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1 Tesis de Licenciatura en Psicología Sobre las Funciones Ejecutivas y el Test de Clasificación de Cartas de Wisconsin: su lugar en la evaluación neuropsicológica ● Tesista: Camila Sánchez Salinas L.U.: 367146580 ● Tutora: Dra. Leticia Fiorentini D.N.I.: 26.571.716 Buenos Aires 2017 2 Agradecimientos Agradezco infinitamente a mi familia por acompañarme en este camino recorrido desde el primer momento. A mi tutora de tesis, la Dra. Leticia Fiorentini, por ser una excelente docente y por haberme acompañado durante toda la elaboración de este trabajo, con gran dedicación y buenos consejos. 3 Índice 1. Introducción 4 2. Objetivos 5 3. Metodología 5 4. Estado del Arte 6 4.1 Neuropsicología 6 4.2 Acerca de las funciones ejecutivas y lóbulos frontales 7 4.2.1 Limitaciones que presenta la equivalencia entre las funciones ejecutivas y los lóbulos frontales 12 4.2.2 Modelo de Miyake 15 4.3 Acerca del Test de Clasificación de Cartas de Wisconsin 18 4.3.1 Estudios de validez de constructo del WCST 19 4.3.2 Estudios sobre especificidad y sensibilidad del WCST en la correlación anátomo funcional 26 5. Discusión 33 6. Referencias bibliográficas 38 7. Anexo 44 4 1. INTRODUCCIÓN En el presente trabajo se realizará una revisión acerca del concepto de Funciones Ejecutivas (FE) y cómo su formulación impacta en la evaluación neuropsicológica. Se desarrollarán modelos teóricos que proponen cierta equivalencia entre las FE y los lóbulos frontales, considerando estos últimos como el asiento anatómico de dichas funciones. Dichos modelos son los realizados por Stuss (2002) principalmente, y otros autores (Cummings, 2002; Lezak 1984; Flores Lazaro y Otrosky, 2012). En este trabajo se propone que tal equivalencia resulta perjudicial en un contexto de evaluación neuropsicológica, ya que, de ser así, todos los tests que evalúan estas funciones además deberían ser sensibles y específicos para detectar daño en las áreas frontales. Además, es importante tener en cuenta la naturaleza unitaria o fraccionable de las FE en su evaluación. Para sortear las limitaciones de dicha equivalencia, se propondrá el modelo teórico desarrollado por Miyake, Friedman, Emerson, Witzki y Howerter (2000). Por otro lado, se tomará el Test de Clasificación de Cartas de Wisconsin (en inglés, Wisconsin Card Sorting Test - WCST Heaton, Chelune, Talley, Kay, Curtiss, 1993) para demostrar cómo impacta en su utilización sostener cada uno de los modelos teóricos sobre las FE presentados. Para dicho fin se revisarán investigaciones dedicadas a la validez de constructo del test y a las propiedades de especificidad y sensibilidad del mismo. A su vez, se recabarán estudios acerca de las propiedades para detectar daño en el lóbulo frontal. En cuanto a las propiedades de especificidad y sensibilidad mencionadas, existen en la literatura muchas investigaciones que abordan el este tema con resultados controvertidos. Se considera útil revisar dichos estudios, ya que contemplando estos modelos teóricos explicados anteriormente, aunque el test no presentase propiedades óptimas de sensibilidad o especificidad para detectar lesión frontal, sí podría igualmente evaluar las FE. 5 El propósito de estudiar la validez de constructo del WCST radica en dar cuenta de la dificultad de tener un instrumento confiable para medir exclusivamente las FE con la menor incidencia de otras funciones cognitivas. 2. OBJETIVOS El objetivo general del presente trabajo es discutir acerca de los modelos teóricos de Funciones Ejecutivas vigentes, cuál es el que resiste de mejor modo las críticas y últimas investigaciones realizadas en el campo, para de esta forma, contribuir a mejorar la evaluación de las mismas en un contexto neuropsicológico. En especial, se considerará el test de Clasificación de Cartas de Wisconsin como instrumento de evaluación. Como objetivos específicos se proponen: ● Estudiar el estado del arte acerca de la validez de constructo del WCST ● Recabar estudios acerca de la especificidad y sensibilidad del WCST para detectar disfunción prefrontal. ● Evaluar sus ventajas y debilidades para la evaluación neuropsicológica en el contexto de los modelos teóricos explicados. 3. METODOLOGÍA Se realizará una revisión bibliográfica acerca de las FE y los lóbulos frontales, así como también investigaciones acerca del WCST. Se realizará un recorrido amplio que contemple estudios comportamentales y estudios de neuroimágenes para establecer correlaciones entre las distintas regiones cerebrales y las conductas implicadas en la realización de la tarea elegida. 6 4. ESTADO DEL ARTE 4.1 Neuropsicología El presente trabajo se enmarca dentro del campo de la Neuropsicología. De acuerdo a Ellis y Young (1992), la misma se define como “la rama de la ciencia que investiga y trata de comprender y explicar las relaciones entre el cerebro, las actividades mentales superiores y el comportamiento” (p. 9) El enfoque utilizado es la Neuropsicología Cognitiva, que establece los supuestos y modelos teóricos explicativos acerca de las operaciones mentales que se llevan a cabo al realizar una tarea desarrollados por la Psicología Cognitiva. De acuerdo a Ellis y Young (1992) a través del estudio de pacientes, se puede conocer el modo de proceder de la mente humana, para obtener una mejor comprensión acerca de los problemas de los pacientes y poder efectuar una mejor terapéutica. Estos autores proponen dos objetivos básicos de la neuropsicología cognitiva: ● Explicar los patrones de las realizaciones cognitivas afectadas o intactas que se pueden observar en los pacientes con lesiones cerebrales, en términos de alteración de uno o más componentes de una teoría o modelo de funcionamiento cognitivo normal. ● Extraer conclusiones sobre los procesos cognitivos normales a partir de los patrones de habilidades afectadas observadas en pacientes con lesiones cerebrales. Para realizar dichos objetivos, el instrumento utilizado es la evaluación neuropsicológica. De acuerdo a Benton (1994), toda evaluación debería tener el propósito de “realizar inferencias acerca de las características funcionales y estructurales del cerebro de una persona, evaluando la conducta de un individuo en situaciones definidas de estímulo-respuesta” (p 2). Es por esto que este proceso se sirve de instrumentos psicométricos así como también diferentes concepciones acerca de la psicología general y cognitiva, pero teniendo como 7 punto de partida la función cerebral (Burín, Drake y Harris, 2007). Siguiendo a las autoras, los objetivos de una evaluación psicológica apuntan a contribuir a un diagnóstico, o si ya se lo tiene, evaluar las consecuencias de dicha enfermedad diagnosticada; describir el funcionamiento cognitivo actual del paciente, enfocándose en las capacidades preservadas y las alteradas; planificar y valorar los efectos de un tratamiento de rehabilitación neuropsicológica y brindar información sobre el cuidado tanto para el paciente como para la familia del mismo. Dentro de las propiedades psicométricas deseables que deben tener los instrumentos de evaluación se destacan la validez de constructo, la especificidad y la sensibilidad. La validez de constructo se define como la capacidad que tiene el instrumento de efectivamente medir un rasgo o constructo teórico (Mikulic, s.f). Para su estudio y comprobación se requiere acumulación de información de diferentes fuentes, tales como estudios de correlación con otras pruebas, estudios de consistencia interna, de validez convergente y discriminante, intervenciones experimentales, modelamiento de ecuaciones estructurales, además del análisis factorial. De acuerdo a las propiedades de sensibilidad y especificidad de una prueba, las mismas pueden considerarse como “criterios que cuantifican la capacidad de una prueba para clasificar correcta o erróneamente a una persona, según la presencia o ausencia de una exposición o una enfermedad” (Argimón Pallás y Villa, 2013;p. 339). Específicamente, una prueba es sensible en la medida que clasifique correctamente a un individuo que presente una condición o enfermedad, mientras que la especificidad se refiere a la correcta clasificación de una persona que no presente esta condición o enfermedad. 