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http://booksmedicos.org Principios de neuropsicología clínica con orientación ecológica Principios de neuropsicología clínica con orientación ecológica Aspectos Teóricos y Procedimentales © Editorial Encuentro 1° Edición. Impreso en Argentina ISBN: 978-987-1432-12-7 Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de tapa, puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o por fotocopia sin autorización previa. www.editorialbrujas.com.ar editorialbrujas@arnet.com.ar Tel/fax: (0351) 4606044 / 4609261- Pasaje España 1485 Córdoba - Argentina. Miembros de la CÁMARA ARGENTINA DEL LIBRO Principios de Neuropsicología clínica con orientación ecológica es una edición revisada y ampliada de Neuropsicología del comportamiento. Aspectos teóricos y procedimentales, Ed. Brujas, Córdoba, 2000. Mias, Carlos Daniel Principios de neuropsicología clínica con orientacion ecológica. - 1a ed. - Córdoba : Encuentro Grupo Editor, 2008. 180 p. ; 24x15 cm. ISBN 978-987-1432-12-7 1. Neuropsicología. I. Título CDD 150.194 www.editorialbrujas.com.ar mailto: editorialbrujas@arnet.com.ar “Lo que hago depende de lo que mi teoría me dice sobre el mundo, no de cómo es el mundo en realidad. Sin embargo, lo que sucede después depende de cómo es el mundo en realidad, no de como creo que es” (Claxton, 1984) | 9 A Raquel Krawchik, mi maestra y amiga con ella aprendí Neuropsicología, pero por sobre todo a disfrutar del trabajo Al Equipo de Apinep Córdoba y de SEMAS fieles amigos A Manuel y Gabriel mis queridos seres siempre | 11 ÍNDICE INTRODUCCIÓN _____________________________________ 13 PRIMERA PARTE Relaciones entre la actividad cerebral y la organizacion de la actividad mental - Revision de modelos explicativos __________ 17 Capítulo I Interrogantes y cuestiones propias de Neuropsicología Clínica ___ 19 Capítulo II Modelos funcionales cerebrales __________________________ 43 Capítulo III Técnicas de estudio del SN y su contribución al conocimiento de la función cerebral ____________________________________ 79 Capítulo IV El conocimiento de las asimetrías cerebrales ________________ 89 Capítulo V Conclusiones acerca de la actividad cerebral y mental _________ 121 Integracion dinamica de la multifactorialidad de la conducta _____ 126 Capítulo VI Aplicaciones clínicas __________________________________ 133 Capítulo VII Presentación de casos clínicos __________________________ 145 Referencias bibliográficas ______________________________ 165 PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 12 | Capítulo VII Aplicaciones clínicas Capítulo VIII Presentación de casos clínicos Referencias bibliográficas | 13 Introducción El presente texto esta destinado especialmente tanto a estudian- tes avanzados de Psicología y profesionales de la Salud que se encuen- tran interesados en el estudio del comportamiento humano y su organi- zación cerebral, como a quienes lo consideran necesario para la com- prensión de la psicopatología y los diversos trastornos de conducta. En correspondencia con los actuales modelos de salud-enfermedad, según los cuales el comportamiento es de carácter multidimensional, la obra se orienta a conocer algunos principios de valoración de la función ce- rebral en relación al comportamiento y su contexto. No obstante, a dife- rencia de los estudios clásicos del Sistema Nervioso y la Neuropsicolo- gía clásica, se destaca la importancia del estudio de las funciones cere- brales superiores en relación a la conducta, el medio y las diversas for- mas de aprendizaje, fundamentando aquí una Neuropsicología del Com- portamiento con orientación ecológica que considera al aprendizaje como el principal instrumento organizador de las funciones neurocogni- tivas, somáticas y conductuales. Por otro lado, se considera que el ser humano por medio del aprendizaje incorpora una serie de pautas con- ductuales y creencias que, influidas por el medio ambiente, producen a su vez un modo particular de organización de la función cerebral supe- rior y de procesamiento de la información. El presente material se ha elaborado a lo largo de varios años preparando clases en la Cátedra de Neuropsicología de la Universidad Nacional de Córdoba, y se sustenta tanto en las inquietudes y preguntas PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 14 | más frecuentes tomadas de los estudiantes y de la sistematización de materiales monográficos para su estudio, como de algunas conferen- cias, debates, investigaciones y publicaciones que se hicieran más re- cientemente. Con el objetivo de introducir temas propios de la Neurop- sicología clínica, a quienes por motivos de actualización consideran necesario el estudio de los procesos neuropsicológicos en la compren- sión de la conducta humana, se ha organizado esta obra en dos partes. La primera de ellas titulada “Relaciones entre La Actividad Cere- bral y la Organización de la Actividad Mental”, introduce el apasionante problema de esta compleja relación, con una revisión de algunos de los modelos más destacados en las últimas décadas en neuropsicología, y con un aporte importante a partir de estudios realizados en nuestro país, como los de Azcoaga J. y Krawchik R. y colaboradores. Se trata de mo- delos que, desde distintas disciplinas científicas y con algunas eviden- cias empíricas, tanto clínicas como experimentales, se han elaborado pensando en un sistema unitario e integrado. Se verá que, a pesar que existe acuerdo desde distintas líneas teóricas en Psicología en que el individuo (indivisible) es un complejo bio-psico-social, existe gran dificultad en modelizar sobre dicho concep- to, particularmente en el contexto de la práctica asistencial. Vemos por ejemplo que en el DSM-IV R ya se considera el término trastorno mental como una desafortunada distinción entre trastornos mentales y físicos. Esto es considerado en este manual como un anacronismo reduccionis- ta del dualismo mente-cuerpo; no obstante, conceptualiza luego el tras- torno mental como un síndrome o patrón comportamental o psicológico de significación clínica (American Psychiatric Association, 2000). Frente a tales consideraciones, se introduce primero la neurop- sicología clásica como disciplina que estudia las correlaciones entre alteraciones en el SN con alteraciones mentales. Luego se exponen algunas cuestiones referidas a distintos modelos cerebrales y paradig- mas terapéuticos. Se presentará con algún detalle (prescindiendo de los MIAS C. D. | 15 modelos neuronal y neuroquímico) una breve recorrida de modelos fun- cionales cerebrales, desde Jackson en el siglo XIX, hasta Alexander Luria y autores y posiciones más actuales. También se presentan las principales técnicas de estudio del SN disponibles en nuestro medio y su contribución al conocimiento de la función cerebral. Por último, ve- remos algunos aportes del conocimiento de las asimetrías cerebrales, y sus implicancias en la clínica y la educación. Finalmente, se observa que el largo camino recorrido en torno al problema mente-cerebro, está arrojando claves sobre las relaciones de la organización cerebral y la conducta humana. Sin duda ello nos permite extraer conclusiones más precisas sobre el valor y la interpretación de los exámenes neuropsico- lógicos, como de los métodos de neuroimágen en el estudio del sistema nervioso y la conducta, tanto normal como patológica. La segunda parte se refleja en la publicación del artículo “Inte- gración dinámica de la Multifactorialidad de la Conducta. Hacia un mo- delo referencial” (Rev. Avances en Psicología Clínica Latinoamericana Vol. 15 19-45 1997). Presenta un modelo de integración de factores generales que intervienen en la expresión de la conducta, permitiendo considerar los avances provenientes de losdistintos niveles de su análi- sis. El modelo es característico de la “Neuropsicología del Comporta- miento con orientación ecológica” -que se fundamenta en la presente obra- donde el aprendizaje es considerado como un instrumento organi- zador de la función cerebral superior y de los diversos programas de conducta. Dicha síntesis surge de consideraciones multiaxiales de eva- luación clínica, acordes a paradigmas multideterminados de salud- enfermedad y del empleo de programas de modificación de conducta en base a las particularidades neuropsicológicas y procesales de la función cerebral. Por último se exponen algunos aspectos procedimentales que se desprenden de dichas consideraciones, haciendo finalmente una presentación de casos clínicos. Se espera que el lector interesado encuentre (o renueve) en esta obra motivos para interesarse en el estudio de la Neuropsicología con PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 16 | una orientación en el campo del aprendizaje y la práctica clínica asistencial. Córdoba, marzo de 2000 Lic. Carlos D. Mías Profesor Adjunto p/c a cargo Cátedra Neuropsicología, Facultad de Psicología Universidad Nacional de Córdoba, Argentina | 17 PRIMERA PARTE RELACIONES ENTRE LA ACTIVIDAD CEREBRAL Y LA ORGANIZACION DE LA ACTIVIDAD MENTAL REVISION DE MODELOS EXPLICATIVOS | 19 I INTERROGANTES Y CUESTIONES PROPIAS DE NEUROPSICOLOGÍA CLINICA MIAS C. D. | 21 Desde que en la década del 60' distintos centros de investiga- ción comunican sus investigaciones, resultados y perspectivas del es- tudio neuropsicológico, hasta que en el año 1973 aparece el término de neuropsicología en los índices del Psychological Abstracts y más tarde en los del Index Medicus (Manga y Ramos, 1991); quedan validadas numerosas investigaciones e interrogantes sobre la relación entre los procesos psicológicos y la organización cerebral que los hace posible. Se configura así una Neuropsicología Clínica que correlaciona al- teraciones en el SN con alteraciones mentales (Luria AR, 1973), que evalúa la función nerviosa a través de la conducta (donde se observan