muchas veces
102
dista del objetivo de los padres.
Ejemplo
Definición del objetivo del proceso de terapia por parte de cada uno
de sus miembros.
• Objetivo del padre: que saque buenas notas.
• Objetivo de la madre: que se porte bien.
• Objetivo del niño: aprender a pelear con su enemigo Luis.
¿Y qué hacemos con objetivos tan dispares? Y todos muy legítimos e importantes para
cada uno de los miembros. Si escucháramos al hermano quizás pediría que no le quitara
los juguetes, y a la abuela quizás que fuera más cariñoso o comiera mejor… Es
importante recoger estas prioridades, y tenerlas en cuenta a lo largo de todo el proceso de
terapia, y hacerles ver que las tenemos presentes, que lo que para ellos es importante
para nosotros también lo es. Como explicaba anteriormente habría que definir mejor
cada uno de los objetivos, reflexionar sobre la viabilidad íntegra de ellos, y establecer
prioridades en base al nivel de malestar de sus miembros, a nuestra perspectiva
profesional, y a la estructura familiar. Una vez que hemos logrado que sean más
objetivos y alcanzables, de cara al tratamiento habrá que valorar qué función están
teniendo los síntomas y las conductas disruptivas en el sistema, qué pueden hacer los
miembros del sistema para alcanzarlos y qué está impidiendo que se lleven a cabo.
La historia clínica suele extenderse más de una hora, y a veces son necesarias dos
sesiones para cumplimentarla, por lo que, en algunos casos conviene priorizar qué
apartados de la entrevista son más importantes para empezar a trabajar, y posteriormente,
o bien realizar otra sesión, o bien, de cara a la sesión de devolución rescatar previamente
esas cuestiones o dudas no resueltas. Los psicoterapeutas que nos dedicamos a la
práctica clínica conocemos la complejidad intrínseca de los procesos de evaluación, por
ello, insisto una vez más, acerca de la relevancia de nuestra capacidad de adaptación.
En los casos de adopción, hace unos años creamos un anexo al modelo de historia clínica
que recoge aspectos particulares de este tipo de procesos. Podéis consultar ambos
103
modelos de historia clínica en los anexos del final del libro.
2.8.2. Con el niño, niña o adolescente
La primera entrevista con el niño se desarrolla de una forma más lúdica y adaptándonos
a su lenguaje. Es decir, asegurándonos de que sabe por qué está en terapia, informando,
dando seguridad, libertad, así como respetando su ritmo para confiar, entendiendo sus
resistencias como su forma de protegerse. En esta primera sesión con el niño, si no nos
conoce conviene realizar un encuadre terapéutico adaptado a su edad, explicándole
quiénes somos, cómo vamos a trabajar, con qué material, cada cuánto nos vamos a ver, a
quién más vamos a invitar a jugar, cómo puedo ayudarle, la norma del centro, etc.
En el caso de niños o niñas
El primer día, me presento en primer lugar, les enseño el centro, ya que está muy
adaptado a niños y niñas. Si hay ocasión les presento a la secretaria, a veces incluso
coinciden en la cocina, cuando vamos a por la merienda terapéutica, con otros niños y
profesionales. Y después vamos a nuestra sala.
Si ha leído mi cuento le pregunto si le ha gustado, e incluso rescatamos alguna página
para que pueda identificar mejor por qué ha venido, y si lo que a él le ocurre no está en
el cuento, lo añadimos en un post-it, por ejemplo, “que me da miedo ir a dormir”.
También les recuerdo la página del secreto profesional, adaptado a su etapa evolutiva.
¿Sabéis cuál es el elemento más importante para mí en la sala? Y probablemente
pensaréis en: pinturas, folios, juegos, pruebas… pero para mí es indispensable disponer
en la sala de una“alfombra”, para que podamos sentarnos en el suelo. Es importante dar
a los niños la escucha activa que necesitan, y para ello debemos estar ambos a la misma
altura, a su nivel, de tierra. Los niños están en un mundo sensorial y perceptivo distinto
al nuestro, y a través del suelo juegan, imaginan, se expresan… y actualmente los niños
cada vez pasan menos tiempo en el suelo. El primer día hago pasar al progenitor, o
cuidador que le acompaña, y le enseño la sala. A veces la sesión suele ser de los tres
juntos, como se sienta más cómodo el menor. Cuando tienen entre tres y cinco años, al
inicio, suelo hacer sesiones conjuntas: con la madre, el padre, o toda la familia,
dependiendo del caso. O bien, suelo hacer un ratito con uno de los progenitores, y luego
dejamos la puerta abierta para que el niño sepa que puede acudir a su cuidador cuando
así lo desee, y enseñarle los dibujos, juegos… hasta que un día el niño ya se siente
seguro de estar una sesión completa conmigo.
104
Los adolescentes suelen renegar del suelo cuando ya se sienten más mayores. Y aunque,
como adultos, nos dejemos los riñones y la espalda en el suelo, bajar a la alfombra es
ponernos en su nivel, de niños, donde ellos se sienten más cómodos y seguros, y evitar
entrar en ese “adultismo” que siempre tendemos a tener a los niños. Además,
probablemente el niño o niña venga a sesión tras más de 7 horas sentado en un pupitre.
Conviene hacérselo distinto, más agradable.
Merienda terapéutica
Dependiendo de la conveniencia del caso valoramos en qué momento de la sesión ir a
por la merienda terapéutica. Quizás los primeros días el niño no quiera merendar, por
temor a encontrarse con otros niños que no conoce en la cocina, o simplemente porque
se siente más seguro en la sala conmigo. Y así lo respeto, pero cada día le pregunto si
quiere ir a merendar, y probablemente un día llegará con hambre, más seguro de venir a
verme, y quiera atreverse con la aventura de explorar en la cocina qué le apetece
merendar. Puede elegir una bebida, y algo para comer. Con ello nos vamos a la sala.
Después de varias reflexiones de equipo valoramos que cuando nos pidan repetir de
merienda debemos ofrecerles agua o fruta, pero no más bebida, normalmente azucaradas,
ni comida, con frecuencia con exceso de grasas. En algunos casos ese deseo de repetir
podemos interpretarlo como un indicio o señal de búsqueda de límites, hiperfagia
105
(ingesta compulsiva), o simplemente que no había merendado en casa o que había
comido poco en el colegio. Pero aquí volvemos a las maravillosas hipótesis que merecen
ser contrastadas con información y con otras nuevas hipótesis.
A través de la observación recojo lo que elige, si le cuesta elegir, si siempre elige lo
mismo, lo que come, cómo come, si comparte o no conmigo, si se olvida de la merienda,
si siempre prueba algo nuevo, si intenta coger dos en vez de uno, si me pregunta si yo
quiero también, si mira o saluda a otro niño que pudiera encontrarse en la cocina, si
parece que disfruta la comida, si ensucia mucho sus manos y cara con la comida, e
incluso en la sala, si después deja el vaso y plato en la cocina, … Probablemente esto
último se lo tengamos que recordar varias veces al principio, pero una vez que ya está
automatizado muchas madres con frecuencia se sorprenden de ello, afirmando que en
casa nunca recogen. Estos comentarios por supuesto también son hipótesis.
La norma del centro
El primer día le contamos la única norma que hay en el centro, y que, salvo esa norma,
se puede hacer de todo. Aquí es cuando al niño se le ponen grandes los ojos ante un
mundo de normas donde encuentra la liberación de que solo haya una única norma, y nos
preguntan: “¿cuál es?”. La norma es: “No hacer daño ni a uno mismo, ni a nada ni a
nadie”. Para empezar, no hacen falta más normas. Entonces me suelen preguntar: “¿Pero,
se pueden decir palabrotas?”, “¿y se puede gritar?”. Y para sorpresa de todos los lectores
mi respuesta es “Sí, claro que sí”. Además, les explico el sistema de insonorización que
hemos instalado en las salas para poder gritar “a gusto”. Desde el punto de vista
terapéutico, lo que más nos interesa en una primera instancia es tener en sesión a un
niño, seguro, libre y tranquilo, no queremos un niño con miedo, resistencias, y temeroso.
Y eso se consigue dándole seguridad, libertad, permitiéndole la espontaneidad. Para
poner límites ya estaremos a tiempo más adelante. Necesitamos a niños auténticos, un
niño motivado es un niño predispuesto a entender y por lo tanto al cambio.
En esta primera sesión también le planteo al niño una batería de preguntas, que están
orientadas a crear un vínculo terapéutico para posteriormente trabajar aspectos más
técnicos. Mi primera cuestión, basándome en el procedimiento de evaluación infantil de
Loretta Cornejo11, es preguntarles por su color preferido. Si es el negro le pido que
elija otro color, porque sé que con el tiempo le gustará otro más luminoso. Según el color
seleccionado le entrego una carpeta de ese color, donde guardaremos todos los dibujos,
106
secretos, expresiones simbólicas y trabajos que vayamos haciendo. Este primer día le
doy pegatinas y material por si quiere decorar la carpeta y ponerle su nombre.
La siguiente pregunta suele ser cuál es su comida preferida, buscamos coincidencias,
hablamos sobre la comida… Y después le suelo preguntar qué le gusta hacer, sus juegos
preferidos… Los niños muy dañados probablemente no van a querer pintar. Dibujar,
pintar, expresar a través del dibujo, es una manera de mostrarse, y a nadie nos gusta
mostrarnos si no confiamos o tenemos miedo. Por supuesto que lo vamos a respetar.
Dibujo libre
Siguiendo en la línea de que queremos niños libres, el primer día podemos hacer un
dibujo “libre”, recordándole que “TODO VALE”. Yo también dibujo, ya que no voy a
estar observando, tomando notas e intimidando al niño. Además, le advierto de lo mal
que dibujo, pero que no importa, porque como todo vale, no pasa nada. En algunos casos
podemos dibujar directamente el motivo por el que viene a verme, y así ir definiendo
cómo puedo ayudarle yo, otras veces, simplemente lo que le apetezca.
Suele haber niños que no están acostumbrados a disponer de la libertad de elegir qué
quieren dibujar, y puede que les cueste, o tarden hasta que empiecen. Conviene
recordarles que lo que quiera, que cualquier cosa está bien aquí, que no hay prisa, que yo
no voy a juzgarle, ni criticarle ni decirle lo que tiene que hacer.
107
En esta primera sesión también suelo sacar mi varita mágica que tengo guardada en un
cajón, y simular que me convierto en un hada, o un mago, en función de las preferencias
del niño o niña. Y le pregunto que, si pudiera concederle tres deseos, qué tres deseos
pediría. Aquí conviene aclarar que no valen cosas materiales, y que mi magia a veces
falla.
Ejemplo de tres deseos:
• Que no haya niños pobres
• Tener más amigos
• Que mamá me haga más caso
Normalmente suelo distribuir la sesión de tal forma que un ratito elijo yo a qué quiero
jugar, y así aprovecho para pasar las pruebas o realizar las dinámicas que me interesan, y
otro ratito elige el niño el juego o actividad que le apetece.
108
Si son niños que están a gusto y creemos que podemos pasarles pruebas podemos
empezar con el HTP (Test House-Tree Person). Recordar que estas pruebas proyectan
una parte de uno mismo, y pueden remover, por lo que tenemos que avisar a los padres,
y “revisar” cómo se van. Por ejemplo, eligiendo en un tablón que tengo en la sala de
emociones cómo me voy, o escribiéndolo en un papel, o eligiendo el color o la forma
que representaría cómo me voy.
El objetivo del trabajo proyectivo es ayudar al niño a decir algo acerca de sí mismo, que
a través de la técnica proyectiva se expresa como metáfora, pero que en realidad es algo
propio. Con un adecuado acompañamiento terapéutico permite una mayor
autoconciencia de uno mismo, del problema, de su manera de vincularse y facilita la
adquisición de habilidades y estrategias que hacen posible el cambio.
Pruebasproyectivas más comunes para evaluación:
• Test del dibujo de la familia, Louis Cornman
• Test House-Tree-Person (HTP), John Buck
• Test de Roberto o Rosita, Hernán Montenegro y Mª Teresa Lisa
• Test del Niño o Niña bajo la lluvia, Querol y Chaves Paz.
En el anexo podéis encontrar como administrar estas pruebas. Describo brevemente para
qué sirven:
• Test del dibujo de la familia, test proyectivo basado en representar una familia.
Evalúa el estado emocional del niño con respecto a su adaptación al medio familiar.
Consiste en pedirle que dibuje una familia.
• Test House-Tree-Person (HTP), prueba proyectiva basada en la técnica gráfica del
dibujo que mide a nivel global aspectos de la personalidad, proporcionando
información sobre su funcionamiento. Consiste en pedirle que dibuje una casa, un
árbol y dos personas.
• Test de Roberto o Rosita, prueba menos conocida pero que aporta información
acerca del desarrollo del niño en sus diferentes entornos (familiar, educativo y social).
Se le explica al niño que hay otro niño, o niña, en consulta, más o menos de su misma
109
edad, que se llama Roberto o Rosita, y que si puede ayudarme a adivinar qué es lo que
le ocurre a Roberto, o Rosita.
• El Test del Niño o Niña bajo la lluvia, consiste en un test proyectivo gráfico que
consiste en dibujar y contar la historia de un niño o niña que está bajo la lluvia.
Representa cómo se sitúa frente a condiciones desagradables, donde se valoran sus
defensas y recursos.
Según Juliette Bouonier, “el dibujo del niño expresa algo más que su inteligencia o su
nivel de desarrollo mental; es una especie de proyección de su propia existencia, de la
ajena, o más bien del modo en que se siente y siente a los otros”.
El dibujo de un niño nos conduce inevitablemente al propio corazón de los problemas
que para él se plantean, de su historia y las situaciones que vive. Después de explorar
estas proyecciones se trabaja para ir incorporando dichas proyecciones con el propio self
del niño, haciendo uso del lenguaje metafórico, creando así un sentido de integración y
totalidad personal más profundo, por ejemplo “¿Esto que le ocurre a Roberto te ha
pasado alguna vez a ti?”. “¿En qué crees que te puedes parecer al personaje que has
dibujado?”. “El personaje de la historia que has contado, ¿te has sentido alguna igual o
parecido?”, “Imagino lo doloroso que fue para el árbol que le cortaran las ramas, ¿alguna
vez te has sentido como si te cortaran las ramas?”.
Estas pruebas pueden aplicarse en varias sesiones, o incluso, podemos omitir algunas
preguntas o centrarnos más en otras, en función de la información que necesitemos y la
edad del niño. Ya que pueden resultar pruebas de larga duración, y en algunos casos no
necesitamos completar toda la prueba. Vamos recogiendo datos e interviniendo al mismo
tiempo que se pasa la prueba, teniendo en cuenta que las hipótesis que nos vayamos
planteando siempre tendrán que ser cotejadas y corroboradas con otras pruebas o
evaluaciones.
Caso
Niña de 9 años que, cuando se le suministra el H.T.P. y se le pide que
dibuje una casa está durante 30 minutos haciendo un tejado de la casa
del HTP. ¿Le interrumpimos o le decimos que se dé prisa?
Insisto en la importancia de respetar sus ritmos. No le vamos a
110
interrumpir, esto nos va a dar mucha información sobre lo que esa
niña nos puede estar diciendo a través de su dibujo.
A través de las pruebas los niños nos envían mensajes para avisarnos de lo que puede
estar ocurriendo en su casa, de sus sensaciones, de sus dificultades, recursos… Es
importante poder interpretar estas señales y detectar en ocasiones estas llamadas de
socorro para poder establecer una hipótesis adecuada y adaptada a la familia. A través
del juego el niño va “proyectando”, de manera repetida, lo que le puede estar ocurriendo.
Caso
Niño que le preguntamos, en la prueba de Roberto, qué cree que le
tiene triste a Roberto, nos pregunta que si Roberto tiene un hermano
pequeño. Contestamos afirmativamente, y nos dice: “¡Pues ya sé lo
que le pasa a Roberto! Que su mamá está todo el rato con su
hermanito pequeño y a él ya no le quiere”.
¿Creéis que esta respuesta puede darnos información acerca de lo que
podría estar sintiendo nuestro paciente? Es una pregunta de una
prueba, por supuesto que necesitamos una evaluación completa para
sacar conclusiones y corroborar hipótesis.
Con adolescentes
En este caso las pruebas son similares, pero adaptadas a su etapa evolutiva. Es cierto que
a partir de los 12 años no necesitamos hacer tanto uso de recursos terapéuticos como el
juego simbólico, pero las técnicas proyectivas nos siguen aportando mucha información.
Personalmente, incluso con adultos, y padres, suelo usar el dibujo, la arcilla y otros
materiales para poder expresar, desde la arteterapia, psicodrama o expresión corporal,
situaciones, dinámicas, relaciones familiares que pueden resultar más complejas de
mencionar a través de la palabra.
111
Por ello no creáis que las dinámicas mencionadas previamente son exclusivas de niños o
niñas. Con adolescentes, para lograr un buen vínculo inicial suelo recurrir al móvil, a la
tablet u otros dispositivos, para lograr una alianza terapéutica. No siempre los
adolescentes están dispuestos a venir, a no ser que lo pidan, pero recordemos que están
en la fase de “rebeldía” y de transgredir toda norma que crean que viene impuesta por la
figura de autoridad, y si nos manejamos con ellos solo a través “del lenguaje y la
pregunta” puede que se sientan intimidados, interrogados, y no quieran volver. No se
trata de hacernos sus “colegas”, pero dependerá de cada caso qué rol es el que más
conviene que adoptemos.