4.2 Acerca de las Funciones Ejecutivas y los Lóbulos Frontales 8 De acuerdo a Stuss (2002), los lóbulos frontales, y en particular las cortezas prefrontales, representan el "teatro de la mente". Proveen el proceso representacional que permite al sujeto humano hospedar interpretaciones alternativas de la realidad, entender las causas del pasado, predecir futuros efectos, y encajar información individual a conceptos abstractos. Aunque las regiones frontales son esenciales para el procesamiento representacional, el procesamiento involucra interacciones entre múltiples áreas del cerebro. Este autor propone que la influencia de la corteza prefrontal se advierte en cinco funciones núcleo: 1) memoria de trabajo y procesos atencionales asociados, 2) la inhibición de distracciones, perseveración y gratificación inmediata, 3) la búsqueda activa de elecciones y novedad, 4) el mapeo condicional de significancia emocional, 5) la codificación del contexto, perspectiva y relativismo mental (Stuss, 2002). El autor describe que los lóbulos frontales pueden dividirse en tres áreas principales: dorsal-lateral, medial y basilar-orbital. El córtex prefrontal puede ser subdivido en basal-medial, dorsolateral, mesial y orbital. Su importancia reside en las conexiones ricas aferentes y eferentes que posee con la mayoría de las otras partes del sistema nervioso central. Recibe información sensorial de cortezas de asociación sensorial de regiones temporales anteriores y áreas parietales inferiores. Además posee conexiones bien desarrolladas con áreas límbicas y subcorticales. Si bien este autor en sus inicios no acuña el término “funciones ejecutivas” para hablar del lóbulo frontal, sí dice que el área prefrontal “está asociada con las funciones humanas más altas” (Stuss y Benson, 1984, p. 17). Además, nombra componentes como la atención, planificación, monitoreo de la información, flexibilidad y perseveración como funciones mediadas por los lóbulos frontales, aunque se aclara que no sólo lesiones en estas porciones anatómicas producen déficits en dichos componentes. 9 Tomando a los autores Flores Lázaro y Ostrosky (2012), se puede agregar que los procesos neuropsicológicos de los lóbulos frontales pueden agruparse en: control y programación motriz, control de la atención y la memoria, cognición social, metacognición, organización, control y programación de la conducta humana compleja, pudiendo evaluar y seleccionar esquemas de acción apropiados para un contexto específico, evitando respuestas impulsivas. Además juega un rol importante en la toma de decisiones complicadas y procesamiento de nueva información. Funcionan como un filtro atencional y conductual que administra el impacto conductual y la cantidad de los estímulos del exterior. Se considera que la organización de estas funciones se lleva a cabo de forma jerárquica (Flores Lázaro y Ostrosky, 2012) Desde el punto de vista anatómico, el córtex prefrontal es una área de asociación heteromodal interconectada con una red distribuida de regiones corticales y subcorticales, conectada por medio de cinco circuitos paralelos con regiones del cuerpo estriado, el globo pálido, y el tálamo (Cummings, 1995). Se mencionan tres circuitos importantes: ● el circuito prefrontal dorsolateral: que empieza en la convexidad lateral del lóbulo frontal anterior hasta el área premotora. Los circuitos estructurales relacionados incluyen la porción dorsolateral del núcleo caudado, áreas del globo pálido y la sustancia negra, y la parte ventral anterior y dorsal medial del núcleo del tálamo. Este circuito media el comportamiento ejecutivo, por lo que una falla aquí produciría síndrome disejecutivo. Este síndrome está caracterizado por déficits en la recuperación de la memoria, reducción en la fluencia verbal y no verbal, perseveraciones, dificultad en alternar el set, control mental reducido, abstracción pobre y dificultades en inhibir respuestas. El lenguaje, el almacenamiento de memoria, la percepción y el cálculo se encuentran 10 preservados. Este síndrome también puede ser producido por trastornos en otras de las estructuras mencionadas de este circuito. ● el circuito orbitofrontal: comienza la corteza orbital en la superficie inferior del lóbulo frontal anterior hasta la corteza premotora. Incluye la porción ventral del núcleo caudado, el globo pálido y la sustancia negra, y la parte ventral anterior y dorsal medial del núcleo del tálamo. Esta región media el comportamiento social modulado, y una disrupción en este circuito resulta en comportamientos impulsivos, desinhibidos y sin tacto. Son pocos los déficits neuropsicológicos asociados a este circuito, pero los pacientes con alguna disrupción aquí pueden tener dificultades en cambiar el set en el WCST. ● el circuito frontal medial: empieza en el córtex cingulado anterior, incluyendo el nucleus accumbens, el globo pálido y la sustancia negra, y la parte ventral anterior y dorsal medial del núcleo del tálamo. Este circuito media la motivación, y los trastornos relacionados a él se caracterizan por apatía con reducción de interés, motivación compromiso, y mantenimiento de la actividad. En este caso tampoco se registran muchos déficits neuropsicológicos asociados, aunque sí se destaca la dificultad en inhibir respuestas (Cummings, 1995). Desde el punto de vista clínico, se han detallado diferentes perfiles de pacientes con daño en los lóbulos frontales, con características precisas y distintivas. Sin embargo, al ser escasos los pacientes que presentan un daño focal en el lóbulo frontal, es en cierto punto difícil establecer un síndrome “puro” de disfunción prefrontal (Stuss, 2002). Desde el punto de vista funcional, se considera en gran parte de la literatura (Flores Lázaro y Ostrosky, 2012) a los lóbulos frontales como el asiento de las llamadas “Funciones Ejecutivas”, término acuñado por Lezak (1984) que las define 11 como capacidades mentales necesarias para formular objetivos, planificar cómo alcanzarlos, y llevar a cabo planes de forma eficaz. Resultan muy importantes para cualquier actividad social. Burín et al (2007) proponen que este concepto “describe un conjunto de habilidades cognitivas que controlan y regulan otras capacidades más básicas (como la atención, memoria y habilidades motoras), y que están al servicio del logro de conductas dirigidas hacia un objetivo de resolución de problemas” (p. 299). Comprenden procesos que tienen como objetivo facilitar la adaptación del sujeto a actividades nuevas. Es por esto que se encuentran implicadas en todas las tareas no automáticas. Siguiendo a estos autores, las FE poseen cuatro componentes: la volición, la planificación, acción propositiva y desempeño eficiente (Burin et al, 2007). Si se presentan déficits en estas funciones, se comprometerá la capacidad de la persona de mantener una vida independiente, constructiva y socialmente productiva (Lezak, 1984). Como este constructo engloba muchas dimensiones, resulta difícil evaluar las FE con una sola técnica, por lo que es necesario una batería amplia que tenga en cuenta los distintos componentes, ya que los déficits pueden presentarse en algunos y no en otros (Burín et al, 2007). De acuerdo a esta dificultad, Lezak (1984) menciona que las FE tienen que ver con cómo la persona hace las cosas que hace, qué tan bien el paciente mantiene un desempeño, si logra autocorregirse consistente y eficazmente, qué tan sensible es de acuerdo a los cambios de la demanda de la prueba, o si comienza o termina actividades por él mismo. Es difícil para el evaluador observar este tipo de déficits con precisión en una situación de evaluación neuropsicológica, ya que actividadescomo iniciar una actividad dirigida hacia una meta, su planificación y su consecución, responden a cuestiones cualitativas que pueden quedar excluidas en un escenario de evaluación formal y estructurada. 12 Esta autora también concuerda con la literatura, al decir que se han observado que pacientes con déficits en las FE poseen a su vez daño en los lóbulos frontales (Lezak, 1984). Menciona que si las zonas afectadas son las orbitales o mediales, se producirán cambios comportamentales y de personalidad que interferirán con la flexibilidad, la sensibilidad social, afectando el desempeño del paciente en un entorno social normal. Sin embargo, también se afirma que daños en otras áreas del cerebro como regiones subcorticales, especialmente las estructuras límbicas, pueden interferir con las FE de igual forma. 