primero las incipientes alteraciones cerebrales). Esto supone una eva- luación y descripción de los procesos neurocognitivos, un diagnóstico clínico-topográfico, y finalmente una programación terapéutica tendien- te a la reorganización de modalidades funcionales cerebrales y del com- portamiento (Peña Casanova J, 1983; 1991). Hablaremos de reorgani- zación funcional y no de rehabilitación (la muerte celular no se re- habilita) ya que frecuentemente es difícil restituir una función alterada; pero gracias a que el cerebro puede activar distintas alternativas morfo- funcionales para hacer la misma tarea, es posible una reorganización funcional orientada a través de programas planificados de conducta y reorganización medio-ambiental. PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 22 | Podemos decir entonces que la neuropsicología moderna se ha visto motivada por diversos interrogantes además de interrogantes es- pecíficos de la patología y la función cerebral. Por ejemplo: ¿Existe alguna relación entre procesos puramente psicológicos y las funciones cerebrales? ¿Pueden modalidades psicológicas particulares provocar patolo- gías del sistema nervioso, y viceversa? ¿Se pueden reconocer (diferenciar) trastornos de conducta, con- secuencia de alteraciones funcionales o patologías sutiles del sistema nervioso y no de conflictos psicológicos primarios? ¿Cómo se consideran los déficits cerebrales que se expresan en la vida diaria (de atención, memoria, gnosias, praxias, lenguaje, etc.) y no se encuentran nomenclados en las actuales clasificaciones psicopa- tológicas? ¿Cuál es la contribución de los modernos métodos de estudio por imágenes del SN en el diagnostico diferencial? ¿Qué efecto tiene el ambiente en la organización en la organiza- ción de las fundones cerebrales y la expresión conductual? ¿Cómo influye la estimulación neurocognitiva en la organización de modalidades funcionales y de procesamiento de la información? ¿Qué papel desempeñan el aprendizaje y la memoria producto de la experiencia individual, en la organización de la función cerebral y la conducta? MIAS C. D. | 23 ¿Qué aporta el conocimiento del procesamiento neurofuncional de la información o estilos cognitivos individuales para el aprendizaje, en una intervención orientada al cambio? ¿Qué clase de información debe proveer el medio ambiente, por ejemplo educativo, para el lograr un desarrollo integral cerebral y psico- lógico? La multiplicidad de interrogantes planteados por diversos auto- res y teorías han conformando a lo largo de la historia, distintos mode- los explicativos de la función cerebral que integra la actividad mental. En los mismos, como veremos más adelante, se observa que progresi- vamente ha adquirido una destacada importancia el fenómeno del aprendizaje como interfaz. Este último se concibe como un instrumento organizador de la actividad nerviosa y de programas de conducta y cognitivos, en virtud de las exigencias del medio. Dicha relación, en opinión de Krawchik Raquel (1989) por ahora se puede simplificar esquemáticamente de la siguiente manera: CEREBRO CONDUCTA APRENDIZAJE Este esquema nos permite observar que el cerebro permite la expresión de la conducta, posibilitando un aprendizaje que supone su- cesivos cambios en la actividad cerebral, y por consiguiente la organi- zación de la experiencia y un estilo funcional cerebral (funciones com- plejas). No obstante, el interés por las relaciones entre la actividad ner- viosa y la actividad mental proviene desde la antigüedad, y ha provoca- do numerosas investigaciones, ensayos y teorías que han intentado dar respuesta al problema mente-cuerpo. Basta recordar los modelos pro- PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 24 | puestos por Descartes y Francis Gall para comprender cómo las teorías propuestas han fluctuado desde el dualismo al monismo, del localizacio- nismo de funciones al antilocalizacionismo extremo. Concepciones monistas, dualistas y síntesis emergentista En opinión de Portellano Perez (1992) las concepciones dualistas se han basado en que las funciones mentales son una realidad diferente del sustrato neurobiológico, y por lo tanto deben ser estudiadas y trata- das con métodos propios. Ejemplos de ello han sido el dualismo Carte- siano, la doctrina cristiana, y en otro plano la doctrina Psicoanalítica, que sostienen una concepción dualista de la naturaleza humana. Si bien admiten la influencia de procesos nerviosos, la praxis no la integra en la interpretación de la actividad mental. Se entienden como instancias separadas que deben tratarse por separado y para ello se modeliza so- bre variables independientes que justifican intervenciones específicas. Las concepciones monistas afirman que mente y cuerpo son dos manifestaciones de un mismo tipo, y que no forman realidades indepen- dientes. Ejemplos de ello se pueden observar con la llegada del evolu- cionismo de Darwin, la doctrina Pavloviana, y el conductismo radical cuando ignora toda referencia a los procesos mentales (Portellano Pe- rez, 1992). Siguiendo este autor, una conciliación de ambas concepciones observada en la última década, caracteriza la síntesis emergentista, que sostiene que entre la materia y la conciencia hay una continuidad pero con diferencias cualitativas. Para el emergentismo la conciencia surge como una función que emerge de la actividad nerviosa superior (Porte- llano Perez, 1992). No obstante, si bien el emergentismo ha ido dismi- nuyendo la polémica existente, las polémicas acaloradas aún subsisten. Se suman a las mismas cierta confusión, cuando se entrecruzan distin- tos niveles de análisis que van desde lo filosófico a lo pragmático, lle- MIAS C. D. | 25 gándose a delimitar en algunos casos límites precisos por cuestioneseconómico gremiales y de mercado (v.g. lo orgánico atañe a la medici- na, y lo mental a la psicología). Por otra parte, en opinión de Searle (1980) toda teoría que pre- tenda ser explicativa de lo “mental” debe dar cuenta al menos de tres fenómenos: a. El de la conciencia b. La subjetividad de la conducta c. La intencionalidad de la conducta humana. Para algunas teorías contempo- ráneas la conciencia surge como una función de la actividad nerviosa superior (ANS); la subjetividad como producto de la experiencia acumu- lada, y la intencionalidad como reflejo de las bases motivacionales y afectivo-emocionales de la conducta. Si bien en un curso básico de neu- ropsicología se pueden discutir con mayor profundidad estas cuestio- nes, se puede adelantar que al respecto existen aún más interrogantes que respuestas. Ubicación de las funciones mentales En relación a la organización espacial de las funciones mentales, en opinión de Portellano Perez (1992) la neuropsicología contemporánea admite la existencia de una funcionalidad doble. En tal sentido, se admi- ten funciones específicas y localizadas en áreas discretas del SN (v.g. la visión), y otras de mayor complejidad funcional que involucran la activi- dad cerebral global (v.g. la lectura). La lectura es solo un ejemplo de una actividad que exige la actividad global del cerebro, comenzando en la corteza occipital, para continuar el procesamiento visual en la circunvo- lución angular donde se posibilita la conversión grafema-fonema. Otra región importante es el área de wernike del lóbulo temporal izquierdo, en donde se producen alteraciones sintáctico-gramaticales por lesiones más anteriores y alteraciones semánticas por lesiones más posteriores (Manga y Ramos,1991). PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 26 | De esta manera, las actividades sensoriales y motrices básicas están controladas por regiones más específicas, mientras que las Fun- ciones Cerebrales Superiores (FCS) suponen una actividad global y sin- tética. Cabe aclarar en este punto que las funciones cerebrales superio- res constituyen un concepto poco claro, pero que numerosos autores las identifican con la organización de las praxias, las gnosias y el len- guaje. Según Azcoaga (1983) tienen las siguientes características: 1. Son específicas del hombre 2. Son producto de procesos de aprendizaje 3. No son indispensables en todos los procesos de aprendizaje. Estas características permiten diferenciarlas de los dispositivos básicos del aprendizaje (DBA) como la sensopercepción, atención, memoria, moti- vación y base afectivo emocional; que tienen las siguientes propieda- des: 1. Son comunes al hombre y a los animales 2. Son indispensables en todos los procesos de aprendizaje 3. No son resultado de aprendiza- jes anteriores (aunque son modificados por nuevos aprendizajes). No obstante tratarse de clasificaciones operacionales de utilidad en la prac- tica clínica y educacional, más adelante veremos algunas correspon- dencias neuroanatómicas de las FCS y DBA. Consideraciones desde una perspectiva clínica Cuando nos referimos a patologías que afectan diferentes aspec- tos de la vida del ser humano, (habilidades sociales, intelectuales, afec- tivas o modos de interacción etc.) se dice en general que estamos fren- te a problemas de tipo psicológicos o psiquiátricos (según sea su nivel de gravedad), o bien orgánico-neurológicos si se trata de afecciones somáticas demostrables. En tal sentido, habitualmente se reconocen dos entidades diferenciadas en consonancia con el modelo dualista: Las enfermedades mentales por un lado, y las enfermedades orgánico- neurológicas por otro, tratadas por distintas disciplinas científicas, con diferentes metodologías y por lo tanto diferentes diagnósticos y aborda- jes terapéuticos (Krawchik, Mías, Etcheberry, 1996). MIAS C. D. | 27 Así, desde la Psicología, se han desarrollado las más diversas teorías en relación a los trastornos mentales, vinculados generalmente a conflictos de carácter emocional, conductual, vincular y de personali- dad. La Psiquiatría en cambio, se centró