Por ello, por ejemplo, usar como recurso el Spotify, y poner canciones de fondo que nos
gusten a los dos mientras trabajamos o hablamos, suelen gustarles, o consultar en la
tablet los juegos de la Play Station que han salido nuevos, o enseñarme conversaciones
con sus amigas en whatsapp, o vídeos de humor de youtube, o hablar sobre juegos de la
PS Vita que más les gustan… Es interesante hablar sobre los personajes con los que más
se identifican de los juegos, como el GTA5, o conocer lo que construyen con el juego del
Minecraft, o cómo es la ciudad que han creado con el juego de Sim City. Esta actitud
demuestra nuestro interés por sus cosas, y, por ende, por ellos. Si son conscientes de que
nos importan será más fácil que nos dejen entrar en su mundo, y si además les resulta
entretenido e incluso divertido será más apetecible ir a ver a “Mercedes” cada semana.
Al menos al principio, hasta que se establezca un buen vínculo. También suelo reflejar a
los padres que si negarse a ir al colegio es algo incuestionable, o no ir al médico cuando
están enfermos también es ineludible, ¿por qué les damos tanto poder de elección con el
psicólogo si se trata de su salud, y la de su familia?
Con adolescentes conviene explorar inicialmente qué les gusta, que nos lo traigan a
sesión, o lo buscamos juntos por youtube, o que nos enseñen a jugar a una consola o a
alguno de sus hobbies. Quiero confesaros que a mí no me gusta el fútbol, pero gracias a
mis pacientes he logrado entender qué es un “fuera de juego”, o saber cómo va la liga, o
cuáles son las mejores jugadas. Solo desde su mundo podremos vincularnos con ellos,
querrán venir a vernos y lograremos despertar en ellos el interés por la psicología y sus
posibilidades.
En relación a las pruebas de evaluación, suelo hacerles una breve entrevista sobre sus
hobbies, preferencias, cómo es un día desde que se levantar o qué hacer los fines de
semana. Como comentaba anteriormente también suelo pasarles pruebas proyectivas-
relacionales como el H.T.P, una representación de su familia, que puede ser a través de
112
un dibujo, con maderas (famores) con los clicks de Playmobil, o alguna otra prueba
proyectiva como el desiderativo. A estas edades el lenguaje permite una mayor
exploración y narrativa del motivo de consulta o síntoma familiar.
Los adolescentes, también es frecuente que, inicialmente, desconfíende nosotros. Por
ello suelo explicarles el primer día nuestra cláusula del “secreto profesional”. No
obstante, como sabéis, no en todos los casos debemos respetar la confidencialidad de
todo lo que nos cuenten, sobre todo en algunos casos de adolescentes, donde nos vemos
obligados a desvelar información para cuidarles, protegerles, y porque les queremos. Y
así queremos que lo entiendan. Dependiendo del secreto suelo preguntarles que para qué
me lo han contado, y qué quiere que haga yo con dicho secreto, porque no siempre voy a
poder ser cómplice de algunos secretos. Conjuntamente valoramos la conveniencia de
contárselo a los padres, bien yo, juntos o directamente él o ella.
2.8.3. Con la familia
Como parte de la evaluación es interesante poder realizar una sesión familiar. Desde el
inicio es importante tomar conciencia de las relaciones de poder que se encuentran en el
discurso de cada uno de los miembros, y de cómo está distribuido el poder y la jerarquía
familiar. Cuando estamos en sesión, observando a una familia en una sesión de juego
diagnóstico son muchas las hipótesis que debemos plantearnos. Por ejemplo, sobre la
prioridad de la conyugalidad sobre la parentalidad que hace que la pareja desatienda sus
responsabilidades parentales (J.L.Linares, 2012). Por otro lado, las alianzas y coaliciones
entre los diferentes miembros del sistema, su funcionalidad, y cómo estas pueden estar
afectando a la aparición del síntoma.
Son muchas las dinámicas que podemos plantear en estas sesiones. Si hay niños, serán
sesiones de juego o lúdicas que habremos preparado previamente con el menor.
Algunas técnicas que suelo utilizar en estas sesiones:
• Genograma, entendido como una representación gráfica que registra la información
sobre los miembros de una familia, de tres generaciones, y sus relaciones, a partir del
cual se pueden empezar a establecer hipótesis, lineales y circulares, en relación al
motivo de consulta, problema familiar y el síntoma que presenta el niño, niña o
adolescente.
• Trayectorias vitales, que expresen el ciclo vital y momento actual en el que se
encuentra la familia.
113
• Preguntas de escala, donde puntuamos las sensaciones, emociones y grado de
bienestar o malestar de diversas situaciones que pueden darse dentro de la familia.
• Preguntas circulares emocionales, que propician una mayor empatía y
reconocimiento del otro (ejemplo, ¿cómo crees que se siente tu padre ahora mismo
mientras habla de lo que os está ocurriendo como familia?).
• Identificación de creencias, puntuaciones y creencias familiares compartidas,
pudiendo resaltarlas, reforzarlas o cuestionarlas.
• Identificar zonas de conflicto, o disminución de escapadas simétricas y poder
señalarlas, conocerlas más a fondo, y entender su origen y tendencia.
Normalmente en la sesión individual previa, con el niño, niña o adolescente solemos
preparar uno o varios juegos. Por ejemplo:
1. Cada miembro de la familia le escribirá en un papel al resto, las cosas que más le
gustan del otro.
2. Jugaremos al bingo de las emociones12, donde conocer y expresar las emociones
propias y las de los demás a través de un juego.
3. Jugaremos a hacer entre todos los miembros de la familia un póster con fotos de
revistas de lo que simboliza mi familia para cada uno.
4. Juegos de mesa, a través de los cuales no existe jerarquía, todos están al mismo nivel,
y donde es posible ver las dinámicas familiares más comunes.
5. Con una pelota la vamos pasando diciendo las cosas que más me gustan del otro, o las
cosas que le pediría al otro. (evitando la presencia de “…pero…”, o de recriminación o
respuesta por parte del otro, solo como expresión).
6. A través del psicodrama13, creando una escultura de cómo se encuentra la familia en
ese momento. Donde los diferentes miembros podrán representar a través de su cuerpo
y de la escena familiar las dinámicas familiares.
7. En una cartulina crearemos todos juntos el escudo de la familia. Dejando espacio al
final para comentarlo, y relacionarlo con el motivo que les trae a consulta.
Para mí es importante preguntar al final siempre a mis pacientes cómo se van. Puedo
tener la sensación de que ha sido una sesión preciosa y que se han podido resolver
diferentes conflictos, pero, por ejemplo, la madre puede estar molesta con el comentario
del hijo, o el padre con la actitud de la madre. Debemos asegurarnos de que, al menos, se
114
han podido expresar, hablar y/o resolver cosas, que antes eran “tabú”.
A través de estas sesiones realizaremos:
1. Análisis de los subsistemas relacionales.
2. Análisis de los acontecimientos significativos en torno al síntoma.
3. Análisis de la parentalidad y conyugalidad del sistema.
4. Niveles de normatividad y afectividad del subsistema parental.
Es conveniente explicar la situación familiar desde la circularidad compleja, pero sin
olvidar la causalidad lineal que en muchas ocasiones justifica múltiples actitudes
familiares.
Conviene mencionar, como parte de la evaluación, e intervención, implicar a figuras
relevantes de la familia extensa u otras figuras relevantes para la familia. Aquí quisiera
hacer mención a la figura de los abuelos, que suponen un soporte fundamental en nuestra
sociedad actual, y un aporte esencial en la terapia. Considero que la información que
pueden aportar es de gran valor, ya que sustentan la experiencia, la sabiduría, la
perspectiva del síntoma, y detalles sobre los vínculos y orígenes de la familia que
merecen ser tenidos en cuenta.
115
2.9. Fase de devolución
La duda es el principio de la sabiduría.
Aristóteles
El último paso de la evaluación psicodiagnóstica sería la devolución de resultados, tanto
a los padres, por un lado, como al menor, por otro. Aquí vuelvo a insistir en la
importancia de incorporar también en esta fase a todos los cuidadores primarios
implicados en la crianza del menor.
Con base en los resultados obtenidos en la primera etapa de evaluación hacemos una
propuesta de tratamiento, o bien, simplemente valoramos realizar sesiones puntuales de
seguimiento con los padres, o bien, en el menor de los casos, consideramos y
descartamos la necesidad de un tratamiento. Cuando unos padres vienen a consulta, bien
sea por su propia intuición o por derivación de otro profesional, suele haber motivos de
peso que justifican la necesidad de un tratamiento. Pero para nosotros también es grato
cuando valoramos que no es necesario realizar un tratamiento, que el niño y familia
están bien, que lo que les ocurre forma parte de su etapa evolutiva o etapa de ciclo vital,
y que solo necesitan ciertas pautas.
Proponemos la necesidad de un tratamiento cuando el síntoma del paciente identificado,
que suele ser el hijo o hija, es expresión de un malestar asociado a la posición que ocupa
dentro de su sistema de relaciones significativas familiares y sociales, o bien como
salvador y mantenedor de la homeostasis de la familia. En la devolución exponemos las
pruebas utilizadas, su validez, y resultados. Normalmente no suelo enseñarles las
pruebas, en todo caso, si me piden, elaboro un breve informe. Ya que las pruebas son
algo íntimo y personal de mi “pacientito”, pero si veo que puede ayudar a entender mejor
lo que está ocurriendo, le pido permiso previamente al niño, niña o adolescente. No es un
simple dibujo, es su manera de situarse frente al mundo, es como se sienten en el sistema
al que pertenecen, con sus emociones, sus deseos y sus secretos.
Según los resultados planteamos el tratamiento más adecuado, donde, a no ser que el
niño esté muy dañado, proponemos sesiones de una vez a la semana. En los casos más
severos pueden llegar a ser dos o tres sesiones semanales, pero en ningún caso
valoramos efectivo realizar sesiones con los menores de manera quincenal, es mucho
tiempo entre una y otra sesión, y pierden la continuidad del tratamiento. En algunos
116
casos, cuando son muy pequeños, en torno a los tres añitos, solemos hacer sesiones más
cortas, de 30 o 45 minutos. Aquí vuelvo a hacer alusión a nuestra capacidad de
adaptaciónen cada caso, circunstancia y necesidad.
Según vaya mejorando la familia, y el menor pueda liberarse del síntoma, a lo largo de la
terapia podremos plantearnos verles quincenalmente, pero nunca de manera inicial.
Alguna vez he accedido a este encuadre por cuestiones económicas y ha sido muy
complicado realizar un trabajo adecuado.
Por otro lado, el menor también requiere de una devolución. No lo olvidemos, breve,
sencilla, clara, y adaptada a su etapa evolutiva.
Ejemplo de breve devolución a una niña de cuatro años
“Como sabes vienes a verme porque te duele mucho la tripita, y
después de los juegos que hemos estado haciendo, ¿recuerdas que
hemos visto con el juego de los animales que la jirafa muda tiene
muchas cosas en su largo cuello y que tiene ganas de decir muchas
cosas? Y aunque lo que le pasa a la jirafa tiene que ver con cosas que
pasan en su casa, ella necesita tener un sitio donde poder sacarlas de
su largo cuello, así entender mejor, que no necesite un cuello taaaaan
largo, y pueda recuperar su voz. ¿Recuerdas que a ti también te pasa
algo parecido con tu tripita? ¿Te parece seguir viniendo los lunes para
que yo pueda ayudarte a poner palabras a lo que tu tripita intenta
decirnos? Así, junto a papá y mamá, podremos buscar soluciones
juntos para que ellos también se sientan mejor, y sobre todo, que tú
puedas ser feliz. Te lo mereces”.
Posteriormente, de manera mensual, en el marco de las sesiones con los padres, conviene
realizar devoluciones periódicas a los padres, respecto a los avances, evolución y tareas
en las que implicaremos a la familia. Incluso al final de cada sesión con el niño. A veces
hemos tenido sesiones de alta carga emocional con el niño, donde es muy importante,
con el permiso del menor, advertir a mamá o papá de que hemos tenido una sesión muy
117
intensa, y si así lo quiere podrá hablarlo con ellos, pero destacar que necesitará unos
mimos especiales los próximos días.
Por ejemplo, en el caso de una adolescente que ha podido hablar sobre un abuso que
sufrió cuando era pequeña. Quizás no esté preparada para contárselo aún a papá o mamá,
o prefiera hacerlo en nuestra presencia, o de momento prefiere que yo transmita a la
madre que ha sido una sesión intensa y que, durante unos días estará un poco sensible,
por lo que conviene estar más pendientes de lo habitual. Es relevante aclarar que me
refiero a “pendiente”, desde la presencia y el cuidado, desde lo afectivo, no desde el
control.
Igualmente, a la hora de hablar con los padres es necesaria mucha sensibilidad para
transmitir que su hijo presenta algún tipo de dificultad y que esta pueda estar influida por
la situación familiar. Cuando hablamos del niño en parte se está hablando de ellos
mismos. Por ello es fundamental la delicadeza, empatía, claridad y esperanza en nuestro
mensaje, permitiendo un espacio al final para asegurarnos que han entendido nuestras
conclusiones y revisar las estructuras emocionales subyacentes de la sesión, ya que
suelen ser sesiones familiares de gran intensidad a pesar de que la apariencia no lo
demuestre. Cuidado con sesiones de devolución acompañadas de diagnósticos, malas
noticias, desgracias y/o pronósticos irreversibles. Para tener un feedback como
profesional, al finalizar mis sesiones siempre pregunto a cada uno de uno los asistentes
cómo se van, o qué se llevan, o si pudieran resumir la sesión brevemente en una frase
cómo la definirían.
118
2.10. Fase de intervención: técnicas y herramientas sistémicas
Es importante que brindemos al niño
un trato lleno de afecto y de cariño,
un trato de amor y de respeto,
de escucha a sus ideas,
a sus fantasías y sus juegos.
Loretta Cornejo
Como he mencionado en páginas precedentes, la intervención se inicia desde el primer
instante en que estamos en contacto con la familia, a la vez que la evaluación continúa a
lo largo de la fase de intervención. Las técnicas se entienden como recursos que usamos
para lograr un mejor estado de la familia, donde la técnica o herramienta más importante
para todo profesional es la observación, y que, para aplicar ciertas técnicas es necesario
previamente haber logrado el vínculo terapéutico con todos los miembros del sistema
familiar. El aprendizaje de las técnicas es un paso importante en el trabajo con familias,
pero, si se está trabajando con niños, niñas o adolescentes, esto requiere de una
especialización, y entrenamiento específico, ya que dista mucho del trabajo con adultos,
que es principalmente a través del uso del lenguaje.
119
Por ello, tenemos que aprovechar los valiosos recursos de los que disponen los niños, y
que los adultos lamentablemente perdemos con la edad; como pueden ser la
imaginación, la metáfora, la expresión corporal, el juego simbólico, las sensaciones, la
fantasía, los deseos, etc. El juego favorece el desarrollo afectivo y emocional del niño,
integra su mundo verbal y no verbal.
Por lo tanto, es importante que el psicoterapeuta infantil sea capaz de meterse en el
mundo del niño y observe su actitud frente a los materiales terapéuticos; esto es:
• El tipo de juguete que elige, el uso que le da.
• El uso del lenguaje verbal.
• Si hace partícipe al terapeuta y cómo.
• La dramatización, la motricidad, la comunicación gestual y postural.
• El uso de la creatividad.
• Su tolerancia a la frustración.
• La capacidad simbólica, entendida como la riqueza expresiva a partir de su capacidad
intelectual.
• Su adecuación a la realidad.
A partir de la valoración de estas observaciones e interacciones acompañaremos al niño
en la elaboración de su síntoma, ya que, cuando el niño es capaz de solucionar en el
juego, está ya preparado para solucionar y enfrentar aquello que le está pasando en el
mundo real. A través de la metáfora el niño incorpora, elabora e interpreta mejor las
vivencias reales. El psicoterapeuta, a través del juego, le va a acompañando a lo largo de
este proceso, realizando preguntas circulares, alianzas con algún miembro de la familia
dentro de la historia o dibujo, o bien cuestionando el síntoma, provocando o realizando
un reencuadre de los roles, por ejemplo; “¿Cómo crees que se siente la mamá jirafa
cuando su hijita jirafa pega a otros animalitos?”, o bien; “Me pregunto qué sentirá el
papá del perrito cuando este se enfada tanto”, o por ejemplo; “Me da la sensación que
cuando Roberto tiene esas pataletas consigue que su familia le atienda más”, “Parece que
la niña de este cómic hace de mamá cuando todavía es muy pequeña, ¿no?, y en este
cuento le toca ser niña, no mamá”…
El terapeuta ejerce muchos roles en la terapia con niños, niñas y adolescentes,
dependiendo del caso y momento de la terapia, como puede ser:
• De persona de apoyo (que escucha de manera incondicional).
120
• De consejero (que asesora).
• De amigo (con el que jugar y pasarlo bien).
• Rol maternal o parental (de afecto, cariño o autoridad).
• De “pepito grillo” (que hace de conciencia).
• De técnico de estudios (para decidir la organización y planificación de tareas).
• De “colega” (que hablan con argot de la edad, hablan maldades, y “cotillean”).
• De orientador (que asesora y acompaña en la elección académica).
• De cuidador (que protege y cuida).
• De profesor (que revisa los cuadernos, agenda, tareas, etc.).
En definitiva, somos un referente más para el niño y su familia, llegando a ser un vínculo
sustitutivo temporal en ocasiones, asumiendo un rol reparador o de maternaje o paternaje
transitorio, por lo que es importante adaptarnos a sus carencias y necesidades.