4.2.1 Limitaciones que presenta la equivalencia entre funciones ejecutivas y lóbulos frontales Como se puede observar por lo desarrollado anteriormente, existe en la literatura una cierta equivalencia entre lóbulos frontales y FE. Esta equivalencia entre el sustrato anatómico y las funciones cognitivas trae varias complicaciones en el marco de la evaluación neuropsicológica, la creación de modelos explicativos e incluso, problemas en la comunicación entre profesionales al proliferar diferentes sub-componentes comprendidos dentro de las FE o diferentes formas de aludir a los mismos. En un principio, existen problemas para desarrollar una definición precisa de las FE. En muchas definiciones se incluyen diferentes procesos como los mencionados en el apartado anterior, “planificación”, “resolución de problemas”, etc. Miyake, Emerson y Friedman (2000) mencionan que dichos procesos son conceptos de primer nivel cognitivo que se ven de alguna forma mezclados en las definiciones con otros que no los son, como la “resistencia a la interferencia”. Otro de los problemas que destacan estos autores es la utilización de un mismo término para referirse a funciones conceptualmente diferentes, y a la inversa, usar diferentes términos para referirse a la misma función. Un ejemplo de esto podría 13 ser la utilización por algunos autores del concepto “flexibilidad cognitiva” para referirse a la habilidad de cambiar el set mental, mientras que otros utilizan términos como “cambio atencional” o “cambio de tarea” para referirse a la misma habilidad (Miyake et al, 2000). Se ha puesto también de relieve el problema de considerar a las FE como un constructo cognitivo general, y a los procesos como “planificación”, “secuenciación” como subcomponentes. Sería una forma de ver este concepto teórico como un constructo unitario (Miyake et al, 2002), mientras que otra forma de verlas puede ser como un surtido de procesos disociables, enfatizando la naturaleza no unitaria de las funciones. En relación a esto, por un lado hay evidencia acerca de mecanismos comunes que pueden caracterizar la naturaleza de los déficits en pacientes con daño en el lóbulo frontal, pero por otro lado, también se reporta evidencia para la naturaleza no unitaria de los lóbulos frontales y de las FE. En estudios de diferencias individuales, se encuentra un marcado patrón de baja intercorrelación entre pruebas ejecutivas administradas. Un ejemplo de esto, es el estudio de Lehton (1996), en donde se busca establecer si existen correlaciones entre pruebas simples de memoria de trabajo (pruebas de span de dígitos y palabras, entre otras) con pruebas ejecutivas (WCST, Torre de Hanoi y Tarea de Búsqueda de Objetivos). Sólo el WCST presentó correlaciones significativas con estas pruebas, y los tests ejecutivos no presentaron intercorrelaciones significativas entre ellos. De acuerdo a este autor, sostiene que las FE no deben ser tomadas como unitarias sino como fraccionadas, poniendo en duda la existencia de un control ejecutivo central unitario (Lehton, 1996). Por otro lado, la baja correlación hallada en muchísimos estudios, podría deberse al reflejo de la utilización de funciones no ejecutivas que se requieren en la ejecución de estas tareas, sugiriendo la existencia de factores comunes subyacentes entre las pruebas ejecutivas elegidas (Miyake et al, 2002). Se podría decir que las pruebas 14 se encuentran “influenciadas” por procesos no ejecutivos que son necesarios para llevarlas a cabo. Burgess (1997) propone que “muchas pruebas ejecutivas (si no la mayoría) aprovechan una serie de procesos incidentales a su propósito principal, y que este error de medición - llamado “impureza de la tarea” según Weiskrantz (1992)-, seguramente sea mayor que en pruebas no ejecutivas” (p. 85). Es por este motivo que si se obtuviera un bajo puntaje en una de estas pruebas, no necesariamente esto indicaría un funcionamiento ejecutivo deficitario. Por otro lado, tampoco hay consenso en cómo evaluarlas y medirlas de forma correcta. En ámbitos clínicos, es común la utilización de los denominados “tests frontales” (WCST, Torre de Hanoi, etc) ya que son tomados como medidas generales de la función ejecutiva. Sin embargo, hay muchas críticas en la utilización de los mismos, ya que no todos los pacientes con daño en el lóbulo frontal presentan una performance deficiente en los mismos, o producen errores de la misma forma que lo hacen pacientes con daño en áreas no frontales. Tomando el caso particular del WCST, Miyake et al (2000) mencionan estudios que han demostrado que pacientes frontales se desempeñan peor que otros con lesiones en otra parte, pero sin embargo, hay nuevos estudios que contradicen este hecho, ya que demuestran que algunos pacientes con daño en el lóbulo frontal no muestran ninguna dificultad en este test, mientras que pacientes no frontales si lo presentan (Miyake et al, 2000). Dichos estudios mencionados son los llevados a cabo por Reitan y Wolfson (1994), que realizan una revisión de trabajos en diferentes poblaciones (pacientes epilépticos, pacientes con daño frontal focal o no frontal). Por un lado determinan que pacientes no frontales cometen errores en el WCST, y que pacientes con daño en los lóbulos frontales ejecutan el test dentro de los parámetros normales. Miyake et al (2000) concluye sobre estos resultados que el término anatómico “frontal” y el término funcional “ejecutivo” no son necesariamente sinónimos y no deberían confundirse. 15 Con respecto a estos tests comúnmente llamados “frontales”, su validez de constructo ha sido cuestionada, ya que pareciera que solamente parecen estar validadas de acuerdo al criterio de ser de alguna forma sensibles para detectar daño frontal, mientras que la naturaleza de los procesos ejecutivos puestos en juego en su ejecución, está subespecificada (Miyake et al, 2000). El WCST ha sido sugerido como una medida de diferentes subcomponentes de las FE, como “cambio de set mental”, “inhibición”, “flexibilidad”, “resolución de problemas” y “categorización”, por nombrar algunos. Según Miyake et al (2000) no han sido reportadas pruebas independientes sobre estos componentes. En relación a esto, se debe de nuevo mencionar el problema intrínseco a las pruebas de funciones ejecutivas, que se asientan sobre otras funciones cognitivas, provocando dificultades para determinar esta propiedad. De acuerdo a Phillips (1997), es imposible para los puntajes de los tests medir las FE sin tener en cuenta los otros aspectos de la cognición involucrados. Si estos aspectos cognitivos (como pueden ser componentes de la memoria de corto y largo plazo, procesamiento visoespacial, entre otros) se encuentran deteriorados, contribuirían a la explicación de una performance pobre en los tests ejecutivos (Phillips, 1997). 4.2.2 Modelo de Miyake Teniendo en cuenta todos estos “problemas” mencionados a la hora de definir las FE y poder evaluarlas, se desarrollará el modelo de Miyake et al (2000), ya que propone superar este paralelo que comúnmente se realiza entre lóbulos frontales y FE. En palabras de los autores, el modelo busca “proveeruna base necesaria empírica que especifique cómo las funciones ejecutivas están organizadas y qué papel juegan en la cognición compleja” (p.50). Para esto, se llevó a cabo un estudio para examinar si las FE interceptan habilidades separadas en vez de una habilidad unitaria y general. Otro objetivo del 16 estudio, a partir de la comprobación del primero, fue especificar cómo contribuyen al desempeño de pruebas “frontales” complejas, tales como el WCST o la Torre de Hanoi. Se concentraron, entonces, en tres componentes de las FE más mencionados en la literatura: ● Cambio (Shifting), definida como la capacidad de cambiar o alternar entre múltiples pruebas o set mentales. Las pruebas “simples” utilizadas para evaluar esta función fueron: la prueba número-letra (number-letter task), más-menos (plus-minus task), atención global local (local-global task). Se menciona que está regulada por los lóbulos frontales, más específicamente, la porción cingulada anterior; ● Actualización (Updating), definida como el monitoreo de información entrante relevante para la prueba y luego apropiadamente actualizar el contenido informacional reemplazando el viejo, no más relevante, con información nueva. Las pruebas utilizadas fueron: Tarea de seguimiento retrospectivo (keep track task), la prueba de memoria de letras (letter memory task), prueba de monitoreo de tono (tone monitoring task). Se activarían porciones dorsolaterales de los lóbulos frontales; y por último, ● Inhibición (Inhibition), definida como la inhibición deliberada de respuestas dominantes, automáticas o preponderantes. Las técnicas utilizadas fueron el test de Stroop, prueba antisacádica (antisaccade task) y la prueba de detención de señal (stop singal task). Se justifica el uso de estas tres funciones porque se consideran que están relativamente circunscriptas, siendo funciones de bajo nivel cognitivo (en comparación con otras más complejas, como la “planificación”) que pueden ser operacionalmente definidas de forma precisa. Además, existen para estas tres funciones, pruebas relativamente simples que las evalúan, y también, como se dijo 17 anteriormente, se encuentran implicadas en la ejecución de tests más complejos y tradicionales. Para evaluar en qué grado los tres componentes mencionados son dimensiones “aislables” que describen el constructo de FE, utilizaron la técnica estadística de análisis factorial confirmatorio. Esta técnica permite evaluar la presencia de determinadas variables