principalmente en el estudio semiológico de las alteraciones mentales y de la conducta, intentando encontrar categorías diagnósticas que permitan algún modo de clasifi- cación y tratamiento (en general farmacológico) de las mismas. Queda la Neurología como otra especialidad médica que se ocupa de todas las patologías que afectan de modo específico la actividad del sistema ner- vioso. Para ello cuenta con sofisticadas técnicas de exploración de la estructura y la función del SN, con una terapéutica basada fundamen- talmente en la farmacología y la cirugía (Krawchik y col. 1996). En este punto, es conveniente considerar que las observaciones de supuesta patología está en relación a las técnicas e instrumentos de estudio, de tal manera que solo puede afirmarse una supuesta normalidad desde las limitaciones que cada instrumento posee. Sin embargo, con el fin de evitar las perspectivas fraccionadas, se llega al acuerdo de considerar al ser humano como una unidad bio- psico-social, solo divisible a los “fines didácticos y prácticos” pero en definitiva divisible, y por demás en la práctica profesional. Demás está recordar a esta altura que “quien tiene como única herramienta un mar- tillo, tiende a ver todo problema como cabeza de clavo”. No obstante, desde una perspectiva multifactorial, actualmente nuevos paradigmas surgen del estudio de las funciones del cerebro, la conducta y el aprendizaje, que posibilitan el reconocimiento de meca- nismos integrados que sustentan diversos y eficaces programas de conducta (Krawchik, Mias, Faris y cols, 1996). PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 28 | Integración de la multifactorialidad de la conducta humana En la segunda parte de esta obra se presentan los fundamentos de la Neuropsicología del Comportamiento con orientación ecológica. Se trata de un modelo de integración de los distintos componentes del comportamiento humano, con el reconocimiento de algunos de los prin- cipales factores intervinientes (que justifican estudios y metodologías específicos y multicausales). Veremos entonces la necesidad (y posibi- lidad) de integrar en la praxis metodologías multifactoriales, acordes a las nuevas concepciones de salud y enfermedad. En tal sentido, veremos primero una breve revisión de los con- ceptos de normalidad, salud y enfermedad para ver cómo pueden orien- tar distintas modalidades de intervención, prevención y rehabilitación terapéutica, para luego entender la necesidad de contar con metodolo- gías de evaluación multiaxial, en las cuales las consideraciones neurop- sicológicas del comportamiento son esenciales. Conceptos de Normalidad, Salud y Enfermedad 1. El concepto de Normalidad Con bastante frecuencia pareciera que la dimensión psicológica y social fueran valoradas conforme a parámetros mediante los cuales se reco- nocen condiciones “normales o anormales”. Para revisar este concepto se seguirán algunos escritos de Offer y Sabshin (1966) en el sentido de que hay cuatro enfoques que abarcan las complejas definiciones que desde principios del siglo XX se vienen realizando: MIAS C. D. | 29 1.1. La normalidad como salud. Identifica la normalidad con la salud. Esta se entiende aquí como la au- sencia de síntomas y a un estado razonable (no óptimo) de funciona- miento psicofísico. 1.2. La normalidad como utopía. Considera la normalidad como producto de una armonía entre los ele- mentos del aparato psíquico, y el funcionamiento óptimo o autorrealiza- ción. A partir de la concepción de Freud de la normalidad como una ficción ideal, se identifica la persona normal con la persona ideal. Se entiende por lo tanto, que los modelos que sostienen estas ideas, no admiten la necesidad de valorar la conducta humana en términos de normalidad, no obstante es claro el presupuesto de utopía de la misma. Autores comoMoney y Kyrle (1957) defienden este criterio, y relacio- nan la normalidad con el autoconocimiento y llegan a la conclusión de que “no puede haber ninguna persona normal, puesto que el autocono- cimiento siempre es incompleto. Así, será una utopía inalcanzable”. En la opinión de Hartman “todo Yo está sometido a cierto grado de trauma, no puede existir un funcionamiento yoico perfecto, por lo tanto la nor- malidad es utópica”. Igualmente, cuando Rogers en 1959 describe su modelo de una “persona en pleno funcionamiento” identificada con “el extremo final de una psicoterapia óptima”, se acerca a este criterio utó- pico (Offer y Sabshin, 1966). Este criterio explica en parte, la difusión y aceptación de intervenciones terapéuticas prolongadas y fundadas en la interpretación con el objetivo de reestructurar la personalidad; y en las cuales las personas van adquiriendo conocimiento de algunos principios de las teorías que las sustentan, para (curiosamente) posibilitar su au- toconocimiento desde allí. No obstante, es claro que cada teoría psico- lógica en sus aplicaciones clínicas pretende influir en la teoría del cono- cimiento que tiene cada persona sobre el mundo, para que luego desde allí se reacomoden los aspectos traumáticos y disfuncionales que pue- dan perturbar la conducta y la personalidad. Sin embargo, en ocasiones PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 30 | estas prácticas suponen instalar una mirada que no considera los valo- res, ideas o creencias que traen las personas, sino por el contrario, pro- ducir un particular modo de autoconocimiento acorde a los preceptos de cada teoría. 1.3. La normalidad como promedio. Empleada en estudios normativos de la conducta (tests), concibe la normalidad como la zona media de una representación gráfica en cam- pana, cuyos extremos son desviaciones. Reconocemos que con bastan- te frecuencia se emplean test en las ciencias de la salud, y que los mismos deben estar normatizados en la población que se los emplea. No obstante la aparente rigidez de esta valoración (de indudable valor práctico), en nuestra opinión, observamos que las personas comunes (y a veces profesionales) operan con un “sentido de normalidad” que resul- ta de una valoración promediada (del mundo en que viven) en forma implícita, a partir del cual se realizan valoraciones y se toman decisio- nes. 1.4. La normalidad como proceso. Es el resultado final de sistemas que interactúan, que cambian con el tiempo y que requieren de una capacidad adaptativa conforme evolu- ciona el individuo y la sociedad. Esta concepción destaca los cambios temporales como esenciales para considerar la normalidad, lo que es bien visto por las teorías del aprendizaje y cognitivo conductuales, pues- to que la normalidad no es considerada como algo innato, sino que debe adquirirse y mantenerse en el curso evolutivo. Desde esta perspectiva no existen diferencias esenciales entre lo que se podría llamar conducta normal o anormal, dado que una y otra se erigen a partir de sistemas que interactuan entre sujeto, contexto y evolución. Siguiendo los escritos de Offer y Sabshin, otros intentos de pro- porcionar criterios, pese a no ser tan amplios, coinciden con los autores MIAS C. D. | 31 mencionados, como los de Wolff (1958) que definió la normalidad como una construcción que puede tener tres significados: 1) el promedio es- tadístico, 2) normativo, que guía los ideales terapéuticos y de interven- ción; y 3) clínico, que define lo normal como la capacidad para funcionar adecuadamente con respecto al medio. El uso que hace Wolff de lo normativo es análogo a la “normalidad como utopía” de Offer y Sabshin. Otro ejemplo, son los estudios de Ruesch y Bateson (1954) que han examinado tres principios implícitos subyacentes al concepto de “pato- logía”: 1) el concepto estadístico, que se refiere a la desviación con respecto a la norma, 2) el concepto de funcionamiento óptimo, derivado de la medicina, y 3) la categorización diagnóstica de la patología, de- terminada de acuerdo con criterios conocidos y establecidos. Dichos conceptos tienen ciertas similitudes con los criterios de Offer y Sabshin, pero surgen en mayor medida del interés psiquiátrico tradicional por la patología, que por un interés por la normalidad en sí. Tabla 1. Síntesis de los principales modelos de normalidad PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 32 | 2. Revisión del concepto de Salud Revisamos ahora del concepto de salud, reconociendo que el mismo no es un concepto unívoco, pese a ser ampliamente utilizado, y a la in- fluencia que tiene en la orientación de las distintas modalidades (y polí- ticas) de prevención, intervención y rehabilitación terapéutica. En tal sentido, Sarué H. (1985) reconoce en el curso de la historia de occiden- te tres paradigmas que interpretan este concepto: 2.1. El paradigma del equilibrio de los humores corporales: Hegemónico durante la edad media, la salud es concebida como un equilibrio de los humores como la bilis, sangre, pituita etc., y la enfer- medad es por lo tanto una rotura del mismo. Por lo tanto, el restableci- miento de la salud (intervención) se basaba en restablecer dicho equili- brio a través de sangrías, eméticos, diuréticos, infusiones etc. (Sarué H, 1985). 