Sesiones individuales con el niño, niña o adolescente
A través de las sesiones individuales con el menor tenemos la oportunidad de ofrecerle
un abanico de posibilidades y estímulos para el cambio, de sus emociones, pensamientos
y conductas, y por tanto relaciones, con el objeto de modificar su posición dentro del
sistema. Pero en ningún caso hacemos sesiones completamente individuales, ya que,
como indicaba previamente, el cuidador pasará o bien al principio, al final o en ambos
momentos. Estos son momentos de la sesióndonde los padres o tutores pueden explicar
cómo ha ido la semana, aunque en ocasiones también pueden llamar o escribir un
mensaje o whatsapp previamente si es preferible que no lo escuche el menor, o bien
enviarme un correo. También al final de la sesión podemos valorar la conveniencia de
compartir con “mamá” o “papá” lo que hemos dibujado, trabajado, e incluso hacerles
partícipes del trabajo terapéutico.
Ejemplo
Padres que entran en sesión los últimos 10 minutos, y la psicóloga les
indica:
Hoy hemos trabajado en sesión sobre cómo expresar lo que necesito
(sin necesidad de enfermarme), y para eso necesitamos la
colaboración de los adultos. Hemos puesto “de deberes” que pueda
121
pedir cosas a los mayores, que no sean cosas materiales. Pero para eso
necesito contar con vuestra colaboración, para asegurarme que si hace
el esfuerzo de poder expresar una necesidad, que también haya una
respuesta afirmativa por vuestra parte. Es decir, que si os pide que no
quiere ser cómplice de vuestras discusiones es importante que no le
pidáis que se posicione cuando vosotros discutís. Es importante que
recojáis dicha demanda, y respondáis a ella, si no va a ser más
complicado que pueda expresar otras necesidades. Pero sobre todo es
importante que no se sienta juzgado ni criticado en su expresión
emocional.
Desde la primera infancia el niño crea o intenta crear su espacio transicional, esta es la
base de lo que entendemos como jugar y fantasear en el mundo adulto, teniendo en
cuenta que el juego no es juego nada más; es aprendizaje. En el trabajo con niños
debemos tener la capacidad de interpretación de dichos juegos. Podría decirse que la
hora de juego diagnóstica presenta momentos alternantes con diferentes características y
cualidades, mostrando diferentes dinámicas relacionales y estructuras de la personalidad.
El niño va pasando por diferentes etapas, y su juego también va cambiando; a la vez que
ese juego va cambiando el niño o niña va creciendo.
Según esto, podemos clasificar las técnicas de intervención en:
Técnicas pictóricas; a través del dibujo, la pintura, los colores, ceras, acuarelas, pintura
de dedos… Las que son de secado también son buenas, ya que implican espera.
Ejemplos: “Expresa lo que sientas en 5 colores”. “Dibuja cuál crees tú que es el
problema por el que estás aquí”. “Dibuja el miedo, ¿qué color le pondrías? ¿Qué forma?
¿Qué haría falta para que tuviera un color más bonito? ¿Y para que ya no diera miedo?”.
A través del dibujo, el niño conecta con sus emociones, sentidos, pensamientos, con su
cuerpo, reflexionando, buscando alternativas y resolviendo desde el dibujo.
Técnicas cognitivas; ayudan a crear un orden interno, una estructura de razonamiento. A
partir de cierta información vamos aprendiendo de la realidad, y van pudiendo anticipar.
Se aplican a través de la capacidad lógica de los niños, les enseñan a razonar y les
122
brindan experiencias en términos de desarrollo personal. A través de estas técnicas
también es importante diferenciar un acontecimiento real de una opinión, deseo, temor o
imaginación.
Ejemplos: Adivinar una situación contestando solo sí o no, puzles, construcción,
asociación, tormenta de ideas, iniciar una escena con un problema y el niño debe
terminar la historia, ordenar viñetas de historias, contar o inventar cuentos.
Técnicas corporales; mediante la expresión de movimientos corporales, como la danza,
el teatro, imitación, el espejo, ejercicios de estimulación e intensificación de los sentidos,
la coordinación, el focusing… Estas técnicas son recomendables en niños con
dificultades motrices, con tendencia a presentar síntomas psicosomáticos, con problemas
de identidad, niños que crecen rápido, que no manejan lo espacial. A través de estas
dinámicas se trabaja la armonía de movimiento, la respiración, fomentando la
psicomotricidad, la escenificación y siendo una manera de conocer su cuerpo a partir de
lo simbólico.
Técnicas creativas; estas son las terapias que requieren de la imaginación, que entran en
contacto con la fantasía, la realidad, creatividad, y donde todo vale, como pueden ser los
ejercicios de relajación, cocina, mímica o inventar una historia. Nos permite crear,
123
buscar una solución, que los niños puedan conectar con lo que sienten. Otra técnica sería
la musicoterapia, proceso donde el niño evoluciona de manera personal creando música
o escuchándola, como forma de expresión que enriquece y fortalece el yo y los
mecanismos de contacto, pero siempre a través de una experiencia interna propia.
A través de estas técnicas podemos trabajar el manejo de límites, la capacidad de
razonamiento, la capacidad resolutiva, dando alternativas y permitiendo al paciente
diferentes formas de expresión. Las dinámicas de grupos, dramaterapia, psicodrama…
son otras modalidades alternativas de desarrollar la creatividad individual.
Ejemplos: representar su familia o una historia en la caja de arena, hacer cómics de su
historia, de su problema, o de otro niño, como puede ser Roberto o Rosita, leer cuentos
juntos, que tienen que ver con su propia historia. Por ejemplo, en el caso de ser adoptado
podemos leer el cuento de “El viaje del cordón de plata”14, si ha sufrido acoso escolar,
el cuento de “El jardín de los abrazos”15, u otros cuentos de la colección
“Sentimientos”, en base a su situación y/o problemática. También pueden jugar con
animales donde se plantea un problema y el niño tiene que resolverlo, y luego viceversa,
teatro, representación de películas, role-playing…
Caso
Un ejemplo es el de Daniel, un niño de 8 años. En base en su etapa de
desarrollo su crecimiento personal estaría centrado en el mundo
exterior, hacia el juego colectivo y la necesidad de pertenencia al
grupo. Los padres de Daniel acuden a terapia preocupados por sus
dificultades para relacionarse con los demás compañeros de clase. En
mi visita al colegio, la profesora me comentó que Daniel podía pasar
un día entero sin hablar, aislándose e incluso lesionándose con
frecuencia. A través del juego, primero con animales, después con
títeres y finalmente mediante role-playing fuimos practicando y
entrenando cómo relacionarnos con los iguales. Uno iniciaba una
historia y el otro la terminaba, practicamos posibles conflictos y los
resolvíamos, representamos diferentes roles e inventamos historias.
Daniel fue capaz de expresar sus sentimientos a través del juego, y
desarrollar habilidades y estrategias para relacionarse con los demás y
124
que pudo poner en práctica en el colegio.
El juego, en todas sus formas, va a ser una forma fundamental de aprendizaje, por lo que
es importante que juguemos con los niños y niñas, para fomentar su crecimiento y
maduración integral.
Sesiones con los padres
Desde el modelo de intervención S-E-R debemos convocar a los padres, al menos, una
vez al mes. Además de explicar a los padres el trabajo que estamos haciendo en las
sesiones individuales con el niño, de recoger la información de cómo están viviendo
como padres el proceso de terapia, estas sesiones también son necesarias para abordar el
funcionamiento del subsistema conyugal, además del parental, trabajar sus familias de
origen, para entender la transmisión de relaciones familiares de generación en
generación. Es importante generar, junto a los padres, una hipótesis funcional, que a
ellos les sirva, y les motive de cara al cambio.
Antes de exponer una serie de herramientas o técnicas, como profesionales, y como
padres, es importante hacer una reflexión previa conjunta, que siempre suelo hacer con
los padres, un análisis, de nuestra manera de relacionarnos con los menores, de
educarles:
Reflexiones para padres, madres o tutores
¿Os están funcionando los métodos de educación actuales? ¿Cómo os educaron a
vosotros y qué cosas os gustaría hacer igual, y cuáles distintas? ¿Tienen efecto a medio y
largo plazo vuestros castigos o consecuencias? ¿Son métodos que consideráis
educativos? ¿Mejoran o cómo influyen en la relación entre los miembros de la familia?
¿Existe una autoconcienciay autorregulación emocional del subsistema parental?
Dentro del marco de las sesiones con los padres se pueden establecer diferentes técnicas,
como pueden ser:
• Realizar el genograma, cruzado, donde el padre explica la familia de origen de la
madre, y viceversa. El trabajo con el genograma nos permite contextualizar el
problema por el que los pacientes acuden a consulta, y darle un significado que
conecte con la historia familiar, así como las pautas de relación familiar más
125
significativas.
• Diferenciar a la persona del problema.
• Crear una nueva narrativa familiar que a través de ella dé un nuevo significado al
funcionamiento familiar.
• Definir el objetivo de su proyecto como padres. Vivir es tener objetivos, pero convivir
en pareja como padres supone compartir objetivos, y conviene revisar si realmente son
compartidos y consensuados.
• Explorar el legado familiar, patrones familiares que puedan estarse repitiendo en la
relación con sus hijos.
Preguntas para padres o tutores
• ¿Cómo describirías a tu hijo?
• ¿Qué es lo que más te gusta de tu hijo?
• ¿Cómo crees que te describiría él?
• ¿Cómo crees que él cree que le ves?
• ¿Qué crees que le gusta a tu pareja de tu hijo?
• ¿Qué crees que le gusta a tu hijo de ti?
• ¿En qué se parece tu pareja a tu hijo?
• ¿En qué te pareces tú?
Sesiones familiares
Mara Selvini introduce el concepto de “juego familiar” como metáfora de una hipótesis
operativa, con el objeto de analizar las reglas generales del sistema, es decir, identificar
las estrategias de cada uno de los miembros del sistema. A través de las sesiones de
juego familiar se establece una danza de las emociones familiares, donde, a través de
diversas dinámicas aparezcan posibilidades aún no expresadas, mitología familia común,
rituales disfuncionales, relatos no relatados, nuevas realidades que surgen de esas
narraciones, con el objetivo de desbloquear los recursos naturales de la familia y activar
su potencial creativo.
126
Algunas de estas técnicas pueden ser, por ejemplo:
• Realizar el genograma, en esta ocasión conjuntamente, recogiendo el legado familiar
de cada familia de origen y los valores que han interiorizado los hijos en la actualidad.
Puede hacerse en una pizarra, cartulina, con figuras, maderas, o con material de
papelería.
• Explorar las excepciones, en las que no se ha dado el síntoma.
• Reforzar los éxitos, esfuerzos y avances de la familia. No olvidemos reconocer el
inmenso mérito que tienen los avances, e incluso retrocesos, del proceso de terapia.
• A través de preguntas, que generan experiencias, donde la familia va progresando
mediante preguntas y respuestas, más que a través de afirmaciones, interpretaciones y
mensajes directivos del psicólogo.
• Aproximación a los conflictos familiares a través del juego, de lo simbólico.
• Representación de roles…A través de botones, clicks de Playmobil o bloques de
madera, y donde se representan las interacciones y conflictos familiares. Puede ser útil
para el abordaje de familia, tanto en sesiones individuales como colectivas.
• Esculturas familiares. Familia que se levanta en la sesión y representan su problema
mediante una escultura. Suelen detectarse los conflictos familiares, o problemas
conyugales. Consiste en escenificar situaciones familiares concretas, bajo la forma de
un escenario propuesto por uno de los miembros de la familia, cuya posición es
representada silenciosamente por los otros miembros de la familia. El escultor modela
así la situación según sus propias opiniones, sus deseos, sus temores y añoranzas;
revela mucho de sí mismo, el efecto es muy intenso sobre los otros miembros.
• Fomentar el desarrollo de reflexividad en las relaciones familiares dentro del contexto
terapéutico.
• Representar la familia a través de un dibujo conjunto, o bandera que la represente.
Donde posteriormente se pueda analizar el posible desorden jerárquico, función
homeostática del sistema, conflicto de lealtades…
• Realizar juegos de mesa.
• Aportar a una tormenta de ideas de posibles soluciones, de manera conjunta.
• Rescatar aquellas actitudes o dinámicas familiares efectivas, funcionales, cuando no ha
hecho falta que esté presente el síntoma.
• Externalizar el problema, diferenciándolo de la familia.
• Incorporar a la familia extensa o red de apoyo si fuera necesario.
127
A partir de estas sesiones se pueden establecer acuerdos, tareas para casa, consejos… Es
importante dar continuidad a las técnicas utilizadas en cada una de las sesiones, ya que
trabajamos construyendo rutinas. Así como, rescatar en próximas sesiones lo que se
habló, acordó y se propuso como tarea. Selvini et al. (1986) manifiestan que una
prescripción simple y bien dosificada, inspirada en las redundancias observadas en
sesión, evita la descalificación y redefine la relación como terapéutica, permite
estructurar y ordenar la sesión siguiente, y los miembros de la familia se ven obligados,
en la sesión siguiente, a contar al terapeuta lo que ocurrió con motivo de la prescripción
dada. En cambio, en la prescripción del síntoma, el terapeuta estimula el
comportamiento sintomático o indeseable, con el fin de minimizar ese comportamiento o
controlarlo.
El terapeuta familiar ultramoderno (Linares, 2006) se muestra como experto, que
acompaña a la familia, o a alguno de sus miembros, como puede ser un menor, quien es
conocedor de los conocimientos del profesional, pero que no va a adquirir una actitud
tirana ni impositiva, desde el ejercicio de la responsabilidad, pero haciendo uso de su
inteligencia terapéutica, en los que Linares destaca que todo profesional puede llegar a
alcanzarla, tan solo es necesario sentido común, honestidad intelectual y un proceso
razonable de formación.
Caso
Una adolescente acude a consulta con sus padres. Presenta problemas
de fracaso y acoso escolar, lo que genera un absentismo escolar. A su
vez el padre la necesita para la mediación en el proceso de separación
de su madre. Ella se ve en una postura de coalición enfrentada a su
madre, que a su vez le pide que no apoye dicha separación. Y lo único
que la salva de este conflicto de lealtades consiste en enfermarse.
La técnica que se podría emplear consiste en representar mediante
maderas, objetos o sus propios cuerpos dónde se siente cada uno,
dónde puede expresar cada uno lo que necesita del otro o lo que le
pediría. De manera simbólica, sería beneficioso sacar al menor del
juego y explorar qué nuevos movimientos se darían.
128
Es relevante recordaros que la técnica requiere de un vínculo terapéutico previo para
lograr que sea efectivo, y que, se deben aplicar un número variado de técnicas, versátiles,
dirigidas al mismo objetivo, manteniendo una filosofía terapéutica de las técnicas
empleadas. Asimismo conviene hacer uso de diversas herramientas teniendo en cuenta el
desarrollo general del menor, sus habilidades y fortalezas, así como el ciclo vital en el
que se encuentra la familia. El papel del psicoterapeuta consiste en acompañar al niño o
niña, y facilitarle que vaya avanzando por diferentes niveles simbólicos, con diferentes
herramientas, dando alternativas, resolviendo a través del juego. No obstante, conviene
vincularnos con el niño, y la familia, desde una postura que nos haga sentir cómodos, sin
realizar dinámicas violentas, o forzadas con las que no nos sintamos a gusto, o
incomodemos a nuestros pacientes. Existen diversos abordajes para los mismos
problemas, y todos son eficaces, pero debe haber una coherencia epistemológica y la
convicción de la eficacia del método empleado.
129
2.11. Cierre del proceso de terapia
Para sanar de los traumas es fundamental
una comunicación neuroafectiva sintonizada
y resonante en paciente y psicoterapeuta.
J. L. Gonzalo Marrodán
Esto ocurre cuando vemos que ya hemos logrado los objetivos iniciales planteados, con
la aclaración de que no hacemos niños perfectos, ni familias modelos, solo
acompañamos a las familias en momentos de crisis para lograr y potenciar su capacidad
de relacionarse de una manerasana y funcional. Es importante hacer un cierre progresivo
del proceso de terapia, tanto con los padres como con el menor, donde se va señalando la
mejora y evolución de todo el sistema familiar, y se puede acordar realizar sesiones
quincenales hasta el cierre. Previamente conviene consultar y confirmar con el colegio, u
otros profesionales con los que estemos coordinando el caso, la evidente mejora de la
familia.
De cara al niño, para evitar posibles boicots a la finalización de la terapia, es importante
explicarle que hay otros niños que están tristes o muy enfadados, o como él venía al
principio, y necesitan que él ceda su espacio para que yo pueda recibir a estos niños.
Igualmente, como indico en mi cuento, es relevante insistir en que siempre estaré ahí,
para cuando quiera y lo necesite e indico: “pero recuerda… siempre estarás en mi
corazón”. Si algún día quiere venir a verme estaré encantada de recibirle. Si disponen de
móvil o correo electrónico, les facilito el mío, si no lo he hecho al principio, para estar en
contacto. Pero también es gratificante para ellos sentir que ya han finalizado una fase de
vida, que han avanzado, darles un feedback positivo de su evolución, y recibir el mensaje
de que están bien.
En la última sesión decidimos cómo queremos realizar el cierre o despedida del proceso
de terapia, ya que se trata de una celebración, y requiere de una “fiesta”. A veces
hacemos doble merienda e inflamos globos en la sala, otras veces vamos al Burger o
similar a merendar, otras veces han querido invitar a sus mejores amigas a la fiesta… En
la última, o penúltima sesión revisamos su carpeta, donde recordamos cómo veníamos,
todo lo que hemos trabajado y avanzado, y puede llevársela de recuerdo a su casa si
quiere. También suelo hacerles un regalo, puede ser una carta, el juego que más les
130
gustaba de la sala con una dedicatoria, o un objeto que simbolice algo especial para
ambos. Es una despedida agridulce a la que nunca termino de acostumbrarme, y como
digo en mi cuento, siempre hay un lugar en mi corazón para cada uno de los niños, niñas
y adolescentes que han pasado por mi consulta.