latentes, que son construcciones hipotéticas creadas mediante la extracción estadística a partir de lo que es común entre las múltiples tareas elegidas para definir un concepto abstracto. Para el estudio, se crearon tres variables latentes correspondientes para Cambio, Actualización e Inhibición. El resultado más importante del estudio fue que la hipótesis de la separabilidad de estas funciones concuerda con los datos obtenidos. Se sugiere que, aunque las tres FE están relacionadas entre sí en algún grado, no son completamente idénticas y necesitan ser vistas como funciones separadas (Miyake et al, 2000). Se sugiere que los requerimientos que las tres funciones aparentan compartir podrían ser mantenimiento de objetivos e información contextual en la memoria de trabajo (Miyake et al. 2000). Se considera que esta explicación es plausible ya que se sostiene teóricamente en muchos trabajos que el rol crucial de los lóbulos frontales es el mantenimiento activo de planes y cualquier otra información relevante en la memoria de trabajo. Además, en este tipo de pruebas en las que se necesitan mantener objetivos e información relevante a la tarea, se pone en juego un componente crucial de la memoria de trabajo, la “atención controlada” (controlled attention), que también explicaría la habilidad subyacente a estas tres funciones. Por otro lado, también se especula con que otro componente que puedan tener en común estas tres funciones sea un proceso inhibitorio o supresión de información irrelevante (Miyake et al, 2000). Si tomamos la función Actualización, la misma puede requerir el impedimento de información irrelevante entrante y también 18 suprimir información que ya no es importante. De forma similar, la función Cambio requeriría desactivar un set mental viejo para cambiar a otro nuevo. En relación a las funciones que evalúa el WCST, se hizo previamente una búsqueda en la literatura para determinar qué funciones eran mayormente mencionadas, y se determinó que podrían ser “Cambio” (por el requerimiento que posee de cambiar entre categorías después de un número de ensayos correctos) (Miyake et al, 2000), e “Inhibición” (ya que se especula que es necesario un control inhibitorio que suprima la categoría actual para cambiar a una nueva). También se requiere de la capacidad de inhibir una conducta prepotente cuando la tarjeta a emparejar comparte con alguna de las muestras dos categorías, pero ninguna de ellas es la categoría vigente (Burin et al, 2007). Los resultados indicaron que la ejecución en este test está significativamente condicionada por la habilidad de Cambio (Miyake et al., 2000). Esta evidencia concuerda con la proposición de que esta prueba mide la habilidad de cambiar entre sets mentales (clasificación de categorías). Además, los autores consideran que esta habilidad es un componente crucial asociado a la comisión de errores perseverativos en su ejecución. 4.3 Acerca del Test de Clasificación de Cartas de Wisconsin Dentro de la evaluación neuropsicológica, uno de los instrumentos utilizados y considerados como “gold standard” para la evaluar las FE es el WCST (Heaton et al, 1993). Fue originalmente desarrollado por los autores Grant y Berg en 1948, para evaluar razonamiento abstracto y la habilidad de cambiar estrategias cognitivas en respuesta a cambios del ambiente en sujetos sanos. De acuerdo a Heaton et al (1993), el WCST puede ser considerado como una medida de función ejecutiva, requiriendo la habilidad de desarrollar y mantener una estrategia apropiada de 19 resolución de problemas a través de cambios en las condiciones del los estímulos para poder alcanzar un objetivo. Su ejecución requiere planificación estratégica, búsqueda organizada, utilización del feedback del ambiente para cambiar sets cognitivos, direccionar el comportamiento hacia la adquisición de un objetivo y modular la respuesta impulsiva. El test provee puntajes objetivos acerca de fuentes de dificultad específicas de la tarea, como por ejemplo, conceptualización ineficiente inicial, fallas en mantener el set cognitivo, perseveración en un patrón de respuesta, y un aprendizaje ineficiente en las etapas del test (Ver Anexo). En el manual del test, se menciona que la prueba también ha ganado popularidad ya que se considera que reporta sensibilidad para disfunción cerebral en los lóbulos frontales. Es por este motivo que el WCST es considerado como una medida de funcionamiento frontal o prefrontal, aunque se advierte que esto podría ser una simplificación excesiva, ya que los lóbulos frontales son estructuras altamente complejas que dan sustrato a una variedad de funciones cognitivas (Heaton et al, 1993). 4.3.1 Estudios de Validez de Constructo y Confiabilidad del WCST Se revisarán distintas investigaciones abocadas en algunos casos a estudiar específicamente la validez de constructo del test, así como también otros estudios que se dedican a evaluar más ampliamente al WCST y mencionan aspectos relacionados a su confiabilidad Primeramente se analizará la validez de constructo, partiendo de los estudios presentados por Heaton et al (1993). En primer lugar, se menciona el estudio de Shute y Huertas (1990), dedicado a realizar una comparación entre la ejecución de medidas tomadas como “sensibles para detectar disfunción frontal” (WCST, Trial Making Test, Dígito Símbolo y Booklet Category Test) y medidas de razonamiento de tipo operatorio formal (Prueba de Sombras de Piaget), en unamuestra de 20 cincuenta y ocho estudiantes universitarios. Además se administraron cuatro pruebas cognitivas simples. El funcionamiento frontal fue aquí operacionalizado de acuerdo a cuatro factores: elucidación de hipótesis luego de haber examinado de forma preliminar la información; testeo de hipótesis de acuerdo a la información obtenida por medio de feedback; la habilidad de mantener el set y evitar respuestas erráticas; habilidad para reconocer el cambio de las condiciones y flexibilidad en el pensamiento para poder cambiar la respuesta. Los resultados indican una fuerte correlación entre estas medidas, y soportan la proposición de estos cuatro factores como subyacentes a la ejecución del tests denominados sensibles para detectar daño en las áreas frontales (Shute y Huertas, 1990). Otro de los estudios mencionados es el de Perrine (1993), quien realiza una comparación entre el WCST, el test de Categorías (CT), y medidas específicas de formación de conceptos, en una muestra de noventa y seis pacientes de neurología y psiquiatría, con diagnósticos de demencia, epilepsia, esquizofrenia, abuso de alcohol, entre otros. El autor propone que la formación de conceptos se encuentra dividida entre dos tipos diferentes de procesos: “identificación de atributos” y “aprendizaje de reglas” (Perrine, 1993). El primero involucra la extracción de características comunes en una variedad de estímulos, que son luego categorizados y codificados conceptualmente en la memoria; el segundo, más complejo, conlleva la relación de dos o más atributos en una regla lógica de conjunción o disyunción. De acuerdo a estas distinciones, los tests de formación de conceptos elegidos, corresponden dos a problemas de identificación de atributos y otros dos a problemas de aprendizaje de reglas. La correlación entre el WCST y el CT fue moderada, revelando una fuerte relación del WCST con medidas de identificación de atributos, y por el contrario, una relación fuerte del CT con medidas de aprendizaje de reglas; además, se demostró una particular sensibilidad del WCST hacia tendencias perseverativas (Perrine, 1993). 