2.2. El paradigma mecanicista de la salud como adaptación al medio: Surge con el advenimiento de la máquina a vapor y la industrialización consecuente. Se comienza a ver el funcionamiento del cuerpo humano en forma análoga a la máquina: “ambos consumen oxígeno, producen calor y movimiento, eliminan agua y residuos etc.” (Sarué H, 1985). Así las cosas, el cuerpo humano es visto como una máquina que debe adaptarse a su medio como expresión de salud, para lo cual se la refuer- za con vacunas, sueros, vitaminas etc. “La salud fue interpretada enton- ces como la estructura mecánicamente completa y fisiológicamente silenciosa del cuerpo humano”. La enfermedad entonces es el disfun- cionamiento de la máquina, que se manifiesta con signos y síntomas que configuran una entidad diagnosticable, con una patogenia que se debe especificar. La recuperación producto del tratamiento “se lograría por fármacos, suplemento o compensación alimentaria y hormonal, con MIAS C. D. | 33 la extirpación de las partes inservibles o perjudiciales de la máquina por la cirugía, inclusive preventiva de los riesgos”. Así, con los avances tecnológicos que afinan la escala de observación de la máquina huma- na, y la difusión del conocimiento, fueron surgiendo las especialidades médicas “que pudieran saber más de menos y menos, hasta que un humorista satirizó: hasta saberlo todo... de nada” (Sarué H, 1985). El resultado de este paradigma es el cuidado de la máquina (vísceras, apa- ratos, sistemas independientes etc.) y no de personas que se presentan completas en demanda de atención. Quizá esta modalidad de interven- ción que reconocemos aún en nuestros días (en parte por los intereses y divisiones de mercado que suponen), contribuya en la explicación de la difusión y aceptación progresiva en las últimas décadas de la medici- na homeopática y/o alternativa en detrimento de la alopática tradicional, en las cuales las personas suelen llevar la ilusión de ser comprendidas en dimensiones que le dar mayor unidad como tales. 2.3. El paradigma de la multicausalidad: Característico de los últimos años, se observa que “la monocausalidad está siendo sustituida por la multicausalidad y multifactorialidad de los condicionantes de la salud y sus variaciones. La idea de una capacidad biológica de salud idéntica para todos los seres humanos, cambia por la de una capacidad genética potencial, favorable en parte y desfavorable a veces, para generar salud; capacidad que es activada o deprimida por factores ecológicos y sociales” (Sarué H, 1985). Este modelo, importan- te para la neuropsicología, exige por lo tanto la integración de las disci- plinas científicas(interdisciplina), lo que ha dado lugar actualmente a los denominados “equipos de salud”. Sin embargo, en nuestra opinión los modernos equipos de salud deben dar pruebas de que funcionan como tales y no como una suma de profesiones aisladas que no compar- ten ni siquiera un lenguaje común, y encubren una práctica igualmente disociada (Krawchik y col. 1996). Del mismo modo que las suma de las partes no es igual al todo, la suma de profesiones no es igual a un equi- po de salud, a pesar que la marquesina así lo presente. PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 34 | Basta recordar cómo el denominador común en el desarrollo de las ciencias ha sido la escisión, el dualismo, la parcialización de los fe- nómenos de la naturaleza (Krawchik R, 1992). Algunos ejemplos cono- cidos son: cuerpo-alma, cerebro-mente, físico-psíquico. Pensamos que estos dualismos no se resuelven con “equipos interdisciplinarios” inte- grados por profesiones que guardan conocimientos “isla”, sin un lengua- je y cuerpo teórico básico en común (transdisciplina). Igualmente cree- mos en la factibilidad de un lenguaje integrador de distintas disciplinas (a partir del paradigma de multicausalidad en salud) sin mayores con- tradicciones metodológicas, conceptuales y epistemológicas; cuya dis- cusión escapa a los objetivos de la presente obra, por lo que se reco- mienda la lectura de Krawchik, Mias y Etcheberry (1996). También cabe citar una experiencia realizada en la Maestría de Neuropsicología de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, en donde por primera vez en un medio académico se agru- pan distintos profesionales como Psicólogos, Psiquiatras, Neurólogos, Fonoaudiólogos, Kinesiólogos, Psicopedagogos y Lic. en Ciencias de la Educación entre otros, con el fin de realizar un estudio en común. Esto posibilita tanto la adquisición de conocimientos básicos comunes, como de un lenguaje que sin duda permitirá un mayor entendimiento entre las profesiones. No obstante, habrá que esperar unos años para valorar el impacto que estas promociones tendrán en la conformación de nuevos equipos de salud, en donde la valoración neuropsicológica tenga un lugar. No obstante ello, debe tenerse en cuenta que los conocimientos que se adquieren en las universidades con los últimos avances científi- cos, con frecuencia deben someterse a las exigencias del mercado asis- tencial, que termina por imponer un modelo de trabajo ajustado a los tiempos, recursos y condiciones de intervención. MIAS C. D. | 35 Tabla 2. síntesis de los principales paradigmas de la salud Paradigmas de Salud (Sarué, H. 1995) Modelo del Equilibrio de los Humores Corporales Modelo de la Adap- tación Mecánica al Medio Modelo de la Multicausalidad La salud es el equilibrio de los humores como la bilis, pituita, sangre etc. El organismo es como una máquina que debe adaptarse a su medio como expresión de salud. La salud es la estructura mecáni- camente completa y fisiológicamente silen- ciosa del organismo. Atomización y espe- cialidades: saber más de menos... La monocausalidad se substituye por la multicausalidad. Se reconocen factores pro- tectores y de vulnerabilidad. Equipos de tra- bajo. 3. Revisión de modelos explicativos de la Enfermedad Mental La segunda guerra Mundial genera al hombre la necesidad de replantear su relación con el medio. Ello motivó notables cambios en el campo asistencial, en los motivos de consulta, como en la demanda de inter- venciones rápidas y eficaces (centradas en el cambio), tanto en lo indi- vidual como en lo social. De este modo surgen profundos cuestiona- mientos en el campo de la Psicología, a los modelos de salud- enfermedad dominantes de la época, que no lograban dar respuesta a los cambios producidos. Esto motiva una revisión evolutiva del núcleo central de los distintos paradigmas explicativos de la enfermedad men- tal. En tal sentido, algunos autores (Mayor J, 1984) desde una perspec- tiva conductual, concuerdan en el reconocimiento de los siguientes mo- delos en la historia de la enfermedad mental: PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 36 | 3.1. Modelo Demonológico Hegemónico durante la antigüedad y la edad media. Solo diremos en este caso, que la conducta valorada en ese entonces como alterada, al no ser comprendida, se atribuía a demonios o espíritus que poseían a las personas. Estas eran segregadas de la sociedad, y su conducta se consideraba como signo de haber sido elegidos por espíritus malignos. Con esta explicación (diagnóstico) las intervenciones de este modelo serán los tratamientos basados en el exorcismo para expulsar los de- monios, con técnicas diversas como la plegaria, el castigo, la tortura, la trepanación, hasta la hoguera. 3.2. Modelo Biológico Médico Traslada el modelo médico de enfermedad al campo de los trastornos mentales. Así, “la enfermedad mental es vista en forma análoga a la enfermedad física; en consecuencia los tratamientos suponen dietas especiales, curas de sueño, psicocirugía etc. y fundamentalmente far- macoterapia” (Mayor J, 1984). En el desarrollo de la psiquiatría biológi- ca actual, por ejemplo, se admite que “la principal herramienta terapéu- tica es el medicamento psicotropo” (Moussaoui, 1992). Por ello, este modelo tendrá gran preocupación en hacer un diagnóstico que clasifique a las enfermedades y por lo tanto, probablemente, a los pacientes. Es así como en los últimos lustros asistimos a una explosión de modelos farmacológicos del comportamiento, cuyo fin es hallar el medicamento apropiado que ponga fin al malestar del sujeto, casi en independencia de su persona, hábitos, vida diaria y afectiva emocional. Esto además pareciera estar en consonancia con la fantasía social de pretender vivir como se quiere, y en caso de malestar ingerir el medicamento apropia- do que lo alivie, para luego seguir con las condiciones de vida que tal vez estén llevando a la producción de dicho malestar. Con todo esto vemos que no se contemplan las consecuencias sociales de incluir a los pacientes en una categoría nosológica, lo que puede ser muy grave por las discriminaciones y pérdidas de oportunidades que acarrean (Mayor MIAS C. D. | 37 J, 1984). No obstante, en nuestra experiencia no dudamos del valor del diagnóstico ni de la terapéutica farmacológica, pero reconocemos su utilidad cuando tiene implicancias de programación terapéutica (no de clasificación y prescripción únicamente). Sin embargo, la influencia de este modelo ha desvirtuado el rol del psicólogo clínico, que lo llevó a asumir un papel inicial de auxiliar del psiquiatra con la tarea de colabo- rador en el diagnóstico (Yates A, 1973). Por ello la tradición del psicó- logo ha sido la de administrar test, evaluar personalidad, medir coefi- ciente de inteligencia, realizar un psicodiagnóstico, determinar si un sujeto tiene lesión cerebral o no (?) etc. Esta función, que se ha atenua- do en las dos últimas décadas (afortunadamente), fue debida entre otras cosas, a la necesidad de comunicarse con la psiquiatría que entonces monopolizaba el tratamiento de la salud mental y exigía de estudios psicológicos complementarios para su diagnóstico. 