De cara a los padres, también realizamos una sesión de cierre, donde revisamos el
motivo de consulta inicial, comprobamos que realmente se ha resuelto. Hacemos un
recorrido por todo el proceso de terapia, donde suelen reconocerme algunas sesiones
duras, o comentarios que en un momento dado pude hacerles y les costó “digerir”,
comentan lo que se llevan, lo que han aprendido, lo que dejan… También les insisto en
que estaré ahí, pero que tengo la seguridad de que estarán bien, de que son una familia
muy valiosa, capaz y valiente. Confesaros que no siempre hay finales felices, ya que, en
algunos casos, algunas familias, por diferentes motivos, deciden interrumpir el proceso
de terapia, y es algo que no siempre depende de nosotros, y por consiguiente no debemos
hacernos cargo de ello. En algunos casos, les propongo, cada X tiempo, volver para
realizar alguna I.T.V. periódica, para así valorar cómo están avanzando y revisar alguna
incertidumbre que puedan sentir en un momento dado. También despedirme de los
padres es un duelo, aunque en algunos casos pasemos momentos duros, pero en todos
logro ver su gran corazón y sus ganas de tener una familia feliz.
1 . BERMEJO BOIXAREU, M. y TORRES CELDRÁN, E. (2017). “Crisis y terapia familiar”. En Revista Mosaico.
Número 68. Revista de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar.
2 . ÁNGEL ARDIACA, Carolina (2016). Evaluación de la ansiedad en niños y adolescentes: análisis de las
propiedades psicométricas del SCARED y del CASI-N en población infanto-juvenil madrileña. Tesis
doctoral. Universidad Complutense de Madrid.
3 . GARDNER, H. (2011). Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica. Barcelona: Paidós Ibérica.
4 . BERMEJO FDEZ., V. (1994). Desarrollo cognitivo. Madrid: Editorial Síntesis.
5 . GUTMAN, L. (2011). El poder del discurso materno. Cuatro Vientos.
6 . Código deontológico del psicólogo. Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. 1993.
7 . RÍOS, J.A. (2012). El padre en la dinámica personal del hijo. Madrid: Editorial CCS.
8 . RAMÍREZ AYCART, I. Relación entre el grado de implicación paterna y la discrepancia educativa parental
en la capacidad de adaptación y la satisfacción familiar de los hijos. TFM. Universidad Pontificia de
Comillas.
9 . CORNEJO, L. (2010). Manual de Terapia Infantil Gestáltica. Bilbao: Desclée De Brouwer.
131
10 . BERMEJO BOIXAREU, M. (2016). ¿Quién es el psicólogo? Cuento editado por el Colegio Oficial de
Psicólogos de Madrid.
11 . CORNEJO, L. (2010). Manual de Terapia Infantil Gestáltica. Bilbao: Desclée De Brouwer
12 . Bingo de emociones. (1998) TEA ediciones.
13 . HERRANZ, T.; SILVA, L.; HERRANZ, M. (2014). Psicoterapia con niños y psicodrama: La cura de la
alegría. Madrid: Editorial Síntesis.
14 . CORNEJO, L. (2018). El viaje del cordón de plata. Cuento para entender la adopción, el acogimiento
familiar y la acogida permanente. Colección Senticuentos. Editorial Sentir.
15 . Luengo, J.A. (2018). El jardín de los abrazos. Cuento para entender el acoso escolar, promover el
buen trato en la infancia y desarrollar la Inteligencia Emocional. Colección Senticuentos. Editorial
Sentir.
 
132
3
El buen uso de la tecnología en la familia
En la vida no hay cosas que temer,
solo hay cosas que comprender.
Marie Curie
Es cierto que la tecnología avanza a pasos agigantados, experimentando un auge sin
precedentes, pero no podemos obviar que cualquier tipo de avance sea bueno, ni que ello
implique un futuro o sociedad mejor. En este sentido, la culpa no es de la tecnología,
sino de las personas, ya que, lamentablemente, en algunas cosas también retrocedemos.
Con el incremento del consumo, el culto a lo material, las compras compulsivas y el
exhibicionismo de las redes sociales se han perdido valores en la familia, se han perdido
tradiciones y costumbres sanas y saludables. La familia ha perdido poder y
protagonismo, y el sistema educativo no puede asumir solo la responsabilidad de educar,
además de enseñar, ni hacerse cargo de esta transformación.
Muchos de nosotros ya podríamos decir que apenas sabemos vivir sin la tecnología, ya
que son inmensos los complejos recursos tecnológicos de los que disponemos
actualmente, y ya ni somos consciente de la hiperconectividad a la que estamos
expuestos diariamente, ¿cuántos se levantan por la mañana y lo primero que hacen es
mirar su móvil? ¿Cómo saber cuál es el límite entre ser adicto y no serlo? El ritmo
frenético de la sociedad actual no nos permite pararnos a analizar el gran avance que ha
supuesto la tecnología en nuestra sociedad, que, a su vez, promueve más el consumo,
normalizando el exceso de inputs que recibimos. Lo que nos lleva, en muchas ocasiones,
al consumismo, a las compras compulsivas, alterando las costumbres, perdiendo a su
vez, en gran medida, el trato cara a cara, la comunicación.
Desde el marco terapéutico, en consulta con frecuencia nos encontramos a adolescentes
con el conocido Síndrome Peter Pan, o con crecientes conductas de riesgo, agresiones
físicas y/o sexuales, adictos a los programas televisivos sensacionalistas, donde se
normaliza exponer la intimidad de las personas, con un exhibicionismo vulgar, haciendo
133
un espectáculo de las acusaciones o problemas de la gente. Está claro que en los últimos
años se han perdido valores como el respeto, la empatía, el buen uso del lenguaje, la
comunicación directa, etc. y el mal uso de la digitalización ha contribuido a ello.
Asimismo, no podemos dejar de olvidar que España es el segundo país de la Unión
Europea con mayor nivel de fracaso y abandono escolar, seguido de Malta1. Ya que, en
España, hasta el momento, no existe un programa de educación digital nacional. Cada
Comunidad Autónoma planifica sus propios proyectos sin seguir un criterio común
nacional, influidos por la temporalidad política y con frecuencia sin una estabilidad y
solidez. Hasta ahora lo que se ha hecho hasido insuficiente y es cierto que necesitamos
una mayor implicación de las administraciones públicas.
Sin embargo, desde casa, desde las familias, es importante plantearnos qué podemos
hacer. Lo cierto es que los padres actuales se encuentran en un mar lleno de dudas ante la
gestión frente a la tecnología con sus hijos, millenialls, que muchas veces no son
conscientes que internet no perdona. Existe una tendencia cada vez mayor a la
gratificación inmediata, al consumo pasivo, generando en ellos una baja tolerancia a la
frustración que se mantiene en edades más avanzadas de lo esperado que lo que marca la
neurociencia. La baja capacidad de sacrificio, el mal uso de multitud de redes sociales,
cada vez más frecuentes e incontrolables (Snapchat, Facebook, Twitter, Instagram), y
que probablemente, cuando se publique este libro estas redes sociales habrán quedado
obsoletas, y habrán otras aún más dañinas para nuestros niños y adolescentes. Cada vez
son más los términos nuevos que aparecen frente a lo nocivo que pueden llegar a ser las
redes sociales: bullying, grooming, sexting… Por ello, recomendaros la “Guía de
Ciberbullying”2 elaborada por José Antonio Luengo, de descarga gratuita en la página
web editada por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Es cierto que no sería justo para muchos de los nativos digitales de la actualidad
generalizar sobre la creciente pérdida de valores importantes que con frecuencia vemos
en los adolescentes, ya que, en consulta también vemos cantidad de cualidades que
muchos poseen, como la solidaridad, sinceridad, honradez, responsabilidad, amistad,
tolerancia…
Por ello es importante que los adultos cuidemos de los adolescentes, que aún no son
adultos y no deben ser considerados como tales, y logremos gestionar un buen uso de las
tecnologías, sin necesidad de temerlas, educando con eficacia y justicia. Para ello es
necesario, en primer lugar, y más importante, disponer del tiempo para dedicarles.
134
Tiempo de calidad, donde fomentar entre los más pequeños el pensamiento crítico, para
lograr la adquisición de una moral que les permita distinguir lo que está bien de lo que
está mal, e interiorizar unos valores acordes al sistema familiar al que pertenece, ya que
es cierta la tendencia a la permisividad en la que muchas veces caemos los padres,
probablemente por una cuestión de comodidad, de falta de tiempo, de cansancio o estrés.
No cabe duda que los niños son reflejo de los adultos, y muchas de las características
que con frecuencia traen los padres a consulta están relacionadas con las actitudes que
rechazan de sus hijos y que han aprendido de ellos. El niño imita el comportamiento sin
entender, aprendiendo de la experiencia y de la observación. En el contexto terapéutico,
tras una exploración y reflexión inicial los padres suelen reconocer que sí, que ellos son
iguales en aquellos aspectos por el que le traen a consulta. Ya no vamos a cuantificar
cuánto hay de herencia genética o cuánto hay de modelado, lo cierto es que sería
incoherente, y paradójico, pedirles a nuestros hijos que no hagan cosas que nosotros
hacemos, como el ejemplo más común cuando un padre le grita a su hijo: “¡No me
grites!”. Watzlawick (1997) afirma que cuando la paradoja contamina las relaciones
humanas aparece la enfermedad.
Las pasadas navidades, a través de nuestras terapias grupales, pedíamos a los niños que
colocaran en un árbol de navidad hecho por ellos mismos en una cartulina sus deseos. En
cada una de las bolas de navidad del árbol los niños escribían sus deseos. Muchos fueron
los que pidieron que sus mamás no pasaran tanto tiempo con el móvil. Es probable que,
cuando esos niños tengan ocasión de tener un dispositivo móvil terminarán invirtiéndose
dichos deseos y será la mamá o papá, quien desee que su hijo no pase tanto tiempo
ausente con las redes sociales.
Como es evidente la familia tiene un papel crucial en la educación, y como dice José
Antonio Ríos, cuando la educación ha fracasado es cuando es necesaria la terapia.
Educar consiste en acompañar al niño en sus procesos de aprendizaje, y cuando vemos
las estadísticas de los niños, que ya desde los dos años manejan los dispositivos móviles
pudiendo acceder a diferentes aplicaciones nos encontramos ante un riesgo inminente.
Como padres, y adultos, necesitamos estar bien entrenados para poder entrenar a los más
pequeños, y tenemos la responsabilidad de procurar mantener la unión y cohesión del
grupo familiar. Por ello es importante responsabilizar a nuestros hijos, pero sin caer en
los efectos corrosivos de la violencia o la culpa (ni hacia nosotros, ni hacia el otro
progenitor, ni hacia ellos), pero acompañar, sin sustituir, con afecto.
135
Roberto Pereira, dentro de la violencia intrafamiliar, nos recuerda que la violencia filio-
parental3 cada vez está más en el punto de mira de la sociedad debido a su incremento
en los últimos años en algunas comunidades autónomas, incluso frente a la violencia
parento-filial, y la violencia de género. La clave no es otra que lograr de la familia el
espacio seguro que necesitan los niños, niñas y adolescentes para crecer de manera sana.
El tiempo de calidad en familia, transmitir valores, compartir tradiciones familiares, la
claridad, coherencia y congruencia de la estructura de las normas, desde el afecto, la
importancia de referentes… son necesarios a lo largo de todo el proceso de crecimiento.
Somos animales sociales, necesitamos al otro para sobrevivir, donde desde la familia se
transmiten los valores necesarios para integrarnos en la sociedad, evitando la tendencia a
externalizarlo a la escuela.
Por otro lado, la importancia de la actividad física, del deporte, en equipo, que, desde mi
experiencia profesional, veo que, si se practica desde primaria, y se fomenta y refuerza
desde el contexto familiar, es muy probable que se mantenga en secundaria, y el deporte
genere incompatibilidad con muchas conductas de riesgo que suelen aparecer en la
adolescencia. Es necesario en familia, disponer de tiempo de diversión, armonía, juego,
calma… El sonido más fuerte de todos es el silencio, cuando una familia no se
comunica, no habla, y no es capaz de poder expresarse, de escucharse, de entenderse, y
la danza de sus emociones familiares no mantiene la misma melodía armoniosa.
Entonces es probable que necesite ayuda de un profesional de la psicoterapia.
1 . Datos del Eurostat.
2 . LUENGO, J.A. (2014). Ciberbullying. Prevenir y actuar. Guía de recursos didácticos para Centros
Educativos. Editado por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y Fundación Atresmedia.
3 . PEREIRA, R. (2011). Psicoterapia de la violencia filio-parental. Entre el secreto y la vergüenza. San
Sebastián de los Reyes (Madrid). Editorial Morata.
136
4
Pautas y recomendaciones para madres y padres
Para los adultos que fueron niños,
y no lo han olvidado.
Antoine de Saint-Exupéry
Este capítulo no trata sobre padres o madres perfectos o imperfectos, ni de juzgar si las
cosas deberían ser de una manera o de otra, sino que está dirigido a todas aquellas
personas que quieren aprender más, y les interesa el conocimiento de las relaciones
humanas, tomando en consideración sus estructuras emocionales, así como la
intervención con los niños, niñas y adolescentes. No cabe duda que la parentalidad es la
experiencia vital más generosa, gratificante e intensa, pero también la que genera más
temor, cansancio y sufrimiento. No hay una manera correcta de hacer, ser o pensar como
padres, no hay fórmulas mágicas en la educación. Cada familia tiene que encontrar la
suya, adaptada a sus valores, funcionamiento y expectativas. Es importante tener en
cuenta que la sobreprotección muchas veces no permite la expresión emocional, la
equivocación, la libertad. Los momentos de crisis son oportunidades para ayudar a los
niños a gestionar sus propios conflictos en el futuro, por lo que es importante poder
aprovecharlas para fomentar su crecimiento emocional sano, evitando juicios y críticas.
Pero cuidado no fomentar en exceso la autonomodependenciaen etapas tempranas.
En esta línea, conviene tener en cuenta que los niños tienen derecho a ser acompañados a
comprender el sentido relacional de su malestar, sus comportamientos y actitudes,
garantizando el apoyo y protección del adulto hacia el niño, y nunca inversamente. Aquí
conviene mencionar la parentalidad positiva, referencia de una relación parento-filial
saludable.
Según el Consejo de Europa (2006.19) la parentalidad positiva es el
conjunto de conductas parentales que procuran el bienestar de los
137
niños y su desarrollo integral desde una perspectiva de cuidado,
afecto, protección, enriquecimiento y seguridad personal; de no
violencia que proporciona reconocimiento personal y pautas
educativas, incluyendo el establecimiento de límites para promover su
completo desarrollo, llegando a tener un sentimiento de control de su
propia vida y pudiendo alcanzar los mejores logros tanto en el ámbito
familiar como en el académico, con los amigos y en el entorno social
comunitario.
Por ello quiero alabar a aquellos padres y madres que han elegido ser protagonistas de la
vida de sus hijos, y no solo meros espectadores, aquellos padres que reconocen la
grandeza de lo pequeño, el valor de los pequeños momentos, de juego, de complicidad,
de aburrimiento, de contacto, de afecto. Es cierto que existe todo un movimiento social
de mejoras en los últimos años en relación a la infancia, donde cada vez se reconoce en
mayor medida la importancia de la gama de expresiones afectivas familiares,
entendiendo las emociones como funcionales, no positivas o negativas, ya que todas son
necesarias para vivir, la clave es aprender a gestionarlas adecuadamente. Pero también
quiero resaltar la importancia de lo cognitivo, fomentando la razón, y resaltando la gran
relevancia de la autoridad, que no es lo mismo que autoritarismo. Los hijos necesitan que
sus padres les aporten las alas, pero también las raíces. Y cuando uno de estos dos tiene
más peso, falla el proceso de diferenciación, y aparece un mayor riesgo de síntomas, ya
que la diferenciación debe ser bidireccional. Desde la terapia emocional sistémica el
sufrimiento del individuo es una expresión de la disfuncionalidad de todo el sistema
tanto en sus relaciones internas como con el ambiente externo. Los vínculos de apego en
la familia son como una relación constante entre los vínculos y las emociones.
Es necesario un acompañamiento de los padres en la construcción de la realidad del
niño, que ve a través de los ojos de adulto. El niño necesita la traducción del adulto para
entender el mundo. Esto sigue siendo necesario aún en todas las etapas evolutivas,
teniendo en cuenta que las etiquetas y juicios de valor pueden hacer mucho daño, y ser
parte de la identidad del menor durante muchos años, quizás durante el resto de su vida.
Es fundamental buscar un significado diferente con una connotación positiva.
El adolescente, en cambio, cuanto más necesita al adulto mayor necesidad tiene que
138
conflictuar con él. Es la fórmula para poder adquirir la seguridad e identidad que
necesita, a través del adulto, de poder separarse progresivamente. Cuanta mayor
dependencia hay por parte del adolescente, mayor riesgo en la separación. Nos
construimos como personas en contacto con otros y a la vez buscamos nuestra
individuación.
Por otro lado, también quiero transmitir la importancia del juego libre. El niño cuando va
al parque, al recreo, va a jugar, pero como adultos conviene que entendamos que va a
aprender, ya que necesita disfrutar: el juego va a ser una manera de comunicarse con el
adulto y expresar sus fantasías. Pero no conviene comparar el desarrollo de unos niños
con otros, ya que es algo muy frecuente, que invita a la aparición de etiquetas erróneas,
como en algunos casos del TDH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad),
que se ha convertido en el diagnóstico más frecuente de los últimos años, y se calcula
que en más del 25% se tratan de diagnósticos erróneos1. Los adultos también
necesitamos jugar, disponer de ese espacio libre, de comunicación, libertad, expresión.