21 Se describirán a continuación estudios no mencionados por Heaton et al (1993) en el manual del test. El estudio de O’donell, Macgregor, Dabrowski, Oestreicher y Romero (1994), examina la validez de constructo de varias pruebas neuropsicológicas incluido el WCST. Se menciona que este test ha sido referido de diferentes formas por distintos autores, ya que algunos lo consideran como una medida de abstracción o habilidad conceptual, y otros postulan que el test mide un componente de la atención, llamado “cambio” (shift) (O’donell et al, 1994). Se administraron los diferentes tests estudiados en la investigación a una muestra mixta de jóvenes adultos, y en el caso del WCST se concluyó que los diferentes puntajes que se obtienen muestran una correlación alta, reflejando para los autores que el test mide procesamiento conceptual abstracto. Bowden et al (1998) llevaron a cabo una investigación dedicada a evaluar la validez de constructo del WCST. Dicho estudio fue realizado sobre una muestra de personas alcohólicas. Se realizó un análisis factorial exploratorio y se concluyó que los datos mejor encajaban con un modelo de un solo factor subyacente, ya que los seis puntajes del test correlacionaron ampliamente entre sí. Es por esto que los autores refieren que calcular los seis puntajes del test es innecesario a fines clínicos o de investigación, ya que ofrecen información redundante, por lo que se infiere que habrá también redundancia en la interpretación clínica diferencial de los puntajes. Este estudio posee una limitación ya que no menciona cuál sería este factor subyacente a la ejecución del test. Greve, Ingram y Bianchini (1998) propusieron tres factores subyacentes al test y tres diferentes performances de acuerdo a ellos: el factor I contiene los puntajes que describen la habilidad de cambiar de un modo de resolución a otro gracias al feedback brindado, así como también reconocer los principios correctos de clasificación (un déficit en cambiar entre categorías, produce errores perseverativos); el factor II está compuesto por los puntajes que parecen 22 aprovechar las habilidades de comprobar hipótesis eficientemente (la imposibilidad de formular la hipótesis correcta e ir cambiando entre diferentes posibilidades, produce errores no perseverativos); el factor III contiene la variable de mantenimiento del set, y la habilidad de mantener la respuesta correcta una vez que la dimensión correcta es descubierta (un déficit aquí, imposibilita completar las diez respuestas correctas). Estos factores fueron puestos a prueba en una población amplia que incluyó pacientes con diferentes tipos de lesiones (difusas, focales, combinadas), diferentes edades (jóvenes y adultos mayores), y enfermedad de Parkinson. Este tipo de muestra más heterogénea se usó con el fin de poder establecer de una forma más clara que los factores involucrados representan procesos cognitivos homogéneos. Finalmente, estos tres factores fueron confirmados como subyacentes a la ejecución del test, demostrando también los tres diferentes tipos de ejecución posibles en el WCST. Su, Lin, Kwan y Guo (2008) llevaron a cabo un estudio para evaluar la validez de constructo del WCST en pacientes que sufrieron injuria cerebral. En el mismo, los autores mencionan que los estudios acerca de su estructura factorial son escasos, a pesar del uso expandido que se hace del test. La investigación mencionada destaca que no hay estudios de este tipo para poblaciones de pacientes con ataque cerebral o esquizofrenia. Parecería difícil encontrar un modelo de factores estructurales que encaje con las distintas poblaciones de pacientes (Su et al., 2008). Este estudio también contempla los mismos tres factores subyacentes que propusieron Greve et al (1998). Se concluye que el modelo de tres factores es el mejor encaja en este tipo de población, y se menciona que “el constructo de las funciones ejecutivas, así como es evaluado por el WCST es multidimensional, e incluye tres diferentes procesos cognitivos: flexibilidad, testeo de hipótesis, y mantenimiento del set” (Su et al., 2008, pp. 283). Además agregan que el WCST presenta una relativa dificultad en detectar disfunción ejecutiva, para discriminar 23 entre pacientes sin daño cognitivo y pacientes con daño. Un ejemplo de esto se puede observar en este estudio, ya que de los pacientes evaluados sin daño cognitivo, el 50% fue clasificado incorrectamente dentro del grupo cognitivamente deficitario. Miyake et al (2002) también contribuyeron al problema de la validez de constructo, ya que mencionan que este test ha sido propuesto como una medida de “cambio de set mental”, “inhibición”, “flexibilidad cognitiva”, “resolución de problemas” y “organización/categorización” entre otros. Como se mencionó, la utilización de tantas etiquetas podrían ser meras especulaciones de lo que los investigadores y clínicos piensan que el test debería evaluar, ya que no se presentan estudios que comprueben si el test mide todos estos componentes. Retomando lo dicho en apartados anteriores, la equivalencia entre el concepto de las FE y los lóbulos frontales (entendiendo estos como el asiento anatómico de dicho dominio) trae diversos problemas, que se extienden a los estudios de la validez de constructo del WCST. Un ejemplo de esto, es el estudio llevado a cabo por Barceló (1999), en el cual se evaluó la utilidad de los puntajes obtenidos por medio de la ejecución del test. Este autor menciona que tanto los errores perseverativos y los no perseverativos que se pueden cometer en el test activan áreas frontales, pero además, también han sido reportadas activaciones en áreas no frontales (Barceló, 1999). En cuanto a estos últimos errores, el autor propone que deberían verse en realidad como una búsqueda eficiente por medio del ensayo y error para encontrarel nuevo principio clasificatorio, ya que los sujetos no pueden inmediatamente deducir el nuevo principio, y por lo tanto se verán forzados a cometer errores de esta naturaleza. Es por esto que establece que los errores no perseverativos son una mezcla entre “errores eficientes” y “errores de distracción” entendiendo estos últimos como disrupciones genuinas en el mantenimiento del set (Barceló, 2001; Nyhus y Barceló, 2009). Esta serie de 24 estudios, concluyen que el WCST carece de suficiente validez de constructo, ya que algunos puntajes no informan acerca de ningún tipo de déficit específico porque la ejecución del test activa una red neural amplia. Como se ve, estos estudios mantienen esta equivalencia, y si bien es interesante el planteo de la división de los puntajes para obtener información más rica, el análisis realizado se basa exclusivamente en comprobar qué áreas cerebrales son activadas al cometer distintos tipos de errores, dejando por fuera un análisis acerca de dimensiones o componentes de las FE que el WCST evalúa. En cuanto a la confiabilidad, Heaton et al (1993) mencionan dos estudios referidos a este tema. Por un lado, Axelrod, Goldman y Woodard (1992) llevaron a cabo un estudio para examinar la confiabilidad interevaluadores, relativa a la puntuación del WCST. En primer lugar, se administró el test a treinta pacientes con esquizofrenia. Estos protocolos fueron, por un lado, puntuados de forma independiente por tres evaluadores psicólogos que tenían cierto conocimiento de test, de acuerdo a la propia interpretación del manual realizada por cada uno. Por otro lado, seis evaluadores que no se encontraban hasta entonces familiarizados con la prueba puntuaron los protocolos, divididos en dos grupos: el primer grupo lo realizó según las instrucciones de manual, y el segundo recibió instrucciones suplementarias para la puntuación. En cuanto a los resultados del estudio, se determinó una fuerte confiabilidad interevaluadores en cuanto a la puntuación de errores perseverativos, errores no perseverativos y respuestas perseverativas (Axelrod, Goldman y Woodard, 1992). Heaton et al (1993) detalla el estudio llevado a cabo por Huettner et al (1989), en el cual se investigó la confiabilidad interevaluador e intraevaluador, en una muestra de de cincuenta niños y adolescentes. Dos evaluadores experimentados puntuaron cuarenta y dos de los cincuenta protocolos, ya que los ocho restantes se utilizaron como entrenamiento. Luego de dos a tres meses, uno de los 25 evaluadores volvió a puntuar estos protocolos a fin de evaluar la confiabilidad intraevaluadores. Se determinó que “los coeficientes de fiabilidad interevaluadores se situaron entre 1 y 0,895” y que “los coeficientes de fiabilidad intraevaluadores oscilan entre 0,828 y 1” (Heaton et al, 1993, p. 48). Se concluye que estos datos son coherentes con los propuestos por Axelrod, Goldman y Woodard (1993). Por fuera de los estudios mencionados en el manual del WCST, la ya mencionada investigación llevada a cabo por Bowden et al (1998) también aporta evidencia sobre la confiabilidad del test, de tipo test-retest. Se administró el WCST a una muestra de estudiantes de psicología, en dos momentos diferentes. La primera vez se administró el test de acuerdo al procedimiento habitual detallado en el manual, y la segunda vez se lo administró de una forma alternativa, modificando el orden de la clasificación de cartas (en vez de comenzar clasificando las cartas por color, se requirió que se hiciera por forma). Los resultados apuntan a una confiabilidad baja test-retest. Se determinó en este caso que la sensibilidad de los puntajes del WCST puede cambiar y estar significativamente comprometida por el paso del tiempo. La pobre confiabilidad, aunque se haya introducido un intervalo de tiempo breve entre las administraciones de la prueba, puede deberse a cambio en las estrategias de los evaluados para descubrir la nueva regla de clasificación (Bowden et al, 1998). Miyake et al (2002) acuerda con estos autores en cuanto a la dificultad de establecer una fuerte confiabilidad test-retest debido al cambio de estrategias que los sujetos pueden