3.3. Modelo Intrapsíquico Este modelo desplaza el origen de la enfermedad de lo orgánico a lo psíquico, reforzando el dualismo cartesiano cuerpo-mente. Si bien se admite que el organismo puede estar involucrado, la enfermedad estará ligada a causas profundas subyacentes; y con la idea: “los problemas deben ser sacados de raíz” estas no pueden ser más que profundas, de manera que el conflicto es casi exclusivo del individuo. En tal sentido, los síntomas constituyen la superficie de conflictos subyacentes adqui- ridos en edad temprana. Se interpretan como un mecanismo de defensa que resuelve temporalmente el conflicto, en consecuencia no se debe abordar directamente, dado que se produce una sustitución de los mis- mos dejando inalterada la causa psíquica.De esta manera las interven- ciones se dirigen a reestructurar la personalidad y no a tratar los sínto- mas de los trastornos psicológicos. Una crítica común a ello es la pos- tergación del alivio de la persona sufriente. Además, frecuentemente requiere de tratamientos prolongados, que desde lo metodológico no permiten precisar si los resultados son producto del tratamiento, de la evolución-maduración natural del sujeto ante eventos externos, o de un PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 38 | efecto interactivo entre ambos. Por otra parte, estas consideraciones suelen ser muy seductoras para el practicante amateur, que asume que los “síntomas deben ser sacados de raíz”, sin preguntarse si la supuesta raíz de un problema puede estar en otras variables más allá del incon- ciente. Por ejemplo, la raíz de la ansiedad de un estudiante ante los exámenes bien puede estar en deficiencias neuropsicológicas o en la falta de adquisición de un adecuado método de estudio, antes que en supuestos mecanismos inconcientes. Por ello, estos modelos son fuen- te de numerosas y más actuales críticas, pese al curioso argumento con el que Freud respondía: “o se debe a la resistencia de los críticos a re- conocer la preeminencia de lo sexual, o están basadas en la incapaci- dad para comprenderla al no haber sido previamente psicoanalizados”. Este dogmatismo hará que con frecuencia cualquier oposición sea pro- ducto de mecanismos de defensa (neurótico) y no de criterio científico (Mayor J, 1984). 3.4. Modelo Socio-cultural Con una amplia tradición en psiquiatría y psicología, este modelo enfati- za los determinantes sociales y culturales como fuente de enfermedad mental, privilegiando el estudio del contexto social y ecológico, en lugar del individuo. “Se considera al hombre sano que es enfermado por in- fluencia de la sociedad, otorgando importancia a la labor preventiva mediante la educación pública” (Mayor J, 1984). Igualmente este mode- lo ha encontrado eco en las ciencias sociales, que advierten sobre la relación entre cultura o sociedad y enfermedad mental. Asimismo la epidemiología aporta evidencia que avala la correspondencia entre va- riables culturales y la prevalencia de enfermedad. Este modelo ha gene- rado distintas teorías, desde teorías ecológicas de los sistemas (Kelly), la antipsiquiatría (Cooper, Laing, Basaglia), teoría de las crisis (Linde- man) entre otros. Presenta diversidad de orientaciones, con discrepan- cia de objetivos y de conceptualizar los problemas. Por esta razón los tratamientos son diversos, desde tratamientos ambientales, programas para crisis y prevención, psicotraumas sociales y grupales etc.” (Mayor MIAS C. D. | 39 J, 1984). Su importancia radica en centrar la atención en las considera- ciones sociales y ecológicas de la enfermedad; su debilidad, en ser esto insuficiente para el individuo afectado. 3.5. Modelo del Aprendizaje Este modelo adquiere valor a partir de estudios en psicología aplicada realizados en las décadas del 40 y 50 principalmente. Considera la en- fermedad mental como producto de aprendizajes en el que intervienen diversos factores condicionantes (actualmente cognitivos, sociales, de significado, biológicos etc.). Sin embargo, en nuestros días se reconoce aún el paradigma mecaniscista de la salud como adaptación al medio en su práctica, aunque más recientemente (Bayés R, 1987) se avanza con- forme con el paradigma actual de la “multicausalidad” como explicativa de la salud y la enfermedad. Ejemplo, la enuresis no será vista como una agresión desplazada a los padres, sino como producto de un aprendizaje de no retención, influido por factores emocionales, cognitivos, biológi- cos etc. que pueden originar las condiciones y mecanismos de aprendi- zaje; y que habrá que determinar cuándo guardan una relación funcional con el problema. Se sostiene desde entonces que los mecanismos de aprendizaje son iguales tanto para el comportamiento normal como alte- rado (a excepción de influencias genéticas y de lesión); aunque actual- mente se reconocen modificaciones en el concepto de aprendizaje y sus mecanismos de adquisición. Por ello inicialmente se buscaron las cau- sas del comportamiento alterado en el ambiente, y el tratamiento se orientaba al síntoma (Eysenck, Yates, Wolpe, Rachman, Mower, Miller). Con ellos surge una orientación clínica a los finales del 40, basada en “conocimientos empíricos y teóricos del aprendizaje con el fin de expli- car la génesis y mantenimiento de patrones anormales de conducta” (Yates A, 1973). Finalmente se defiende la sustitución del concepto de enfermedad mental, por el concepto de conducta aprendida. Sin embargo, en la década del 60 y bajo la luz de nuevos avan- ces en el aprendizaje (Pozo I, 1989) en el campo experimental (Rescorla, PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 40 | Wagner, Mackintosh, Seligman entre otros), y en el campo aplicado (Bandura, Ellis, Meichembaun, Mahoney), se atribuye gran importancia a factores cognitivos y biológicos. Se sigue pensando que el aprendizaje es el principal instrumento (no el único) de adquisición y de cambio de la conducta, pero ya no se tratará el síntoma (con algunas excepcio- nes), sino el comportamiento como expresión funcional de procesos cognitivos, biológicos y conductuales, que se desarrollan en un contex- to, el cual provee refuerzos y elementos para que el sujeto pueda plani- ficar su vida, hasta donde le sea posible. Tampoco estos modelos trabajan únicamente sobre la enferme- dad, sino por el contrario, los mecanismos de autocontrol tanto como el desarrollo de conductas asertivas preexistentes en el repertorio de la persona, son objetivos fundamentales en la promoción de la salud, en detrimento de la enfermedad. Es claro entonces que la salud debe ser más beneficiosa que la enfermedad, aún cuando ésta por su cronicidad y beneficio secundario pueda configurar un estilo de vida. De este mo- do, las intervenciones serán (por lo general) el resultado de evaluacio- nes multiaxiales o Comprehensy Programs (no solo conductuales o para el cambio), que deberán finalmente posibilitar en la vida de las perso- nas, cambios con un sentido (de naturaleza afectivo-emocional) de su relación con el medio. No obstante, en el seno de este modelo existe una gran diversidad paradigmática y en menor grado metodológica, algunos de los cuales reflejan un exagerado ambientalismo que simplifi- ca enormemente las bases motivacionales de la conducta humana. Por último, este modelo permite el uso referencial de las clasificaciones internacionales de los trastornos mentales (DSM- IV, 1995; 2000; ICD- 10. 1993) por su carácter descriptivo y concensuado, sin por ello dejar de lado profundas críticas a dichas clasificaciones. En síntesis, estos modelos, no descuidan el análisis del contexto y su interacción con la estructura cognitiva-afectiva, debido a que la conducta de las personas ocurre, se desarrolla y se modifica en función de condiciones ambientales: “el sujeto está sujeto a un ambiente”, o MIAS C. D. | 41 como diría Ortega y Gasett “yo soy yo y mi circunstancia”. Con los avances en aprendizaje, ya no se considera un sujeto mecánico que responde a un estímulo; sino una persona activa cuya acción se organi- za en el mundo que vive, o en el contexto que opera. De este modo, el sujeto atiende al significado que le otorga a estos eventos, y no a los estímulos en sí mismos. Y al significar la persona opera con su base afectivo-emocional dándole un sentido a los mismos. Sin embargo estos modelos posibilitan paradigmas que ven en el aprendizaje el único ins- trumento de explicación e intervención, en ocasiones caen en un exage- rado tecnicismo, o bien se sobredimensionan ciertas variables en detri- mento de otras. Igualmente son fuente de numerosas críticas fundadas en la diversidad paradigmática (Mayor J, 1980; Fernández Ballesteros R, 1994) y metodológica en algunoscasos, y en otros, en sus aplicacio- nes reduccionistas. PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 42 | Tabla 3. Síntesis de algunas conceptualizaciones de enfermedad mental | 43 II MODELOS FUNCIONALES CEREBRALES MIAS C. D. | 45 A finales del siglo XIX el neurólogo Jackson H. sostenía que el SN se organiza en una serie de niveles según un principio de subordina- ción. De manera que cuando ocurre la desintegración de un nivel supe- rior, se produce una liberación de las funciones de los niveles inferiores. Así los síntomas se podrían diferenciar según las siguientes categorías: a- síntomas por déficit (consecuencia directa de la lesión en un nivel), b- síntomas por liberación (consecuencia de la falta de inhibición sobre los niveles inferiores). Figura 1. Evolución de Modelos que suponen una diferenciación progresiva de las estructuras y de la complejidad de la conducta (Peña Casanova y Barraquer Bordas, 1991) PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 46 | Por otra parte, el cerebro trino de Mac Lean propuesto en 1949 sugiere una organización en capas que representan distintas fases o niveles del desarrollo del cerebro. Su modelo es modificado por Brown (1977) que reconoce un cuarto nivel que admite influencias ontogenéti- cas, además de otorgarle una diferenciación funcional a los hemisferios cerebrales. También Campbell en 1954 trazó un esquema de organización funcional del SN, pero con respecto a la ordenación en el tiempo. Así, los sistemas situados por delante de la cisura central tienen relación con la elaboración del futuro, los sistemas posteriores retro-rolándicos organizan los procesos mentales relativos al pasado; y los sistemas centrales (retículo-limbicos) da continuidad a la vida instintiva afectiva en el presente. El esquema de la página anterior nos muestra cómo se ha ido dando importancia a los procesos intermedios entre los inputs y los outputs a través del descubrimiento de las funciones de la corteza aso- ciativa y de las estructuras