Es cierto que parte de nuestra labor como padres tiene un papel importante en la
paciencia, ya que hay factores personales, y sociales, que distorsionan la relación
parento-filial, como el cansancio, el estrés, los problemas de pareja, duelos, dificultades
económicas, problemas con las familias de origen… Pero también hay una cuestión de
conciencia importante, de empatía, y normalización. La maternidad o paternidad requiere
asumir la responsabilidad que conlleva, así como paciencia y autocontrol. Pero lo más
importante es ser capaces de transmitir el amor y felicidad que necesitan para crecer. Es
relevante entender que para lograr un acercamiento con el menor tenemos que “entrar”
en su mundo, bien sea a través de juego simbólico, a través de la consola, del deporte, de
sus hobbies… pero desde su mundo, y su lenguaje, no el nuestro. También es
fundamental seleccionar los momentos del menor para poder establecer un nivel de
comunicación más profundo, y no en los momentos escrupulosamente seleccionados por
el adulto, sino adaptado al momento del menor, que en muchas ocasiones puede ser antes
de ir a dormir, cuando el niño tiene las defensas más bajas, está ya tumbado en la cama,
y con ganas de contarnos cosas. Puede que no sea el momento más adecuado del adulto,
que está agotado, deseando que los niños se duerman para tener “su ratito”. Pero es un
inconveniente común que los tiempos de expresión emocional filial no coinciden con los
de disposición parental, con el consecuente riesgo de una falta de comunicación entre los
miembros de una familia.
139
Carta de un hijo a sus padres
No me des todo lo que te pida, a veces solo pido para ver hasta cuánto
puedo tomar.
No me grites, te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar
a mí también, y yo no quiero hacerlo.
No des siempre órdenes… Si en vez de órdenes, a veces, me pidieras
las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas, buenas o malas… Si me prometes un premio
dámelo, pero también si es castigo.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer,
decídete y mantén esta decisión.
Déjame valerme por mí mismo, sí tú haces todo por mí, yo nunca
podré aprender.
No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti,
aunque sea para sacarte de un apuro, me harás sentir mal y perder la fe
en lo que me dices.
Cuando yo haga algo malo, no me exijas que te diga por qué lo hice, a
veces ni yo mismo lo sé.
Cuando estés equivocado en algo, admítelo. Crecerá la opinión que yo
tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.
No me digas que haga una cosa que tú no haces, yo aprenderé y haré
siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas, pero nunca haré lo que tú
digas y no hagas.
Cuando te cuente un problema mío no me digas: “no tengo tiempo
para boberías o eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme y
ayudarme.
Y quiéreme, y dímelo, a mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas
necesario decírmelo.
Para finalizar, comentar que, si en algún momento como padres os surge alguna duda
140
acerca del desarrollo evolutivo o emocional de vuestro hijo, hija o adolescente, o si
dudáis sobre la existencia de una situación familiar problemática, nunca es demasiado
pronto para consultar con un profesional, ni demasiado tarde para hacerlo. Para los
profesionales de la salud nos es muy grato recibir a familias que consultan con nosotros
en fases tempranas del síntoma, y a su vez es triste ver a familias que llevan muchos
años sometidas al sufrimiento y bloqueadas en su “problema”, o cursando diferentes
tipos de violencia intrafamiliar.
Teniendo en cuenta los perfiles de madres que suelo encontrarme en consulta, a lo largo
de los años he detectado que muchas de ellas cumplen criterios comunes, y tiendo a dar
recomendaciones similares. Por ello, me gustaría, en términos generales, dar un espacio
especial en este libro a las mamás a través de algunos consejos que puede que les seande
utilidad en la ardua labor de la maternidad:
1. Confía en tu instinto, sensación. No dejes que los consejos de otros te hagan dudar de
tu intuición como madre.
2. Apóyate en tu pareja y compartid las responsabilidades. No te cargues.
3. Apóyate en tu entorno, en tu familia extensa. Tienes derecho a pedir ayuda si la
necesitas.
4. Date el permiso de expresar emociones “negativas”, primero porque no son negativas
(el miedo te ayuda a percibir los riesgos, el enfado a defenderte, y la tristeza a elaborar
un duelo por pequeño que sea), y segundo porque expresarlas también es darle el
permiso a tus hijos para que puedan hacerlo.
5. Repítete: “lo estás haciendo bien”. Lo haces lo mejor que sabes y lo mejor que puedes.
6. Reduce la hiper-exigencia e hiper-responsabilidad de las mujeres actuales. Acepta tus
limitaciones. El autoconocimiento es sabiduría de uno mismo.
7. Cuidado con la culpa, es autodestructiva.
8. Comparte tu afecto y alegría con otros, para que se contagie y haya un buen clima
familiar.
9. Date un espacio para ti: cuídate, quiérete y deja que otros también te quieran.
10. No eres solo madre. No te olvides de tus otros roles: como hija, pareja, amiga,
trabajadora, hermana…
Por otro lado, de cara a la maternidad y paternidad, en el desarrollo de la crianza, quiero
141
transmitirles, a padres o tutores, algunas recomendaciones:
1. Promueve con tu hijo una comunicación satisfactoria, entendiendo que la
comunicación comienza con la escucha.
2. Valídale desde lo que es, en primer lugar, y no tanto desde lo que hace.
3. Desarrolla sus habilidades empáticas, mostrando empatía hacia lo que para él es
importante, donde los padres dan a los hijos, y los hijos reciben, no viceversa.
4. Dale los límites y normas, con amor y constancia, que necesita para crecer con
seguridad y contención.
5. Logra que las comidas sean un momento agradable, de tiempo en familia.
6. Juega con tus hijos, en familia, no importa la edad. El juego no tiene edad.
7. Enséñale a pensar, a tener su propia opinión sobre las cosas, y que esta sea respetada
por todos, aunque discrepe de la vuestra.
8. Fomenta su motivación con iniciativa, de acuerdo a sus gustos, hobbies, preferencias.
9. Hazles entender que sus conductas tienen consecuencias. Avisadas con antelación,
proporcionales a lo ocurrido, con efecto a corto plazo, pero que en ningún caso afecten
a lo artístico, social y deportivo. En edades tempranas conviene que las consecuencias
sean acompañadas y traducidas por el adulto.
10. Entiende que el trato que des a tu hijo influirá directamente en su manera de
vincularse con otras personas.
11. Enséñale a negociar, no a través de la imposición. Permítele lograr cosas a través de
sus actos, gestos o palabras.
12. Reflexiona sobre la mirada que pones sobre tu hijo. Cómo se sienta mirado por
mamá o papá determinará su manera de vincularse en el futuro con otras personas.
Transmítele una mirada de amor y alegría.
13. Permítete desarrollar otros roles de tu vida además del de ser padre o madre, como
por ejemplo de ser pareja, hijo, hermano, amigo, compañero… A veces nos tomamos
la parentalidad o marentalidad como una carrera profesional, o reto personal, que,
aislado, puede ser asfixiante.
14. Tienes derecho a equivocarte, pensar en ti, cuidarte, y no sentirte culpable.
15. Disfruta de la apasionante labor de ser madre o padre, no es un dicho que “se pasa
volando”, es real.
142
 
1 . MULAS, F. VI Jornadas Fundación Ayuda a la Infancia Castilla la Mancha. Jefe servicio Neuropediatría del
Hospital la Fe de Valencia.
 
143
5
Historia de la Terapia Familiar Sistémica con
niños, niñas y adolescentes
Para educar a un niño hace falta la tribu entera.
Proverbio africano
Como muchos lectores sabrán la terapia familiar nace poco después del año 1950,
adoptando múltiples formas, corrientes y visiones, con algunos elementos comunes y
numerosas divergencias en sus estilos y escuelas. Por ello, me gustaría detenerme para
hacer una síntesis de los diferentes planteamientos teóricos del paradigma sistémico,
visión que integra aspectos modernistas y posmodernistas, llegando recientemente a
hablar de familias ultramodernistas1. (J.L. Linares, 2012).
Es importante realizar previamente una exposición o relación cronológica de los autores
más relevantes del modelo sistémico, ya que la integración multidisciplinaria del mismo
es lo que caracteriza al movimiento sistémico. Un acercamiento al enfoque implica
conocer sus diferentes escuelas, adquirir una postura reflexiva, de análisis diferenciador,
donde se podría hablar de un movimiento sistémico.
En 1921 Flugel publica “Psicoanálisis de la familia”, donde cuestiona el análisis
individual aplicado a varios miembros de la familia. También fue relevante el artículo de
Nathan Ackerman «The unity of the family» (1938), y el libro de Richardson, “Patients
have families” (1945). Por tanto, a partir de los años 50 el psicoanálisis inicia una
búsqueda de nuevas vías de abordaje, entrelazadas con los modos de trabajo de los
terapeutas familiares. Por un lado, a través de las teorías de las relaciones objetales de las
investigaciones de Melanie Klein, que incorpora los conceptos que explicaban
acontecimientos de la vida relacional, a través de las fantasías que se derivaban en la
relación primaria de los niños con sus madres.
Como sabréis Freud ya habló de la tríada padre-madre-hijo, basada en el complejo de
Edipo. Pero fueron posteriores psicoanalistas (Sullivan, Fromm y Bowen) los que
144
basaron la intervención en la realidad relacional, social, y no tanto como un proceso
intrapsíquico.
La Terapia Familiar Sistémica surge a partir de, por un lado, el contexto social posterior
a la Segunda Guerra Mundial, la cultura psiquiátrica de principios del siglo XX, el
periodo posterior a la muerte de Freud, así como el nacimiento y desarrollo inicial de la
teoría de sistemas y cibernética.
La terapia familiar se nutre del psicoanálisis en sus inicios, desde la teoría del apego de
John Bowlby (1949), psiquiatra infantil quien planteó la importancia del vínculo
primario (bebé-cuidador primario), y de las consecuencias de dicho vínculo en la
epigénesis y desarrollo psíquico del sujeto, a la posteriormente psiquiatría interpersonal
de Harry Stack Sullivan. En 1951 John Bell visitó al director de la Tavistock Clinic,
John Sutherland, para discutir los trabajos de Bowlby, sobre la idoneidad de realizar
trabajos conjuntos con la familia. A su vuelta a Estados Unidos comenzó a entrevistar y
tratar a las familias, haciendo difusión del nuevo abordaje en Estados Unidos, donde
dictó cientos de cursos de terapia familiar.
Del mismo modo, uno de los antecedentes de la terapia familiar son las consultas
matrimoniales, especialidad creada poco después del año 1930 por Paul Popenoe, Emily
Mudd y el matrimonio Stone, pero con bases completamente distintas.
Tras la Segunda Guerra Mundial
El periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial supone un momento crucial para la
Terapia Familiar Sistémica. Ya que, por un lado, hay una enorme cantidad de pacientes
neuropsiquiátricos, personas con trastornos postraumáticos, lo que requiere una
renovación de los tratamientos psiquiátricos, teniendo en cuenta la cantidad insuficiente
de médicos y psiquiatras, y de plazas disponibles en los centros hospitalarios. A partir de
este periodo los psicólogos y asistentes sociales empiezan a adquirir puestos de mayor
responsabilidad. Todo esto, añadido a la duración de los tratamientos del psicoanálisis, y
la limitación de instituciones para mantener ingresados a los pacientes psiquiátricos,
requiere de técnicas de rehabilitación en el contexto propiamente social o familiar. La
emergencia de una tendencia nueva está cada vez más extendida. La intervención sobre
la familia empieza a estar más legitimada debido a la presencia de la asistencia social y
consultoría familiar. Los primeros trabajadores sociales en Norteamérica resaltan la
importancia de trabajar no solo con el individuo, sino entendiendoa su vez su contexto
social.
145
Muchos terapeutas psicoanalíticos empiezan a cuestionar sus propios modelos teóricos
poniendo un mayor foco de atención en los modelos sistémicos. El desarrollo de la
ecología, la Cibernética y la ciencia de los sistemas complejos, a través de Bertalanffy,
como pionero de la Teoría General de Sistemas, van a construir las bases para la
aparición de un nuevo paradigma en las ciencias de la conducta, el denominado
paradigma sistémico. Se entiende así un sistema en interrelación con otros elementos del
sistema.
Otros autores que tuvieron mucha influencia en la terapia familiar fueron Milton
Erickson, a través de la hipnoterapia, que utilizaba técnicas paradójicas en sus
tratamientos, Jacob Moreno, conocido por sus trabajos con métodos psicodramáticos, y
Christian Middlefort, entre otros. Posteriormente, un grupo de profesionales, el llamado
grupo de Filadelfia, observa la importancia de la familia en la etiología de la
esquizofrenia, así como otras patologías graves. Liderado por Boszormenyi-Nagy
(1976,1986), James Framo, Gerald Zuk, y David Rubinstein. Don Jackson trabajó con
Bateson, y como resultado de sus investigaciones consideró al síntoma como un
mecanismo homeostático para mantener el equilibrio del sistema familiar. Interesado en
aplicar las investigaciones del grupo a la psicoterapia, y estudiar a la familia como un
sistema autogobernado por reglas.
En términos histórico-cronológicos, en 1959 Jackson funda en MRI (Mental Research
Institute), junto con Watzlawick, Weakland, Haley, Fisco, Satir, Badin y Riskin. El MRI,
o grupo de Palo Alto, y Bateson realizaron un estudio de las conductas interpersonales.
En 1967 Watzlawick publica la Teoría de la Comunicación Humana, un estudio de
patrones interaccionales, patologías y paradojas, donde establece los axiomas de la
comunicación humana. A partir de la Teoría General de Sistemas, la Cibernética, y los
axiomas de la Comunicación Humana se fundan las bases epistemológicas de las
distintas escuelas en Terapia Familiar Sistémica. La historia de la terapia familiar,
aunque en sus inicios aparecen figuras individuales, a partir de este momento empiezan a
aparecer diferentes escuelas, como se muestra en la tabla adjunta con sus autores más
relevantes y algunas de sus técnicas de intervención.
Principales escuelas en Terapia Familiar Sistémica
Nombre Autores Evaluación Técnicas de intervención
Terapia del MRI
de Palo Alto
Watzlawick, Jackson,
Bateson, V. Satir,
Definición del problema y de las
soluciones intentadas en términos
Redefiniciones, tareas directas y
paradójicas, técnicas de persuasión y
146
de Palo Alto Weakland, Fish y Segal concretos. metáforas.
Terapia
Intergeneracional Bowen
Capacidad de proporcionar a sus
miembros individualización frente
a los demás.
Respeto al sistema familiar en sus
valores e ideas. Lenguaje acorde nivel
sociocultural, neutralidad.
Terapia del
grupo de Milán
Mara Selvini Palazzoli,
Cecchin, Prata y
Bóscolo.
Patrones de interacción recursivos,
regidos por una causalidad circular.
Redefiniciones, connotaciones
positivas, prescripciones directas,
paradójicas y ritualizadas.
Terapia
Centrada en las
soluciones
De Shazer, O’Hanlon
Se centran en las situaciones en las
que el problema no aparece: las
excepciones.
Enfatiza en los recursos y
competencias para hacer cosas
satisfactorias.
Terapia
Estructural
Minuchin, Montalvo y
Fishman
Variables estructurales: límites y
jerarquías. Momento evolutivo
familiar. Patrón interaccional.
Desafío, cuestionamiento del
síntoma, técnicas reestructurantes,
técnicas de cambio de visión.
Terapia
Estratégica Haley y Madanes
Considera al síntoma como
adaptativo, evalúa la función de
este en la familia.
Redefinición del problema,
prescripciones conductuales y
paradójicas.
Modelo
Simbólico-
Experiencial
Whitacker, Malone Proceso de interacción personal. Lenguaje metafórico, coterapia,desafío, confrontación.
Terapia
Narrativa White y Epston
Cambio conceptualización
Problema ≠persona, terapeuta
curioso, no juzga, no critica.
Creación de una historia alternativa,
externalización.
La Escuela MRI de Palo Alto, donde se gestó el modelo sistémico como resultado de
investigaciones de un grupo de expertos, inicialmente con pacientes con esquizofrenia,
buscaron, respuestas y soluciones pragmáticas a los problemas humanos, resaltando las
siguientes técnicas.
Ejemplos
Redefiniciones: Técnicas cognitivas que evitan etiquetas y
promueven el cambio. Madre sobreprotectora a quien el terapeuta le
plantea: “Entiendo lo mucho que quiere a su hijo, y parece que a él
también le preocupa usted, tanto que prefiere quedarse en casa
cuidando de usted que independizarse”.
Tareas directas: Intervención que pretende cambiar la conducta que
mantiene el síntoma. En un caso de mujer alcohólica se propone al
marido realizar conductas opuestas a las que solía hacer, ejemplo: no
ir a buscarla al bar o llamarla preocupado.
147
Tareas paradójicas: Se prescribe la continuidad de la conducta
sintomática. Ejemplo: una pareja que no mantienen relaciones
sexuales se les pide que no mantengan relaciones sexuales.
Persuasión: Justificar la tarea o recomendación del terapeuta. Cuanto
mayor congruencia haya entre la creencia y la recomendación mayor
probabilidad hay que se dé. Ejemplo: reforzar a un hijo que no es
responsable del alcoholismo de su padre.
Técnicas metafóricas: Forma de evitar funciones racionales haciendo
uso de una metáfora para transmitir un mensaje. Ejemplo: contar el
cuento de Caperucita y relacionarlo con cómo se siente una chica con
su pareja cuando la anula.