realizar para ejecutar la prueba. Además agrega que la participación de las FE puede encontrarse más comprometida cuando la prueba presenta una novedad para el sujeto. De acuerdo al modelo de estos autores presentado anteriormente, el proceso ejecutivo evaluado por el WCST es el “Cambio” (shifting). Si esta prueba se vuelve familiar para el sujeto, se perdería la efectividad en la evaluación de este constructo, ya que se podrán 26 anticipar los cambios entre categorías que se deban realizar para ejecutar correctamente el test. 4.3.2 Estudios sobre especificidad y sensibilidad del WCST en la correlación anátomo funcional En la Tabla 1 se pueden observar los estudios revisados de acuerdo a la sensibilidad y especificidad del WCST para detectar daño en el lóbulo frontal. En los estudios se observan algunos patrones diferentes de activación y diversas explicaciones de por qué ocurren. En común, se puede afirmar que en todos los estudios se evidencia una activación frontal dorsolateral preponderante en la ejecución del WCST. En cuanto a esta activación, Lie et al (2005) proponen que podría reflejar la implementación de ajustes por el aumento de la utilización de la memoria de trabajo y las capacidades atencionales. En dicho estudio no sólo se observó esta activación, sino que también la ejecución del test involucra la corteza cingulada anterior (CCA). Se considera que esto ocurre paralelamente a la activación de la corteza frontal dorsolateral (CFD), representando una red cognitiva cíngulo-frontal, comprometida con el control atencional en el contexto del aumento de demandas de la memoria de trabajo. También se observó activación rostral CCA, asociada a estimulación bilateral témporo-parietal, que los autores consideran compatible con una red atencional que se ve involucrada en la detección de errores. Por otro lado, Berman et al (1995) si bien consideran el papel importante de la CFD para la ejecución exitosa del WCST, resaltan que no es suficiente. La evidencia en este estudio indica que una red neural distribuida favorece la realización de la prueba, ofreciendo una explicación neurobiológica para la posibilidad de que diversas lesiones en otros lugares de cerebro puedan producir déficits en la ejecución. Estos autores también coinciden que este patrón de 27 activación tiene que ver con el compromiso de la memoria de trabajo para esta tarea. Es por esto que mencionan que para poder realizarla, no sólo se debe contar con la integridad de los lóbulos frontales y esperar que el test sea sensible para dicha región anatómica, sino que también debería serlo para lesiones en las regiones involucradas en el sistema de la memoria de trabajo, como los lóbulos parietales inferiores, el área de Brocca y el giro supramarginal izquierdo (Berman et al, 1995). Entre los estudios descriptos, algunos proponen modelos de control ejecutivo más actuales que involucran una red de estructuras cerebrales que no se encuentran restringidas a los lóbulos frontales. Es el caso de Nyhus et al (2009), ya que mencionan que dichos modelos explicarían los hallazgos que reconocen que pacientes con daño frontal no siempre presentan déficits al ser evaluados con este test, y que pacientes con daño no frontal si cometen muchos errores en su ejecución. En cuanto a esto último, en la revisión de Reitan y Wolfson (1994) se detallan muchas investigaciones que muestran que pacientes con daño en áreas no frontales producen performances deficitarios. Sin embargo, a la luz de las teorías sobre lóbulo frontal explicadas anteriormente (Cummings, 2002), podría señalarse como limitación que estos estudios no mencionan cuáles son exactamente las estructuras no frontales que presentan daño. Si tomamos por ejemplo, el circuito fronto-subcortical dorsolateral, vemosque se encuentran involucradas áreas no frontales como el núcleo caudado, globo pálido y tálamo. Si hay daño en estas últimas tres áreas mencionadas, y a raíz de esto se producen errores en el WCST, no se puede sentenciar que este circuito fronto-subcortical no se encuentra implicado en la performance. Es importante considerar entonces cuáles son específicamente las áreas no frontales involucradas. Mukhopadhyay et al (2008) aporta nuevas regiones a tener en cuenta al considerar las estructuras cerebrales que se ven involucradas en las FE. En este 28 estudio se determinó que la respuesta perseverativa en el test, no sólo es explicada por regiones frontales, sino también por regiones subcorticales y del cerebelo. Se habla aquí entonces de una red cortico-subcortico-cerebelar. La participación de estas áreas puede entenderse por medio de un concepto de FE que postule que el cambio de set (set-shifting) sea una función multifacética y no una entidad unitaria. Como este concepto involucra múltiples componentes cognitivos independientes, se puede presumir que cada uno de ellos estará mediado por diferentes circuitos anatómicos y no sólo por los lóbulos frontales. En cuanto al cerebelo, estos autores detallan que la corteza cerebelar participa en los cambios secuenciales y del ajuste de la actividad neural para proceder de una condición a otra, mientras que la participación neocerebelar en la atención sucede por la necesidad de predecir, preparar y ajustar la adquisición inminente de información, análisis, o acción. En un estudio electrofisiológico de potenciales evocados relacionados a eventos, se mostró que el déficit comportamental exhibido por pacientes con daño en el neocerebelo, refleja una inhabilidad para activar y desactivar rápidamente y completamente el canal atencional. Este déficit no se encuentra relacionado con ningún déficit motor (Akshoomoff y Courchesne, 1994). Estos mismos autores presentan un caso único de un paciente con degeneración cerebelar, que presenta una performance deficitaria en cuanto al puntaje de categorías completas del WCST, evidenciando una falla en mantener el set (Akshoomoff, Courchesne, Press e Iragu, 1992). Para concluir, se podría resumir que el test produce la activación de una red neural distribuida, activándose áreas frontales, así como también témporo- parietales y subcorticales. Esto sucedería debido a la complejidad de la prueba, ya que para su correcta ejecución son necesarios múltiples componentes cognitivos 29 Tabla 1. Revisión de estudios sobre la especificidad y sensibilidad del WCST para detectar daño en áreas frontales. Autor Lugar Año Versión WCST Muestra Resultados Anderson et al Estados Unidos 1991 Heaton, 1981 91 pacientes con lesiones focales divididos en 2 grupos: “frontales” (49 sujetos) y “no frontales” (daño en lóbulos temporales, parietales, occipitales, ganglios basales y tálamo) (24 sujetos) No todos los sujetos con daño frontal presentaron fallas en el test. Sujetos con daño no frontal presentaron fallas en la ejecución. El WCST no debería ser usado para discriminar entre pacientes con daños frontales o no frontales. Reitan y Wolfson Estados Unidos 1994 Heaton, 1981 Revisión bibliográfica de 6 estudios sobre el WCST Se concluye que el test no puede ser tomado como indicador específico de daño en el lóbulo frontal, ya que se reporta que pacientes no frontales también fallan en su ejecución. Berman et al Inglaterra 1995 Versión computarizada para realizar durante PET Dos grupos: - 40 sujetos sanos ejecutaron el WCST durante PET sin entrenamiento previo - 9 de estos sujetos repitieron la ejecución del test tras entrenamiento. Una primera exposición al test produce activación bilateral de una red que incluye el córtex prefrontal dorsolateral, y el lóbulo parietal inferior. Tras el entrenamiento, este patrón persiste. Se confirma la participación del córtex prefrontal, y se sugiere que es producida por el uso de la memoria de trabajo. Volz et al Alemania 1997 Versión computarizada del WCST (stim-PC-version, Neurosoft Inc., 1990) durante RMI 31 sujetos sanos y 13 sujetos con esquizofrenia El WCST estimula mayoritariamente regiones del lóbulo frontal derecho, confinada en la circunvolución medial frontal. En sujetos con esquizofrenia no se encuentra este patrón de activación, aunque hubo activación en el lóbulo temporal izquierdo. Barceló España 1999 Versión simplificada y 32 jóvenes diestros voluntarios. Los errores perseverativos y los no 30 computarizada para investigación en PRE (potenciales evocados relacionados a eventos) Fueron elegidos por haber cometido un error perseverativo o de distracción durante la ejecución del test antes del estudio perseverativos fueron asociados a diferentes anomalías en los PRE, abarcando regiones cerebrales frontales y no frontales. Esto sugiere que estos dos tipos de error resultan de distintas clases de disrupción en las redes neurales involucradas en la clasificación de cartas. Barceló España 2000 - Revisión de 