límbicas (que unen el medio interno con el externo). Se comprende que a medida que se avanza en la evolución, aumenta la complejidad de los procesos intermedios entre el estímulo y la respuesta. El lenguaje, el pensamiento abstracto, la memoria, la expe- riencia subjetiva, la conciencia y la autoconciencia, son algunas mani- festaciones de este complejo procesamiento. Entre las necesidades más biológicas y fundamentales (las urgencias hipotalámicas) y la reali- dad externa se interponen los procesos intermedios: la función límbica y la función de la corteza de asociación (Peña Casanova, 1991). Según A. R. Luria (1973) la organización cito-arquitectónica y funcional expuesta, pone de relieve los siguientes principios de organi- zación cerebral, producto del desarrollo tanto filogenético como ontoge- nético: MIAS C. D. | 47 a) Organización jerárquica de las áreas corticales. Se refiere a las relaciones entre las zonas corticales primaria, secundaria y terciaria, responsables de la síntesis cada vez más compleja de la información aferente. b) Especificidad decreciente de las áreas corticales. Las áreas primarias son altamente específicas y cumplen una labor de análisis de la información; en las áreas secundarias las neuronas asociativas po- seen una especificidad menor vinculada a la síntesis y proyección de la información. Las áreas terciarias son poco específicas pero de mayor complejidad (multimodales) vinculadas a las síntesis simultáneas de la información integrada de los distintos analizadores. c) Lateralización progresiva de las funciones cerebrales. Los hemisferios cerebrales son asimétricos anatómica y funcionalmente. Ivan P. Pavlov Iván P. Pavlov ve en la fisiología la conexión entre la anatomía cerebral y los procesos psicológicos. Para Pavlov la actividad nerviosa superior (sin la cual lo psicológico pierde sustento) supone una interac- ción entre la excitación y la inhibición producto de la actividad de millo- nes de neuronas; que bajo la lectura de ciertos parámetros (equilibrio, fuerza y movilidad de los procesos nerviosos) permiten entender la di- námica de la fisiopatología de la actividad nerviosa. La fisiopatología es similar a la actividad normal pero en condiciones modificadas. A partir de sus estudios experimentales, Pavlov reconoció las condiciones que llevaban a una ruptura de la normalidad de la actividad nerviosa. En tal sentido Azcoaga (conocedor de la obra Pavloviana) cita las siguientes (1983): PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 48 | Excitación extrema por excesiva intensidad de los estímulos. Inhibición llevada al límite. Movilidad llevada al límite (alternando excitación e inhibición). A partir de estas condiciones observadas experimentalmente, se reconocen una serie de procesos fisiopatológicos, que Azcoaga resume en: Alteraciones de la movilidad: inercia, irradiación desordenada. Alteraciones de la fuerza: debilidad de la inhibición interna (lo que libera modalidades de excitación), debilidad de las manifestaciones excitatorias. Alteraciones del equilibrio: predominio de la inhibición (especialmen- te de modalidades anormales), predominio de la excitación (por de- bilidad de la inhibición interna). Considerando que la trayectoria de circulación de la información se realiza según los procesos de excitación e inhibición, la ruptura de los mismos en términos de equilibrio, fuerza y movilidad, permite reconocer diversas expresiones patológicas en, por ejemplo, el campo del lenguaje. Según Azcoaga J. (1985) el lenguaje se organiza a partir de la acción conjunta de dos analizadores. El analizador cinestésico motor, que tiene la función de codificación fonológica y sintáctica, y el analiza- dor verbal o de Wernike con la función de decodificación y codificación semántica. La depresión funcional de estos analizadores da lugar a dis- tintos síntomas de naturaleza fonológica, sintáctica o semántica, con manifestaciones excitatorias o inhibitorias. Para el caso del analizador cinestésico motor, se pueden obser- var en el lenguaje síntomas de naturaleza inhibitoria (-) como lentifica- ción en la elocución, latencias, omisión de fonemas, agramatismo, anomias y fatigabilidad. Por el contrario, síntomas de naturaleza excita- MIAS C. D. | 49 toria (+) se observan en sustituciones de rasgos, fonemas, parafasias sintagmáticas y neologismos. En relación al analizador verbal que afecta la decodificación y codificación semántica, se observan síntomas considerados de natura- leza inhibitoria (-) como lentificación en la comprensión, latencias, ano- mias y fatigabilidad. Síntomas de naturaleza positiva (+) por insuficien- cia de la inhibición interna permite observar sustituciones o desplaza- mientos en la red semántica de elementos portadores de significado, como parafasias semánticas, perseveraciones, ecolalias, logorrea y jergafasia (Azcoaga J, 1985). En la tabla 4 se resumen los principales síntomas afásicos según este autor, y en las figuras 2 y 3 una represen- tación de los síntomas que se observan como consecuencia de la des- organización del analizador verbal y cinestésico motor verbal (Azcoaga J, 1985) Tabla 4. Principales síntomas afásicos según predominio (+) (-) PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 50 | Figura 2. Desorganización del analizador verbal Figura 3. Desorganización del analizador cinestésico motor verbal Por otro lado Pavlov también se refirió al lenguaje como un me- dio de abstracción de la realidad: La misma se consigue sustituyendo las cosas o acción concreta con palabras. Por lo tanto, las palabras, en virtud de la historia del Sujeto y la Cultura, están relacionadas con estí- mulos externos o internos a los que señalizan y reemplazan, por lo que pueden provocar los mismos efectos que los estímulos originales. Ello se obtiene mediante la asociación entrelas cosas (acción concreta o complejo estimular) con palabras (a lo largo del curso de discutirá la MIAS C. D. | 51 adquisición del sentido por mecanismos de reestructuración o reor- ganización del sistema de conceptos). El lenguaje constituye el Segundo Sistema de Señales que para Pavlov se forma por la combinación repetida y asociada de un estímulo verbal con otros del medio externo o interno del organismo; y es organi- zado mediante la información propioceptiva de los músculos, articula- ciones y tendones. Así se van creando conexiones neuronales que posi- bilitan la expresión cognitiva del individuo. Vale decir que “las palabras son indiferentes al sujeto hasta que en la corteza cerebral surge una conexión entre la palabra (o estímulo condicionado) y un estímulo del primer sistema de señales” (Platonov 1956). I. P. PAVLOV “La palabra, en virtud de toda la vida pasada del hombre adulto, está relacio- nada con todos los estímulos externos e internos que llegan a los hemisferios cerebrales, sustituyéndolos todos, señalizándolos, y es por esto que puede provocar las mismas acciones y reacciones del organismo que determinan aquellos estímulos”. Por ejemplo, la palabra “duele” adquiere significado en el niño cuando se asocia aunque sea una vez con el dolor real u observado. Solo después de esto puede aparecer la reacción condicionada corres- pondiente al estímulo verbal “duele” (Vvedensky y Bíkov, 1947). Así mismo, se midió una reacción respiratoria y cardiaca más intensa en respuesta a las palabras “duele mucho” (Platonov y col., 1958). Igual- mente, la expresión verbal “¡mira!” adquiere significado como estímulo condicionado (Ec) cuando se asocia al refuerzo de un objeto presentado en el campo visual. PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 52 | Luego, las cadenas asociativas se complejizan, quedando aso- ciadas a estímulos del primer sistema de señales, pudiendo provocar la activación fisiológica que los mismos producirían. Por ejemplo, las reac- ciones de náuseas, vómitos y de preocupación ante la palabra «propo- leo» en la población que consumió dicha sustancia sin el efecto tóxico. La respuesta de taquicardia al escuchar un cuento de «terror» en una noche particular. Igualmente se tendrá una respuesta condicionada ante las palabras (o ideas) evocando otras palabras o ideas, como ejemplo «vacaciones» «militares» «cáncer» «globalización» etc. En algunos casos evocarán respuestas adquiridas (tanto fisiológicas como cognitivas) en el curso de la experiencia individual, en otros casos prevalecerá el signi- ficado que le confiere la cultura cuando la experiencia individual está ausente. Lo interesante del lenguaje (con sus componentes verbal y ges- tual) considerado inicialmente como un sistema de señales condiciona- das (Ecs) que reemplazan la realidad (aunque no necesariamente la reflejan), y el hecho de que produce los cambios fisiológicos que la misma produciría; radica en sus enormes implicancias terapéuticas: desde recursos tan viejos como la sugestión (por ejemplo para producir analgesia verbal), el efecto placebo (como producir relajación muscular con una píldora de sal), hasta técnicas más empleadas en la actualidad como la “modificación semántica” y la “reestructuración cognitiva” en- tre otras. Lev S. Vygotsky También Lev S. Vygotsky abre nuevas perspectivas en torno a la organización cerebral y la actividad mental, a punto tal que es consi- derado uno de los precursores del desarrollo de la Neuropsicología. A lo largo de su vasta obra Vygotsky considera cómo se modifica esta rela- MIAS C. D. | 53 ción en el curso de la ontogenia y con la desintegración de funciones por lesión cerebral. Vygotsky otorga especial importancia al empleo de las herra- mientas para modificar el mundo externo, y de signos que median nues- tras acciones y dirigen los procesos psicológicos; y del origen social o exterior al organismo biológico (en oposición a aquellos que ven su ori- gen en el cerebro o en las profundidades del espíritu). El desarrollo men- tal del niño no supone una mera maduración del sistema nervioso o de los rasgos innatos, sino que ocurre en el proceso de relación con los objetos externos y con las personas adultas. Así es como el niño llega a dominar el empleo de herramientas que se han acumulado a lo largo de la historia del hombre; y cómo llega al uso de signos (lenguaje) para la organización de su propia conducta. El animal responde en gran medida a estímulos que surgen de su medio externo e interno, pero el niño pron- to comienza a guiar sus acciones por señales que adquiere del contacto de las cosas y los adultos (Vygotsky L, 1934). En su último trabajo “La Psicología y la localización de las fun- ciones”, se resumen sus principios de organización cerebral (citado por Manga y Ramos, 1991): 1- Principio del origen sociocultural de las funciones. El curso del desarrollo de los procesos psicológicos superiores revela que en las primeras etapas las funciones cerebrales están conectadas con activi- dades externas que luego llegan a interiorizarse. Ejemplo, el lenguaje genera relaciones funcionales entre el cortex temporal auditivo y senso- riomotor como producto del desarrollo histórico. 