La Escuela Estructural nace en 1967 liderada por Salvador Minuchin, uno de los padres
de la Terapia Familiar Sistémica. Gran maestro, que falleció recientemente, dejándonos
un legado sistémico extraordinario. En este movimiento conviene incluir a B. Montalvo,
R. Rabkin, E. Auerswald, y C. King. La funcionalidad de la familia dependerá de la
adecuada organización de la estructura familiar, basándose en tres dimensiones básicas:
Límites, alianzas y jerarquías. Los objetivos de la terapia serán, no solo resolver el
motivo de consulta manifiesto, sino modificar la estructura familiar disfuncional. Las
técnicas más utilizadas: Joining, restructuración de subsistemas, manejo del síntoma,
mapa familiar, prescripciones…
Ejemplos
Joining: Consisten en posiciones de cercanías o coparticipación con
la familia. Ejemplo: terapeuta que valida a la familia con mensajes
positivos para aliarse con ella. “Entiendo lo mucho que debéis estar
sufriendo”.
Reestructuración de subsistemas: Reforzar los roles de cada uno de
los subsistemas de la familia. Ejemplo: en caso de familia en la que
los hijos cuidan de los padres, terapeuta que recuerda a los padres su
148
responsabilidad en la crianza de sus hijos.
Manejo del síntoma: Entendiendo a la familia como ligada a sus
problemas existiendo un “portador del síntoma”, que suele ser el
paciente identificado. Ejemplo: terapeuta que cuestiona para qué le
sirve a esta familia que el hijo mediano presente el síntoma o motivo
de consulta, y plantee en qué cambiaría la familia si dicho hijo no
presentara el problema por el que acuden.
Genograma: Mapa de organización familiar donde se registra
información (datos demográficos, de sus relaciones, estructura…)
sobre los miembros de una familia. Siendo a su vez una herramienta
terapéutica donde ver “a golpe de vista” la situación familiar.
Genograma elaborado con Geno Pro 2016. Caso ficticio.
El genograma, herramienta más utilizada por los terapeutas sistémicos de todas las
escuelas, permite un acceso rápido a acontecimientos familiares con fuerte carga
emocional, de al menos tres generaciones (Mc Goldrick y Gerson, 1985).
Por otro lado, Murray Bowen, a partir de su investigación familiar, crea el modelo
intergeneracional, desde la Terapia de los Sistemas Familiares. Bowen se basa
149
principalmente en seis conceptos básicos interrelacionados: la escala de diferenciación
del self, el sistema emocionalde fusión del self en la familia nuclear, los procesos de
proyección familiar, los procesos de transmisión transgeneracionales, el perfil fraternal y
el funcionamiento en triángulos. También incorpora el término de transmisión
multigeneracional de pautas familiares.
La Escuela de Milán se formó en la época de 1972 a 1980 a través de las
investigaciones del equipo formado por Mara Selvini, Prata, Boscollo y Cecchin,
separándose después. La Escuela de Milán desarrolla diversas técnicas, entre ellas, la
hipótesis, circularidad y neutralidad.
Ejemplos
Hipótesis: “El alcoholismo de la madre evita que su hija se
independice y se vaya a vivir con su pareja con la que lleva 8 años,
sintiéndose responsable de la enfermedad de su madre. Todo ello
genera unas relaciones con los diferentes miembros del sistema que
dificultan un cambio”.
Circularidad: (al niño) “En este dibujo de la familia, si quitáramos a
la mamá, ¿quién sería el más feliz? ¿Cómo se sentiría el hermanito
pequeño?
Neutralidad: (terapeuta) “Yo estoy aquí para escucharos y
entenderos, en ningún caso para juzgaros o deciros lo que tenéis que
hacer”.
Las técnicas de intervención que propone la Escuela de Milán han ido evolucionando a
través de su investigación, proponiendo otras técnicas como: prescripción paradójica,
connotación positiva, rituales y prescripción invariable.
Ejemplos
150
Prescripción paradójica: Padre que obliga a su hijo a jugar al fútbol,
porque a él le encanta, pero el niño ni quiere, y aun así le pide que
disfrute del deporte.
Connotación positiva: Desde el modelo sistémico, supone reforzar
todos los comportamientos humanos observables en su interacción,
para reforzar los vínculos familiares y establecer una simetría entre
sus miembros. Por ello, estratégicamente conviene resaltar el
sacrificio del paciente identificado, connotando positivamente el
síntoma como forma de mantener al sistema unido.
Rituales: Acciones que de manera simbólica ayudan en una
transición. Acompañar a un niño en el duelo por el fallecimiento de un
ser querido, adaptado a su etapa evolutiva, y evitando rituales de los
adultos que, en ocasiones, son traumáticos para los niños. Ejemplo:
hacer un dibujo al abuelo y llevárselo a algún sitio especial, escribirle
una carta de despedida…
Prescripción invariable: Aplicado para todos los casos de
transacción rígida. Pueden ser prescripciones secuenciales. Por
ejemplo, separando en la sesión a los subsistemas, parental y filial,
para que se produzca una diferenciación gradual también en la rutina
de la familia.
Al mismo tiempo, Haley desarrolla la Escuela Estratégica, junto a su esposa, Cloe
Madanes, quienes fundaron el Instituto de Terapia Familiar en Washington, en 1976.
Descubren un modelo de terapia breve centrado en el problema (y no en la persona)
donde se establece que lo más importante es definir el problema y saber cómo resolverlo,
a través de técnicas directivas. Resaltan reestablecer la jerarquía y la mejora de la
comunicación entre los diferentes miembros del sistema, así como desarrollar técnicas
como la redefinición del problema, prescripciones conductuales y paradójicas,
potenciando la capacidad de autogobierno de la familia. Al igual que en el modelo
estructural, Haley tiene muy en cuenta el ciclo vital, donde los síntomas aparecen y se
comprenden en un contexto de transición de diferentes etapas de la vida.
En torno a los años 70 surge en Milwaukee (EEUU) la Terapia Breve Centrada en
151
Soluciones (Steve de Shazer, Insoo Kim Berg), experimentando una gran difusión y
repercusión en todos los ámbitos. Enfocada en encontrar soluciones a los problemas sin
tener en cuenta historias pasadas, Stve de Shazer, centra la intervención terapéutica en la
construcción de soluciones y no tanto en la resolución de problemas. Para ello se utilizan
técnicas como la “pregunta milagro”, difundida y desarrollada por Mark Beyeback,
pionero en España de la Terapia Breve2 (TBCS), como técnica de proyección al futuro
que establece desde un principio objetivos de cambio.
En el año 1974 Andolfi funda el Instituto en Terapia Familiar en Roma, también
conocida como la Escuela de Roma. Entre sus colaboradores están P. Menghi, A.
Nicoló, C. Saccu y C. Angelo, principalmente. Utilizan técnicas de provocación y
desafío, pero defienden que la familia, como sistema abierto en constante
transformación, debe generar su propio cambio. Afirman que la patología surge con la
rigidez familiar.
A partir de la época de los 90 surge el constructivismo, primero como estilo filosófico,
después como corriente terapéutica, como proceso de construcción del conocimiento a
partir de cada sujeto, con sus principales representantes L. Vygotzky y Jean Piaget, a
partir del cual aparece el construccionismo, fundamentado en la teoría del desarrollo
cognitivo, con uno de los presupuestos básicos que sobre una misma realidad pueden
darse puntos de vista distintos e igualmente válidos, personalizado en Gergen,
Watzlawick, White y otros.
Por otro lado, la psiquiatría históricamente se ha ocupado del concepto individualizante
de la patología. Sin embargo, desde la óptica sistémica original de la terapia familiar, no
son concebibles patologías individuales, es decir, que las patologías, trastornos o
problemáticas, son del sistema, y será analizado como tal. Es decir, que hablamos del
síntoma individual, pero desde una perspectiva del sistema, que será visto como sistema
ampliado.
Carl Whitacker funda la Escuela Simbólico-Experiencial (1981), conocido por sus
técnicas particulares, utilizando técnicas provocadoras, de confusión, y dando relevancia
a la coterapia, ofreciendo la posibilidad de aprender de manera más eficaz a través de la
experiencia. Igualmente resalta el genograma trigeneracional como esquema de
referencia guía de las sesiones.
152
Ejemplos
Lenguaje metafórico: Forma de describir simbólicamente, y de
manera sintética, lo que le ocurre a una familia, evitando
racionalizaciones defensivas. Ejemplo: el terapeuta le coloca unas
gafas de plástico al padre pidiéndole que pueda ver a su familia con
otra perspectiva.
Coterapia: Presencia conjunta de dos terapeutas durante la terapia.
Desafío: Escenificación o focalización de una pauta disfuncional,
aumentando su intensidad y duración. Ejemplo: Whitacker desafiaba a
sus pacientes a luchar con un arma al principio de la terapia.
Confrontación: Abrir un conflicto “tabú” para desbloquear los
conflictos naturales de la familia y activar su potencial creativo.
Ejemplo: terapeuta cuestionando la eficacia de los intentos fallidos de
resolver el problema de agresividad de su hijo adolescente.
Representa especial relevancia el trabajo de Virginia Satir, a través de la Escuela
Experiencial. Satir, pionera en el campo de la terapia familiar, y referente en mi
desarrollo profesional y trabajo diario. Fue directora del MRI, gran promotora de la
empatía, para acercar a los diferentes miembros del sistema, a través de un lenguaje
afectivo, y técnicas dinámicas3: como el arte dramático, la danza, el juego, etc. Resalta
cuatro aspectos relevantes en la familia: la autoestima, la comunicación, el enlace con la
sociedad, y las reglas.
Posteriormente, a través de Epston y White (1980) se desarrollan las técnicas y teorías
basadas en la Escuela Narrativa4, haciendo uso de narraciones e historias para describir
las relaciones familiares. Cuantas más historias distintas sea capaz de aceptar un sistema
familiar, más posibilidades tienen sus miembros de crecer, individuarse y desarrollar sus
capacidades emocionales e intelectuales (Sluzki, 1983).
Ejemplos
153
Creación de una historia alternativa: Generando nuevas narrativas
del sistema y del síntoma. Ejemplo: adolescente problemático, el
terapeuta le asigna el rol de salvador por liberar a su familia de otros
problemas peores gracias a su rebeldía.
Externalización del síntoma: Separando a la persona del problema.
Ejemplo: paciente elige de la sala el objeto mediante el cual quiere
representar al problema (deseo de suicidio) y lo coloca enuna silla. Se
establece una conversación con el síntoma.
Enfatiza en los recursos de la familia y competencias para hacer
cosas satisfactorias validando sus cualidades como familia e
individuos. Ejemplo: (terapeuta) “es admirable vuestra capacidad de
lucha y amor por vuestra familia”.
Excepciones: Validando los recursos y situaciones de éxito y no tanto
los fracasos. Ejemplo: terapeuta que centra la sesión en los momentos
en los que no ha estado presente el síntoma.
Las primeras publicaciones en España sobre Terapia Familiar Sistémica aparecen en el
año 1975, a través de José Antonio Ríos, apareciendo posteriormente formaciones y
publicaciones de J.L. Linares y J. Navarro Góngora, Eduardo Brick, entre otros.
En la actualidad, la terapia familiar está demostrada desde hace muchos años a partir de
la evidencia científica, y cada vez está más reconocida su eficacia, y es aceptada y
difundida, no solo en el ámbito privado, sino que los servicios públicos, que con mayor
frecuencia hacen uso de esta corriente dada su eficacia en la intervención con familias.
Los acontecimientos sociales nos han permitido ir avanzando en el desarrollo de técnicas
e intervenciones adaptadas a la historia y actualidad. Es por ello, teniendo en cuenta la
complejidad de estos 50 años de terapia familiar, en el siglo XXI la Terapia Familiar
Sistémica continúa avanzando.
Desde el enfoque de un trabajo terapéutico con uno de los miembros de la familia,
probablemente sea Bowen quien representa el primer experimento utilizando una terapia
individual teniendo en cuenta las interacciones recíprocas entre el individuo y la propia
familia. Desde la convicción de que toda familia puede ser cambiada a través de los
esfuerzos de un solo miembro. Según el método que Bowen ha definido “Psicoterapia
154
familiar con un solo miembro de la familia”.
A través de la Teoría Transgeneracional se destaca el concepto de diferenciación, como
la capacidad de un individuo de diferenciarse de su sistema familiar. Por ello propone en
cambio trabajar sobre un miembro de la familia, ya que forma parte de una triada en el
interior del sistema familiar. “Si uno de los componentes de una tríada es capaz de
cambiar, la tríada tiene grandes posibilidades de ser modificada; de la misma forma, si
una tríada es capaz de cambiar, puede cambiar toda la familia”. El cambio de toda la
familia puede ser obtenido haciendo palanca sobre un miembro individual del sistema,
con la condición de que esté bastante motivado y tenga una energía vital suficiente para
trabajar en dirección de conseguir su objetivo a pesar de todos los obstáculos.
Los terapeutas sistémicos utilizan la terapia individual desde hace mucho tiempo,
aunque, debido a algunas posiciones extremas, este tipo de intervención ha estado hasta
ahora considerado contrario al paradigma sistémico puro.
Recientemente, Selvini Palazzoli y Viaro han propuesto una terapia individual de la
anorexia basada en un modelo de seis estadios. La intervención individual se basa en
conceptos clave de “juego familiar”, “regla” y estrategia”. El terapeuta intenta inducir al
paciente a variar sus propias estrategias, de forma tal que le obliga a renegociar las
reglas.
Herramientas sistémicas como el psicodrama, la silla vacía, la proyección de la familia a
través de objetos, o describir una familia, no podrán nunca sustituir la presencia de una
familia, ni reemplazar un encuentro familiar, y será siempre la lectura intrapsíquica de un
fenómeno sistémico (ver Boscolo y Bertrando). Pero no siempre es posible contar con
todos los miembros de la familia, incluso tampoco recomendable en algunos casos. Por
ello, el uso de estas técnicas permite un abordaje sistémico sin que sea necesario contar
con la presencia de todos los miembros implicados.
Del mismo modo, Alfredo Canevaro5 plantea la Terapia Individual Sistémica,
incluyendo un protocolo específico para la incorporación de familiares significativos a la
terapia individual, sin mencionar el trabajo con niños o niñas. Los criterios de elección
de una terapia individual sistémica no son en ningún caso indiscriminados, sino basados
en la suposición de intervenir sobre estas relaciones y sobre las reglas de relación del
sistema familiar, a través de las relaciones entre terapeuta e individuo. Desde la Terapia
Individual Sistémica (TIS) se interviene directamente sobre el individuo, raramente el
terapeuta tiene la oportunidad de trabajar directamente con la familia, sobre alguno de
155
sus miembros o sobre el derivante. El proceso de diferenciación recíproca entre
individuo y sistema es analizado en el ámbito de la epistemología sistémica y de la
complejidad. No obstante, considero que, sin generalizar a todos los casos, pero sí en los
que hay menores perjudicados, desde una concepción de intervención terapéutica
conviene incluir la visión de la familia, el análisis de sus dificultades, la implicación de
otros subsistemas. Y a partir de estos planteamientos se establecerán las hipótesis que
guiarán la intervención. A partir de aquí trazamos un mapa para abordar el sistema.
Por otro lado, resulta fundamental la comprensión del mecanismo del procesamiento del
significado emocional. Desde 1990 los autores Salovey y Mayer han ido reformulando el
concepto de inteligencia emocional, y su relevancia en el bienestar personal y familiar, a
través de sucesivas aportaciones.
“La Inteligencia Emocional (IE) hace referencia a los procesos
implicados en el reconocimiento, uso, comprensión y manejo de los
estados emocionales de uno mismo y de otros para resolver problemas
y regular la conducta. Desde esta línea, por un lado, la IE hace
referencia a la capacidad de una persona para razonar sobre las
emociones y, por otro lado, procesar la información emocional para
aumentar el razonamiento (Salovey, 2007)”.
Asimismo, desde la Terapia Gestalt, desarrollada inicialmente por Fritz Perls, médico y
neuropsiquiatra, la intervención se basa en conectar al paciente con sus sensaciones y
sentimientos, para analizar con mayor objetividad el problema y poder elegir el cambio
de una forma más “consciente”. A través de enfoques más humanistas, como el de
Rogers, se enfatiza más la expresión emocional en sesión, a veces inhibidas incluso en la
intimidad familiar. Desde la Teoría de la Comunicación Humana, Paul Watzlawick, uno
de sus máximos referentes, es conocido por su famosa frase de: “Es imposible no
comunicar”6. Podría añadirse, que también es imposible no sentir, a pesar de lo
ignoradas que han sido las emociones desde el paradigma sistémico durante mucho
tiempo.
156
Desde el modelo de intervención S-E-R (Sistémica-Emocional-Relacional) de la Terapia
Emocional Sitémica, explicamos al niño o niña lo que está ocurriendo, implicando a la
familia dándole herramientas o estrategias alternativas para poder desprenderse de ese
síntoma que ya no va siendo necesario para mantener la homeostasis de la familia y esto
no supone un conflicto de lealtades con alguno de sus progenitores. En el capítulo 2
explico con más detalle el procedimiento de la metodología de trabajo que llevamos
aplicando en mi centro desde hace más de diez años con la colaboración de un equipo
extraordinario.
Para concluir, recordaros que, sin un trabajo en red con la familia, sin una coordinación
con los sistemas más implicados con el menor, no podemos garantizar que nos
acompañen y faciliten el cambio, y que no generen resistencias a él. Pero insisto, el niño,
necesita, merece y tiene derecho a disponer de un espacio terapéutico seguro e
individual. En fases iniciales, como presento en la presentación del modelo, no
intervenimos sobre el síntoma. Ya que, en muchos casos, es lo que le ayuda a
“sobrevivir”, lo que le permite pertenecer a su sistema familiar, lo que le da un sentido
dentro de su familia, lo que le salva del doble vínculo, de los mensajes contradictorios
que recibe de su sistema.
157
1 . LINARES, J.L. (2012). Terapia familiar ultramoderna. La inteligencia terapéutica. Barcelona: Herder.
2 . BEYEBACH, M.y HERRERO de Vega, M. (2010). 200 tareas en terapia breve. Barcelona: Herder.