10 estudios sobre evaluación del test para localizar daño cerebral frontal o no frontal. Se revisaron también 14 estudios de neuroimagen funcional sobre áreas de activación durante el test. Se concluye que la sensibilidad del test para detectar disfunción prefontal es débil, ya que pacientes con lesiones no frontales puntúan bien en el test. Daño en áreas témporo-mediales e hipocámpicas producen mayor cantidad de errores perseverativos que lesiones frontales. Se activa una red amplia de áreas anatómicas frontales y no frontales Stuss et al Canadá y Estados Unidos 2000 Versión de 128 de Grant y Berg / Versión de 64 cartas 47 sujetos divididos en 6 grupos: - sujetos con daño frontal dorsolateral derecho - sujetos con daño frontal dorsolateral izquierdo - sujetos con daño frontal superior medial - sujetos con daño frontal inferior medial - sujetos con daño no frontal derecho e izquierdo (lóbulo temporal, parietal y occipital) Pacientes con daño no frontal izquierdo y derecho presentaron una mejor performance que los sujetos pertenecientes a los grupos con daño frontal. Pacientes con daño medial superior fueron los más perjudicados. Se ve involucrada la región dorsolateral Barceló España 2001 - Revisión de de 13 estudios de neuroimagen funcional y potenciales evocados Se determina que la ejecución del test activa una amplia red de áreas neurales. Activación bilateral dorsolateral en 31 relación a operaciones de cambio de set, y también en cortezas de asociación posterior. La activación prefrontal se encuentra asociada a activación de estructuras cerebrales distantes. Nagahama et al Japón 2005 Versión computarizada modificada del WCST durante SPECT 72 pacientes: seis pacientes ancianos, 12 pacientes con deterioro cognitivo leve, 3 con degeneración lobar frontotemporal y 51 con probable enfemedad de Alzheimer Se examinaron dos tipos de puntajes perseverativos: permanecer en set y errores perseverativos recurrentes. El primero se vio asociado a una disminución de flujo sanguíneo cerebral en el área rostrodorsal del córtex prefrontal. El segundo fue correlacionado con actividad parietal izquierda. En cuanto al cambio de set, se produjo una activación frontal derecha Lie et al Alemania 2005 Versión computarizada en tres formas durante RMIf: A) orignal, B) se explicita el cambio de categorías, C) se informa la categoría antes de cada ensayo. 12 sujetos sanos. No tenían experiencia en el test, y se los evaluó con las tres formas experimentales que propone el estudio. Por medio de las tres formas del test, se pudo fraccionar tres procesos cognitivos: - cambio de set (con instrucción y sin instrucción): se activan regiones del córtex parietal superior, el córtex cingulado posterior y regiones del cerebelo, y regiones prefrontales. - control atencional: se activa el córtex cingulado anterior y, regiones dorsolaterales frontales El rol del cortex prefrontal puede estar relacionado a las altas demandas en atención sosteniday monitoreo que requiere la performance correcta en este test. Alvarez y Emory Estados Unidos 2006 Heaton, 1993 Meta-análisis de 25 estudios que El WCST es sensible como indicador 32 examinan el efecto de varias lesiones en el test; 18 estudios de neuroimagen funcional de daño en el lóbulo frontal pero no específico Mukhopadhyay et al India 2008 Heaton, 1993 54 pacientes, 31 con daño cortical focal, 13 con daño subcortical y 10 con daño en el cerebelo. Las cuatro lesiones están involucradas en la respuesta perseverativa, siendo las lesiones frontales las más dañinas y las del cerebelo, menos. Nyhus y Barceló Estados Unidos y España 2009 - Revisión bibliográfica de 20 estudios clínicos y 31 estudios de neuroimágenes La revisión indica que la ejecución del WCST no involucra un área específica sino una red neural distribuida de estructuras corticales (frontales, temporo-parietales) y subcorticales, cada una llevando a cabo operaciones específicas y distintivas. 33 5. DISCUSION En el presente trabajo se abordó el problema que presenta una equivalencia comúnmente establecida entre regiones anatómicas y funciones cognitivas, específicamente entre los lóbulos frontales y las FE. A su vez, se abordó el caso específico WCST para considerar las dificultades que esta equivalencia traslada a la clínica neuropsicológica. En cuanto a la equivalencia establecida, algunos modelos teóricos desarrollados proponen que el lóbulo frontal es el asiento de los comportamientos que se pueden caracterizar como de primer nivel cognitivo, como la memoria de trabajo y control atencional, búsqueda de novedad (Stuss, 2002), cognición social y metacognición (Flores Lázaro y Ostrosky, 2012), entre otras funciones. Esta literatura mencionada entonces, también ubica a las FE como una función cognitiva mediada por los lóbulos frontales. Si tomamos literalmente esta equivalencia, que reduce el asiento de las FE a los lóbulos frontales y obvia la participación de otras estructuras cerebrales, sería lógico esperar que si un sujeto posee daño en los lóbulos frontales, por consiguiente cometerá errores en pruebas que evalúen las FE. A su vez, estas premisas han sido formuladas de modo inverso: si un sujeto presenta errores en estas pruebas, probablemente es porque posea daño en estas áreas cerebrales. Sin embargo, esto sería un razonamiento incorrecto. Si bien esta circularidad falaz en el pensamiento ya fue subrayada veinte años atrás (Phillips, 1997), muchos estudios actuales evidencian repetirla. Si se sostienen estas proposiciones, es esperable que se pretenda que los tests neuropsicológicos encargados de evaluar las FE sean sensibles y específicos para detectar daño frontal. En el caso particular del WCST, se puede observar en los estudios cómo ha sido cuestionada su utilidad en cuanto a su limitación para detectar y discriminar entre sujetos con daño frontal y sujetos sanos. El problema radica en pretender de estos tests que, de alguna forma 34 “diagnostiquen” una determinada condición, y no tomarlos como medidas para determinar déficits cognitivos y severidad de los mismos. Para salir de esta problemática, se propuso el Modelo de Miyake et al (2000; 2012) por considerarlo superador de esta equivalencia y dificultades mencionadas. Se propone al concepto de las FE conformado por componentes o procesos disociables y separables, en vez de una entidad unitaria general como se establece comúnmente en la literatura. Se sugieren tres componentes, justificado su utilización por ser los más mencionados y ser operacionalizables: Cambio, Actualización e Inhibición. En cuanto al WCST, se menciona que evalúa la función de Cambio. Por medio de este planteo teórico, las pruebas neuropsicológicas que evalúan las FE sólo serían analizadas de acuerdo a su capacidad para evaluar estos procesos, evitando la proliferación de componentes inferidos que carecen de evidencia empírica. Además se evitaría la utilización de componentes que son difícilmente operacionalizables como por ejemplo, la “planificación”. En relación a las propiedades psicométricas del WCST, también se analizaron investigaciones sobre la validez de constructo de esta prueba y la confiabilidad. La literatura revisada sugiere que no se encuentra un acuerdo al respecto de qué evalúa esta prueba, ya que algunos estudios mencionan que evalúa las FE en cuanto a “formación de conceptos” (Greve et al, 1998), “mantenimiento del set” (Su et al, 2008), “procesamiento conceptual abstracto” (O’donell et al, 1994). Una de las razones por las cuales se presenta una gran falta de acuerdo sobre el constructo o constructos evaluados por el WCST, puede deberse a la diversidad de modelos teóricos sobre los cuales se determinan las dimensiones que definen al constructo. A su vez, los estudios de validación revisados han mostrado que el interés históricamente fue puesto en la correlación anátomo-funcional más que en la solidez del constructo. Esta confusión puede incluso verse en el manual del WCST, ya que en su apartado de “Validez” prolifera la exposición de estudios 35 referidos a la mencionada correlación, y escasas investigaciones relacionadas a la validez de constructo. Al realizar esto, se está obviando el hecho de la variabilidad existente entre pacientes con diferentes lesiones en áreas frontales y la posibilidad de que las FE no se encuentren sólo mediadas por esta estructura cerebral (Phillips, 1997). Frente a estos problemas, sería necesario llevar a cabo estudios que intenten replicar algunas de las investigaciones mencionadas, o tomar en cuenta la función “Cambio” como es detallada por Miyake et al (2000), para contar con más evidencia que soporte esta afirmación. Si se toma en cuenta este modelo, se clarifica la interpretación de los resultados. Para evaluar el resto de los componentes de las FE, se