2- Principio de las estructuras sistémicas de las funciones. Con- cibe el cerebro con interrelaciones funcionales plásticas, por lo que las funciones específicas no se basan en la actividad de una zona limitada, sino que es producto de una actividad “integral” de zonas separadas, diferenciadas, pero jerárquicamente integradas. Esta ideas sentaron las PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 54 | bases para la teoría de los Sistemas Funcionales Complejos de A.R. Luria en la Neuropsicología contemporánea. 3- Principio cronogenético. Hace referencia al carácter dinámico y cambiante de las funciones, por lo que síndromes idénticos pueden ser resultado de diferente localización de lesiones, y viceversa, lesiones de idéntica localización pueden originar trastornos distintos. Ello es de- bido a que las interrelaciones de distintas zonas corticales son resultado del desarrollo (Manga y Ramos, 1986). L. S. VYGOTSKY Las funciones psicológicas superiores son: sociales en su origen, sistémicas en su naturaleza y dinámicas en su desarrollo En tal sentido, en alteraciones que ocurran en edades tempranas del desarrollo debidas a lesiones cerebrales locales, es el centro supe- rior más próximo el que más se reciente. En la organización cerebral, el desarrollo sigue una dirección de abajo a arriba, mientras que la disolu- ción de las mismas sigue la inversa, de arriba a abajo. Queda claro en- tonces que las lesiones cerebrales pueden provocar alteraciones dife- rentes en el niño y en el adulto. En el niño la influencia secundaria de la lesión va hacia arriba (detiene el desarrollo de áreas superiores y de los procesos cognitivos que debieran realizar), en el adulto la influencia secundaria de la misma lesión va hacia abajo (a áreas responsables de funciones más específicas y desarrolladas). Así, la idea de que el niño en las primeras etapas piensa como percibe y actúa, y en las etapas siguientes percibe y actúa como piensa; encierra el cambio de relacio- nes funcionales que se van produciendo entre distintas áreas corticales jerárquicamente organizadas. MIAS C. D. | 55 El modelo funcional de Alexander R. Luria Estas ideas de Vygotsky como las de Anhojin sobre sistemas funcionales, llevaron a Alexander Ramonovich Luria a pensar que la actividad mental tiene lugar con el trabajo concertado de distintas es- tructuras cerebrales, y que conforman sistemas funcionales complejos (SFC) que actúan como un todo. El primer concepto para Luria es en- tender que los procesos mentales no están “localizados”, sino que son posibilitados por la integración de distintas estructuras que actúan con- certadamente conformando “sistemas”. Luego, Luria a través de una experienciaclínica verdaderamente grandiosa, encuentra fundamentos para diferenciar tres grandes sistemas funcionales complejos (Luria A., 1973): Primer sistema: Regula el tono, la vigilia, los niveles de conciencia y estados mentales. Dado que en estado de vigilia se recibe el mayor flujo de información, se necesita la corteza despierta o alerta regulado por las exigencias del medio (que ofrece condiciones de aprendizaje para una modalidad atencional). Para esto, estructuras del tronco encefálico y diencéfalo seleccionan la información y activan la corteza. Otra impor- tante fuente de activación cortical supone la elaboración de intensiones o metas que se forman con participación del lenguaje (inicialmente ex- terno en niños y luego interno en adultos) desde regiones prefrontales mediales y basales en estrecha conexión con la formación reticular. Segundo sistema: Recibe, analiza y almacena la información que pro- viene del medio interno y externo. Comprende las regiones posteriores del cerebro, y su organización es jerárquica desde lo más específico a lo más complejo. Posee áreas primarias altamente específicas para el análisis de la información, secundarias para la síntesis y reconocimiento (gnosias). La mayor complejidad se alcanza en áreas terciarias donde se integran los distintos analizadores y se posibilita la conversión de la percepción concreta al pensamiento abstracto. Además permite la or- PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 56 | ganización espacial y simultánea, y el desarrollo de procesos simbólicos con significados verbales. Tercer sistema: Posibilita la programación, regulación y verificación de la acción, y se ubica en las regiones frontales del cerebro. Dado que no se responde pasivamente al medio sino que se crean intensiones, me- tas, (se evalúan las consecuencias de la conducta verificando y regu- lando la acción) en relación con el lenguaje que los forma. Por lo tanto su afección produce una alteración de los mecanismos atencionales y motivacionales para el aprendizaje, además de déficits en la programa- ción de la acción en la resolución de problemas, y en la organización gnósico práxica. Finalmente la corteza motora primaria constituye el canal de salida final de la información (homúnculo motor), que demanda de un programa concertado de contracciones y estiramientos de mús- culos agonistas y antagonistas en la producción del movimiento propio de toda expresión conductual. En el modelo de Luria A. la información sensorial ingresa en pri- mer lugar a las áreas sensoriales primarias, se elabora en las áreas se- cundarias para su reconocimiento, y es integrada en las áreas terciarias para su significación multimodal. Luego, para que una acción sea lleva- da a cabo, la información circulante llega a las áreas terciarias del tercer sistema funcional (frontal) para la elaboración de un plan de acción, luego sigue hacia la región secundaria para su contextualización y se- cuencialidad, y finalmente llega a las áreas primarias frontales o moto- ras, constituyendo la salida de la información hacia la médula y los efec- tores para la realización de la acción. Dicho modelo se observa también en la actividad nerviosa del niño, aún cuando difiere del adulto por cuanto se halla en un estado de rápida evolución, y el efecto de una lesión y su influencia secundaria afecta a las estructuras superiores en desarrollo y se expresa en una falla en adquirir nuevas habilidades cognitivas (en adultos se afectan capacidades ya adquiridas). Distintos estudios (Hartlage, 1986) indican MIAS C. D. | 57 que recién a los 10-12 años tienden a parecerse a los del adulto. Ade- más los daños en el niño son más generalizados y difusos que en adul- tos, que son más específicos. En estos casos el cerebro del niño se reorganiza para adquirir funciones, el del adulto para sustituirlas o com- pensarlas (Manga y Ramos, 1991). En todos los casos, las consideraciones de Luria nos muestran que una lesión cerebral “local” no conduce a la pérdida de una función completa como suponía el localizacionismo de funciones. Por el contra- rio, según Luria (1973) “un foco patológico como resultado de una heri- da, una hemorragia o un tumor perturba el funcionamiento normal de un área cerebral dada, suprime las condiciones necesarias para el normal funcionamiento de un sistema funcional particular y, entonces, lleva a la reorganización del funcionamiento de partes intactas del cerebro, de modo que la función alterada puede ejecutarse por nuevas vías”. Figura 4. Síntesis de los sistemas funcionales de Luria y sus principales funciones SISTEMAS FUNCIONALES DE LURIA PRIMER SISTEMA FUNCIONAL Regula el alerta cortical y la vigilia Niveles de conciencia y estados mentales Posibilita el proceso atencional e ingreso de la información a niveles superiores. SEGUNDO SISTEMA FUNCIONAL Area1ª Recepción y análisis de la información Area 2ª Síntesis y proyección (gnosias) Area 3ª Integración de los analizadores PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 58 | TERCER SISTEMA FUNCIONAL Area 3ª Programar - regular y verificar la acción Subordina la conducta a programas de acción El lenguaje como instrumento organizador Area 2ª Organiza los impulsos nerviosos Area 1ª Canal de salida de la información Por otra parte, Luria consideraba que en la práctica ninguna lesión cerebral está tan precisamente demarcada que destruya solo un grupo de células nerviosas estrictamente localizadas: “por regla general algunos ele- mentos quedan completamente destruidos mientras que otros continúan funcionando, aunque lo hagan bajo condiciones patológicamente cambiadas, a veces deprimidos o inhibidos por el proceso patológico, y a veces estimu- lados o excitados por el mismo”. Además, cada foco patológico está rodeado por una zona perifocal cuya función se encontraría igualmente alterada. Estos hechos hacen difícil el extraer conclusiones del papel de un área cerebral a partir de los síntomas que se presentan en las lesiones