3 . SATIR, V. (2006). Todas tus caras: Pasos para amar y ser amados. Los libros del comienzo.
4 . EPSTON, D y WHITE, M. (1993). Medios narrativos para fines terapéuticos. Grupo Planeta.
5 . CANEVARO, A. (2015). Terapia Individual Sistémica con la participación de familiares. San Sebastián de
los Reyes (Madrid). Editorial Morata.
6 . Watzlawick, P. (2014). No es posible no comunicar. Editorial Herder.
 
158
Anexos
159
1. Esquema de principales Modelos de Escuelas Sistémicas
Nombre Autores Evaluación Técnicas de intervención
Terapia del MRI
de Palo Alto
Watzlawick, Jackson,
Bateson, V. Satir,
Weakland, Fish y Segal
Definición del problema y de las
soluciones intentadas en términos
concretos.
Redefiniciones, tareas directas y
paradójicas, técnicas de persuasión
y metáforas.
Terapia
Intergeneracional Bowen
Capacidad de proporcionar a sus
miembros individualización frente a
los demás.
Respeto al sistema familiar en sus
valores e ideas.
Lenguaje acorde nivel sociocultural,
neutralidad.
Terapia del
grupo de Milán
Mara Selvini Palazzoli,
Cecchin, Prata, y
Bóscolo.
Patrones de interacción recursivos,
regidos por una causalidad circular.
Redefiniciones, connotaciones
positivas, prescripciones directas,
paradójicas y ritualizadas.
Terapia centrada
en las soluciones De Shazer, O’Hanlon
Se centran en las situaciones en las
que el problema no aparece: las
excepciones.
Enfatiza en los recursos y
competencias para hacer cosas
satisfactorias.
Terapia
Estructural
Minuchin, Montalvo y
Fishman
Variables estructurales: límites y
jerarquías. Momento evolutivo
familiar. Patrón interaccional.
Desafío, cuestionamiento del
síntoma, técnicas reestructurantes,
técnicas de cambio de visión.
Terapia
Estratégica Haley y Madanes
Considera al síntoma como
adaptativo, evalúa la función de este
en la familia.
Redefinición del problema,
prescripciones conductuales y
paradójicas.
Modelo
Simbólico-
Experiencial
Whitacker, Malone Proceso de interacción personal. Lenguaje metafórico, coterapia,desafío, confrontación.
Terapia
Narrativa White y Epston
Cambio conceptualización Problema
≠persona, terapeuta curioso, no
juzga, no critica.
Creación de una historia alternativa,
externalización…
160
2. Modelo de Intervención Sistémica SER
161
162
3. Así trabajamos
(Elaborado por el departamento de Infanto-juvenil de Psicólogos Pozuelo, última
revisión: junio 2017)
163
4. Modelo de historia clínica
(Elaborado por el departamento de Infanto-juvenil de Psicólogos Pozuelo, última
revisión: marzo 2017)
Historia clínica
Fecha: ____________________
Fecha de nacimiento: ____________
Edad: ___________
Colegio y curso: _______________
Profesor: __________________
 Nombre Profesión Edad Horarios padres
Madre 
Padre 
¿Tiene hermanos? Edades
¿Tiene cuidadora?
Genograma:
Aspectos médicos
¿Ha tenido alguna enfermedad? SÍ □ NO □
¿Cuál? ¿Cuándo? ¿Cómo lo vivisteis vosotros?
¿Ha tenido algún accidente u operación? SÍ □ NO □
¿Cuál? ¿Cuándo?
164
¿Le han realizado alguna revisión de visión, audición, análisis, alergias?
 SÍ □ NO □
¿Presenta algún síntoma físico o psicosomático en la actualidad?
 SÍ □ NO □
¿Cuál? ¿Desde cuándo?
Especialista que lo lleva (Nombre/teléfono)
¿Cómo le afecta en su vida diaria?
¿Antecedentes de enfermedades o salud mental de familiares cercanos?
Fase perinatal
• Embarazo
¿Cómo se decidió el nacimiento de vuestro hijo? ¿Fue decidido o sorpresa? (natural o
inducido)
Madre: ¿Cómo lo viviste? Física y emocionalmente
Padre: ¿Cómo lo viviste?
Pérdida o abortos previos SÍ □ NO □
¿Cómo fue el embarazo (natural o asistido)?
¿Cómo fue el proceso? ¿Alguna otra complicación? (reposo, riesgo, estrés, alcohol,
drogas…)
165
Intentos previos SÍ □ NO □
• Parto
□ Prematuro. Nº de semanas___________
□ Programado ¿Por qué? Nº de semanas___________
□ A término. Nº de semanas___________
¿Cómo fue el parto? (Normal, cesárea, fórceps…)
¿Hubo complicaciones? (incubadora…) SÍ □ NO □
¿De qué tipo?
Posparto
¿Cómo fue la recuperación?
¿Para el bebé?
¿Para la madre?
Apoyos familiares durante el posparto
Lactancia: materna - mixta. (Desde….hasta)
Infancia
¿Usó chupete? SÍ □ NO □
¿Hasta cuándo? ___________
¿Cuándo gateó? SÍ □ NO □
166
¿Hasta cuándo? ___________
¿Cuándo empezó a caminar?
Sus primera palabras
¿Cuándo? ___________________________________________________
¿Cuáles? ____________________________________________________
¿Cuándo empezó a hablar? ___________________________________
Control de esfínteres
Día (Orina….heces)_________________________
Noche (Orina…. heces)_______________________________
¿Cómo lo vivieron? ______________________
Recaídas. ¿Cómo lo han manejado?
Estreñimiento
Alimentación
¿Cómo eran sus ritmos de bebé para la comida?
¿Cómo fue el cambio de papilla a sólido?
¿Tomó biberón?
¿Problemas de deglución?
Cólicos ¿Cómo reaccionabais?
Evolución de la alimentación hasta la actualidad
167
Hábitos alimentarios (tiempo en comer, cantidad, modales, forma…)
¿Tiene especiales problemas con las comidas? (alimentos especiales, tiempo en comer,
intolerancias o alergias)
Sueño
Tras el nacimiento, en relación al sueño:
¿Dónde?
¿Con quién?
¿Hasta cuándo?
¿Quién le dormía?
¿Cómo?
¿Cómo eran sus ritmos de bebé para el sueño?
Evolución hasta la actualidad:
¿Duerme solo? SÍ □ NO □
¿Se cambia de cama? SÍ □ NO □
¿Le cuesta conciliar el sueño? SÍ □ NO □
Sonambulismo SÍ □ NO □
Terrores nocturnos SÍ □ NO □
Pesadillas SÍ □ NO □
168
Se despierta por la noche SÍ □ NO □
¿Cuántas horas duerme? Se levanta cansado SÍ □ NO □
¿Se queda a dormir en casa de alguien? SÍ □ NO □
¿Le cuesta? SÍ □ NO □
Escolar
¿Cuándo fue a la guardería?
¿Cómo se adaptó?
¿Y vosotros? ___________
Si se quedó en casa… ¿Con quién?
¿Ha tenido cambio de colegio o ha permanecido siempre en el mismo?
¿Por qué?
¿Quién le lleva?
¿Quién le recoge?
¿Tiene extraescolares? SÍ □ NO □
Horario:
¿Cómo es un día cualquiera del niño?
¿Cómo es el día de su cumpleaños?
169
¿Cómo es su rendimiento académico?
¿Han hablado con sus profesores?
¿Os cuenta lo que hace en el colegio?
¿Cuánto tiempo dedica al día haciendo deberes?
¿Tiene amigos en el colegio?
¿Se relaciona con otros niños?
Comportamental - emocional
¿Manifiesta algún temor concreto o preocupaciones excesivas sobre algún tema?
(colegio, seres imaginarios, animales, oscuridad, separación…)
¿Le cuesta separarse de vosotros?
¿Cómo acepta la frustración ante el fracaso?
¿Hace comentarios despectivos sobre sí mismo?
¿Ha tenido rabietas importantes? ¿o algún otro problema de conducta importante?
¿Cómo reaccionabais cuando lloraba?
¿Cómo tiene su cuarto o su armario? ¿Es ordenado?
170
¿Es perfeccionista en sus tareas?
¿Colabora en las tareas del hogar?
¿Cómo reaccionó con el nacimiento de sus hermanos?
¿Cómo se relaciona con ellos?
¿Es inhibido o tímido en exceso?
¿Cómo reacciona ante las críticas?
¿Cómo es normalmente su humor? (alegre, irritable, inquieto…)
¿Suele estar cansado habitualmente?
¿Reacciona en exceso ante ruidos fuertes?
¿Se preocupa por lo que le va a pasar?
¿Y por lo que dirán los otros?
Motivo de consulta
Motivo de consulta:
¿Desde cuándo habéis notado el problema?
¿Se ha agravado últimamente? ¿Coincide con algún acontecimiento?
171
¿Han asistido a algún otro especialista por este motivo anteriormente?
¿Qué intentos han realizado para solucionar el problema?
¿Cómo es la relación con vosotros?
¿Cómo os afecta como pareja?
¿Cómo os afecta como familia?
¿Os gustaría comentar algún aspecto más que os parezca relevante?
¿Cómo definirías a tu hijo o hija en dos palabras? (Preguntarlo a los dos)
¿Qué os gustaba y qué os gusta más de vuestro hijo?
¿Cuál sería para vosotros el objetivo de la terapia?
172
5. Anexopara casos de adopción
(Elaborado por el departamento de Infanto-juvenil de Psicólogos Pozuelo, última
revisión: marzo 2017)
Historia clínica
¿Qué sabéis sobre los padres biológicos?
¿Qué sabéis sobre la vida de vuestro hijo o hija antes de ser adoptado?
¿Hay relación con los padres biológicos? ¿Cómo os sentís al respecto?
¿Vuestro hijo se ha hecho preguntas sobre sus padres biológicos, o sobre su país? ¿Lo
habéis hablado abiertamente? ¿Qué le respondisteis?
¿Cómo decidisteis adoptar a vuestro hijo o hija?
¿Cómo fue el desarrollo del proceso de adopción? (Cosas a registrar: ¿cuántas veces lo
pudisteis visitar? ¿Cómo fue el proceso de acogida? ¿Hicisteis viajes antes de la
acogida?)
¿Elegisteis algún país en particular? ¿Por qué?
¿Cuál fue vuestra actitud y vuestro sentimiento predominante ante la espera?
¿Qué expectativas teníais sobre el sexo, edad, la forma de actuar…?
¿Cómo fue el momento al ver a vuestro hijo por primera vez? ¿Cómo reaccionasteis cada
uno?
173
Alguna anécdota del proceso de adopción que recordéis.
¿Cómo se pensó el nombre de vuestro hijo o hija? ¿Se lo pusieron por alguien en
particular?
¿Cómo fue su viaje y llegada a España?
¿Cómo vivisteis los primeros momentos con vuestro hijo o hija?
¿Qué papel creéis que jugasteis cada uno durante en el primer año que estuvo con
vosotros?
174
6. Test H.T.P.: Test de la Casa, el Árbol y la Persona. (John Buck) (House,
Tree, Person)
Edad de aplicación: a partir de los 8 años hasta la edad adulta.
Material: tres hojas de papel, lápiz, goma y una mesa.
Debemos evaluar cada dibujo individualmente con sus especificas lecturas e inferencias
psicológicas, y los 3 juntos como una secuencia. Pero siempre realizando conclusiones
del caso cotejando y contrastando con el resto de pruebas de manera conjunta.
Administración de la prueba: siguiendo la misma metodología en el orden en que se
presentan los gráficos dentro de la batería, el mismo tipo de papel en cuanto a tamaño y
gramaje, el mismo tipo de lápiz, y permitiendo el uso de la goma de borrar. Se solicita en
primer lugar el Test de la casa, luego el del árbol, y finalmente el de la persona.
Consigna
a. Dibuja una casa. Le damos la hoja en sentido apaisado u horizontal. Suelo pedir que
escriba una historia sobre esa casa por detrás. Si está muy cansado de escribir en el
cole, me dicta y yo la escribo.
b. Dibuja un árbol. Le suelo preguntar la edad del árbol, y lo indicamos en la página. Por
detrás también podemos pedirle que escriba una historia del árbol.
c. Dibuja una persona. Le pido que dibuje una persona del sexo opuesto por la otra cara.
También le pido que le ponga nombre y edad a cada uno de los personajes.
De cara a poder realizar una evaluación lo más completa posible conviene anotar los
comentarios, secuencias, actitud del paciente, aunque procuro que no se sienta
evaluando, dibujando yo a su vez las mismas consignas.
175
7. Test del dibujo de la familia (Louis Cornman)
Edad de aplicación: niños y adolescentes; se le puede realizar a partir de los 5 o 6 años
de edad.
Material: una hoja de papel, lápiz, goma y una mesa.
Consigna: “Dibuja una familia”, no hace falta especificar que dibuje su propia familia.
Aplicación:
Preguntas: en función de la edad, perfil, y grado de cansancio o resistencias de nuestro
paciente valoramos si hacerle algunas de las siguientes preguntas o todas.
1. ¿Si fueras parte de esta familia quién serías?
2. ¿Cuál es el más bueno?
3. ¿Cuál es el más feliz?
4. ¿A quién prefiere?
5. El papá propone un paseo, pero no todos pueden ir, ¿quién se queda o quiénes van?
6. Si alguien se porta mal, ¿cuál es el castigo?
Conviene registrar los comentarios del menor, el orden en que ha dibujado a los
miembros de la familia, dirección, emplazamiento, trazos, presión, tiempo, secuencia,
movimiento, sombreado, comentarios… sin que el niño o niña se sienta evaluado.
176
8. Test de Roberto y Rosita (Montenego, H. y Lisa Mª. T.)
Consigna, decirle al niño o niña: “Conozco a un niño (a) llamado (a) Roberto (Rosita), y
quiero saber si tú puedes adivinar qué clase de niño (a) es, y por qué actúa de esta
manera. Dime lo primero que se te ocurra”.
1. R: No juega con otros niños ¿Por qué?
2. El profesor de R. quiso hablar con él (ella) después de clases. ¿Por qué?
3. Cuando el papá de R. llega tarde en la noche ¿qué pasa?
4. R. Despierta en medio de la noche ¿Por qué?
5. R. Tuvo un sueño una noche. ¿Qué soñó?
6. R. Trajo ayer la libreta de notas ¿Qué pasó?
7. R. Llegó a la casa llorando el otro día. ¿Por qué?
8. R. Hizo rabiar a su mamá el otro día. ¿Por qué?
9. R. Se fue a su habitación ¿Por qué?
10. R. Siente que lo (a) tratan mal a veces. ¿Por qué?
11. R. Le tiene mucho miedo a algo. ¿Por qué?
12. La mamá de R. está muy enojada por algo. ¿Por qué?
177
13. Ayer pasó algo malo ¿Qué fue?
14. Hay algo que a R. no le gusta de su papá ¿Qué es?
15. R. Piensa que su papá y su mamá no lo quieren ¿por qué?
16. R. No quiere ir a la escuela ¿Por qué?
17. Hay algo de su profesor que a R. le gusta mucho ¿Qué es? ¿Por qué?
18. A veces R. se enoja en la escuela. ¿Por qué?
19. A veces R. no quiere hacer lo que su mamá le dice ¿Por qué? ¿Qué pasa entonces?
20. R desearía ser grande ¿Por qué?
21. A veces R. pelea con su hermano ¿Por qué? ¿Qué pasa entonces?
22. A R. no le gusta un niño de su clase. ¿Por qué?
23. A veces R. se pone nervioso (a) en la escuela. ¿Por qué?
24. Un día R, y su mamá tuvieron una gran pelea ¿Por qué?
25. Un día R. se fue de la casa, ¿Por qué?
26. A R. le desagrada algo de su profesor ¿Qué es?
178
27. A veces R. se siente muy triste ¿Por qué?
28. R. casi siempre quiere estar solo. ¿Por qué?
29. Una vez R. quiso correr lejos de la casa. ¿Por qué?
30. A R. no le gusta que lo llamen adelante en clases. ¿Por qué?
31. ¿Cuántos años crees tú que tiene R?
32. Si R. pudiese hacer lo que él (ella) quiere ¿Qué crees tú que haría?
33. ¿Qué es lo que R. desea más que nada en el mundo?
34. Si R. tuviera poderes mágicos y pudiera cambiar a sus padres. ¿Cómo los cambiaría?
35. Si R. pudiese convertirse en un animal. ¿Qué animal crees tú que le gustaría ser?
¿Por qué?
¿Y el que nunca le gustaría ser?
¿Por qué?
Puntuaciones para asignar a las respuestas, de acuerdo a una escala de Lickert.
Preguntas del ámbito familiar
3 - 8 - 12 - 14 - 15 - 19 - 21 - 24 - 34.
Total de preguntas: 9 del ámbito familiar.
179
Preguntas del ámbito personal
1 - 4 - 5 - 7 - 9 - 11 - 13 - 20 - 25 - 27 - 28 - 29 - 31 - 32 - 33 - 35.
Total de preguntas: 16 del ámbito personal.
Preguntas del ámbito escolar-social
2 - 6 - 10 - 16 - 17 - 18 - 22 - 23 - 26 - 30.
Total de preguntas: 10 del ámbito escolar – social.
Cada una de las preguntas se califica con los criterios de: positivo (cuyo valor es de 3.0
puntos), negativo (cuyo valor es de 1.0 puntos) o neutro (cuyo valor corresponde a 2.0
puntos) y se les asigna un puntaje, según la tabla.
Luego se suman los puntajes por área o ámbito evaluado y se divide por el total de
preguntas del área, sacando el promedio para lo familiar, personal y escolar – social.
Para finalizar, se relacionan los puntajes finales, con un criterio general del área.
Tabla
Positivo = entre 2,4 y 3,0 puntos.