deberían utilizar en la evaluación otras pruebas neuropsicológicas. En cuanto a la confiabilidad, los estudios revisados acuerdan en que el test posee una fuerte confiabilidad interevaluadores e intraevaluadores con respecto a su puntuación (Heaton et al 1993; Axelrod et al 1992). No es el mismo caso de la confiabilidad test-re test, ya que se demuestra que si el test es administrado en dos diferentes oportunidades, los resultados obtenidos no son los mismos (Bowden et al, 1998; Miyake et al 2002). Tras esta segunda administración de la tarea, los sujetos se encuentran familiarizados con la misma, y por lo tanto podrán poner a prueba otras estrategias que en el primer ensayo no habían llevado a cabo. Es necesario en este tipo de pruebas contar con el componente de la novedad para poder acceder a los procesos ejecutivos del sujeto. Por todo esto es muy difícil pretender una confiabilidad test-re test fuerte en los tests ejecutivos (Phillips, 1997). En síntesis, la revisión de estudios sobre la correspondencia anatómico- funcional del WCST, acuerdan que la ejecución del test produce la activación de una red neural amplia distribuida, que incluye áreas frontales dorsolaterales, témporo- parietales, estructuras sub-corticales, y además, áreas del cerebelo. Estas conclusiones muestran que su ejecución no sólo compromete áreas frontales 36 como se reporta generalmente en la literatura, sino que son necesarias otras estructuras, haciendo que sea comprensible porqué algunos pacientes con daños no frontales cometen errores en el WCST. Por estos motivos, el empelo del rendimiento en las FE evaluadas a través del WCST no resultaría suficiente para determinar el funcionamiento de los lóbulos frontales ya que los estudios descriptos han demostrado que el test aunque presenta adecuada sensibilidad, tiene baja especificidad para funcionamiento frontal. Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, es deseable, en el marco de la evaluación neuropsicológica, contar con modelos teóricos sólidos y operacionalizables, que permitan trazar inferencias claras entre las alteraciones objetivadas y los comportamientoscomprometidos, además de los circuitos anatómicos implicados. Finalmente, como refiere Alvarez y Emory (2006), discutir la validez de un test de acuerdo sólo a su compromiso anatómico, no solo confunde a la psicología con la anatomía sino que ignora la importancia de ligar el constructo neuropsicológico de las FE a las conductas que resulten mensurables e importantes en la vida real de los pacientes. De esta forma se requiere diseñar una batería de evaluación con diferentes pruebas para acceder a los componentes de las FE, que proporcione información más precisa sobre el desempeño de los evaluados en cada dominio. Además, estar advertidos sobre las correlaciones anatómicas, serviría para evitar caer en razonamientos falaces respecto al daño neurológico frontal y los déficits en la ejecución del WCST. En síntesis, el término anatómico “frontal” y el término funcional “ejecutivo” no son necesariamente sinónimos y no deberían confundirse. Como limitación, esta tesina sólo consistió en una revisión del estado del arte. Cabe destacar que resultaría de gran utilidad avanzar por medio de un estudio experimental sobre la ejecución de este test, partiendo desde un marco teórico como el que propone Miyake et al (2000). Un estudio de esta naturaleza, además 37 contribuiría a mejorar la validez de constructo del WCST fortaleciendo el marco teórico que subyace a la evaluación neuropsicológica de las FE. 38 6. Referencias bibliográficas: Alvarez, J. A., Emory, E. (2006) Executive Function and the Frontal Lobes: a meta- analytic review. Neuropsychology Review, 16(1), 17-41. Anderson, S. W., Damasio, H., Dallas Jones, R., Tranel, D. (1991) Wisconsin Card Sorting Test performance as a measure of frontal lobe damage. Journal of Clinical and Experimental Neurospychology, 13(6), 909-922. Akshoomoff, N. A., Courchesne, E. (1994) ERP evidence for a shifting attention deficit in patients with damage to the cerebellum. Journal of Cognitive Neuroscience, 6(4), 388-399. Akshoomoff, N. A., Courchesne, E., Press, G. 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Estas cuatro cartas presentan combinaciones de cuatro formas geométricas diferentes (triángulos, cruces, estrellas y círculos), cuatro colores (rojo, verde, azul y amarillo) y cuatro cantidades (uno, dos, tres y cuatro). Lo novedoso de esta tarea, es que el sujeto examinado desconoce el criterio esperado para clasificar las cartas, y deberá deducirlo por medio del feedback negativo o positivo que se le brinde. El criterio de clasificación cambia sin decirle al sujeto explícitamente luego de diez respuestas consecutivas correctas, y deberá deducir el nuevo por medio de las respuestas del evaluador. Un desempeño exitoso en el test respondería entonces a que el evaluado pueda primero determinar el principio correcto de clasificación de acuerdo a la respuesta del evaluador y luego mantener esta clasificación o “set” (por ejemplo: “color”) a través del cambio de las condiciones de los estímulos mientras se ignora las otras dimensiones (número o forma). Una falla en el mantenimiento del set ocurre cuando, por ejemplo luego de realizar cinco respuestas correctas, se realiza un error luego de haber adquirido correctamente la categoría (Heaton et al, 1993). Cuando se alcanzan las diez respuestas correctas, como se ha dicho, el evaluador cambia el criterio de clasificación sin informarlo explícitamente, por lo que el evaluado debe inhibir la tendencia de perseverar en el viejo principio, e intentar deducir el nuevo. De acuerdo a los puntajes que se pueden obtener del test, Heaton et al. (1993) establece que cada respuesta debe ser pensada en tres diferentes dimensiones: 45 1. Correcto/Incorrecto: las respuestas que concuerdan con principio de clasificación son puntuadas como correctas, y las respuestas incorrectas como errores. 2. Ambiguo/no ambiguo: cuando una tarjeta de respuesta concuerda con una carta de estímulo en una y única característica (ej. color), el principio que el evaluado utilizó es obvio y no ambiguo para el examinador (ej. una carta de respuesta con tres círculos rojos es emparejada con una carta estímulo con un solo triángulo rojo). De todas formas, una carta de respuesta puede concordar con las cartas estímulo en más de una dimensión. Un ejemplo de esto, sería emparejar una carta de respuesta con tres triángulos rojos con una estímulo con un sólo triángulo rojo. En este caso, no es claro o es ambiguo para el examinador si el examinado está uniendo cartas en base al color o la forma. En suma, una respuesta que clasifique una carta estímulo por una sola y única característica no es ambigua, y una respuesta que clasifique una carta estímulo por dos o más características es considerada ambigua. 3. Perseverativo/no perseverativo: cuando el evaluado persiste en responder por una característica que es incorrecta, la respuesta es puntuada como perseverativa. Respuestas que no persisten en un principio, son no perseverativas. Los puntajes que se derivan de la ejecución del test, son seis: ● Número de categorías completadas: es el número de categorías que el evaluado exitosamente completó durante el test. Los puntajes pueden ir de un mínimo de 0 a un máximo de 6. ● Ensayos para completar la primera categoría: el número total de ensayos para completar exitosamente la primer categoría da una indicación de la conceptualización inicial antes que un cambio de set sea requerido. 46 ● Porcentaje de errores perseverativos: este porcentaje refleja la “densidad” de los errores perseverativos en relación con la ejecución global del test. Se computa calculando la proporción de errores perseverativos con el número de ensayos administrados. La fracción resultante debe ser multiplicada por 100 y redondeada al número completo más cercano. ● Fracaso en mantener el set: este fracaso ocurre cuando el examinado realiza cinco o más emparejamientos correctos pero luego comete un error antes de completar exitosamente la categoría. ● Porcentaje de respuestas a nivel conceptual: este porcentaje presumiblemente refleja insight en los principios correctos de clasificación. Las respuestas de nivel conceptual son definidas como respuestas correctas consecutivas que ocurren en tiradas de tres o más. Se consideran así ya que se presume que tiene que haber cierto insight en la estrategia de clasificación correcta para poder realizar tres o más emparejamientos correctos, ya que es poco probable que esto suceda por casualidad. Aprendiendo a aprender: refleja el cambio de eficiencia conceptual del examinado a través de los estadios consecutivos del test
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