locales cerebrales. Por esto, y porque los síntomas varían según los casos, las lesiones y las fases que atraviesan, Luria otorga especial importancia al estudio de la diná- mica de la enfermedad en el curso de su evolución. Posteriormente, el reconocimiento de los sistemas funcionales propuestos por Luria (1973) han sido estudiados y modificados por J. Jubert (1977) quien propuso una síntesis de las ideas de Mac Lean y Luria. En este sentido Jubert reconoce un sistema específico de la fun- ción del sistema Limbico, desligado del primer sistema funcional, dado que la información circulante ingresa al sistema Límbico para connotar afectivamente los estímulos. (Peña Casanova, 1991). Caso contrario los estímulos serían equivalentes y no habría motivación para el aprendiza- je. En opinión de J.C. Goldar (1984) se trata de estructuras que además de tener funciones motivacionales y homeostáticas, tienen funciones MIAS C. D. | 59 tímicas y biotónicas (de activación general del organismo), todas ellas fundamentales para los procesos de aprendizaje. Para Jubert, este sistema intermedio o Límbico tiene un papel destacado en la modulación de las aferencias del hipotálamo y su co- nexión con el neocortex; posibilitando el componente afectivo de la conducta y elaborando los procesos mnésicos (Peña Casanova, 1991). Niveles de integración Otros modelos desarrollados sugieren que los aportes de los sis- temas funcionales sean interpretados como progresivos niveles de inte- gración de la información, que se van apartando de estructuras anató- micas concretas y perdiendo su modalidad específica. Thacher y Jhon (1977) intentan definir niveles de análisis más complejos que superen el análisis en áreas primarias, secundarias y terciarias de la corteza. En tal sentido definen los siguientes niveles de análisis: 1. Sensaciones, o patrones espacio temporales de información que llegan al SNC. 2. Per-cepciones, o interpretaciones del significado de las sensaciones en el contexto de la información almacenada en experiencias anteriores 3. Conciencia, que representa un estado momentáneo de la circulación de la información en el seno de la actividad nerviosa. 4. Experiencia subje- tiva, derivada de la información de la conciencia y reorganizada en un episodio aislado de experiencia. 5. La autoconciencia, que representa la percepción de experiencias subjetivas actuales, en relación con expe- riencias subjetivas previas (Peña Casanova, 1991). Según Krawchik Raquel (1993) las funciones superiores se organi- zan con la experiencia, que a su vez se organiza y toma sentido con el len- guaje (que termina reforzando el fenómeno del conocimiento). Por lo tanto las funciones cerebrales cambian con la evolución, la experiencia y el contexto; y reconoce en la conciencia, los procesos cognitivos y emocionales, los dis- PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 60 | tintos niveles de integración de la información. Por otro lado, plantea una Neuropsicología del Comportamiento en donde es necesario entender la conducta misma y los principios del aprendizaje, para comprender la organi- zación de las funciones cerebrales superiores. Finalmente, en todos los casos revisados se postula una activi- dad mental a partir de la activación global y sintética del sistema ner- vioso, la cual frente a la experiencia tanto como frente a diversas pato- logías se asume algún modo de reorganización cerebral. Por otra parte, “el intercambio de información entre sistemas o niveles de integración, no se limita a relaciones de entrada y salida (input-output) sino a rela- ciones interactivas que destaca la continuidad espacial entre los siste- mas funcionales y el flujo temporalmente continuo de información entre sistemas o unidades funcionales” (Peña Casanova, 1991). En la antítesis de estas consideraciones se encuentran los mo- delos neuronal y bioquímico de los procesos conductuales que en la mayoría de las veces constituyen modelos de investigaciones básicas: uno de los modelos más conocidos es el análisis del aprendizaje en la Aplysia desarrollado por Eric Kandel. Sin embargo, dichos modelos han hecho grandes contribuciones en el conocimiento de las bases neurales que se realizan como consecuencia de la experiencia. Plasticidad neuronal y organización funcional Los cambios cerebrales que hacen posible la organización de las funciones cognitivas (sistemas funcionales integrados) se sustentan en el fenómeno denominado plasticidad neuronal, el cual puede ser visto desde distintos niveles de análisis (molecular, bioquímico, anatómico y conductual). En opinión de Mendoza Lara (1994) se pueden reconocer distintos niveles de análisis para este fenómeno, con características diferenciales. En la tabla 5 se presenta una síntesis según este autor. MIAS C. D. | 61 Tabla 5. La plasticidad neuronal y sus niveles de análisis Por otro lado, se sabe de la existencia de diversos mecanismos de recuperación o compensación funcional cuando hay lesiones cere- brales, que justifican diversos programas terapéuticos de “Rehabilita- ción” (corresponde: reorganización funcional). No obstante caven algu- nos interrogantes a tener en cuenta, como: Existe una relación causal entre Plasticidad neuronal y Recuperación funcional, o esa relación es meramente asociativa? Si los cambios moleculares, bioquímicos o anatómicos se pro- ducen como mecanismos de recuperación, la consecuencia natural no debiera ser la recuperación conductual? Cuál es el grado de correspondencia entre la reorganización fun- cional y la reorganización conductual? La reorganización tanto funcional como conductual, se da en forma natural o requiere de una estimulación especial? PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 62 | Tabla 6. Degeneración neuronal y mecanismos de compensación post lesión cerebral según Kolb y Wischaw (1986) Tabla 7. Principales teorías acerca de la recuperación de las funciones cerebrales según Mendoza Lara (1994) MIAS C. D. | 63 PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 64 | Modelos puramente cognitivos Los modelos cognitivos son fundados generalmente en paradig- mas del procesamiento de la información (De Vega, 1984), y suponen un procesamiento de la información basados en subprocesos o subsis- temas cognitivos independientes, responsables de los distintos proce- sos cognitivos. Estos modelos presuponen que la actuación de un pa- ciente con una lesión cerebral refleja todas las funciones cognitivas, menos los sistemas lesionados (supuesto de la sustractividad). Por con- siguiente, hacen hincapié “en la explicación de los síntomas de los pa- cientes con lesiones cerebrales en términos de afectación de las opera- ciones psicológicas que son necesarias para una percepción y una me- moria normales y eficientes” (Ellis y Young, 1992). De esta manera, la organización mental es posible gracias a la actividad orquestada de múltiples procesadores cognitivos o módulos (Ellis y Young, 1992). Una analogía propuesta por estos autores considera las ventajas propuestas por los equipos de audio (Hi-fi) organizados en módulos (amplificador, ecualizador, deck, CD, etc.) en la localización de las fallas en la repro- ducción del sonido. Además estos módulos poseen conectores adicionales que per- miten añadir nuevos componentes a medida que van apareciendo en el mercado. De forma análoga, la organización modular de la actividad mental y nerviosa permite el desarrollo de nuevos componentes cogniti- vos, y su interacción con los ya existentes para crear nuevas habilida- des y capacidades (Ellis y Young, 1992). La supuesta organización de estos módulos puede representarse en forma de diagramas de “proce- samiento de la información”. Las afirmaciones sobre la forma en que la actividad mental debe estar organizada se basan frecuentemente en las denominadas disociaciones: por ejemplo, si un paciente realiza deficien- temente una tarea X (como leer palabras), pero ejecuta con normalidad una tarea Y (como reconocer caras famosas); podemos afirmar que hay una di- sociación entre la lectura, que está afectada, y el reconocimiento de caras MIAS C. D. | 65 que se halla intacto. Por lo tanto, el reconocimiento de palabras y el de caras están organizados por módulos distintos o subprocesos cognitivos. Sin embargo, puede ocurrir que la lectura sea un proceso más complejo que el reconocimiento de caras, y que por ello se vea afectado primero. Ello se descarta si un nuevo paciente es capaz de conservar la lectura, y evidenciar déficits en el reconocimiento de caras. En este caso habría una doble disociación entre el reconocimiento de caras y de palabras escritas. Este es un método más eficaz que permite determinar qué procesos cognitivos median con independencia determinados as- pectos de las pruebas, y qué procesos, si es que existe alguno, son compartidos por ambas (Ellis y Young, 1992). Vemos en página siguien- te un ejemplo de la complejidad de un modelo cognitivo que supone un procesamiento en módulos o subprocesos, cuyas alteraciones selecti- vas explican la variabilidad y disociabilidad de los síntoma. PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 66 | Figura 5. Integración del modelo para el reconocimiento y producción de palabras propuesto por Ellis y Young (1992) MIAS C. D. | 67 PRINCIPIOS DE NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA CON ORIENTACIÓN ECOLÓGICA 68 | Modelos factoriales Otros autores, como Ardila Alfredo (1995) incluyen nuevas metodo- logías de estudio en la teorización básica sobre la organización cerebral de la actividad cognocitiva. Partiendo del modelo de Luria A. que correlacionó patologías cerebrales con alteraciones tópicas y niveles específicos en el procesamiento de la información, Ardila distingue el concepto de sistema funcional del de sistema cerebral. El primero
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