Neutro: = entre 1,7 y 2,3 puntos.
Negativo = entre 1,0 y 1,6 puntos.
180
9. Test del Niño o niña bajo la lluvia (Querol, M. y Chaves, M. L.)
Material: una hoja de papel, lápiz y una mesa.
Edad de aplicación: a todas las edades, profesiones y sexos.
Consigna: “Dibuja un niño o niña bajo la lluvia”.
A través del dibujo se obtiene la imagen corporal humana, de un niño o niña, en función
del sexo del evaluado, en condiciones ambientales desagradables. Permite detectar las
defensas del menor frente una situación adversa, y cómo es vivida dicha situación.
Análisis del gráfico: dirección, emplazamiento, trazos, presión, tiempo, secuencia,
movimiento, sombreado, comentarios, etc. sin que el niño se sienta evaluado.
181
 
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Otros libros
Adquiera todos nuestros ebooks en 
www.ebooks.edesclee.com
187
http://www.ebooks.edesclee.com/
La práctica de la Terapia Sistémica
Alicia Moreno (Editora)
ISBN: 978-84-330-2964-5
www.edesclee.com
Alicia Moreno ha convocado a un grupo de profesionales experimentados a mostrar que
la clínica sistémica en sentido amplio excede a la psicoterapia familiar, individual y de
pareja para incluir también el trabajo en marcos escolares, organizacionales, judiciales,
sanitarios, médicos y de inmigración, hoy tan urgidos de atención. Sin dejar tampoco de
lado dos aspectos que han acompañado siempre a las prácticas sistémicas: el trabajo en
servicios sociales con frecuencia involucrados con familias que enfrentan múltiples
desafíos sociales y problemas de violencia, pobreza y disonancia étnica, así como el
todavía desafiante campo de las psicosis.
Marcelo Pakman, autor del prólogo.
Los principios teóricos, modelos de intervención y estrategias terapéuticas que provienen
del campo de la terapia familiar sistémica son relevantes para cualquier encuadre de
psicoterapia y resultan imprescindibles en una gran variedad de contextos de
intervención. Este libro expone algunas de las aportaciones clave del paradigma
sistémico que nos permiten avanzar desde una visión puramente individual a un enfoque
relacional y contextual. Se aborda así una serie de problemáticas y contextos teniendo en
cuenta al individuo, la pareja, la familia, las relaciones significativas, el impacto de
distintas crisis, las interacciones entre los consultantes y los profesionales que les
188
https://www.edesclee.com/colecciones/biblioteca-de-psicologia/la-practica-de-la-terapia-sistemica
atienden y los contextos institucionales y sociales en que se desarrollan todas estas
interacciones.
189
La magia está en tu interior
Meditación para niños. Guía para padres
Patricia Zubizarreta
ISBN: 978-84-330-2934-8
www.edesclee.com
La meditación es un viaje mágico hacia adentro, un momento de reflexión y contacto
con el mundo interior, un regalo para el alma y, lo más importante, está siempre al
alcance de todos.
La Magia está en tu interior nace como una “guía” para padres, maestros, tíos, abuelos,
psicólogos, líderes juveniles o cualquier persona que decida emprender de la mano del
niño el mágico viaje hacia el interior y mostrarle la maravillosa herramienta de meditar,
de entrar en contacto con su interior.
Las propuestas de meditación no son algo rígido o inflexible, la idea es que la persona
que vaya guiando al niño se sienta a gusto y utilice sus propias palabras. Los ejercicios
pueden inspirarle nuevas imágenes o nuevas historias, es importante que se sienta libre y
a gusto.
La meditación que propongo en este libro se enfoca en utilizar la imaginación del niño
para crear su propio mundo interior, un lugar sagrado, solo suyo, al que puede recurrir
cada vez que quiera, un lugar creado por él para sentirse seguro, sano, a salvo y en la
intimidad, consigo mismo, con su ángel de la guarda y con el universo. Este mundo
190
https://www.edesclee.com/tematicas/pedagogia/educar-amando-desde-el-minuto-cero-detail
mágico es un lugar al que puede acudir cuando se sienta triste, solo, nervioso, ansioso o
simplemente cuando tenga ganas, ya que está hecho a su medida, es un lugar seguro,
tranquilo y mágico.
191
Adopción trauma y juegos
Manual para tratar a los niños adoptados y maltratados a través del juego
Montse Lapastora • Noelia Mata
ISBN: 978-84-330-3011-5
www.edesclee.com
El trauma ocurrido en etapas infantiles como consecuencia del abandono y/o maltrato
puede hacer del tratamiento una labor complicada y frustrante para los terapeutas, dado
que presenta múltiples síntomas relacionados con un pasado tormentoso y doloroso en
muchos ámbitos de la vida del niño.
En ese pasado, muchos de estos niños no han tenido la oportunidad de jugar, lo que les
ha impedido madurar su neurodesarrollo. Jugar es fundamental para construir un cerebro
sano, tanto en lo estructural como en lo funcional.
En este libro las autoras comparten su experiencia en el tratamiento con niños
crónicamente traumatizados y su relación con las figuras de apego. Se incluyen además
cientos de juegos y dinámicas que, basándose en el cerebro triuno de McLean, van
dirigidos a la integración de la parte emocional y racional del cerebro y a establecer o
restablecer el apego seguro con las figuras referenciales.
192
https://www.edesclee.com/colecciones/amae/adopcion-trauma-y-juego
Técnica de reparentalización con muñecos
Juanita y el despertar del Niño resiliente que todos llevamos dentro
Alicia Gadea
ISBN: 978-84-330-3014-6
www.edesclee.com
Mediante la técnica de Reparentalización con Muñecos podemos conseguir que el
paciente materialice su "niño interior" en un objeto (normalmente un muñeco), al que
por medio del proceso terapéutico va invistiendo y haciendo suyo a través de diferentes
procesos psicológicos explicados en los distintos casos que se relatan.
Este libro nos muestra cómo los pacientes, gracias a esta materialización, contactan y
potencian su parte resiliente y nutricia, lo que les permite darse cuidado, amor y
protección. Al mismo tiempo, gracias al muñeco se conectan con sus partes dañadas y
olvidadas para poner palabras a emociones y situaciones que permanecían ocultas, y que
de esta manera pueden ser reprocesadas, aliviando así el dolor y facilitando la
integración de la persona.
Los diferentes casos prácticos que aparecen en el libro están sustentados por distintas
teorías psicológicas que permiten un mayor entendimiento y comprensión acerca del
empleo de la técnica. Es un trabajo amable, nada agresivo ni invasivo, que permite
profundizar en la persona respetando su ritmo y potenciando la compasión hacia sí
misma.
193
https://www.edesclee.com/colecciones/amae/tecnica-de-reparentalizacion-con-munecos
El terapeuta será una parte activa del proceso de modelado de esta técnica, que ofrece la
oportunidad de relacionarse de una manera diferente con uno mismo.
194
 
Loretta Cornejo Parolini
 
Adolescencia: la revuelta filosófica, por Ani Bustamante (2ª ed.)
El síndrome de Salomón. El niño partido en dos, por María Barbero de Granda y María
Bilbao Maté (2ª ed.)
La adopción: Un viaje de ida y vuelta, por Alfonso Colodrón Gómez-Roxas
Esto, eso, aquello… también pueden ser malos tratos, por Ángela Tormo Abad
La adolescencia adelantada. El drama de la niñez perdida, por Fernando Maestre Pagaza
(2ª ed.)
Riqueza aprendida. Aprender a aprender de la A a la Z, por Roz Townsend
Los padres, primero. Cómo padres e hijos aprenden juntos, por Garry Burnett y Kay
Jarvis
PNL para profesores. Cómo ser un profesor altamente eficaz, por Richard Churches y
Roger Terry (2ª ed.)
EmocionArte con los niños. El arte de acompañar a los niños en su emoción, por
Macarena Chías y José Zurita (2ª ed.)
Muñecos, metáforas y soluciones. Constelaciones Familiares en sesión individual y otros
usos terapéuticos, por María Colodrón (2ª ed.)
Madre separada. Cómo superan las mujeres con hijos la separación, por Katharina
Martin y Barbara Schervier-Legewie (2ª ed.)
Rebelión en el aula. Claves para manejar a los alumnos conflictivos, por Sue Cowley
¿Hay algún hombre en casa? Tratado para el hombre ausente, por Aquilino Polaino
Cyber Bullying. El acoso escolar en la era digital, por Robin Kowalski, Susan Limber y
Patricia Agatston
222 preguntas al pediatra, por Gloria Cabezuelo y Pedro Frontera
Borrando la “J” de Jaula. Cómo mejorar el funcionamiento del aula. La educación desde
una perspectiva humanista, por Isabel Cazenave Cantóny Rosa Mª Barbero Jiménez
Porque te quiero. Educar con amor… y mucho más, por Pilar Guembe y Carlos Goñi (3ª
ed.)
Focusing con niños. El arte de comunicarse con los niños y los adolescentes en el
195
colegio y en casa, por Marta Stapert y Eric Verliefde
Los cuentos de Luca. Un modelo de acompañamiento para niñas y niños en cuidados
paliativos, por Carlo Clerico Medina
Familias felices. El arte de ser padres, por Trisha Lee, Steve Bowkett, Tim Harding y
Roy Leighton
Mi aula de bebés. Guía práctica para padres y educadores infantiles, por Beatriz Ocamica
Garabilla
Los niños, el miedo y los cuentos. Cómo contar cuentos que curan, por Ana Gutiérrez y
Pedro Moreno
¿Todo niño viene con un pan bajo el brazo? Guía para padres adoptivos con hijos con
trastornos del apego, por José Luis Gonzalo Marrodán y Óscar Pérez-Muga
El acoso escolar en la infancia. Cómo comprender las cuestiones implicadas y afrontar el
problema, por Christine Macintyre
El espacio común. Nuevas aportaciones a la terapia gestáltica aplicada a la infancia y la
adolescencia, por Loretta Zaira Cornejo Parolini
Primeros auxilios para niños traumatizados, por Andreas Krüger
Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray), por José Luis Gonzalo
Marrodán
Educar sin castigar. Qué hacer cuando mi hijo se porta mal), por Pilar Guembe y Carlos
Goñi
Como pienso soy. Tratamiento para niños con dificultades de atención e impulsividad,
por verónica beatriz boneta osorio
Habilidades en counselling y psicoterapia gestálticos, por Phil Joyce y Charlotte Sills
Acción tutorial y orientación: aceptación, compromiso, valores. Una propuesta de estilo
para la intervención de tutores y orientadores, por Ramiro Álvarez
Elegir la vida. Historias de vida de familias acogedoras, por Pepa Horno Goicoechea
El niño divino y el héroe, por Claudio Naranjo
El gemelo solitario, por Peter Bourquin y Carmen Cortés
Mindfulness para profesores. Atención plena para escapar de la trampa del estrés, por
Nina Mazzola y Beat Rusterholz
Educar amando desde el minuto cero. Ideas que pueden ayudar a los nuevos padres para
educar mejor desde un principio, por Paloma López Cayhuela
Cómo ayudar a los niños a dormir: técnica del acompañamiento. Una nueva manera de
enseñar a dormir sin sufrir, por Sonia Esquinas
Es que soy adolescente… y nadie me comprende, por Pilar Guembe y Carlos Goñi
El nuevo ideal del amor en adolescentes digitales. El control obsesivo dentro y fuera del
mundo digital, por Nora Rodríguez
Vincúlate. Relaciones reparadoras del vínculo en los niños adoptados y acogidos, por
José Luis Gonzalo Marrodán (2ª ed.)
196
Érase una vez el perdón. Un itinerario hacia el perdón y la reconciliación en el
counselling a través de los cuentos, por Ana García-Castellano García
Porque os quiero a los dos. Pedagogía sistémica para padres y profesionales de la
educación, por Barbara Innecken
Adolescencia: mitos y enigmas, por Gerardo Castillo Ceballos
Sal de tu mente y entra en tu vida para adolescentes. Una guía para vivir una vida
extraordinaria, por Joseph V. Ciarrochi, Louise Hayes, Ann Bailey
Trastornos de alimentación y autolesiones en la escuela. Estrategias de apoyo en el
medio escolar, por Pooky Knightsmith
20 ideas básicas para ayudar a crecer a tus hijos Cuaderno de notas, por Chandra
Atkinson
Mírame, siénteme. Estrategias para la reparación del apego en niños mediante EMDR,
por Cristina Cortés Viniegra
Educar entre dos, por Carlos Goñi y Pilar Guembe
Educando la alegría, por Pepa Horno Goicoechea
La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia, por José Luis
Gonzalo Marrodán y Rafael Benito Moraga
La magia está en tu interior. Meditación para niños, guía para padres, por Patricia
Zubizarreta Canillas
Conversando con Erik. Una mirada gestáltica y relacional en la terapia y educación con
niños y adolescentes, por Loretta Zaira Cornejo Parolini y Erik Baumann Cornejo
El convivenciario. Cuentos con valor, por Juan Lucas Onieva López
La danza de las emociones familiares. Terapia Emocional Sistémica aplicada con niños,
niñas y adolescentes, por Mercedes Bermejo Boixareu
197
Índice
Portada interior 2
Créditos 3
Agradecimientos 4
Prólogo 6
1. Terapia Emocional Sistémica (T.E.S.) 9
1.1. Introducción a la Terapia Emocional Sistémica (T.E.S.) 13
1.2. Las emociones desde la Terapia Familiar Sistémica. Entenderlas y
promoverlas como herramienta de cambio 20
1.3. El apego desde una perspectiva sistémica-emocional-relacional 33
1.4. Etapas emocionales del niño, niña y adolescente 39
1.5. Dinámicas para reforzar cada etapa emocional desde la familia 47
1.6. La familia de acuerdo a su etapa de ciclo vital 52
2. Modelo de intervención S-E-R (Sistémico-Emocional-
Relacional) 56
2.1. Consideraciones previas en la intervención con niños, niñas y adolescentes
desde diversos contextos 58
2.2. Principios básicos desde la Terapia Emocional Sistémica 64
2.3. Primer contacto con la familia 74
2.4. Primera sesión informativa, ¿solo los padres o toda la familia? 79
2.5. Si papá no puede (quiere) venir 82
2.6. Primera sesión informativa 84
2.7. Cómo explicarle al menor que va a venir a terapia 96
2.8. Fase de evaluación sistémica 100
2.9. Fase de devolución 116
2.10. Fase de intervención: técnicas y herramientas sistémicas 119
2.11. Cierre del proceso de terapia 130
3. El buen uso de la tecnología en la familia 133
4.Pautas y recomendaciones para madres y padres 137
5. Historia de la Terapia Familiar Sistémica con niños, niñas y
adolescentes 144
6. Anexos 159
1. Esquema de principales Modelos de Escuelas Sistémicas 160
198
2. Modelo de Intervención Sistémica SER 161
3. Así trabajamos 163
4. Modelo de historia clínica 164
5. Anexo para casos de adopción 173
6. Test H.T.P.: Test de la Casa, el Árbol y la Persona. (John Buck) (House, Tree,
Person) 175
7. Test del dibujo de la familia (Louis Cornman) 176
8. Test de Roberto y Rosita (Montenego, H. y Lisa Mª. T.) 177
9. Test del Niño o niña bajo la lluvia (Querol, M. y Chaves, M. L.) 181
Referencias bibliográficas 182
Otros libros 187
La práctica de la Terapia Sistémica 188
La magia está en tu interior 190
Adopción trauma y juegos 192
Técnica de reparentalización con muñecos 193
AMAE 195
199
	Portada interior
	Créditos
	Agradecimientos
	Prólogo
	1. Terapia Emocional Sistémica (T.E.S.)
	1.1. Introducción a la Terapia Emocional Sistémica (T.E.S.)
	1.2. Las emociones desde la Terapia Familiar Sistémica. Entenderlas y promoverlas como herramienta de cambio
	1.3. El apego desde una perspectiva sistémica-emocional-relacional
	1.4. Etapas emocionales del niño, niña y adolescente
	1.5. Dinámicas para reforzar cada etapa emocional desde la familia
	1.6. La familia de acuerdo a su etapa de ciclo vital
	2. Modelo de intervención S-E-R (Sistémico-Emocional-Relacional)
	2.1. Consideraciones previas en la intervención con niños, niñas y adolescentes desde diversos contextos
	2.2. Principios básicos desde la Terapia Emocional Sistémica
	2.3. Primer contacto con la familia
	2.4. Primera sesión informativa, ¿solo los padres o toda la familia?
	2.5. Si papá no puede (quiere) venir
	2.6. Primera sesión informativa
	2.7. Cómo explicarle al menor que va a venir a terapia
	2.8. Fase de evaluación sistémica
	2.9. Fase de devolución
	2.10. Fase de intervención: técnicas y herramientas sistémicas
	2.11. Cierre del proceso de terapia
	3. El buen uso de la tecnología en la familia
	4.Pautas y recomendaciones para madres y padres
	5. Historia de la Terapia Familiar Sistémica con niños, niñas y adolescentes
	6. Anexos
	1. Esquema de principales Modelos de Escuelas Sistémicas
	2. Modelo de Intervención Sistémica SER
	3. Así trabajamos
	4. Modelo de historia clínica
	5. Anexo para casos de adopción
	6. Test H.T.P.: Test de la Casa, el Árbol y la Persona. (John Buck) (House, Tree, Person)
	7. Test del dibujo de la familia (Louis Cornman)
	8. Test de Roberto y Rosita (Montenego, H. y Lisa Mª. T.)
	9. Test del Niño o niña bajo la lluvia (Querol, M. y Chaves, M. L.)
	Referencias bibliográficasOtros libros
	La práctica de la Terapia Sistémica
	La magia está en tu interior
	Adopción trauma y juegos
	Técnica de reparentalización con muñecos
	AMAE

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